martes, 16 de junio de 2015

LO QUE “NOS CUESTA” UNA COMUNIÓN. Por Joaquin Manuel Serrano Vila


Otro año más que se nos han ido “los angelitos” (cada vez menos angelitos, salvo excepciones -que haberlas hailas-) primocomulgantes. Y como está de moda eso de quejarnos por “la crisis” (no sólo la económica) pues nosotros también, ¡oiga!:

            No voy yo a mencionar aquí los detalles y malabarismos que durante los tres cursos catequéticos tenemos que hacer catequistas y párroco (que nos hacen sudar tinta y nos generan disgustos e insomnios) cuando tenemos que conjugar para la adecuada preparación de los niños, historias de custodias compartidas o regímenes de visitas para padres separados, divorciados o “reajuntados” (con hasta la 1ª, la 2ª o la 3ª “amiga/ó”); enfadados entre sí después de haberse “amado” tanto y haber “encargardo” a su criatura, a la cual algunos usan finalmente para tirarse los trastos a la cabeza y hacerse la puñeta el uno al otro con ocasión de la preparación y celebración de su Primera Comunión. Les aseguro que cada vez nos cuesta más.

            Nos cuesta a veces que haya orden y respeto a los horarios y programación que la Parroquia establece para la preparación de los niños y que se tome en serio ésta y a los catequistas que libre y voluntariamente  “cargan” con los niños cada semana para ayudarles a conocer a Jesús y a entender lo que van a hacer, y que es lo más importante de todo.

            Cuesta muchas veces que los padres sean un verdadero ejemplo para sus hijos; que actúen coherentemente con lo que les exigen a ellos, acompañándoles a misa los domingos y ayudándoles a entender que la Comunión no es un acto social con un vestido original (y caro) que genera regalos disparatados y una comida “familiar”, sino una fiesta sencilla que celebra el avance en el itinerario de su vida de fe. Con la Comunión, el niño se va integrando en su Parroquia para vivir en Comunidad su condición de bautizado junto con otros niños y adultos que se encuentran cada domingo en la Iglesia para celebrar, conocer y practicar el mensaje del Amor de Dios, que se nos anuncia y se nos da por medio del Evangelio de Jesucristo y la Eucaristía.

            Pero como las buenas intenciones y lo que debería de ser cotiza a la baja, y muchas veces lo que más cuesta no se valora, pues también cuantificaremos económicamente lo que a la Parroquia le cuestan las comuniones cada año:

            Entre los meses de Octubre, Febrero o Marzo (aún economizando en lo posible) se nos va de calefacción en los locales parroquiales donde se imparte “el cate”, unos 500€ por facturación; y de “luz”, unos 300€ (hay meses de menos -¡y de más!-). No hablamos ya de limpieza, porque nos la hacen voluntarias (que además son catequistas). Hubo un tiempo en que se pagaba a una empresa 200€/més por ello. Flores para adornar las celebraciones (4 domingos de Mayo), 550€; Recordatorios, cruces y biblias infantiles 440€. Aunque en  las “ofrendas” (salvo raras excepciones más generosas -que también las hay-) haya sobres vacíos, con calderilla o 5 o 10€ de media; nunca se han superado los 250€. Supongo que el dinero se necesitará para pagar el cubierto, la consola del niño y los trajes y zapatos de todos…

            Lo que está muy claro es que a la Parroquia cada año le cuestan mucho las comuniones, pero, después de todo esto, lo que más nos cuesta (las catequistas lloran al final de la misa) es perder a la mayoría de estos niños para siempre.

Joaquín, Párroco

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