Este año al caer el día 2 de febrero en domingo, la liturgia de la festividad de la Presentación del Señor eclipsa el que iba a ser el IV domingo del Tiempo Ordinario. Es esta una celebración bellísima que se realiza siempre en día fijo, dado que se cumplen hoy cuarenta días desde la Natividad del Señor y recordamos así cómo Jesucristo ''nació bajo la ley'' y cumpliendo lo estipulado por Moisés fue presentado en el templo Es un día que familiarmente llamamos de "La Candelaria, o de Las Candelas", por ese pequeño lucernario con el que iniciamos la eucaristía. Fecha especialmente querida para los canarios, que celebran a su "Morenita" que según la tradición se apareció a los aborígenes guanches y hoy la llaman en las islas el "tesoro más grande" del archipiélago canario. Las imágenes que en nuestra geografía podemos encontrar de Nuestra Señora la representan con una vela o candela en su mano, aunque la auténtica luz que porta María es la que lleva en su otra mano: su Hijo; luz de luz, luz de las gentes y del mundo: luz eterna.
En el evangelio de esta festividad nos encontramos cómo el anciano Simeón lo reconoce como luz y así lo proclama: ''Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel''. Este cántico del Profeta que llamamos del ''Nunc dimitis'' y que rezamos cada noche en el rezo de "Completas" es el deseo no sólo ante cada descanso, sino especialmente ante la muerte que habrá de venir tras haberse encontrado con el Señor y siendo uno consciente de que lo que creía que era su misión ha concluido se realiza: encontrar la luz que nunca acaba. Hoy parece que nadie se quiere morir, que nos agarramos a seguir en este mundo todo lo que se pueda y más, y ante esto me viene a la memoria un sacerdote jubilado que cuando le preguntaban cómo estaba respondía: ''esperando a que el Señor me llame, pues ya he cantado el ''Nunc dimitis''... Simeón y Ana aguardaron fielmente toda su vida que llegaría un día en que verían al Mesías; no pedían verlo si quiera actuar ni escucharlo predicar, ni llevando a cabo la redención; era tal su fe que les bastaba verlo como frágil recién nacido de apenas unas semanas. Por esta razón en muchas parroquias españolas se celebra también en este día la fiesta del movimiento de "Vida Ascendente", pues en los ancianos Ana y Simeón está el ejemplo de vivir el tiempo de la vejez teniendo como ejemplo a estos benditos modelos que nos estimulan "a la búsqueda del rostro de Dios, de sus signos, de su voluntad; una vida dedicada a la escucha y al anuncio de su Palabra", como Benedicto XVI explicó a la perfección en su homilía de 2011. Simeón y Ana son también la representación del pueblo vigilante que aguardaba al Mesías; la liturgia bizantina incide especialmente en esto, en el encuentro entre el pueblo anhelante y el que sería su Gloria, que es presentado.
El evangelista San Lucas también indica que ''Cuando se cumplieron los días de la purificación...'': ¿a qué se refiere?. El libro del Levítico recoge en su capítulo 12 el mandato de Moisés que indicaba cómo una mujer tras al parto quedaba impura durante siete días, al octavo se circuncidará al niño y ''continuará purificándose de su sangre treinta y tres días más''. Por eso siete días de impureza más treinta y tres para terminar los días de purificación resultan un total de cuarenta. Por ello a esta fiesta del 2 de febrero se la conoce aún en muchos lugares como "el día de la Purificación de Nuestra Señora". ¿Necesitaba acaso la Purísima purificarse? Pues evidentemente no, pero lo hizo, dándonos un ejemplo de humildad asombroso. ¿Qué pasaría por la cabeza de María en aquellos momentos? Lleva en sus brazos al mismísimo Mesías que será reconocido como luz de las naciones y no pide privilegios; es más, en la tradición cristiana identificamos esta escena como un momento de dolor para Nuestra Señora, pues es cuando se le advierte que su pequeño será un ''signo de contradicción'' y que ella misma vería su corazón traspasado. Se le anticipa que como madre habrá de experimentar el dolor humano más atroz, como será el de presenciar la pasión y muerte de su único hijo: María siempre unida a Jesús.
Hoy es también la Jornada de la Vida Consagrada en todas sus formas: de vida activa o contemplativa, institutos seculares u Orden de las Vírgenes, sociedades de vida apostólica o nuevas formas de consagración que van surgiendo. Fue San Juan Pablo II quien tuvo la inspiración de que se dedicara este día para poner el alza el valor, la necesidad y actualidad de las religiosas y religiosos en la vida de la Iglesia dentro sus múltiples carismas y formas en el seguimiento de Cristo: pobre, casto y obediente. En este año jubilar el Papa pide a la vida consagrada ser «peregrinos y sembradores de esperanza», acudiendo al Señor, sintiéndose siempre anclados en esa esperanza que nunca defrauda y a la que todo religioso ha de vivir aferrado unido a la Iglesia y que no falte nunca como «ancla del alma, segura y firme». La Santísima Virgen y San José al llevar a su hijo al templo lo estaban consagrando al Altísimo como estaba escrito: ''todo primogénito varón será consagrado al Señor''. Y no sólo ofrecido, sino también rescatado; una reminiscencia de aquella noche de Pascua en que el Señor pasó por la tierra de Egipto pasando de largo por las casas que habían pintando sus jambas con sangre. La noche en que el pueblo fue liberado de la esclavitud. Por eso el niño, además de ser presentado, era necesario que un sacerdote ofreciera en sacrificio -un cordero como la noche de Pascua- para expiar el pecado y así quedar limpio. Más para las familias pobres y sin recursos se contemplaba sustituir el cordero por "dos tórtolas o dos pichones"; uno de ofrenda por el pecado y el otro para holocausto. En muchos relieves de la iconografía castellana encontramos esta escena de la Virgen en el templo sosteniendo al niño, y San José con los pichones.
Aquí en la presentación vemos cumplida la profecía de Malaquías que hemos escuchado en la primera lectura: ''Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén''. Es un día para la alegría: en muchos lugares existe la tradición de presentar a los niños a la Virgen; es cuando se retiran ya todos los belenes y hacen fiesta los que trabajan en el mundo de la luz eléctrica o las cererías, pero la verdadera noticia es que el Hijo de Dios es presentado en el templo; no un niño cualquiera llevado por sus padres, sino que podemos decir que Jesús entra por primera vez de forma solemne en la Casa de su padre. Por eso la oración del salmista es igualmente tan expresiva hoy: ''¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las puertas eternales: va a entrar el Rey de la gloria''... A las que llevan el nombre de Candela, Purificación o Candelaria, muchas felicidades, así como a las religiosas y religiosos en este día tan suyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario