domingo, 24 de abril de 2022

''Es eterna su misericordia''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila















Concluimos la Octava de Pascua, ocho días en los que se ha alargado como uno sólo el de la Resurrección'. Son días gozosos para pasar de la oscuridad a la luz, como los experimentaron sus discípulos abandonando el temor para llenarse de alegría, que dejaron sus escondites para salir corriendo por los caminos, de llorar la desesperanza a ser ellos testigos valientes de una nueva esperanza. Este Domingo II de Pascua recibe un nombre especial: ''de la Divina Misericordia''; celebración instituida por el Papa San Juan Pablo II que busca recordarnos cómo Jesucristo Resucitado es precisamente la fuente de misericordia y del perdón para nosotros pecadores. Por eso aquí en la Parroquia también tenemos el cuadro de "la Divina Misericordia", que reproduce las visiones de la monja polaca Santa Faustina Kowalska; está precisamente mirando al confesionario, como llamada de atención para nosotros: ¿por qué tener miedo a la reconciliación si siempre es mayor su misericordia que nuestra miseria?

1- No podemos silenciar la Resurrección del Señor

En este tiempo Pascual nos acompañará la lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles, acercándonos a los comienzos de la Iglesia. Esto nos ayudará a comprender por qué la Iglesia no sólo nace en la Pascua, sino la importancia del testimonio de los apóstoles en el anuncio del evangelio, cimientos de nuestra fe, sobre el cual se ha edificado nuestra historia de salvación. Hubieran sido tratados de locos si únicamente se lanzaran a las calles para gritar que Jesucristo estaba vivo; aquello se podía haber acallado rápidamente pues eran minoría; sin embargo, los signos y prodigios que realizaban exactamente igual que lo había hecho Cristo dejaba boquiabiertos a todos los que los presenciaban: romanos, judíos, paganos... He aquí el origen del temor e interrogantes sobre "los ancianos", sumos sacerdotes y escribas, ante una situación que se les iba de las manos. Jesús de Nazaret les estaba dando más problemas sin estar delante que cuando lo tenían presente. Pensaban que todo acabaría con su muerte, pero una vez resucitado ya no morirá jamás, y esto les ponía en un callejón sin salida. Prohibieron a los apóstoles no sólo predicar, sino incluso hacer milagros o curaciones en nombre de Jesús; sin embargo, la respuesta de los discípulos fue muy clara: ''no podemos menos que contar lo que hemos visto y oído''. También en nuestro tiempo hay quienes quieren imponernos el silencio y que volvamos a las catacumbas, y que Jesús Resucitado no sea noticia: ¿soy yo testigo de Cristo Resucitado o acallo lo visto y oído?...

2 - Ser testigos de Cristo vivo no nos ahorrará disgustos

Otro libro de la Biblia que nos acompañará estas semanas de Pascua será el libro del Apocalipsis, no son textos sencillos, pues como el mismo autor nos reconoce en este fragmento tomado del primer capítulo, es una redacción a partir de visiones complejas que en el fondo lo que quieren transmitir son enseñanzas bien sencillas sobre verdades fundamentales de la fe. Es un texto que tiene un importante trasfondo alentador, buscando animar y consolar a una Iglesia perseguida. No olvidemos la explicación que da San Juan de por qué está prisionero en la isla de Patmos: ''por haber predicado la palabra, Dios, y haber dado testimonio de Jesús''. La Iglesia lleva en su ADN la vocación martirial; siempre ha sido y será perseguida, al igual que fue perseguido el Señor. Sólo manteniéndonos unidos y fieles a pesar de las pruebas, seremos dignos de participar en la mesa celestial. Celebrar la Pascua, es celebrar las bodas del Cordero; fijar nuestros ojos en Cristo vivo, el cordero degollado que resucitado está sentado en el trono. Pero no está ausente ni al margen de nuestras penas sentado en las alturas, sino que nos dice a nosotros lo mismo que le dijo a Juan en su cautiverio: ''No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos''. Vemos a Jesucristo también estos días como luz, que se proyecta en la descripción de la Segunda Lectura: ''vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana''... Así tenemos nuestro altar con seis candelabro -siete cuando preside el obispo- y en medio la cruz de Cristo, donde le vemos como hombre clavado en el madero. Más en Pascua no miramos tanto a la cruz, sino al Cirio, el cual le representa como está ahora: vivo y glorioso entre nosotros.

3- Dichosos los que crean sin haber visto 

Por último, el bello pasaje del evangelio de este domingo nos presenta la aparición del resucitado en dos escenas diferentes, una en la que el apóstol Tomás no está presente, y la segunda en la que sí se encuentra con los demás. Jesús resucitado siempre se hace presente cuando están reunidos, y les desea exactamente lo mismo: ''Paz a vosotros''. No perdamos de vista ese gesto que hace Jesucristo al exhalar sobre ellos; es un deseo de insuflar vida, algo que se ha incorporado a lo largo de la historia en gestos de nuestra liturgia, como vemos en la misa crismal cuando el obispo sopla sobre el crisma. Con ese soplo Jesús quiere renovar, dar un espíritu nuevo; es un gesto de una nueva creación. Es la Pascua del espíritu que anima a dejar atrás lo viejo para empezar lo nuevo, a olvidar el antiguo Israel para empezar a ser el pueblo de la Pascua. 

Al hablar de fe toca adentrarse en el misterio; es lo que nos presenta el evangelio con la actitud de Tomás que se niega a creer sin antes ver. He aquí la gracia que fue depositada en nosotros el día de nuestro bautismo, un regalo inmerecido que el mundo desprecia y que los entendidos de nuestro tiempo desconocen. No puede haber fe sin pasar por la duda, la cuestión es que Tomás más que dudar reta y pide pruebas tangibles que le serán dadas para su vergüenza y bochorno. Pero el pecado de Tomás no es grande sólo por dudar de su Maestro, sino por no creer en la palabra de sus hermanos, por no creer lo que los apóstoles y compañeros le han contado. A veces el egoísmo nos lleva a aceptar sólo lo que yo mismo puedo certificar dudando incluso de aquello que me aseguran y confirman los que más me quieren... "Dichosos los que crean sin haber visto"; estos son los que han descubierto en verdad que Cristo vive, que sólo Él nos regala su misericordia, y nos bendice con la Paz. 

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