II VIERNES DE CUARESMA
(Gn 37, 3-4. 12-13a. 17b-28; Sal 104; Mt 21, 33-43. 45-46)
TRES LLAMADAS
“Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas. Éstos se llevaron a José a Egipto” (Gn 37, 27-28).
“Llamó al hambre sobre aquella tierra cortando el sustento de pan; por delante había enviado a un hombre, a José, vendido como esclavo” (Sal 104).
"La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente” (Mt 21, 42)
CONSIDERACIÓN
Hay historias que no se comprenden hasta que se ve, al final, el desenlace. Desde la cumbre del camino espiritual, lo que se creía desgracia, pasado el tiempo, se descubre como hecho providente.
Cuando se ilumina la propia historia con la Palabra, los acontecimientos la muestran como Historia de Salvación.
Desde Jesucristo, última y plena revelación de Dios, se comprenden escenas que de otra forma podrían rechazarse.
LA PROVIDENCIA
Para el que ama a Dios, todo sabe a Dios, afirmaba el maestro Eckhart. Y lo que en un primer momento se puede juzgar insoportable, encierra una enseñanza, que se descubre al comprobar, cómo aquello que era terrible, se convierte en motivo de bendición.
Al contemplar la historia de José, el salmista lee en ella la mano previsora y provisora de Dios, profecía de la vida de Jesús.
Jesús, para hablar de sí mismo, lo hace de manera figurada. La piedra de desecho, se convierte en piedra angular. Lo que se cree despreciable, lo escoge Dios para confundir a los fuertes.
Hay experiencias muy íntimas en las que hasta los propios pecados se convierten en los hitos ungidos de misericordia, que sellan el camino con la experiencia del perdón.
El salmista aconseja que es bueno esperar en el Señor (Sal 26).
Israel canta: “Al ir iba llorando, al volver, vuelve cantando” (Sal 125).
Atrévete a confiar en el Señor, y a no tirar la toalla en el momento de la refriega.
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