martes, 3 de marzo de 2020

Ante el fallecimiento Paulina Mariño Álvarez. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Ante todo, lamentando hoy profundamente el fallecimiento de Paulita y no poder despedirla y acompañar a su familia como hubiera sido mi intención, no puedo por menos que recordarla en su afectuosa y singular amistad conmigo, y en el de permanente compromiso con su fe, que hizo extensivo a la Parroquia, a la que verdaderamente quería.

Siempre tenía una sonrisa como carta de Presentación, especialmente los domingos cuando venía a la primera misa con los niños y de la que disfrutaba como una niña más.

Paulita para la Parroquia ha sido una verdadera feligresa y amiga que valoraba positivamente el trabajo de todos los implicados en ella y, muy particularmente, el del del Párroco.

Constantemente me daba ánimos y, en la medida de sus posibilidades, también colaboraba cada Domingo para cuidar de su familia parroquial pues así la sentía, aportando su pequeño donativo mientras decía: “con tanto como hay que hacer todo es poco”...

La vida y el desgaste de casi un siglo premiada delante de Dios hicieron que la perdiésemos de vista por momentos, pero nunca su familia parroquial la olvidaba y, al “pasar lista”, siempre nos acordábamos de ella y nos preguntábamos unos a otros:
¿Qué tal va Paulita?

Cuando la visité en el Naranco me recibió como siempre con su sonrisa, y ese será para mí mi último y mejor recuerdo de ella. Se marcha tal y como vivió, con Dios en el alma y en el corazón, habiendo recibido los sacramentos como era de su agrado. La encomendé al Señor de la vida y le pedí a los capellanes del Naranco y del Alvarez Buylla que la visitasen y la acompañasen. Era lo menos y lo único que podíamos hacer por un alma de los nuestros cuando ya la enfermedad la sacó de entre nosotros.

Hoy el Señor le dice: “venid a mí los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”...

Pauli, después de una vida longeva y plena, querida y cuidada por su familia y por todos los que nos sentíamos parte de ella, ya cansada de batallas quiso descansar en Dios.

Que Él la acoja en su morada eterna junto con los que la precedieron y para los que siempre tuvo su recuerdo y oración. Hagámoslo todos hoy por ella y que como amiga del buen Dios, también ella interceda por nosotros en la “Comunión De los Santos”.

Que Santa Bárbara a la que tanta devoción tenía salga a su encuentro e interceda por ella ante el trono del Altísimo.

Descanse en Paz, Paulita.

Joaquín, párroco

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