|
El día de ayer, desde la página en Facebook de Catholic-link, hice algunas
publicaciones sobre el anuncio de la dimisión del Papa Benedicto XVI. Los comentarios no se
hicieron esperar, llegaron cargados de una natural confusión, sentimientos encontrados (gratitud en su
mayoría) y no pocas especulaciones. Hubiera querido
responder a todos, pero era imposible. Por eso he decidido hacer este post con
algunas recomendaciones, o claves, para que desde una visión de fe, podamos mantener una aproximación auténticamente católica de lo ocurrido y de lo que
sobrevendrá en los próximos días.
Fe en la
mente
1. El Papa ha explicado las
razones de su dimisión en este documento. No
debemos lanzarnos por la borda de las interpretaciones personales ni
tampoco caer en las teorías de la conspiración que los medios seculares de
comunicación, poco entendidos en temas de Iglesia, y ávidos de historias
atractivas, ya empiezan a difundir.
2. Juan Pablo
II no renunció al pontificado, a pesar de perder las fuerzas físicas, porque
consideró que dimitir no era lo que Dios le pedía en el momento concreto que
estaba viviendo. Benedicto XVI lo hizo, porque después de examinar su conciencia
ante Dios, descubrió que esa era la voluntad del Señor para él y para la
Iglesia. La razón de la dimisión de un Papa, más allá de las fuerzas o la
edad, se encuentra en la relación personal con Jesucristo y la escucha
amorosa de su Plan. En el futuro, nadie podrá exigir la dimisión de un
Pontífice aduciendo quien sabe qué incapacidades; es una decisión que
quedará siempre entre Dios y su Vicario.
3. La Iglesia es el cuerpo de
Cristo, Él es nuestra cabeza y el Espíritu Santo nos dirige. Todas las
fragilidades de la Iglesia no podrán resquebrajar jamás esta verdad fundamental.
Dios es más grande que nuestro pecado.
4. La Iglesia es el pueblo de
Dios y la componemos todos. No es un buen momento para enjuiciar decisiones
pasadas ni para señalar nuevos rumbos desde la subjetividad personal. Es
tiempo para tener un mismo corazón y para mirar el futuro con esperanza y
unidad. Si quieres que la Iglesia cambie, como diría la Madre Teresa de
Calcuta, empieza por ti.
5. Las reflexiones sobre el
próximo Papa son interesantes, humanas y esencialmente inútiles. Creo que vale
la pena tomar parte en estas discusiones en la medida en que se tenga claro que
es el Espíritu Santo quien elegirá al sucesor de Pedro y que
cualquier reflexión sobre la nacionalidad, la línea teológica, e incluso la
santidad de los candidatos, son conjeturas y nada más que eso.
El Espíritu Santo sopla donde quiere.
Fe en el
corazón
6. La pena por la dimisión del
Papa no puede ser un obstáculo para llenarnos de esperanza y
alegría por la nueva etapa que la Iglesia está por
emprender.
7. En algunos días tendremos
un nuevo Papa en la proa del barco, guiando la Iglesia, y a un hombre de Dios,
con la experiencia de haber ejercido el ministerio petrino, rezando desde la
popa. ¿No es este un lindo motivo de esperanza?
8. El Papa no debe convertirse
en un ídolo. Es una gran bendición cuando un Pontífice es también un hombre de
Dios pero no debemos olvidar que esencialmente sigue siendo una persona frágil y
pecadora. Nuestra obediencia y atenta escucha no dependen de sus cualidades
humanas o su integridad moral, sino de su condición de Vicario de Cristo
en la tierra.
9. No te aferres a
ningún candidato y no dejes que los medios seculares de comunicación te
hagan pensar que de salir elegido uno, todo saldrá bien, u otro, y todo
saldrá mal. Lo primero, porque el Espíritu Santo te puede cambiar los planes. Lo
segundo, porque el Espíritu Santo les viene cambiando los planes a ellos desde
Juan XXIII (e incluso desde antes).
10. Reza mucho para que el
Espíritu Santo ilumine a los cardenales electores y les permita ser un
instrumento dócil a sus mociones. Ese es el mejor modo de
participar en este momento crucial de la vida de la Iglesia.
Fe en la
acción
11. Lee el documento donde el
Papa hace formalmente su renuncia y explícale eso a quienes te lo
pregunten.
12. Reza mucho por esta nueva
etapa en la vida de Benedicto XVI.
13. No
compartas ni tuitees información dudosa sobre el Papa, el cónclave o
los cardenales.
14. Infórmate con una buena
agencia católica de noticias.
15. Aprovechemos
este tiempo de Cuaresma que empieza para ofrecer nuestra oración,
limosna y ayuno, por nuestra amadísima Iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario