lunes, 16 de enero de 2023

Las 249 guardianas de la vocación religiosa

Las hermanas Agustinas Recoletas organizan, preparan y embolsan las formas de toda
la Diócesis; cerca de 80.000 cada semana.

Vida monástica. Las profesas de la capital, que rondan los ochenta años de media, advierten de una cada vez más acusada falta de relevo generacional

(El Comercio/ COVADONGA DEL NERO) Las religiosas de la capital asturiana madrugan, y mucho. A las seis y media de la mañana, las diez hermanas Agustinas Recoletas del Monasterio de la Encarnación se ponen en pie para comenzar su día con la oración de la mañana. Todas juntas. Tras ello, desayunan sobre las nueve, en el comedor del monasterio, y después «comenzamos las labores diarias», en palabras de la madre Guadalupe. Su vida es contemplativa, al igual que la de otras sesenta profesas de la ciudad distribuidas en cinco conventos o monasterios diferentes. A las ya mencionadas, se suman las monjas Benedictinas del monasterio de San Pelayo, las Carmelitas Descalzas del convento de Nuestra Santísima Madre del Carmen, las Pasionistas de Santa María Magdalena y las Salesas del monasterio de la Visitación de Santa María.

Se trata de religiosas que han sido llamadas «para dedicar nuestras vidas a Dios, a la oración», y que viven recluidas en sus respectivos conventos, donde «llevamos una vida tranquila, cumpliendo nuestra misión». Así, las Agustinas Recoletas llevan a cabo durante todo el día la exposición del Santísimo, «donde todas rezamos durante media hora, de una en una», y turnándose. Las religiosas de dicho monasterio son diez, entre las que se encuentran llegadas de México, Kenia y Guatemala, y la edad de las profesas «es inferior a la media; estamos entre los veinte y los cincuenta años», excepto la hermana Gracia, de 82 años y única española.


Una realidad, aunque contemplativa, en la que viven «de nuestro trabajo», que, en caso de estas religiosas, se trata de crear las formas de toda la Diócesis, llegando a elaborar «hasta 80.000 a la semana», realizadas en el sótano, donde, tras la elaboración, llega la preparación y el envasado. «Las mandamos a toda Asturias», aseguran las hermanas. También realizan pastas, como otras congregaciones de monjas de clausura, y mermeladas, por ejemplo.

A escasos metros de la morada de dichas profesas se levanta la residencia 'Virgen del Rosario' para mostrar la otra cara de la vida de las religiosas. En su caso, las Hermanitas de los Ancianos Desamparados dedican su vida a los demás -lo que se denomina vida activa, frente a la contemplativa de las Agustinas Recoletas-. Esa vida activa es la llamada que reciben la mayoría de las religiosas en Oviedo, llegando a ser 184 profesas, en quince congregaciones. Sumando las unas y las otras -así como otras escasas 5 de derecho diocesano-, Oviedo cuenta aún con 249 guardianas de la vocación religiosa.


Estas últimas realizan labores sociales de todo tipo. En la residencia de la avenida de los Monumentos, dieciséis religiosas cuidan, junto a más de 55 trabajadores, a 140 ancianos desde las ocho de la mañana. Pero la jornada de las monjas comienza dos horas antes con sus oraciones y la misa de nueve. Sor Lucía de Frutos es la madre superiora y saluda a diario «a casi todos los residentes». Lo tiene claro: «nuestro carisma es atenderlos física y espiritualmente». Allí, las 140 personas que viven «tienen todos los servicios, comidas y cenas, peluquería y gimnasia», buscando darles la mejor atención. «Sobrevivimos gracias a las pensiones de los ancianos», señala De Frutos, que explica que la contribución «es individual y depende de cada caso».

También de pensiones, pero de las de las propias religiosas, viven las Siervas de Jesús de la Caridad. Allí, la madre superiora, sor María Teresa, llegada en junio de Italia tras varios años en Milán. «Estoy haciéndome poco a poco al nuevo lugar». Su misión, «dedicarnos a Dios para dedicarnos, seguidamente, a los demás». Las profesas preparan a diario hasta noventa desayunos para entregar a los más necesitados. «Nuestra puerta está abierta a cualquier hora, no tenemos horario», porque la pobreza no lo tiene. Ese es su lema de vida. «Realizamos un servicio humanitario».

Una sociedad «alejada de Dios»

Las religiosas ovetenses, como ocurre en toda Europa, notan un cada vez más acusado «descenso de incorporaciones» en las congregaciones. Para la mayoría, se trata de «un problema generalizado, aquí, en España y en el resto del mundo». Sor María Teresa achaca esta falta de vocación al «consumismo constante de una sociedad que se aleja cada vez más de Dios». En esa «nueva forma de vivir» también creen las Agustinas Recoletas que «nace el problema». Además, las edades de las religiosas «son muy altas», llegando a los noventa años, casi, de media en muchas congregaciones. «La mayoría superan los 80 años», pone de ejemplo la madre superiora de las Siervas de Jesús.

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