viernes, 19 de marzo de 2021

''Id a José'' (Gn 41,55) . Por Joaquín Manuel Serrano Vila



Nunca deberíamos dejar pasar desapercibida la Solemnidad de San José, pero más si cabe ahora que nos vemos inmersos en medio de su Año Santo por decisión del Santo Padre. Es un gran regalo que nos hace el Papa Francisco al conmemorar el 150° de la declaración de San José como Patrono principal de toda la Iglesia Católica, en 1870 por el Papa Pío IX. No podría haber mejor Patrono para cuidar de la Iglesia; quién mejor que aquel a quien Dios mismo confió a su hijo Jesucristo y a María, su Madre. He aquí que en San José se actualizan las palabras del Éxodo que se utilizaron para hablar de José el hijo de Jacob, al ser puesto como principal de la Casa del Faraón: "Lo puso al frente de su Casa".

Este Año de gracia, con sus indulgencias, ha de ser un tiempo especial para recuperar la figura del Santo Patriarca en nuestras vidas. No nos quedemos con la excusa de que sabemos poco de este Santo, al contrario, profundicemos en las enseñanzas de su silenciosa postura que no dejan de interpelarnos e iluminarnos. En los siete domingos en su honor hemos meditado uno a uno sus dolores y gozos ante los que aprender de su proceder como hombre temeroso de Dios que busca en todo momento cumplir su voluntad.

San José no es un cualquiera, es un -discreto- grande entre los grandes. No olvidemos que fue Él quien más trató a Jesús y a María. Nosotros que nos decimos buenos seguidores de Jesús y fieles hijos de Santa María valoremos también esa virtud de saber estar presente en un segundo plano, en la sombra y pasando desapercibidos para el mundo, donde sólo el Señor destaque para nosotros y nosotros para Él. Como apunta el Papa en su Carta Apostólica Patris Corde: "San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en segunda línea tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación".

Es el día de los Pepes y Pepas, y es que antaño el Santoral ponía tras el nombre de San José las letras P.P. ("Pater Putativus") el padre putativo del Señor. Jesucristo amó a San José, lo llamaba "padre" y a buen seguro sentía con orgullo ser reconocido como "el hijo del carpintero" o, más explícitamente, como "el hijo de José" (MC 6,3).

Contemplar a San José ha de llevarnos a luchar por un mundo donde abunden los hombres justos, los trabajadores honrados, los buenos padres, los cumplidores de la ley y practicantes de la fe; en Él hallamos el icono del padre bueno que saca adelante su hogar cueste lo que cueste, que se pone en camino para proteger del peligro y que piensa en el bien de los suyos, incluso cuando no entiende nada.

San José ha sido a lo largo de la historia uno de los santos más querido, quizás podríamos decir que junto con San Antonio de Padua son los dos grandes amados por el pueblo fiel. Y es que el "Sensus fidei" de los creyentes es también el exponente de la comunión del pueblo fiel con Dios.

Dios acepta para su Hijo la paternidad de un carpintero humilde y sencillo de Nazaret. A buen seguro fue Él quien ayudó al niño Jesús a dar sus primeros pasos, le explicaría cómo rezar y cómo trabajar en su carpintería... San José fue un modelo para el mismo Cristo, el cual creció en gracia y sabiduría a su lado. No sería ninguna exageración afirmar que el Hijo de Dios maduró su humanidad teniendo como referente al esposo de su Madre y padre suyo también.

A San José acostumbramos a verlo representado con una vara florida, y es que la tradición apócrifa contaba que cuando aún Nuestra Señora estaba en el templo los sacerdotes, consideraron que era el momento de buscarle pretendiente, y convocaron a todos los hombres interesados que fueran de la tribu de David. De todos ellos parece que el mayor era San José; a todos los pretendientes se les mandó llevar un bastón o vara de almendro, las cuales dejaron ante el altar. Y ocurrió que la vara de San José floreció, por los que los sacerdotes vieron en ello un signo del cielo que identificaron como que José era el elegido para ser el esposo de la Virgen María. 

San José tiene muchos patronazgos y es abogado de muchas cuestiones, quizás de las más destacadas sea la referente a la paternidad para nuestras familias de hoy. Santa Teresa de Jesús afirmaba que escuchaba todas sus peticiones con un preciso razonamiento: ''este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas, y quiere el Señor darnos a entender, que así como le estuvo sometido en la tierra, pues como tenía nombre de padre, siendo custodio, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide''.

No podemos omitir la vinculación con el final de nuestro peregrinar humano, por lo que le consideramos especial intercesor para pedir una buena muerte. Él tuvo la mejor muerte de la historia, así lo ha transmitido a lo largo del tiempo la Iglesia, el cual cerró los ojos a este mundo entre los brazos de Santa María y los de Cristo. Por eso le pedíamos en esa conocida oración al Ángel de la Guarda, no solamente que nos asista en la última agonía, sino de forma especial que nos deje descansar "en los brazos de Jesús y de María". 

Ojalá vivamos la devoción a Jesús, María y José; hogar de Nazaret que quisiéramos imitar en nuestros hogares. Os animo a acercaros a la figura de San José en este año, hay muchos libros que os pueden ayudar, numerosas oraciones, jaculatorias. Tenemos la costumbre de dedicar los miércoles a Él y muchas otras piadosas costumbres. Cada cual sabe cómo intensificar su acercamiento al Santo Patrono de la Iglesia que por estar tan cerca de Cristo y de Santa María es tan buen mediador de nuestras peticiones. Concluyo con unas palabras qué, aunque del Antiguo Testamento, se hacen actuales ahora en este Año Santo Josefino: Acudid a Él, ''id a José".

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