Sacerdotes, oleos,
sacerdotes y oleos
Con la llegada de la Semana Santa
parece que se cumple con exactitud nuestro ciclo vital tan ligado al litúrgico.
Tras hacerse con las palmas, ramos y cañas las sacristanas y sacristanes de
nuestras parroquias se afanan en éstos días en quemar los viejos oleos y dejar
como una patena las crismeras con las que los párrocos recogerán los nuevos de
éste año. He aquí un puntal de la fraternidad sacerdotal: la Misa Crismal.
Celebración que aunque marcada para la
mañana del Jueves Santo ,se viene celebrando el Martes Santo para facilitar a
los sacerdotes su asistencia, en especial para aquellos párrocos que atienden
casi un vicariato apostólico . Muchos asistirán, muchos la salud no jugará en su
favor, otros tendrán que dar sepultura,
celebrar su misa diaria, atender capellanías o simplemente se quedarán en casa;
más ese día todos están citados a las 11 de la mañana en la Iglesia madre de la
diócesis, la Catedral.
Pocas veces se convoca a todo el clero
del lugar, es verdad que el sacerdotes seculares no están llamados a vivir la
convivencia característica de los sacerdotes regulares; más esto no es excusa
para que no haya comunión, hermandad y relación entre los curas de un mismo
presbiterio los cuáles acaban viéndose cuatro veces al año: en las bodas de oro
sacerdotales, la novena de Covadonga, cuando muere un cura y en la Misa Crismal. También los religiosos
con encargos pastorales en la diócesis están llamados a asistir a dicha
celebración, ya que ésta pone en relieve la comunión entre el Obispo ordinario
del lugar y sus colaboradores más directos. No es un acto de gustos pues hay
quienes comentan escusas como: yo con Don Gabino iba, con éste no porque no me
convence .Error, esto no es cosa de gustos, sino de corazón. Qué sentido tiene la
vida ministerial para una persona que no renueva las mismas promesas
sacerdotales que hizo el día de su ordenación, como se hace en éste día.
Ni todo lo viejo es bueno ni todo lo
nuevo malo y viceversa, término medio y sentido común. Hay iglesias antiguas en
las que da gusto rezar, y otras modernas que realmente llevan a Dios con sus
formas .Aquí debemos dar una excepción: el problema no es lo moderno sino lo
que por su poca calidad es indigno de prestar servicio al culto. Esto es lo que
pasa hoy con las nuevas crismeras
fabricadas por diversas casas de artículos religiosos .Lo malo no es el estilo,
sino más bien en que al cabo de pocos meses estas están impresentables, oxidadas,
ennegrecidas… ¿Tan poco valor damos al Santo Crisma y a los óleos?. Antiguamente
había venerables curas de pueblos que tanto respeto rendían a los Santos oleos
que llegaban a guardar las ánforas en el sagrario. Esto no sería lo más
apropiado pero me sirvo del ejemplo para comparar el poco amor que hoy en
nuestras parroquias se manifiesta al respecto. Parroquias donde hace treinta
años que no cambian los óleos, otras donde éstos se guardan en el trastero o el
cajón de las herramientas etc.
Sé de un Arcipreste que hubo en la
diócesis que cuando los curas de su zona
iban a buscar los óleos los iba anotando en una lista, y al pasar un mes
los que aún no había aparecido a buscarlos los llamaba a capitulo o les
acercaba los óleos él mismo en el caso de que éstos no pudieran.
Luego está el caso de un cura que todos los años va a buscar los óleos en botes de farmacia de los de pruebas de orina, comprendo que será más cómodo y barato, pero…la verdad que pone la piel de gallina.Con éstas letricas quiero tan sólo reflexionar una cosa: ¿Cómo tratamos las cosas de Dios?
¿Qué valor les damos? ¿nos ha llevado la rutina a ver con ojos mundanos lo que no es del mundo?
Luego está el caso de un cura que todos los años va a buscar los óleos en botes de farmacia de los de pruebas de orina, comprendo que será más cómodo y barato, pero…la verdad que pone la piel de gallina.Con éstas letricas quiero tan sólo reflexionar una cosa: ¿Cómo tratamos las cosas de Dios?
¿Qué valor les damos? ¿nos ha llevado la rutina a ver con ojos mundanos lo que no es del mundo?
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