domingo, 14 de noviembre de 2021

''Entonces verán''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Antes de adentrarnos en los textos de hoy, no podemos omitir el momento del año litúrgico en que nos encontramos, en concreto en el penúltimo domingo ya del año litúrgico. Por este motivo la Palabra de Dios que se proclamará en los próximos días tiene un claro matiz escatológico. Al terminar el año cristiano es buen momento para recordar que también algún día terminará nuestra vida y que este mundo también llegará a su fin; que el Señor volverá para juzgarnos. El calendario litúrgico termina haciendo suya la promesa de la segunda venida del Redentor, del mismo modo que iniciamos el adviento haciendo nuestra su primera venida.

Al igual que los coetáneos de Jesús desconocían que iban a ser testigos del día y la hora en que el Hijo de Dios entregaría su vida, también nosotros le desconocemos a menudo cuando viene diariamente a nuestro encuentro, y de forma especial desconocemos cuándo habrá de venir en un futuro, el cual será a la hora que menos esperemos. Así este evangelio, tomado del capítulo 13 de San Marcos, nos presenta a Jesús impartiendo toda una catequesis apocalíptica que nosotros deberíamos aplicar de cara al final de nuestra propia vida, de igual modo que el Señor predicaba con la mirada puesta en su horizonte: subir a Jerusalén. Tal como hay un final para el mundo y su historia, así también habrá un final para nuestra propia historia y nuestro mundo inmediato... Siempre ha sido una constante del ser humano conocer su propia caducidad y la del mundo.

El texto del evangelio muy complejo, pero no vamos a entrar en los detalles de su datación, aproximadamente en torno al año 40 d. C. Las hipótesis de que fue añadido por las primeras comunidades cristianas como respuesta a sus momentos de persecución y demás no son relevantes, sino que lo que realmente nos interesa es el mensaje que nos aporta en el aquí y ahora de nuestro propio momento. El pasaje empieza describiendo "el final": el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán... Será entonces cuando veremos al Hijo del hombre venir con gran poder y majestad sobre las nubes del cielo. Esto es lo que en teología llamamos la Parusía: el advenimiento glorioso del Señor en el día final. Y, a continuación, se nos presenta el ejemplo o parábola de la higuera donde el Señor nos invita a estar vigilantes y atentos a los signos de los tiempos.

Al igual que vemos los cambios de las estaciones, hemos de prepararnos diariamente para el encuentro con el Señor, "pues a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre". El texto tiene también otro matiz muy apocalíptico cuando dice: ''sabed que él está cerca, a la puerta'', lo cual nos puede remitir a otro bello versículo del capítulo 3 del Apocalipsis: ''Mira que estoy a la puerta y llamo''... Nuestra relación con Dios no es cuestión menor; vivir en gracia con Él, ser conscientes de que el futuro no está en nuestras manos y, por ende, que hemos de vivir en permanente estado de preparación y espera.

También celebra hoy la Iglesia la "Jornada Mundial de los pobres", instituida hace cinco años por el Santo Padre Francisco con un lema que nos recuerda las palabras del Señor en Mt. 26,11 cuando explicaba a los discípulos que tendrían mucho tiempo para los necesitados, pero que se les terminaba el tiempo para compartirlo con Él, consciente de que se acercaba su hora. Es un día para hacer nuestra la llamada a terminar con todo tipo de pobrezas, no sólo las económicas, también las espirituales, culturales, etc.  El Santo Padre en el mensaje de la Jornada de este año ha subrayado de forma clara este aspecto: “las múltiples y demasiadas formas de desorden moral y social generan siempre nuevas formas de pobreza”. Vivamos pues, conscientes de que llegará un día en que "veremos venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad"... 

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