miércoles, 30 de abril de 2025

«Cada sucesor de Pedro trae en su mochila su propia historia y su bagaje cultural: recemos al Espíritu Santo para que ilumine a quienes elegirán al próximo Pontífice»

(Iglesia de Asturias) Entrevista a nuestro Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes, ante el fallecimiento del Papa Francisco y la nueva etapa que comienza en la Iglesia

¿En cuántas ocasiones se vio personalmente y tuvo la oportunidad de hablar con el Papa Francisco?

La primera vez fue durante unos Ejercicios Espirituales que nos impartió a los Obispos españoles cuando yo llevaba prácticamente un año como Obispo. Fueron unos Ejercicios muy ignacianos, como buen jesuita que él era. Y los recuerdo con serenidad, como unos días de silencio, de reflexión evangélica, sin especial matiz. Simplemente supimos que venía el cardenal de Buenos Aires, Cardenal Bergoglio, que como jesuita nos ha predicaba los ejercicios. Tuve la ocasión de hablar un rato largo con él dentro de este marco de retiro.
Después, las siguientes veces, que han sido varias, fueron cuando nos concedió en nuestra diócesis al Obispo Auxiliar, Don Juan Antonio Menéndez, que en paz descanse. Yo le presenté a Don Juan Antonio cuando llevaba solamente cuatro días de nombramiento, no estaba todavía consagrado, y le dije: «Santo Padre, Juan Antonio es el que usted nombró hace unos días como nuevo Obispo Auxiliar de Oviedo». Y le dijo aquello tan simpático: «Estás fresco como una lechuga». Recuerdo que dije, dirigiéndome a D. Juan Antonio: «Esto se llama Magisterio Ordinario» y nos reímos los tres. He tenido otras ocasiones, con motivo de las visitas ad limina especialmente, donde sí que ha habido un diálogo y un intercambio de pareceres en torno a lo que en ese momento de la Iglesia teníamos todos entre manos. Además, me he visto en otros momentos con él, en la Plaza de San Pedro, saludando brevemente entre un pequeño grupo de Obispos, siempre cordial y siempre cercano. Cuando yo iba con mi hábito franciscano me decía: «Así me gusta, que vengas con tu hábito de fraile porque es lo que sigues siendo». Tengo este recuerdo amable del Papa.

Un Papa jesuita que elige el nombre de Francisco. Como franciscano ¿cómo vivió usted y cómo vivieron sus hermanos, el momento en el que el Papa recién elegido hace público su nombre?

Fue una sorpresa grata, muy grata. Al principio pensábamos que se refería a San Francisco Javier, como jesuita que él era, y él explicó que no, que se refería a San Francisco, el de Asís. Recuerdo que nos contó que, minutos antes de salir a la logia de San Pedro para saludar por primera vez, el cardenal Claudio Humes, cardenal brasileño y franciscano, le dijo: «No te olvides de los pobres». Y entonces él decía: «No solamente no me voy a olvidar de los pobres, sino que me acerco a San Francisco de Asís, que los tuvo tanto en el corazón». De tal manera que es una referencia para él, como luego se ha visto en algunas de sus temáticas, tanto en encíclicas como en exhortaciones apostólicas: el tema de la naturaleza, de la creación, de la pobreza, el tema de los descartados. El Papa Francisco siempre ha hecho gala de esa sensibilidad evangélica para estar junto a aquellos que San Francisco también tuvo a su lado.

Ha habido momentos en los que no se han comprendido determinadas declaraciones puntuales del Papa, e incluso se ha dado pie a pensar que rompía con la tradición de la Iglesia en algunos temas. ¿Qué lectura hace usted de esos momentos?

Venimos de dos Pontificados muy potentes como el de San Juan Pablo II y el de Benedicto XVI, en donde doctrinalmente había una solidez inmensa. El Papa Francisco no era teólogo, había sido profesor de literatura y obtuvo una Licenciatura en Teología allí en Argentina. La formación también pesa y determina tantas cosas. No tenía quizás la hondura teológica que tenía, por supuesto, el Papa Benedicto o incluso la filosófica que tenía San Juan Pablo II. Pero el Papa Francisco tenía este desparpajo que hacía fresca su comunicación, lo cual, al mismo tiempo, también tenía un inconveniente, y es que a veces sus intervenciones, por ejemplo a la vuelta de un Viaje Apostólico donde los periodistas le hacían preguntas –normalmente muy pensadas y con recovecos y alguna trampa– y el Papa respondía espontáneamente algo que luego había que matizar. Dicho esto, en otros temas el Papa Francisco ha sido enormemente claro y muy fuerte en su mantenimiento, por ejemplo, en todo lo que tiene que ver con la vida: en contra del aborto o en contra de la eutanasia o en el desvalimiento de los ancianos o de algunas minorías a las que él llamaba con esa expresión argentina porteña de los descartados. En el diálogo con el Islam o el sacerdocio de la mujer, por ejemplo, el Papa ha sido claro y ha sido firme. Aquí no puede nadie atribuir que haya sido ambiguo o contradictorio.

Si tuviera que destacar alguno de sus escritos ¿cuáles serían? ¿Y qué lectura nos recomendaría?

Su primera Encíclica, que se llama Lumen Fidei, la había dejado ya escrita prácticamente Benedicto XVI y por eso él decía en su introducción que había sido una encíclica escrita a cuatro manos, porque porque venía a completar las dos encíclicas anteriores que el Papa Ratzinger había hecho en torno al amor y en torno a la esperanza. Esta era la que tenía que ver con la fe. Es una encíclica muy hermosa, pero ahí está la firma y el pensamiento de Benedicto.
Por otro lado tenemos la última que nos ha entregado, que ha sido la de Dilexit Nos sobre nada menos que el Corazón de Dios. Para él, en su tradición jesuítica, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús es muy importante. Esta es una encíclica, la cuarta y última que él nos dio, realmente bella, profunda, y que tiene que ver con algo esencial de la persona humana, como es nuestro corazón. Decimos que una persona tiene buen corazón para decir que es bondadosa, o que no es de fiar cuando decimos, «cuidado que tiene mal corazón». Pues eso aplicado al hombre, o aplicado a Dios, es un argumento muy hermoso que el Papa ha bordado en esta última encíclica.
En cuanto a las Exhortaciones Apostólicas, hay dos que son para mí muy importantes. Una es Gaudete et Exultate, que es sobre la llamada la santidad en el mundo contemporáneo. La llamada la santidad que supone que nuestra vida responda a aquello para lo que Dios la creó. Una santidad en la vida cotidiana, en lo ordinario de cada momento. Un recordatorio que el Papa nos hizo de una manera muy bella. Y la primera de todas, que es la que realmente ha marcado lo que es el frontispicio y también el iter de todo su pontificado era la Evangelii Gaudium sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. Es una Exhortación Apostólica muy rica que propone, como digo, lo que era el horizonte pastoral que él se marcó como sucesor de Pedro.

Si tuviera que recordar una imagen especial que le haya quedado grabada del Papa Francisco, ¿cuál sería?

A mí me conmovió mucho cuando en plena pandemia quiso tener una celebración en la plaza de San Pedro. Era una tarde noche lluviosa. La plaza de San Pedro estaba completamente desierta, vacía. El cámara que estuviera filmando no sé en qué ventana estaría colgado pero se le veía al Papa subiendo esa escalinata, esa pequeña rampa, hasta lo que hizo de sede, dirigiéndose a un mundo confinado. Ahí estaba el sucesor de Pedro, dando testimonio de querer abrazar a la Humanidad en un momento de mucha perplejidad y de mucho miedo, un Papa que quería abrazar como padre a la Humanidad entera. La oración que hizo allí fue conmovedora y es una de las imágenes que más me tocaron y que más guardo en mi corazón de este Pontificado del Papa Francisco.

Se abre ahora un periodo de elección. No faltan los medios que lo enfocan poco menos que en clave política. ¿Cómo lo va a vivir usted?

Pues lo vivo con enorme esperanza porque cada sucesor de Pedro, cada Papa, trae en su maleta, en su mochila, todo su bagaje cultural, también producto de su procedencia: dónde ha nacido, dónde ha crecido, cómo ha sido formado, su sentimiento y sus inquietudes más profundas. Y eso define a un Juan Pablo II, a un Benedito XVI, de la misma manera en que definió también a nuestro Papa Francisco. ¿Quién va a ser el siguiente pontífice? Pues no lo sabemos. Pedimos por eso a toda la Iglesia, para que el Espíritu Santo asista a los que van a elegirlo, el Colegio de los Cardenales electores, para que, inspirados por el Espíritu del Señor, elijan a la persona que mejor puede presidir y acompañar este nuevo periodo que se abre en la historia.

34.953.276 fieles participaron en los eventos con el Papa Francisco durante su pontificado


(InfoCatólica) Durante estos días de Sede Vacante y preparación del Cónclave se recuperan algunas costumbres más allá de las litúrgicas.

Inexplicablemente se dejó de ofrecer datos de asistencia a los «eventos» papales en Roma, pero  antes de ayer la Prefectura de la Casa Pontificia, por fin, publicó un documento que recoge los datos oficiales de asistencia a las audiencias generales y especiales, a las celebraciones litúrgicas y al Ángelus desde 2013 hasta 2025.

En total han sido 34.953.276 fieles participaron en los eventos con el Papa Francisco durante su pontificado.

Los datos incluyen la participación en la Plaza de San Pedro así como en las basílicas papales y en las audiencias privadas. En detalle, el año con mayor número de participantes fue 2013 (7.314.350), seguido de 2014 (5.916.800) y 2016 (3.952.140). Los años de pandemia, 2020 y 2021, vieron un descenso drástico, con 102.850 y 336.670 fieles, respectivamente.

El interés no volvió a recuperarse, 2024 se registraron 1.682.100 asistentes, mientras que en los primeros meses de 2025 se contabilizaron 262.820 participantes.

Más allá de los números, la evolución muestra un descenso paulatino de asistencia de fieles como se ha ido reportando en diversos medios. Y que es coherente con otros muchos indicadores.

En los tres últimos años de pontificado de Francisco la asistencia fue menor que en los tres últimos de Benedicto XVI:


No es posible hacer un análisis más detallado con los datos ofrecidos, una trasparencia que desapareció con los primeros síntomas de bajada de asistencia de fieles. A diferencia de otros pontificados no es posible todavía desagregar los datos por tipología.

martes, 29 de abril de 2025

Oraciones por la elección de un nuevo Papa


Para incluir en el rezo del rosario en lugar de por las intenciones del Pontífice:

Oh, Dios, Pastor eterno,
que gobiernas a tu grey con protección constante,
te rogamos, por tu misericordia infinita,
que concedas a la Iglesia
un pastor que te agrade por la santidad,
y nos ayude con vigilante solicitud.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Petición para la Oración de los fieles:

Para que conceda a la Iglesia un pastor que le agrade por su santidad y sirva a su pueblo con vigilante dedicación pastoral. Roguemos al Señor.

Petición en las preces de Laudes y Vísperas:

Llena de alegría a tu Iglesia con la elección de un pastor que con sus virtudes sirva de ejemplo a tu pueblo e ilumine los corazones de los fieles.

“Son tantas las razones… apúntale a Reli”, nueva campaña de la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura

(C.E.E.) Bajo el lema, “Pero…¿la clase de Reli sirve para algo?”, esta campaña se centra en una pieza visual protagonizada por los propios padres y madres.

El objetivo es dar respuestas a todas aquellos padres y madres que desconocen el valor de la asignatura de Religión Católica, carecen de argumentos o se encuentren indecisas a la hora de matricularlos en el próximo curso 2025-2026.

La Comisión Episcopal para Educación y Cultura lanza la campaña “Son tantas las razones…apúntale a Reli” con el objetivo de dar respuestas a todos aquellos padres y madres que desconocen el valor de la asignatura de Religión Católica, carecen de argumentos o se encuentren indecisas a la hora de matricularlos en el próximo curso 2025-2026.

Bajo el lema “Pero…¿la clase de Reli sirve para algo?”, esta campaña se centra en una pieza visual en la que los padres y madres se convierten en protagonistas y espectadores a la vez.

El vídeo presenta una conversación cotidiana entre parejas, donde una pregunta “sin aparente respuesta” muestra las verdaderas razones que han movido a una de ellas a apuntar a sus hijos a la asignatura de Religión.

Una campaña para dar respuestas

Con esta campaña, la Conferencia Episcopal busca invitar a una generación de padres que, condicionados por las tendencias sociales o por la desinformación, se han elaborado una imagen falsa sobre la asignatura de Religión, a que consideren las muchas y buenas razones por las que escoger esta materia.

Esta aparente “falta de valor”, percibida en algunos padres, se contrapone con los mensaje del vídeo, alojado en la página web creada exclusivamente para la campaña, donde se recogen algunas razones para hacer visible y reforzar el valor de esta materia que es, tan asignatura, como las demás.

Con este lanzamiento, la Comisión Episcopal para la Educación y Cultural quiere seguir subrayando el alcance de las contribuciones educativas de la materia de Religión que, curricularmente, ayuda a vehicular, sobre todo en la etapa de Infantil y Primaria, la dimensión espiritual, constitutiva del ser humano, necesaria para el posterior desarrollo moral y personal de nuestros alumnos y cuyo desarrollo tiene un beneficio personal y social comprobado.

Con presencia en todos los medios

El lanzamiento de la campaña ha sido el 28 de abril y tendrá presencia en prensa y canales digitales, asegurando un impacto máximo en el público objetivo, la generación de padres con hijos en edades tempranas.

Se mantiene, incluso mejora, la opción por la Religión, este curso

Los alumnos que optan por la asignatura de Religión, según las estadísticas de la Conferencia Episcopal Española, ya disponibles en https://www.conferenciaepiscopal.es/estadisticas-religion/, aumentan levemente este curso escolar 2024-25, respecto del anterior.

En datos totales de alumnos inscritos, el porcentaje mejora en medio punto alcanzando el 56.06% frente al 55.42% del curso anterior.

En los centros públicos se detecta un mínimo descenso de 0.3%, mientras que aumenta en los centros privados en un 1.5%.

Si se tiene en cuenta el alumnado en general preocupa el descenso en educación infantil por razones demográficas que, lógicamente alcanza ya a la escuela. Este año, en este nivel, ha habido 80.000 alumnos menos.

lunes, 28 de abril de 2025

Ya hay fecha para el Cónclave: comienza el miércoles 7 de mayo

(InfoCatólica) Este lunes 28 de abril por la mañana, los Cardenales presentes en la V Congregación General han decidido que el Cónclave para elegir al 267º sucesor de Pedro será el 7 de mayo. El proceso será en la Capilla Sixtina que permanecerá cerrada al público.

Se eligió a tres nuevos Cardenales de la Comisión que asistirán al Cardenal Camarlengo de la Santa Iglesia Romana para los próximos tres días, los cardenales: Reinhard Marx, Luis Antonio Tagle y Dominique Mamberti, que como Cardenal protodiácono será el encargado de pronunciar el ‘Habemus papam’ en la Plaza de San Pedro cuando el cónclave haya finalizado.

Asimismo, se señala que durante esta V Congregación General se presentaron 20 intervenciones sobre la Iglesia, su relación con el mundo, los desafíos que se presentan y las cualidades que deberá tener el nuevo Papa para responder a tales retos.

La próxima Congregación General se desarrollará el martes, 29 de abril, a las 9.00 hora de Roma, en la cual se tendrá la meditación de don Donato Ogliari, Abad de la Basílica de San Pablo Extramuros. Además, las Congregaciones Generales se desarrollarán hasta el día 6 de mayo, a excepción del jueves 1 y domingo 4 de mayo.

Quedan 6 Congregaciones Generales hasta el día 4 de mayo.
Número de cardenales en la Capilla Sixtina

El portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, no ha podido detallar cuántos cardenales estarán definitivamente en la Capilla Sixtina. Sobre el papel son 134, pero algunos están pendientes de temas de salud.

Hasta la fecha únicamente el Cardenal Cañizares ha declinado, mientras que el Cardenal Puljic al final sí. 

Del Cardenal Becciu todavía no hay decisión.

Proceso de elección del Papa

El momento del inicio del Cónclave está establecido por las normas de la constitución apostólica de Juan Pablo II, Universi Dominici Gregis, actualizada por Benedicto XVI con el Motu Proprio del 11 de junio de 2007, y con la más reciente del 22 de febrero de 2013.

Según la Constitución, el Cónclave – del latín cum clave, que significa cerrado – comienza entre el decimoquinto y el vigésimo día después de la muerte del Papa, después de los Novendiali, los nueve días de celebraciones en sufragio por el alma del Pontífice difunto. Más concretamente, desde el momento en que la Sede Apostólica queda legítimamente vacante, los cardenales electores presentes deben esperar quince días completos por los ausentes, hasta un máximo de veinte días, si hay razones graves. El Motu Proprio Normas nonnullas también deja al Colegio Cardenalicio la facultad de adelantar el inicio del Cónclave si es cierto que están presentes todos los electores.

En estos días todavía se espera en Roma a Cardenales procedentes de los lugares más lejanos del mundo. En la Ciudad Eterna encontrarán alojamiento en la Casa Santa Marta, la Domus Vaticana donde Francisco había decidido vivir, renunciando al apartamento papal.
La Misa de apertura y la procesión hacia la Capilla Sixtina

El miércoles 7 de mayo por la mañana, todos concelebrarán la solemne Misa “pro eligendo Pontifice”, celebración Eucarística presidida por el Decano del Colegio Cardenalicio, quien invitará a sus hermanos a dirigirse por la tarde a la Capilla Sixtina con estas palabras:

“Toda la Iglesia, unida a nosotros en la oración, invoca constantemente la gracia del Espíritu Santo, para que sea elegido por nosotros un digno Pastor de todo el rebaño de Cristo”.

Desde allí, la sugestiva procesión con traje coral se dirige a la Capilla Sixtina, en cuyo interior los cardenales cantarán el himno Veni, Creator Spiritus y prestarán juramento. La Capilla Sixtina estará acondicionada con bancos para el recuento de votos y un horno donde se quemarán las papeletas. Para elegir al Papa será necesaria una mayoría cualificada de dos tercios. Están previstas cuatro escrutinios por día, dos en la mañana y dos en la tarde, y después de la 33ª o 34ª votación, en todo caso, se hará una segunda vuelta directa y obligatoria entre los dos cardenales que hayan obtenido mayor número de votos en la última votación. Pero también en este caso siempre será necesaria una mayoría de dos tercios. Los dos cardenales que quedan en pugna no podrán participar activamente en la votación. Si los votos para un candidato alcanzan los dos tercios de los votantes, la elección del Pontífice es canónicamente válida.

Cuándo terminará

Juan XXIII fue elegido en 11 votaciones, Pablo VI en 6, Juan Pablo I en 4, Juan Pablo II en 8, Benedicto XVI en 4 y Francisco en 5.

Si se mantiene el volumen de votaciones en para el jueves o viernes habría nuevo Papa.
La elección del nuevo Papa

En este momento el último del orden de Cardenales Diáconos llama al Maestro de las Celebraciones Litúrgicas y al Secretario del Colegio Cardenalicio. A los nuevos elegidos se les preguntará: ¿Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem? (¿Acepta usted su elección canónica como Sumo Pontífice?) y ante una respuesta afirmativa añade: ¿Quo nomine vis vocari? (¿Cómo quieres que te llamen?), pregunta a la que responderá con su nombre pontificio. Tras la aceptación, se queman las papeletas, logrando que desde la Plaza de San Pedro se pueda ver el clásico humo blanco. Al final del Cónclave, el nuevo Pontífice se retira a la “Sala de las Lágrimas”, es decir, la sacristía de la Capilla Sixtina, donde revestirá por primera vez los ornamentos papales – preparados en tres tallas – con los que se presentará a la multitud de fieles atraídos a la Plaza de San Pedro por la fumata blanca.

Después de la oración por el nuevo Pontífice y del homenaje de los cardenales, se entona el Te Deum que marca el final del Cónclave. Luego el anuncio de la elección, el Habemus papam, la aparición del Papa, precedido de la cruz procesional, que impartirá la solemne bendición Urbi et Orbi.

Homilía del Sr. Arzobispo de Oviedo en el Funeral por el Papa Francisco

Querido hermano en el episcopado, Mons. Braulio. Sr. Vicario General y demás sacerdotes de nuestro presbiterio diocesano y los diáconos. Sr. Presidente del Principado de Asturias, Sra. Delegada de Gobierno en el Principado de Asturias, Sr. Presidente de la Junta General, Sr. Alcalde de Oviedo y Corporación Municipal. Sres. Alcaldes de Gijón y Villaviciosa. Sres. Diputados de la Junta General del Principado de Asturias y del Congreso del Parlamento nacional. Sr. Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Principado y Sra. Fiscal Superior de la Comunidad Autónoma. Sr. Delegado de Defensa, Sr. Coronel Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en el Principado, Sr. Comisario Principal Jefe Superior de la Policía Nacional, Autoridades militares del Ejército y de la Armada, Autoridades del ámbito social y civil de Asturias, Miembros del Consejo de Asuntos Económicos y jurídicos de la Diócesis de Oviedo. Sra. Directora de Cáritas Diocesana. Sr. Decano de la Facultad Padre Ossó. Miembros de la Vida Consagrada, Movimientos apostólicos, Hermandades y Cofradías. Seminaristas diocesanos. Hermanos todos en el Señor. Que Él llene de paz vuestros corazones y guíe vuestros pasos por senderos de bien. Mucho les agradezco su presencia en esta misa funeral por el eterno descanso del Papa Francisco.

Estábamos gustando los primeros momentos de la pascua cristiana. Jesús salía al paso de todas nuestras oscuridades sencillamente poniéndose en medio de ellas para ser quien Él fue: la luz que no se eclipsa ni se acaba. Horas intensas en los que poco a poco íbamos aprendiendo de nuevo la gran lección: que ese día luminoso del domingo de resurrección, brilla como sol que amanece cada mañana, y reconocemos con toda su hondura lo mismo que han hecho los santos: que la pasión de Cristo que empezó en la oscuridad de un huerto no termina con el mortal estertor de quien pendió de la cruz tras agonizar. Aquella historia de salvación que el Señor nos contó con su vida bondadosa y entregada no se zanja violentamente ni con un beso de traición se acaba, y por eso sólo caben las lágrimas de alegría agradecida y un beso lleno del amor que no claudica. La pascua cristiana nos viene a recordar que no hay espacio ya para el temor, porque cualquier dolor, luto y tristeza, aunque haya que enjugarlos con lágrimas de un adiós no nos secuestran en su llanto, porque no podrán arañar nuestra confianza, apagar nuestra luz o aguar nuestra esperanza. Porque Cristo ha resucitado, y en Él, como en el primero de todos los que después hemos seguido, se ha cumplido la promesa del Padre de un sueño de bondad y belleza, de amor y felicidad, de alegría y bienaventuranza. Es el sueño que Él nos ofrece como alternativa a todas nuestras pesadillas fallidas.

Este era el ambiente y el motivo de nuestra pascual algazara. Así estábamos hace sólo una semana. Nos habíamos acostumbrado ya a los partes médicos de alguien cuya salud seguíamos a diario, como en una noticia cada cierto tiempo actualizada, para preguntarnos cómo iba la salud de nuestro anciano Papa Francisco. Le vimos hospitalizarse de urgencia en el Gemelli de Roma, manteniendo todo interés sobre su evolución o su involución que iba cambiando a través de las horas y los días, sumiéndonos en el consuelo o en la zozobra, según nos informaba el parte médico. Llevábamos tiempo constatando el deterioro físico de su salud tan quebrada, pero veíamos su resurgir animoso dando muestras de su empeño y fortaleza.

Tras el alta hospitalaria el consejo de los facultativos fue taxativo y claro: confinamiento total durante dos meses. Y la respuesta del Papa Francisco fue imperativa: sacadme a donde está la gente. Hizo una opción arriesgada, pero asumió el trance de su peligro, prefiriendo esto a consumirse en una soledad tan aséptica como aislada. La mañana del pasado lunes de pascua nos sorprendió con la noticia de su fallecimiento: y no por vislumbrar la posibilidad cercana, nos dejó de golpear como cuando llega el desenlace de alguien cercano y querido, y se te impone con su crudeza la partida fatal de tu vera, de tu vida, de tu afecto, cuando llega la hermana muerte corporal, como gustaba decir San Francisco.

Quedan ya atrás las esquelas de diversos colores de los grupos políticos, los colectivos sociales, los comentaristas mediáticos y las mismas actitudes eclesiales que ante esa noticia se han hecho eco de la trayectoria del Papa. Se irán poco a poco difuminando las proclamas de quienes reivindican la herencia del Santo Padre abanderándole con sus propias enseñas, haciéndole socio de sus intereses o inscribiéndole bajo las siglas de una forma de ver y vivir las cosas. Para unos el Papa Bergoglio es alguien admirable que suscita asombro y agradecimiento, para otros tan sólo hizo gestos que no sustanció luego en gestiones de cambios reales, para otros incluso merece el rechazo y el desprecio. ¡Qué difícil resulta en la inmediatez de los días tras la muerte del Santo Padre hacer un balance sereno, justo y verdadero del auténtico legado que nos ha dejado, de las conciencias que nos ha removido, de las libertades por las que ha luchado y de los valores que no ha traicionado! Así tenemos todo un espectro inmenso de miradas y posturas de tan diversos calados que pueden complicar una memoria ajustada de la serena y agradecida remembranza de su paso por nuestras vidas en estos doce años de pontificado.

Quisiera, precisamente más allá de las polémicas desencontradas, hacer un apunte que me hizo tanto bien cuando le conocí siendo él Arzobispo de Buenos Aires en una conversación profunda que entonces mantuve con él en Madrid sobre la situación de la Iglesia ante algunos totalitarismos que tanto sufrimiento estaban generando especialmente en la América hispana y en otros lares faltos de libertad cuando censuran a los cristianos, nuestra postura moral y la apuesta en el ámbito de la vida, de la familia y de la educación. Fue muy provechosa aquella amable conversación.

Diálogos con él, hubo varios, como el que tuve hace poco en Roma con motivo de mi labor como director del departamento de cultura de las Conferencias Episcopales de Europa, y que recordaba ayer en mi escrito semanal al hilo de la tristeza del viejo continente que nos embarga cuando nos asomamos al futuro o ante el momento presente de nuestra historia. Son muchas las razones que nos empujan a esta situación: el alejamiento de Dios en una sociedad más secularizada, la insolidaridad expresada en tanta exclusión e intolerancia, el relativismo moral que banaliza la mentira para la praxis política y su deriva cultural, las pretensiones impositivas de las ideologías, la violencia y la insidia que enfrenta los pueblos y divide las comunidades. Ayer lo expliqué en mi escrito que salió en la prensa regional, y cómo fue mi diálogo con él.

Pero más que los encuentros personales con el Papa Francisco me han quedado grabadas tres imágenes que plasman parte de mi memoria de él.

La primera que me impactó fue su visita a isla de Lampedusa en 2013 con motivo de los fallecidos en pateras ante las costas italianas cuando venían huyendo de sus infiernos dictatoriales, de sus guerras fratricidas y de las hambrunas de sus miserias. Vergogna!, dijo en expresión fuerte en lengua italiana desde la barandilla del barco que le acercaba: Vergogna!, ¡qué vergüenza! Era el primer botón de muestra de su compromiso con cualquier forma de pobreza y todas sus consecuencias.

Otra que mucho me impresionó fue la que nos ofreció en plena pandemia en 2020, subiendo solitario por las gradas hasta el estrado en una plaza de San Pedro vacía bajo una lluvia torrencial. Allí se veía a un padre que asumía el dolor de la entera humanidad en aquellos instantes de tremenda incertidumbre, de miedo incluso por las consecuencias imprevisibles que tenía aquella situación desconociendo las causas que la provocaron y siendo aún ignorantes del aprovechamiento que algunos harían de esa desgracia planetaria. Su oración a Dios con los brazos abiertos fue realmente conmovedora, como queriendo abrazar a cada hombre para decirle: no estás solo, no pierdas la confianza, recemos juntos al buen Dios y tengamos esperanza.

Y finalmente hubo otra que me motivó a escribir un artículo que titulé “Las nuevas lágrimas de Pedro”. Se la envié y guardo su cariñosa carta de respuesta. Fue en 2022 el 8 de diciembre, cuando en la romana plaza de España, en la oración ante la imagen de la Inmaculada, él se rompió sin poder seguir leyéndola, comenzó a gemir como un niño y acabó llorando desconsoladamente al no poder ofrecer a la Virgen en aquella tarde la paz en Ucrania, como había sido su deseo. Aquel insólito y conmovedor gemido se tornó en llanto sin consuelo y provocó una ovación que comenzó el alcalde de Roma. Ni siquiera en el corazón del Papa Francisco cabían todas las soluciones cuando lo que deseas te supera y te desborda, cuando no lo pueden amasar tus manos voluntariosas sino dejarlo en las manos de Dios pidiéndole entre lágrimas que interceda.

Hemos escuchado el Evangelio del último encuentro entre Jesús y Pedro. El Señor le hizo un examen al viejo pescador: Simón, ¿me amas? Y Pedro respondió: Tú lo sabes todo, Señor, y sabes que te quiero. Así habrá sido ahora el cuestionario entre este último Pedro y el mismo Jesús. El Santo Padre, como cada uno de nosotros, habrá llevado el ligero equipaje del definitivo viaje ante la presencia de Dios. No entra en el examen cuanto hemos aprendido o enseñado, lo que hicimos u omitimos dentro de nuestra pequeñez precaria, lo que dijimos o callamos en tantos escenarios, sino si amamos, si dimos la vida de tantos modos, nuestro tiempo sin reservas egoístas, nuestras fuerzas sin cansancio, nuestro respeto y ternura, nuestra acogida y abrazo. Lo que hicimos o dejamos de hacer por el prójimo, con Cristo mismo lo hicimos. Así habrá sido el examen de Francisco con su Señor al final de su camino. El hijo de unos emigrantes italianos, el argentino porteño de Buenos Aires que hizo estudios de formación profesional en química, el jesuita que enseñó literatura en los colegios de su Orden, el Arzobispo de la capital de aquella inmensa pampa, el Sucesor nº 266 del Apóstol San Pedro llevando el timón de la Iglesia.

En un momento de la historia fue llamado a la vida que fue creciendo y madurando con sus luces y sombras, sus errores y aciertos, sus gracias y pecados, como a cada uno nos sucede en nuestra propia vida. Pero también eternamente fue esperado para este definitivo encuentro y en un momento de su vida comenzó para él la eternidad.

Al término del funeral los cardenales se marcharon para Basílica de San Pedro para hacerle el pasillo de último homenaje con un fraterno adiós. Mientras tanto quedaron las autoridades y el pueblo de Dios en la plaza junto al féretro entre los aplausos del agradecimiento. Fue emocionante el momento en el que, ya en la Basílica, los palafreneros pararon el cortejo fúnebre para poner los restos mortales de Francisco frente a la tumba del apóstol Pedro. Frente a frente. Ahora para siempre ambos cara a cara junto a Dios.

Las palabras del Cardenal Re, Decano del Colegio Cardenalicio, durante la sentida homilía fueron muy apropiadas especialmente por su apretado recuerdo del Santo Padre en estos años de su pontificado, pero como hiciera en semejante trance el entonces Cardenal Decano, Joseph Ratzinger en el funeral de San Juan Pablo II, también el Cardenal Re se dirigió a Francisco para pedirle que nos bendijera desde el cielo como había hecho la víspera de su muerte desde la logia principal de la Basílica de San Pedro con la bendición Urbi et Orbi. Eso pedimos nosotros esta mañana aquí en nuestra Catedral de Oviedo.

Llegué anoche de Jerusalén, donde he estado toda esta semana junto 250 obispos de más de 70 países en un encuentro memorable de convivencia, estudio y peregrinación. Pudimos unirnos vía satélite este sábado para seguir en directo la misa de exequias del Papa Francisco. Ayer domingo presidí la Eucaristía nada menos que en el mismo Cenáculo donde tuvo lugar la Última Cena y el evento de Pentecostés. Inmenso e inmerecido privilegio que me ofrecieron estos hermanos obispos.

Para llegar allí muy temprano atravesamos el torrente Cedrón para luego subir a la ciudad vieja de Jerusalén. Me fijé en los cementerios hebreos que en aquella ladera se extienden. Me percaté de que no hay flores sobre sus tumbas. Tan sólo unos nombres, unas fechas, y sobre las lápidas un montoncito de piedras. Es la usanza judía de recordar a sus difuntos. Piedras y no flores, porque éstas se marchitan pronto como el recuerdo de un ser querido si no tiene afectuoso fundamento. Piedras porque recuerdan la casa que construyeron a través de su vida en la que brindaron cariño, seguridad y acogida. Piedras porque simbolizan la obra que edificaron con su biografía: con sus talentos, sus empeños, y sus entregas cada día. Es hermoso el significado. No hacer una evocación que acaba, sino una memoria que nos recuerda la verdadera herencia de esa persona con la que nos ha bendecido Dios indicándonos caminos, previniéndonos entuertos, esperándonos tras nuestros devaneos y abrazándonos como sólo un Padre bueno hace en todo momento.

Estamos ofreciendo esta Eucaristía por el eterno descanso del Santo Padre el Papa Francisco. Fue llamado al comienzo de la semana de Pascua. La noche pasó con sus sombras, y se encendió la luz amanecida. Aquellas penúltimas palabras que censuraron la verdad y asesinaron la vida del Maestro, cedieron inevitables la palabra final a quien siendo Dios se hizo hermano, se hizo historia y se hizo pascua rediviva. No tuvimos que maldecir la oscuridad, ni cavar contra ella trincheras peleonas, ni levantar con bronca nuestras barricadas. Parafraseando al gran escritor francés Charles Péguy, Cristo no luchó contra la tiniebla, sino que siendo la Luz se puso en medio de ella terminando con su impostura. Lentamente la oscuridad se vio denunciada, empujada y vencida, y la vida tomaba de nuevo su rostro, devolviéndonos su encanto, su secreto y su color de belleza amanecida.

Hermanos y amigos, al alba de cada pascua encendemos los cristianos el cirio de la luz mañanera. Es un canto dulce, apasionado, con un brindis de triunfo que no se hace triunfalista. Porque Cristo ha vencido con su resurrección bendita su muerte y la nuestra. Fue al alba, sí, sucedió al alba. Dios nos ha abierto su casa, nos acoge y nos regala su vida. Por eso cantamos un aleluya a esa aurora con nuestra mejor albricias. Es lo que pedimos por el Papa Francisco al Señor y a nuestra Madre la Santina. Amén.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

S.I.C.B.M. El Salvador
28 abril de 2025

domingo, 27 de abril de 2025

Necrológica

Ha fallecido el sacerdote diocesano M.I. Sr. D. Víctor Leoncio Diéguez Marcos 

Nacido en Palazuelo de Órbigo (Provincia de León y Diócesis de Astorga) el 20 de marzo de 1941

En el seminario de Madrid inicia sus estudios musicales con Florencio López Olivares, José María Mancha y Ramón González Barrón. Con 20 años es nombrado Organista y Director de la Capilla de Música del Seminario de Madrid, donde trabaja hasta que se ordena diácono en 1964.

En 1965 recibe la ordenación sacerdotal el día 29 de junio por manos del entonces Arzobispo de Madrid - Alcalá  Monseñor Casimiro Monrcillo González. Desde 1965 año hasta 1969 completa su formación musical en el Conservatorio Superior de Madrid, siendo discípulo de Francisco Calés Otero, Gerardo Combau, Manuel García Matos, Antón García Abril y Román Alis. Durante los años de conservatorio realizó en Santiago de Compostela y Madrid varios cursos con Igor Markevitch y la Orquesta de Radio Televisión Española. Tras concluir la carrera superior de Composición abandona Alcalá de Henares para hacerse cargo de la dirección de la Escolanía del Valle de los Caídos. En 1973 asistió a los cursos de composición musical contemporanea de Darmstardt.

En 1973 accede por oposición al cargo de Maestro Director de la Escolanía de la Catedral de Toledo, y en 1975 obtiene la plaza de Maestro de Capilla de la Catedral de Zaragoza. En 1976 enraiza en Asturias, comunidad en la que desarrolla una importante actividad musical debido a su traslado como director de la Escolanía de Covadonga, puesto que desarrolló durante trece años . Miembro correspondiente del Real Instituto de Estudios Asturianos desde 1986, ha sido miembro hasta la actualidad de la Comisión Artes, Arquitectura y Urbanismo. En 1985 comienza a desarrollar su trabajo como profesor de Armonía en el Conservatorio de Oviedo. Posteriormente es nombrado director del Conservatorio Superior de Música ''Eduardo Martínez Torner'', desempeñando su docencia en las especialidades de Contrapunto-Fuga y Composición hasta su jubilación en 2005.

Como compositor, lo que predomina en su obra es un lenguaje musical ecléctico, que no oculta su interés por la expresividad tonal. A lo largo de su trayectoria ha experimentado y compuesto obras que van, desde un estilo claramente postromántico, hasta el serialismo integral, pasando por el expresionismo o la música impresionista. No obstante, al final ha preferido prescindir de las manifestaciones musicales más vanguardistas, situando su obra en un eclecticismo en que se percibe la fuerza de varios estilos y autores básicos dentro del lenguaje musical del siglo XX.

A mediados de los años 80, la Escolanía de Covadonga y la Orquesta Sinfónica de Asturias, antecesora de la actual OSPA, estrenaron la composición sinfónico coral Aires de la quintana. En 1983, la misma orquesta presenta su cantata sinfónica Lamentatio, basada en el texto latino de la 1ª Lamentación de Jeremías, que la antigua liturgia de la Iglesia utilizaba en el Oficio de Tinieblas del Jueves Santo. También se encargó de la armonización orquestal del Himno de Asturias, encargada por la Junta General del Principado en 1983. En 1990 el pianista  Francisco Jaime Pantín interpretará, en el auditorio del Conservatorio Superior de Música ''Eduardo Martínez Torner'' su obra Tres piezas para piano.

En 1993 estrena Suite Gótica con la OSPA. En el mes de marzo del mismo año, el cuarteto de cuerda formado por Alexander Vasyliev, Yuri Nasushkin, Oleg Lev y Vladimir Atapin interpretan su obra Anabasis dentro de las actividades del Conservatorio Superior de Música ''Eduardo Martínez Torner''. Otras obras destacadas suyas son Sinfonía Homenaje, de 1979, estrenada por la Orquesta de Cámara de Asturias ''Ángel Muñiz Toca'', compuesta dentro de una forma tradicional de sinfonía; Réquiem para un ser querido (compuesta en 1991 y estrenada por la OSPA en la temporada 1995-1996) ; Suite escolar (estrenada en junio de 1993 por la Schola Cantorum de León y la Orquesta de la Comunidad de Madrid  en base a canciones populares leonesas y compuesta por Leoncio Diéguez en homenaje a la Schola). Otras obras suyas son: Víctima Pascual, (marcha procesional para banda, propia de la Hermandad del Cristo de la Piedad de Ciudad Real, año 1994) ; Sonata Dórica, estrenada por Alexi Mijlin y Tsiala Kavernadze y editada por Boileau en 1997, Don Quijote y la batalla de los rebaños, poema sinfónico, género, para Diéguez, perfectamente útil hoy en día. La historia a la que ha puesto música se encuentra en el capítulo 18 de la primera parte de Don Quijote y fue compuesta entre 1996 y 1998 a sugerencia de Maximiliano Valdés, estrenándose por la OSPA en abril de 1998. En el año 2001 compone el motete para orquesta y coro "Loco Iste". Más tarde también compondrá el motete para orquesta y coro "Laetamini". En el año 2006 funda la Schola Cantorum de la Catedral de Oviedo. En 2009 la OSPA estrena El paso honroso de Don Suero de Quiñones, encargo realizado a finales de 2006 por la Comisión encargada de gestionar la celebración del 7º centenario del Mercado de los Jueves, concedido a la Villa de Benavides (León) por Fernando IV en 1306. Otras obras de carácter litúrgico y compuestas para dichas celebraciones son Pasión según San Juan para coro, solitas y orquesta, Himno a Santa Eulalia, Salmos responsoriales, Motete para órgano y coro de voces mixtas "Amén dico vobis", "Perpetuum mobile", estrenado por el Trío Clapiachelo y Misa jubilar para órgano, coro de voces mixtas y orquesta, compuesta en el año 2008.

Trabajó en la composición de la música para la liturgia de las horas del las II vísperas del Común de la en colaboración con Isaac Feliz y Ferré Domenech. Y proyectó la grabación de cuatro discos: El Camino de Santiago: cantos de peregrinación, En los huecos de la roca: Misa en Covadonga, Himno a la Virgen de Covadonga y Navidad en Covadonga. Puso música a los himnos de los Mártires de Nembra y de los Seminaristas Mártires para sus respectivas beatificaciones, así como dirigió la Schola en la beatificación del P. Luis Ormiéres. El domingo 11 de enero de 2009 se estrenó una misa compuesta entera por él para esa ocasión en que se clausuraba el Año Santo de la Cruz en la Archidiócesis, presidió la eucaristía el entonces nuncio de Su Santidad en España Monseñor Manuel Monteiro de Castro quién públicamente reconoció la calidad y maestría de la obra del Maestro de Capilla y públicamente le pidió las partituras ante el aplauso de todos los fieles afirmando que se las haría llegar al Papa Benedicto XVI quién por su pasión por la música sacra de calidad sabría valorar dicha obra.

En el año 2023 pasó a la condición de Canónigo emérito cesando en el cargo de canónigo Maestro de Capilla de la Catedral de Oviedo. Pasó a la condición de jubilado fijando su domicilio en Oviedo, en un primer momento en su domicilio de la calle San Pedro Mestallón más al empeorar su salud decidió pasar a residir en la Casa Sacerdotal de Oviedo donde ha vivido sus últimos años. Muy vinculado a su pueblo natal de Palazuelo de Órbigo solía acudir con frecuencia, se encontraba allí cuando al sentirse indispuesto fue trasladado a León. Falleció en la mañana de este segundo domingo de Pascua en el Hospital del Monte San Isidro de León. Tenía 84 años de edad, y 59 de ministerio sacerdotal. Lo encomendamos a Nuestra Señora de Covadonga a cuyo servicio tantos años estuvo tanto en la Escolanía como en todo relativo a la vida musical del Real Sitio. 

D.E.P. 

La Capilla ardiente ha quedado instalada en la Sala Nº 2 del Tanatorio Virgen del Villar de Benavides de Órbigo (León). El funeral por su eterno descanso tendrá lugar mañana lunes día 28 de abril a las cuatro de la tarde en la iglesia Parroquial de La Purificación de Palazuelo de Órbigo (León).  A continuación sus restos mortales recibirán cristiana sepultura en el Cementerio Municipal de Palazuelo de Órbigo. El viernes día 2 de mayo a las 13'30 horas se celebrará otro funeral por su eterno descanso en la S.I.C.B.M. de San Salvador de Oviedo presidido por el Sr. Arzobispo.

 ''Alabad al Señor, que la música es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa'' (Sal 146)

El que vino con agua y con sangre. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Concluimos con en este día solemne la Octava de la Pascua. Segundo domingo que San Juan Pablo II denominó en el Jubileo del año 2000 de "la Divina Misericordia", en referencia a esa devoción tan arraigada en su Polonia natal y vinculada a la religiosa Santa Faustina Kowalska, quien recibió del Señor unas revelaciones especiales en relación a su inagotable misericordia para con nosotros los pecadores. En muchas parroquias ya está entronizado su cuadro en el vemos a Jesús resucitado con las marcas de los clavos en manos y pies, y brotando de su corazón, lo mismo que el viernes santo -el día que empieza la novena de la Divina Misericordia- sangre y agua. ¿Y que tiene que ver esto con la Pascua? Pues todo; es lo que los católicos hemos celebrado siempre después de confesar los pecados mortales al menos una vez cada año, en peligro de muerte o si se ha de comulgar y, especialmente, por Pascua de Resurrección. Por eso siempre se ha hablado del "cumplimiento pascual". La Pascua no es sólo para llevar el agua bendita a casa, sino muy particularmente para mejorar y volver al Señor por medio de la confesión y la comunión más frecuente. El Señor por su pasión, muerte y resurrección nos ha salvado por pura iniciativa de su misericordia.

Quizás un saludo con el que podríamos felicitarnos la Pascua podría ser repetir las palabras del Resucitado: ''Paz a vosotros''. Esta Octava Pascual la hemos vivido algo agitados: los medios de comunicación nos vuelven locos con hipótesis, mentiras y elucubraciones sobre si el Papa que ha muerto esto, o el Papa que va venir lo otro. No nos dejemos arrastrar por los cálculos del mundo, vivamos la Pascua con santa paz pidiendo al Señor que le conceda el descanso eterno al Papa Francisco que ha sufrido mucho los últimos meses, e implorando al Paráclito para que nos regale pronto un nuevo Papa que no importa de donde venga ni qué currículum tenga o de qué color sea su piel. Lo importante es haya un nuevo sucesor de San Pedro para que haga lo que han hecho todos los papas en estos 2025 años: ''conformar en la fe a sus hermanos''... Hasta qué extremos llegan las ideologías que ayer por la noche un compañero me pasaba un fragmento de la homilía de un sacerdote de Gijón donde públicamente afirmaba que el Papa Francisco había acertado a descubrirnos que Dios era misericordia, cosa que no habían logrado los anteriores... Tal vez este sacerdote no se leyó las encíclicas de los Papas anteriores, pues ahí tenemos el bellísimo escrito de San Juan Pablo de 1980 ''Dives in Misericordia'' (Dios es rico en misericordia) o la primera encíclica de Benedicto XVI del año 2003 ''Deus Cáritas est''' (Dios es amor). La misericordia del Señor no es invento de ayer; ya en el ángel Gabriel había dicho a San José: “Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

La Pascua es un tiempo especialmente sacramental, muchos han recibido el bautismo o lo recibirán en estos días; la confirmación, la primera comunión, la unción de enfermos... Y es que por medio de los sacramentos, especialísimamente los de iniciación cristiana, nos incorporan al misterio pascual de Cristo Resucitado uniéndonos más profundamente a Él. Este domingo y toda esta semana era llamada antiguamente la semana ''in albis'', pues los catecúmenos que eran bautizados la noche de Pascua vestían un alba blanca hasta este día en que les era retirada: ¿Cómo está la túnica espiritual de nuestro bautismo, cómo está nuestra alma? Si tiene manchas de pecado aprovechemos este tiempo de gracia ''para alcanzar misericordia y hallar la gracia que nos auxilie oportunamente'', como nos dice san Pablo.

Con toda la Iglesia y unidos al Salmista damos gracias al Señor "porque es bueno, porque es eterna su misericordia". Y en concreto esa misericordia la visualizamos hoy en el evangelio en la escena del incrédulo Tomás, que es un reflejo de tantos de nosotros que seguimos sin creer a tantos testigos que hoy nos gritan «Hemos visto al Señor»... Así es el amor de Dios, comprensivo incluso con los suyos que ni le reconocen ni le creen vivo tras haber compartido años a su lado. Jesús no reprocha su falta de fe, como tampoco lo hace con la nuestra; viene a nosotros, se acerca hasta el punto de dejarse tocar para que comprendamos que su amor no es genérico, sino personal e intransferible. Tomás quería tocar a Jesucristo resucitado palpando sus heridas, también nosotros lo tocaremos dentro de un instante y lo comulgaremos. Si nuestra fe vive tribulación vayamos en su búsqueda, propiciemos ese encuentro íntimo y personal con Él. Para pasar de la incredulidad a la fe debemos atravesar el camino de la duda, sólo así llegamos a la evidencia de que Cristo no sólo vivió, sino que vive y nos envía a dar vida al mundo dándole a conocer. 

Tomás sólo abre los ojos a la fe con las cicatrices de la Pasión, con las heridas del amor, especialmente de ese costado abierto del Salvador del que sigue brotando agua y sangre, símbolos de la vida bautismal y eucarística de los miembros del cuerpo eclesial. Que no nos pase la Pascua sin pena ni gloria: aprovechemos este tiempo bellísimo para ir al encuentro del Resucitado, para caer en la cuenta de que no hablamos de un fantasma, para sorprendernos volviendo a redescubrir lo que se nos había olvidado, que Él ''va por delante de nosotros a Galilea''... Quizá necesitamos como Tomás caer de nuestra soberbia que nos aleja de Él y de los hermanos, o reconocer nuestra fe vacilante que necesita la humillación de Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”... Dejémonos inundar por la alegría pascual, por la experiencia de tantos testigos que nos invitan a actualizar esta experiencia de la sorpresa ante el sepulcro vacío. El Señor no nos deja, también hoy se hará presente aquí en medio de nuestra comunidad sobre el altar ante nuestras pobrezas, incredulidades o torpezas. Él sigue queriendo abrir nuestra mente y nuestro corazón a la Buena Nueva del Evangelio. Como dice un bello responsorio breve de la liturgia de las horas, Jesucristo es ''el que vino con agua y con sangre''. Es el que está vivo y nos regala la vida que no acaba y que supera todo cálculo racional, dado que su misericordia no tiene medida y es eterna.

Evangelio Domingo de la Misericordia (II de Pascua)

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor

sábado, 26 de abril de 2025

Francisco y la verdadera alegría. Por Monseñor Fray Jesús Sanz Montes O.F.M.

En el principio fue la alegría. La vida siempre está unida a ese sentimiento cuando llama a la puerta el hecho de vivir, de permanecer vivos, de tener en el horizonte la esperanza de llevar adelante la vivencia de las cosas bellas, verdaderas y bondadosas. Y ha sido este concepto existencial el que ha marcado el magisterio del Papa Francisco en sus doce años de pontificado. 

Recuerdo que fue la pregunta que le formulé directa y personalmente cuando tuvimos un encuentro con él un grupo de obispos españoles con motivo de nuestra última visita ad límina a Roma. En aquel diálogo lleno de frescura y franqueza, él nos invitó a que le lanzásemos una cuestión en torno a la cual después dialogaríamos. Fueron muchos los temas que unos y otros íbamos presentando. Cuando intervine yo, desde mi trabajo como director del departamento de cultura de las Conferencias Episcopales de Europa, le dije así: Santo Padre, nuestro viejo continente tiene raíces cristianas y han fundamentado nuestra idiosincrasia. Son raíces verdaderas, pero por distintos motivos están mal regadas desde que irrumpió la Modernidad tras la Ilustración. Contrasta con la sensación de tristeza que nos embarga, acaso por la falta de perspectiva cuando nos asomamos al futuro o ante el momento presente de nuestra historia. Son muchas las razones que nos empujan a esta situación: el alejamiento de Dios en una sociedad más secularizada, la insolidaridad expresada en tanta exclusión e intolerancia, el relativismo moral que banaliza la mentira para la praxis política y cultural, la violencia y la insidia que enfrenta y divide los pueblos y las comunidades… Él me miraba atentamente, y, quitando solemnidad a mis palabras de profesor universitario, todos reímos cuando me espetó coloquialmente en argentino: “que Europa está triste… chocolate por la noticia”. Es decir, has ganado una chocolatina por decir campanudamente una obviedad. Pero llevas razón: Europa ha perdido la alegría, y esto es una real constatación verdadera ante la destrucción de la familia, la censura de la vida, el guiño a las ideologías y el individualismo egoísta más voraz. 

De hecho, el primer gran documento programático del Papa Francisco, una guía pastoral de todo su pontificado fue la exhortación apostólica Evangelii gaudium (el gozo del Evangelio), abordando con amplitud los retos que nos desafían ante la nueva evangelización que va dirigida también a los cristianos que han caído en una tibieza mediocre que impide identificarlos dentro de nuestra sociedad plural. Engarza con los grandes textos pastorales de los últimos papas, desde San Pablo VI, a San Juan Pablo II y Benedicto XVI. 

En su siguiente exhortación apostólica dedicada a la familia: Amoris laetitia (la alegría del amor), abordará cuanto converge en el amor entre hombre y mujer, abiertos a la vida, en fidelidad para siempre, con respeto y ternura y acertando a educar responsablemente sus hijos. Hay páginas bellísimas en esta alegría amorosa, aunque hay una nota marginal que sorprendió por una cierta ambigüedad ofreciendo la comunión a personas divorciadas vueltas a casar. Pero sería injusto descalificar todo ese precioso documento por una nota a pie de página. Y, continuando su leit motiv en torno a la alegría como saludable estribillo de magisterio como papa, tenemos otro documento que aborda nada menos que la vocación última de nuestro destino cuando nos invitó a recordar precisamente que hemos nacido para la santidad: Gaudete et exultate (gozad y alabad). Una santidad que no es mueca ni pose, sino el alegre testimonio de habernos encontrado con ese Jesús que ha cambiado nuestra vida, que ha iluminado nuestras penumbras y nos ha regalado la libertad. La santidad es un proyecto de libertad y de belleza. Por eso podemos recordar también al Papa Francisco por su invitación a la verdadera alegría, como cantó San Francisco de Asís en uno de sus textos más hermosos en torno a la paciencia. Entender y vivir la alegría auténtica en medio de un mundo triste e infecundo nos haría merecedores del mejor chocolate por la más buena noticia, siguiendo con la metáfora argentina que me ofreció el Papa Francisco. Descanse en paz junto al Buen Pastor.

 + Fr. Jesús Sanz Montes, ofm 
Arzobispo de Oviedo

Funeral por el Papa Francisco en la Catedral

 

Las enseñanzas a seguir del Papa Francisco, o lo que predicaba Don Ángel Garralda. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Recién comenzada la Octava de Pascua ha fallecido el Papa Francisco; su estado en la bendición "Urbi et Orbi" hacía presagiar que el Santo Padre no estaba nada bien, y así en este lunes llamado popularmente ''del ángel'' ha cerrado sus ojos para este mundo. Como católicos nuestra misión ahora no es hacer juicios ni beatificaciones; el mejor favor que le podemos hacer a Francisco es rezar por él y pedir a los demás que hagan lo mismo, y lo peor -como con cualquier difunto- es decir públicamente: ''Ya está con Dios, ya ha alcanzado la gloria, ya está en el cielo y que interceda por nosotros''... No le robemos al difunto Papa ni a ningún fallecido plegarias; sólo la Santa Sede puede decir quien está ya en el cielo, y por tanto, afirmar que forma parte del Coro de los Santos. Es cierto que en la historia de la Iglesia hubo casos de personas que han muerto con fama de santidad, que recibieron una canonización popular al instante mismo de morir, pero hoy eso ya no se da. Aún recordaremos muchos cómo a la muerte de San Juan Pablo II se escuchaba en toda Roma los gritos de ''Santo Subito'', y aún así, hubo un amplio proceso canónico para estudiar el caso. Su funeral, coincidiendo con la asistencia masiva a Roma de peregrinos del mundo entero que iban a la canonización del beato Carlo Acutis, se ciñó a los estrictos protocolos vaticanos, celebrado en latín y con los ornamentos más rigurosos, y no contradijo para nada el reconocimiento de la gente a su labor y cercanía manifestada en múltiples aplausos en la Plaza y en el recorrido. Pero la Iglesia siempre es prudente, por ello cuando muere alguien solemos decir que parte hacia la Casa del Padre; sí, pero cuando en un medio den por hecho que ya está allí, debe saltar la alarma de que estamos ante el escrito de alguien que desconoce la fe católica, o que es tan atrevido que cree conocer el juicio de Dios mejor que el mismísimo Creador. No es nuestra misión canonizar a Francisco, ni mandarlo al purgatorio o al infierno; nuestro deber es orar por los difuntos y ahora por él, como tantas veces él mismo nos lo ha pedido en estos doce años: “Recen por mí, no se olviden, muchas gracias”.

El pontificado de Francisco como alguna vez he comentado, nos muestra el camino de la Iglesia de siempre; no hay ninguna diferencia, por ejemplo, con lo que toda su vida predicó Don Ángel Garralda. ¿En qué nos ha insistido el Papa Francisco en estos años?: Aborto no, sí a las causas de los Mártires, no a la eutanasia, sí a la religiosidad popular, no al sacerdocio femenino, sí a la liturgia de las horas, no a los sacerdotes casados, sí a la confesión individual... Todo ello con absoluta misericordia y cercanía al pecador, pero no en la aceptación del pecado. El Papa Francisco ha sido en verdad un jarro de agua fría para los que creyeron que sería el Papa que aceptaría el aborto como una opción normal, que sería el Papa que tragaría con la eutanasia, que pondría fin a procesiones, cofradías y tradiciones que tantos consideran incompatibles con el espíritu postconciliar; que ordenaría diaconisas, sacerdotisas y obispas o suprimiría la obligación de los sacerdotes y religiosos de tener que rezar la liturgia de las horas; que sería el Papa que eliminaría la confesión individual promoviendo la absolución colectiva, o que empezaría a vestir de vaqueros o guayabera prescindiendo del "clerygman" y la sotana; que suprimiría el celibato y aprobaría que los sacerdotes se casen o quitaría de los altares los seis candelabros y la cruz, y acabara con el incienso... Resultó que no. No quitó nada, sino que todo está exactamente igual; es más, podemos decir con alegría que pasará a la historia como un Pontífice que ha sacudido la sartén para que nada se pegue, pero que ha sido de los Papas que más  han condenado tanto el aborto como la eutanasia, de los Papas que más han reflexionado sobre el demonio y la existencia del mal que denunciaba, sobre el valor del celibato o la imposibilidad del sacerdocio femenino. Es cierto que de vez en cuando -como fino argentino que era- dejaba caer algún comentario "propio" (no "ex cátedra") sobre que habría que estudiar el papel de aquel diaconado de las mujeres en la Iglesia primitiva.Y así algunos se inflaron pensando en un "ya está"... ¡Para nada! 

También advirtió sobre sobre la imperante ideología feminista, de la que dijo: "Tiene riesgo de transformarse en un machismo con faldas", o también: “el feminismo exagerado que quiere decir que la mujer es machista no funciona”. Francisco ha dejado muy claro que hay un gran error de conceptos en las mujeres que siguen insistiendo en su presunto lugar en el ministerio ordenado como un paso necesario para la igualdad o la unidad en una especie de conquista de lugar o poder. Para el Papa esto era un problema de mala formación o de mentes "obtusas"; aún en el viaje de regreso de Luxemburgo a Roma el pasado mes de septiembre lo explicaba al ser preguntado sobre estas cuestiones: “Veo que hay una mente obtusa que no quiere oír hablar de esto. La mujer es igual al hombre; es más, en la vida de la Iglesia la mujer es superior, porque la Iglesia es mujer. En el ministerio, la mística de la mujer es superior al ministerio. Hay un gran teólogo que ha hecho estudios sobre esto: ¿qué es más grande, el ministerio petrino o el ministerio mariano? El ministerio mariano es mayor porque es un ministerio de unidad que implica, el otro es un ministerio de liderazgo. La maternidad de la Iglesia es una maternidad de mujeres. El ministerio es un ministerio petrino es muy menor, dado para acompañar a los fieles, siempre dentro de la maternidad''. En otra entrevista le sacaron el tema del acceso de la mujer al ministerio ordenado, y Francisco respondió: "El sacramento del orden sacerdotal está reservado para los hombres", y explicó lo que tantas veces había aclarado ya, que este tema era "un problema teológico", en el sentido de un desconocimiento total de lo que es la Iglesia. El Papa tenía claro que la mujer no necesita ser ordenada para tener su lugar; al contrario, él siempre tuvo claro que el error está en ver el ministerio ordenado como lugar de primeros y no de últimos, de poderosos en lugar de servidores, que es lo que le ocurre a muchas mujeres que aspiran a él. También un periodista le apuntó que si no creía que permitiendo a las mujeres ordenarse aumentaría el número de ministros y fieles, a lo que inteligentemente el Papa respondió: "los luteranos ordenan a mujeres, pero aún así poca gente va a la iglesia". Fue clarísimo, si las iglesias que han apostado por la ordenación de diaconisas, sacerdotisas y obispas están mil veces peor que nosotros, ¿vamos a seguir ese camino que lleva al abismo?.

Hay que aplaudir cómo en este pontificado además ha habido un apoyo total a las causas de los Mártires españoles, a los que el Papa ha dedicado palabras bellísimas: más de mil españoles asesinados por odio a la fe en los años treinta del pasado siglo han sido beatificados por el Papa Francisco. De forma muy especial y para vergüenza de un pequeño reducto del clero asturiano, ahí queda para la historia cómo fue el Papa Francisco quien firmó las beatificaciones que algunos de estos quisieron parar echando más tierra encima, ya en tiempos del Papa Juan Pablo II y del arzobispo Díaz Merchán. Gracias al visto bueno de Francisco los seminaristas mártires de Oviedo subieron a los altares como auténticos testigos de la fe, al igual que el sacerdote de nuestro presbiterio Don Genaro Fueyo Castañón y sus tres feligreses adoradores nocturnos de su parroquia de Nembra. Cuánta alegría me dio que Don Ángel Garralda (q.e.p.d.) pudiera vivir para ver ese día. Él mismo dijo al terminar la celebración que ya podía el Señor llevarle cuando quisiera, pues el día que tanto había soñado le fue permitido verlo. Aquellos sacerdotes, indignos "hermanos" de los Mártires no estaban en la Catedral ni en las beatificaciones, ni en sus parroquias se pusieron los carteles que anunciaron la beatificación, y hasta algunos se atrevieron a predicar contra éstas como si hubiera sido cosa del arzobispo de Oviedo al que igualmente vilipendian con ocasión y sin ella, y no del Papa de Roma... Gracias Papa Francisco por haber dado ese regalo a la Iglesia de Asturias y a su clero. Y para los que no querían ni quieren a los mártires ahí tienen un ejemplo de coherencia en la figura del Papa Francisco al que estos han usado "ad hoc", el cual no sólo ha apoyado la causa de los mártires españoles, sino que ha seguido con muchísimo interés la causa de la Reina Isabel la Católica de la cual siempre se ha manifestado un gran devoto. Francisco ha sido también el Papa que canonizó a Fray Junípero Serra y Manuel González, el obispo de los Sagrarios Abandonados, sin olvidar la beatificación de Álvaro del Portillo. Fue el Papa que canonizó a Juan Pablo II al que tanto quería, y el que le preconizó obispo y le creó cardenal. Su admiración por el gran Papa polaco queda patente en sus documentos en los que con frecuencia salen a relucir las enseñanzas de Wojtyla, como por ejemplo en ''Querida Amazonía'', a la hora de abordar la cuestión de la inculturación de la fe donde afirmaba Francisco: ''San Juan Pablo II enseñaba que, al presentar su propuesta evangélica, «la Iglesia no pretende negar la autonomía de la cultura. Al contrario, tiene hacia ella el mayor respeto», porque la cultura «no es solamente sujeto de redención y elevación, sino que puede también jugar un rol de mediación y de colaboración».

Los escritos del Papa Francisco nos dejan un rico magisterio: qué curioso que su última encíclica la dedicara al Sagrado Corazón de Jesús, otra bofetada a ese clero verdaderamente sectario y de vuelo gallináceo que no supo comprender las enseñanzas del Concilio de las que muchas veces presumen desde un tufo ideológico, y que se dedicaron a decirle a los fieles cuál era el camino bueno y cuál el malo cuando, curiosamente, ni lo malo tan malo, ni su bueno tan bueno. ¿Habrán leído ''Dilexit nos'' esos eruditos sacerdotes que durante los últimos cuarenta años nos predicaron que la devoción al Corazón de Cristo era algo preconciliar y trasnochado, que había que pasar página e incluso donde parte del clero de Gijón se opuso a la restauración de la hoy Basílica-Santuario del Sagrado Corazón en esta ciudad?...

El Papa argentino del que se les llena la boca sólo para lo que les conviene, ha insistido en una Iglesia donde caminemos todos juntos, que sea más sinodal y menos clerical, y el clericalismo puede tener distintas formas y colores desde la impronta que cada cura le de, y muchos a los que se les llena la boca de sinodalidad no permiten en su iglesia -vacía- mover un jarrón ni cambiar una bombilla sin su magistral anuencia. Ciertamente, la Iglesia no es democracia, es mucho más: es comunión y es jerárquica. Un sacerdote no debe vivir como un laico, ni una religiosa como casada, ni un laico como un clérigo... Francisco ha denunciado continuamente el clericalismo (todo clericalismo) como un ''látigo, un azote, una forma de mundanidad que ensucia''. Cuando un sacerdote dice ''en esta parroquia no se usa casulla porque yo no quiero'': ¡eso es clericalismo! Cuando una religiosa dice ''en el colegio hoy no hay oración de miércoles de ceniza, sino taller de yoga'': ¡eso es clericalismo!. Cuando un párroco deja a los fieles sin confesiones, les predica sus propias ideas o contrarias al Catecismo de la Iglesia, les celebra una liturgia que no es la católica o quita los reclinatorios de los bancos para que la gente no pueda arrodillarse: ¡eso es clericalismo!. A menudo esa iglesia dictatorial y autoritaria que algunos denuncian está escondida bajo un barniz supuestamente aperturista y moderno, pero que no tolera otra opción que se salga de la del ombligo del cura. Es torpe vivir de sueños y aspiraciones propias, y poner todo únicamente al gusto de uno; así lo recordó el Papa en ''Fratelli tutti'' al afirmar: ''nos hemos alimentado con sueños de esplendor y grandeza y hemos terminado comiendo distracción, encierro y soledad''.

El Papa Francisco ha sido un hombre sencillo que me parece que no se quiso casar con nadie (el Arzobispo de Valladolid dijo de él que "no era de izquierdas ni de derechas"). Tal vez fue demasiado aperturista para las líneas más conservadoras, como demasiado conservador para los más progresistas. Ya algunos oráculos de Delfos han salido a etiquetar al finado: para González Faus en un escrito que dejó preparado antes de su muerte lo califica de ''un conservador revolucionario" al que definió utilizando los versos de San Juan de la Cruz como ''noche amable más que la alborada'', para Torres Queiruga "No hizo todo lo que le gustaría hacer'', y para nuestro diocesano Fernández Conde "fue la Curia la que no le dejó". Por otro lado, el arzobispo de Filadelfia Monseñor Chaput opinó: ''Su personalidad tendía hacia lo temperamental y lo autocrático. Rechazaba incluso las críticas leales. Seguía un patrón de ambigüedad, dejando caer palabras que sembraban confusión y disputa. Ante las profundas fracturas culturales en asuntos como el comportamiento sexual y la identidad sexual, condenó la ideología de género, pero parecía quitar importancia a la fascinante “teología del cuerpo”. Era impaciente ante el derecho canónico y los procedimientos establecidos. Su proyecto emblemático, la sinodalidad, resultó ser un proceso pesado y poco claro. A pesar de su inspiradora apertura a las periferias de la sociedad, su papado careció de un celo evangélico firme y dinámico. También se echó de menos la excelencia intelectual necesaria para respaldar un testimonio cristiano sobre la salvación (y no meramente ético) en un mundo moderno escéptico''... A la vista está que nunca llueve a gusto de todos, y Francisco dijo también algo muy acertado sobre los medios de comunicación que solemos leer: «Hay que evitar encerrarse en una esfera hecha de informaciones que solo corresponden a nuestras expectativas».

Lo que no se puede negar es que fue un hombre que vivió claramente el espíritu de la Compañía de Jesús, pues él hacía lo que sentía y le dictaba su conciencia de pastor; es decir, el discernimiento puramente ignaciano. Igualmente, su apuesta por las periferias es una continuidad con ese ''misionar en las fronteras'' que está en los orígenes mismo de la Compañía, sin omitir la apuesta de vivir como contemplativo en acción. En estos últimos años ha afirmado unas cuantas realidades que hubiera sido una maravilla que un Papa nos las hubiera dicho hace veinte o treinta años a la Iglesia de Asturias: ''cuando la ideología se mete en los procesos eclesiales, el Espíritu Santo se va a su casa porque la ideología supera al Espíritu Santo''. Ó, por ejemplo, hablando del futuro en la Iglesia el Papa comentó hace unos años que ''no se pueden construir los planes sobre la experiencia eclesial de uno mismo ni mucho menos aún en base a datos sociológicos''. El Papa habló mucho sobre esta moda de querer orientar la iglesia en función a la dirección del mundo o la sociedad, por eso apeló constantemente al valor de hacer memoria qué, según él, significa ''Tener memoria es la actitud que nos ayuda a superar la tentación de la utopía, de reducir el anuncio del evangelio a un simple horizonte sociológico o de que nos embarquen en el marketing de las diversas teorías económicas o bandos políticos''.

El Papa Francisco nos ha señalado todo un camino para vivir la radicalidad al estilo de San Francisco, sin ideologías que envenenan, sino poniendo el centro en Dios y no en el hombre, dando prioridad a la oración para ser Iglesia ante todo y nunca una ONG cualquiera. Con sus errores y aciertos, como cada Pontífice, ha llevado el timón de la Iglesia en estas aguas turbulentas del siglo XXI. Cada Papa dependiendo de su origen, historia, formación o vida, nos regala en los años de pontificado unos matices muy propios. Francisco ha puesto un acento especial en ese anhelo suyo de que la Iglesia se sienta y sea  samaritana-hospital de campaña, misionera, en salida, sinodal, misericordiosa y pobre para los pobres. Si recordamos a Benedicto XVI, ahí estaba su anhelo por ser cooperadores de la verdad, su apuesta por el encuentro entre fe y razón, la lucha frente a la dictadura relativista y nihilista, la necesidad de la experiencia personal con Cristo en la vida interior, la hermenéutica de la continuidad... Si pensamos en San Juan Pablo II, su defensa de los jóvenes, su lucha contra la llamada teología de la liberación, su apuesta por el ecumenismo, la nueva evangelización... Cada Papa nos llama la atención sobre retos para la Iglesia de cada momento, a todos les toca hacer pequeños cambios, más siendo realistas, desde Pablo VI con la aplicación del Concilio Vaticano II los demás pontífices hasta la fecha no han hecho cambios significativos. Dos documentos que sin duda tuvieron que hacerle sufrir a Francisco fueron "Amoris Laetitia" y "Fiducia Supplicans". Más de uno opinó que se metió en un charco innecesario, pues si a los párrocos una divorciada vuelta a casar les iba a comulgar, no creo que estos fueran a parar la fila de la comunión para echarla, o si un sacerdote se cruza a dos chicas por la calle y éstas le piden la bendición sin decir nada más, dudo que el sacerdote les pregunte si son familia o pareja para darles una sencilla bendición sin intención de simular un sacramento. Digo que el Papa tuvo que sufrir, pues esos documentos recibieron un fuerte rechazo en sectores del seno de la Iglesia, como así le hicieron saber no pocas conferencias episcopales. Pero eran estos más bien una orientación pastoral, dado que el Papa lo que sí ha cambiado ha sido el nº 2267 del Catecismo de la Iglesia Católica sobre la pena de muerte. En su sensibilidad hacia la naturaleza, al ejemplo de San Francisco de Asís, brotó también su canto continuo en favor de la paz y la no violencia, y no se cansó de decir "no a la guerra". Es cierto que el Catecismo recoge la antigua tradición de la guerra justa que Francisco la ha interpretado siempre no tanto como una guerra en sí, sino más bien de tratar de detener al violento de forma neutral y sin armas. Ya Juan Pablo II habló de “el fenómeno siempre injusto de la guerra”. Pero Francisco ha insistido en esto aún más, aludiendo a la conciencia cristiana sobre la paz en estos últimos cien años en que la doctrina de todos los Papas han ido en la misma línea del no a toda violencia. Francisco dijo que "la lógica del odio y la violencia nunca se puede justificar". En Asturias aún no lo tenemos tan claro, hasta el punto que algunos celebran la revolución de octubre del 34 como algo memorable, o se promueven títulos y reconocimientos a personas que ejercieron la violencia activa y homicida, para vergüenza de las generaciones venideras.

¿Otra Iglesia es posible?: la Iglesia siempre ha sido la misma; nunca ha cambiado, es la de Francisco, la de Benedicto, la de Juan Pablo... Pues en realidad es tan sólo la de Jesucristo. Seguimos soñando con esa Iglesia que deseaba Francisco -como Benedicto y Juan Pablo- en la que quepan "todos, todos, todos": los que rezan en copto, en armenio, en griego, en siro-malabar, celebren la misa mozárabe o la misa de San Pio V, al fin y al cabo todos somos la Iglesia del Señor. A menudo nos equivocamos queriendo pintar los enemigos de la Iglesia dentro y desde dentro, como si Francisco fuera enemigo de Benedicto o viceversa. En el prólogo que escribió el Papa Francisco para una publicación titulada «Liberar la libertad. Fe y política en el tercer milenio» alertaba Francisco sobre los peligros ante los que hoy nos enfrentamos, y citó dos muy concretos como «la pretensión totalitaria del Estado marxista» al tiempo que alertaba de «la colonización de las conciencias » que impone en la sociedad la ideología de género. Algunos ahora llorarán creyendo que el Papa no esperaba morirse y que ya tenía en el tintero esa Iglesia tan imaginaria como "Barataria" que algunos nos han querido vender como aquella que soñaba Francisco. Como hemos dicho, ha quedado a la vista tras doce años que no estaba en su agenda aprobar el aborto, la eutanasia, el sacerdocio femenino o suprimir las causas de los Mártires, la religiosidad popular, la liturgia de las horas, el celibato, la confesión individual, el incienso o los candelabros... Al final Francisco ha sido más conservador casi que Don Ángel Garralda, pues Bergoglio se pasó toda la vida de "clerygman" y terminó vistiendo de sotana los doce últimos años de su vida, mientras que Don Ángel tras casi toda la vida de sotana, los últimos años se hizo más aperturista y ya iba de "clerygman" y pantalones. Al final, todos esos idealistas o ideologizados que nos han querido vender una semblanza de un Papa de izquierdas, revolucionario, globalista, antisistema, pro Lgtbiq+, feminista... Leyendo muchas semblanzas del Papa finado, uno se sorprende del giro que ha pegado la idea general que había al principio de este pontificado. Hasta el lunes Francisco era el Papa más valiente del último siglo, y de pronto algunos lo han convertido en un Papa miedoso y arredrado que quería cambiarlo todo pero que no se atrevió por temor a los curiales. Y ante esto me viene a la memoria la anécdota que contó nuestro Arzobispo Monseñor Jesús Sanz en el funeral del arzobispo emérito, Monseñor Díaz Merchán sobre lo que opinaba de aquellos que tanto le alababan y escribían artículos sobre él, ponderándole: ''queriéndome pintarme, sólo dibujan su autorretrato''.

Rezamos por el eterno descanso del Papa Francisco, al tiempo que pedimos al Espíritu Santo que nos envíe no el Papa que nos gustaría a cada cual, por el que yo apuesto o sueño, sino sencillamente, el que necesita la Iglesia que peregrina en este 2025. Como dijo el P. Santiago Martín: "el Papa que será elegido no va ser el sucesor de Francisco, sino el de San Pedro". Tengamos fe y dejémonos sorprender por el Espíritu que todo lo ilumina, renueva y transforma. No nos quedemos estancados, y como nos diría el propio Francisco: "Por favor muévanse, hagan lío y no sean aburridos"...