domingo, 15 de diciembre de 2019

Se alegrarán. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Llegamos al Domingo tercero del Adviento, domingo ''Gaudete'', domingo de la alegría. Este día toma su nombre de las primeras palabras del "introito" de la misa: Gaudete in Domino sem-per: iterum dico, gaudete. Modestia vestra nota sit omnibus hominibus: Dominus enim prope est' (Gozaos siempre en el Señor; otra vez digo, gozaos. Vuestra modestia sea patente a todos los hombres. El Señor está cerca).

Hemos pasado el ecuador de este tiempo de preparación, por eso la liturgia hace esta especie de ruptura del carácter sobrio de estos días cambiando el color morado, más penitencial, por el rosa que es más vivo y alegre. Es un color litúrgico antiguo cuyo origen parece estar vinculado a la condecoración de la Rosa de Oro creada en el año 1049 por el Papa León IX. 

Las lecturas de este día nos hablan precisamente de lo que supone Cristo para aquel que sabe acogerlo para sí: la alegría de la salvación, de la vida eterna con Dios donde ya no hay dolores, penas ni valle de lágrimas. 

El cántico del profeta Isaías nos habla de alegría perpetua, pues nos anuncia que ''El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso'' ¿Desde cuándo se encuentra alegría en un desierto, en un páramo o en una estepa? ¿Cómo puede florecer algo allí? Pues es el Señor quien lo hace y viene a romper nuestros esquemas para que veamos así su gloria. Dios obra donde menos lo esperamos. Llega a traer sonrisas a los rostros sufrientes, pues como subraya el profeta, nuestro Dios trae el desquite. Viene a salvarnos, a abrir los ojos de nuestras cegueras, a destapar nuestros oídos de nuestras sorderas, a enderezar nuestras piernas de nuestras cojeras; viene a sacarnos del aprisco, del borde camino, del destierro de la desesperanza.

El fragmento de la Carta del Apóstol Santiago hace el símil de nuestra espera, de nuestro advenimiento, como el agricultor aguarda con ilusión y paciencia los brotes verdes de su faenar en la tierra mientras la lluvia va cumpliendo su papel. De este modo nos invita a hacer nosotros lo mismo en esta espera dichosa. Nos pide mantenernos firmes porque el Señor está cerca, pero, más aún, nos exhorta a la caridad con nuestros semejantes desde la paciencia recordándonos que el juez está a la puerta. Aquí cabría traer a colación el pasaje del evangelio de ''la medida que uséis la usarán con vosotros''.

El evangelio de este domingo es un perfecto cuestionario personal: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?" ¿Realmente le estoy esperando? ¿Le hago sitio en mi vida y mi corazón? ¿O estamos a esperando a otro o a otros? También en el tiempo de Jesús había ''fake news''
-noticias falsas- murmuraciones y cotilleos de poca monta, por eso Jesús se pone serio y afirma:  ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!. 

A continuación Cristo nos descubre la figura que protagoniza nuestra atención este do domingo aunque nos aparezca este año un poco más "escondido" que en los otros evangelistas: Juan el Bautista, su primo. El Señor hace una enumeración de la expectación de muchos que le seguían e iban a ver como si fuera una caña cascada por el viento o un hombre rico llamativo por su vestir, o un profeta. Y Jesús reconoce que no le molesta que definan Juan como "profeta" pero puntualiza:  Sí, os digo, y más que profeta. Hace entonces el Señor un paralelismo al afirmar que en Juan se cumple la escritura, pues el bautista está cumpliendo la misión ya anunciada desde antiguo: Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino.

Preparemos pues el camino al Señor que viene, que llega, que está ya está a nuestra puerta. Abramos nuestros oídos a la predicación de Juan que nos llama a allanar la senda de nuestro corazón para que Jesús, que llega humilde y abajándose a nosotros, lo recibamos en nuestra casa. No dejemos pasar esta oportunidad; que no se nos escape otro año la Navidad sin vivirla plenamente. Recibámoslo con el gozo  de este "Domingo Gaudete" cantando: ''Ven Señor a Salvarnos''.

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