Javier Lozano / ReL
Mateo Kovacic pasa por ser uno de los grandes talentos del
fútbol europeo que está por venir. Con sólo 18 años se ha convertido en uno de
los fichajes más caros de la temporada. El Inter de Milán pagó nada
menos que 15 millones por hacerse con el futbolista croata, después de
que despuntara en el Dinamo de Zagreb, uno de los mejores equipos del país
balcánico.
Dentro de sus múltiples cualidades brilla sobre todo por una visión de
juego espléndida, un gran talento en la media punta, un útlimo pase demoledor,
mucho olfato de gol, y una fe sólida, inquebrantable. "Mi fe en Dios me
hace más fuerte a la hora de afrontar los partidos".
Una infancia
peculiar
Kovacic nació un 6 de mayo de 1994 en Linz, Austria. Hasta ahí se habían
mudado sus padres en 1991, huyendo de la guerra de los balcanes, procedentes de
Kotor Varos, una ciudad eminentemente poblada por ortodoxos y que fue
devastada por los serbios.
En tierras austriacas dio sus primeros pasos como futbolista, creciendo en
el seno de una educación católica. "Era un niño tranquilo, valiente y muy
religioso. Iba todos los domingos a misa". Así le definían sus
padres, que en 2007 decidieron volver a casa.
No fue sencillo, pues Kovacic ya estaba llamando la atención de diversos
clubes europeos. La Juventus, el Ajax o el Stuttgart, que incluso llegó a
ofrecer un trabajo a sus padres, quisieron hacerse con sus servicios. Pero todos
decidieron que lo mejor era regresar a Croacia.
Un grave traspiés
Nada más llegar, Kovacic se enroló en las filas del Dinamo de Zagreb, el
gigante croata futbolísticamente hablando. Aunque sólo contaba con 13 años,
pronto despertó el interés de técnicos y aficionados. Fue ascendido a un equipo
dos categorías más alto del que le correspondía por su edad.
Pero en 2009, con quince años, sufrió un duro revés. Una doble fractura de
tibia y peroné, con una complicada operación, le mantuvieron diez meses sin
poder jugar a fútbol. "Me apoyé en la fuerza de Jesús para pasar ese mal
momento. Definitivamente, volví aún más fuerte gracias a Él. Son
experiencias que hacen que tu cabeza se vuelva más fuerte".
Estrella precoz
Y sin duda, así fue. Sólo un año después ya debutaba en el primer equipo
del Dinamo, convirtiéndose en el futbolista más joven que llegaba a la Primera
División de Croacia. Por si fuera poco, en el mismo día de su debut, el 20 de
noviembre, con 16 años y 198 días, marcaba su primer gol, lo que le convertía en
el goleador más joven de toda la historia en el fútbol
croata.
A pesar de ello, y de la lógica fama que alcanzó en su país, Mateo Kovacic
continuaba mostrando día a día su fe. No en vano, pese a ser la nueva estrella
en Croacia, continuaba no sólo acudiendo a misa todos los domingos, sino que
seguía oficiando de monaguillo.
En la iglesia
encontró el amor
Aquello le valió algunas burlas de sus amigos y compañeros de equipo, pero
como el mismo Kovacic afirma, "no me importaba, nunca me molesté, y
nunca dejé de hacerlo. Ahora lo veo con cierto humor...". Entre otras cosas, porque fue precisamente en la iglesia donde
conoció a su novia. Isabel era corista del coro de la parroquia. Una
vida tan reservada la suya que no fue hasta cuando llegó al Inter este enero que
dio a conocer su nombre, para disgusto de la prensa croata, que durante más de
dos años estuvo tratando de investigar de quién se trataba.
Fichaje
sonado
Después de explotar en el Dinamo de Zagreb, Mateo Kovacic fue relacionado
con varios de los mejores equipos de Europa. Entre ellos, el Real Madrid. Sin
duda, el hecho de ser escogido como el mejor futbolista joven de
Europa por el diario alemán Bild ha ayudado a ello.
Fue el Inter, el pasado 31 de enero, quien finalmente se llevó el gato al
agua. Tuvo que pagar 15 millones por un jugador que ya ha sido comparado con
Messi. Aunque él, modesto, rehúye tal analogía. "No tengo ni un 10% del talento
de Messi", afirma. "Pero con mucho trabajo y la ayuda de Dios me puedo
convertir en un gran futbolista".
No es raro oír esas palabras provenientes del futbolista croata. Desde el
primer momento de llegar a Italia no ha tenido ningún problema en de hablar de
su fe. "No tengo problemas en decir que creer me da fuerza, me ayuda a
jugar mejor" ni en reconocer que "normalmente, debajo de la camiseta
del equipo, me pongo una camiseta con una imagen de
Jesús".
Por eso, a nadie extrañó cuando, el día previo al derbi de la
Madonnina (partido entre el Milan y el Inter, y que recibe ese nombre por
la estatua de la Virgen María situada en la cima del Duomo), Kovacic declaró que
"cuando uno cree en Jesús, no tiene miedo del diablo",
sobrenombre con el que se conoce al Milan.
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