Restos del ataúd del cuerpo de la Madre Petra de San José destruido por los masones
Diría que es un coche y que es rojo. No entiendo de marcas de coches, ni de sus prestaciones, ni de cilindradas, ni de precio de gasolina y por supuesto del tipo de gasolina que necesita cada coche; ni de coches eléctricos... vamos que no tengo carnet de conducir y no he necesitado instruirme en este tema. Sé lo mismo de coches que de los autos de choque de las ferias...
Ahora, si me pidieran explicar este cuadro del siglo XV de Pere Terrencs del taller de San José con unos anteojos (y no es una fake) les diría inmediatamente que:
1. En el s. XV empezó a ser habitual la recreación de antiparras en el arte europeo (un invento de finales del s. XIII), sobre todo con el incremento de la demanda de gafas a partir de la invención de la imprenta en el 1450.
2. En el siglo I obviamente no había gafas.
3. Durante siglos se pintó a San José como puro anciano para preservar el tema de la virginidad perpetua de la santísima Virgen. San José era una anciano protector...
Bueno, pues ayer en La Vanguardia, en su sección LAS FOTOS DE LOS LECTORES les dio por los misterios masónicos:
De verdad que, ¿cuesta tanto, medio informarse, para poder comentar una foto aunque sea un domingo de agosto?
1.- La masonería, es de hace medio año, sigue estando prohibida para los católicos:
2.- En fin, sobre el compás ya lo usaba antes el Hijo que su padre. Antes de que existiera la masonería. Cualquiera que sepa un poco de arte conoce las miniaturas de la magnífica Biblia de San Luis de nuestra catedral primada.
3. Puestos a elucubrar que es lo que hace el comentarista [La presencia de elementos masónicos en la cripta podría estar relacionada; La “crisis” aquí podría referirse a la tensión entre la tradición religiosa y las corrientes modernistas o seculares. La inclusión de elementos masónicos podría haber sido un intento de reconciliar estas influencias o de mostrar apertura hacia ideas no exclusivamente religiosas...], podríamos decir lo contrario.
No sé si cuando desliza que el edificio actual fue encargado al arquitecto Francisco Berenguer i Mestre, colaborador de Antoni Gaudí, está ya indicando lo que no es...
[Es falso que el arquitecto Antonio Gaudí fuera masón: consta que no lo era y nadie puede documentar lo contrario. Lo explica el escritor e ingeniero Josep Maria Tarragona i Clarasó (Barcelona, 1957), en su última biografía, Gaudí, el arquitecto de la Sagrada Familia].
Porque a lo mejor el arquitecto Berenguer era un devoto católico (lo desconozco, pero hago la construcción al revés) y usó el compás porque le gustaba la miniatura católica medieval o había ido al museo de la catedral primada... y le pasó el compás del Hijo al bueno de San José.
4. Lo más importante. Dice el comentarista de la foto:
Además, la Madre Petra, fundadora de la congregación religiosa que ocupaba el Santuario, era conocida por su labor social y caritativa. Quizás la inclusión de elementos modernistas y masónicos también reflejaba una apertura hacia la sociedad en general.
Una vez más era mejor saber lo que sucedió que no tener que inventarse nada. El Santuario de San José de la Montaña fue perseguido por la masonería desde su fundación y esa capillita es posterior a la guerra civil, no a los comienzos, como nos recuerda la actual Madre General, Madre Paloma García.
La masonería odiaba a Madre Petra. Y dice el comentarista de la foto que era por un espíritu conciliador, por una apertura hacia la sociedad (ya le he puesto que ni con el Papa Francisco, hace seis meses!!!).
Ahí le dejo esto para que sepa que pasó con la masonería y con el cuerpo de la beata Petra de San José:
HISTORIA DE UNOS RESTOS
Así nos lo explican las propias madres de Desamparados:
«Madre Petra muere, como acabamos de reseñar, el 16 de agosto de 1906, en el santuario de San José de la Montaña, de Barcelona. Después de estar expuesta, durante varios días, a la veneración de las muchas personas que querían rendirle su último homenaje, fue enterrada en el cementerio de Montjuic.
El 5 de noviembre de 1920 sus restos vuelven al santuario, en donde son venerados por una multitud de fieles que la consideran santa y que piden favores, por su intercesión. Ante la fama de santidad de madre Petra y los muchos favores que se le atribuyen, el 23 de febrero de 1932 -en el pontificado de Pío XI- se inicia, en Barcelona, el Proceso Diocesano de Beatificación y Canonización.
El 23 de julio de 1936- en la confusión de los primeros días de la Guerra Civil- las madres fueron expulsadas del santuario, que fue saqueado y, en parte, incendiado. Terminada la guerra, en abril de 1939, al volver las madres al santuario, se encuentren con la dolorosa sorpresa de que los restos de madre Petra habían desaparecido. Sólo quedaban unos trozos quemados del ataúd; por lo que supusieron que los restos habían sido destruidos por las llamas. Durante 45 años la congregación aceptó este hecho con una dolorida resignación.
UNA HISTORIA VERDADERAMENTE INSÓLITA
El 19 de febrero de 1981, año del centenario de la congregación, una religiosa sierva de Jesús, sor Soledad Díaz, habla con una religiosa de nuestra comunidad de Zaragoza y le dice que los restos de madre Petra no fueron quemados, sino robados del santuario de Barcelona.
Versión de sor Soledad Díaz. En el año 1952, sor Soledad, recién profesa, está en Valencia. En su misión de cuidar enfermos a domicilio, se encontró con un caso muy difícil: un hombre enfermo que rechazaba sus cuidados y la insultaba.
Sor Soledad persevera en su tarea de ayudar al enfermo y consigue que aquel hombre deponga su actitud de rechazo. Le confiesa que es masón y que, comisionado por su logia, viajó a Barcelona en 1936, recién iniciada la Guerra Civil, junto con otros compañeros con el fin de hacer desaparecer los restos de madre Petra. La fama de santidad de madre Petra -y la devoción que se había suscitado en torno a ella- molestaba vivamente a estos hombres, por lo que decidieron aprovechar la anarquía de los primeros días de la guerra para acabar con aquella «superstición», según decían ellos.
No obstante, no destruyeron los restos, como sería de esperar, sino que los trasladaron de Barcelona a Valencia; y los enterraron en un campo próximo al pueblo valenciano de Puzol. Este hombre, arrepentido de su acción, pidió un confesor -precisamente un padre jesuita que había sido su profesor en sus años jóvenes- y murió reconciliado con Dios y con la Iglesia.
Le hago el spolier. Los restos aparecieron y Roma los certificó. Aproveche y compre el DVD con la película que la Congregación ha hecho recientemente. Pero ya sabe es más fácil informarse:
Y sobre los aperos del carpintero... vale, que sí que no me he despistado: con el compas va la escuadra (que es el símbolo de la masonería), pero porque no pensar que el autor pretende catolizar el símbolo de los masones poniendo encima la flor de la pureza de San José.
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