¿Se puede
evangelizar a través de Twitter?
–Sí, claro. Lo principal es nuestro convencimiento de partida: como hizo
Jesús con la samaritana, tenemos que salir al encuentro del hombre y de la mujer
de nuestro tiempo, allí donde habiten. Y es obvio que una buena parte de la
población, especialmente los jóvenes, residen fuera de la sociedad real: su
morada está en las llamadas redes sociales.
¿Es complicado
hacer llegar el mensaje en 140 caracteres?
–El refranero dice aquello de: «Lo bueno si breve, dos veces bueno». Y de
hecho, nuestra misma tradición refranera es una prueba de que se puede decir
mucho con pocas palabras. Por el contrario, existe el riesgo de hablar mucho de
forma abstracta, sin concretar y sin aterrizar. Hemos de huir de esto último si
queremos llevar a cabo una Nueva Evangelización.
¿Es la gente más
mayor reticente a este nuevo concepto de evangelización?
–No lo creo, más bien todo lo contrario. Existe una gran preocupación en
nuestros mayores por la transmisión de la fe a las nuevas generaciones. Muchos
de ellos sufren al comprobar que sus hijos no han cogido el relevo de la
fe.
¿Ha provocado la
aparición del Papa en Twitter una revolución tuitera en los círculos
eclesiales?
–Me ha llamado la atención que la incorporación del Santo Padre a Twitter
ha derivado, en mi caso concreto, en un notable aumento de seguidores. Me he
acordado de aquello de: «El mejor líder no es el que tiene más seguidores, sino
el que suscita más líderes». Nos lo podemos aplicar todos. Pensando en ello,
recientemente lancé el siguiente «tuit»: «Dios prefiere los pequeños logros
realizados en comunión, que las grandes proezas hechas por libre».
¿Hasta dónde llega
el poder de esta red social en la fe?
–Las redes sociales pueden tener un influjo notable en la configuración de
la nueva cultura. Y el ambiente cultural en el que habitamos tiene gran
influencia en el posicionamiento religioso.
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