Por  Fray Nelson Medina O.P.
1. Con tus superiores: el escenario vertical 
ascendente
Es la situación que se da cuando queremos evangelizar 
a nuestros jefes en el trabajo, a nuestros padres, a nuestros 
políticos...
La fórmula bíblica a usar en este caso es la de 1 Pedro 2, 
18-25, consejos que se dan a una comunidad cristiana que vive bajo gobernantes 
paganos. "Sed sumisos", "soportad el sufrimiento", "Cristo no amenazaba cuando 
le maltrataban..." Los cristianos deben ser sumisos, mansos, ante el poder, no 
levantiscos. Hay una excepción a esta mansedumbre: "debemos obedecer a Dios 
antes que a los hombres". 
Buena parte de la antigua teología de la 
liberación fracasó porque hablaba de insubordinarse, de tomar el poder. Pero los 
primeros cristianos no hacían células para derrocar al César, sino que vivían de 
tal forma que cambiaron la sociedad. Los esclavos convirtieron a las matronas 
romanas con su ejemplo, y ellas convirtieron al Imperio. Los cristianos tienen 
que participar en política, en la sociedad, pero no deben idolatrar el poder: la 
toma del poder no evangelizará el mundo. Ser un trabajador brillante y modélico 
sí puede evangelizar a tu jefe, a tus padres.
2. Con tus 
subordinados: el modelo vertical descendente
Es la situación que se 
da, por ejemplo, cuando un padre intenta transmitir la fe a sus hijos, o un 
profesor a sus alumnos, un catequista a sus chavales de comunión...
La 
fórmula bíblica adecuada es Efesios 6,1-9: "Padres, no exasperéis a los hijos; 
formadlos con instrucción; amos, tratad a vuestros esclavos sin amenazas, 
recordad que tenéis un Amo en el Cielo". "No exasperar" implica conocer los 
límites de nuestros subordinados, y no rebasarlos. "Instrucción" significa 
explicar los porqués, razonar las cosas, no limitarse a aplicar la autoridad. 
Esta formación a los subordinados implica también los sentimientos y los 
afectos, no solo lo intelectual. Y en esta situación siempre hay que reconocer 
que los corazones y el don de la Fe pertenecen a Dios: es Él quien evangeliza en 
realidad. Así que hay que ser paciente con nuestros hijos, alumnos, pupilos, 
etc... y sin forzarlos, darles oportunidades para que Dios 
actúe.
3. Con iguales que no escogimos: modelo horizontal 
forzoso
Es la situación que se da con nuestros vecinos, los hermanos 
de nuestra familia, los compañeros de clase y los de trabajo. No los hemos 
escogido, nos ha tocado compartir oficina, casa, vecindario con ellos. Son 
nuestros iguales y no tenemos ninguna autoridad sobre ellos.
La fórmula 
bíblica adecuada es el capítulo 27 de Hechos de los Apóstoles, en concretos los 
versículo 9-12 y 20-26. Es la experiencia de San Pablo como uno más a bordo de 
un barco que luego naufraga por no seguir sus consejos. Cada vez que Pablo se 
dirige al capitán del barco y la tripulación empieza diciendo: "amigos...". Les 
llama amigos y luego explica su testimonio, sus sentimientos y con un discurso 
positivo: "amigos, ánimo, yo tengo fe".
Como iguales, hemos de reconocer 
que "vamos en el mismo barco": el mismo país, la misma empresa, el mismo 
proyecto... Compartimos humanamente la amistad, la solidaridad. ¡Y participamos! 
Participamos en política, en la economía, nos sentimos vinculados a la sociedad, 
no nos retiramos a un gueto cristiano a esperar el fin de los tiempos. Pablo 
participa con la humildad de ser un pasajero más en el barco. Espera, espera, 
espera... y cuando llega el momento actúa. Ese momento puede ser una enfermedad, 
la muerte de un pariente, alguien que se hace preguntas profundas... ahí, la 
persona, nuestro igual, está dispuesta a escuchar a un igual, un amigo, un 
compañero. Esta es la ocasión de evangelizar. Así, Pablo no puede hacer gran 
cosa, excepto ser un pasajero más... hasta que naufragan. Y entonces están 
dispuestos a escuchar a Dios, y entonces actúa Pablo.
4. Con 
amigos que hemos escogido: modelo horizontal voluntario
Es la 
situación que se da con los amigos que escogimos, iguales que libremente nos 
hemos asociado por aficiones comunes que nos apasionan: el club de montañismo, o 
de lectura, o el club de fans de tal película o cantante, o los que jugamos a 
cartas, o vamos juntos al fútbol.
Igual que Jesús acompañaba a los 
caminantes de Emaús y les escuchaba cuando expresaban sus inquietudes, así los 
cristianos deben acompañar a sus amigos en mil clubes, asociaciones, grupos de 
amistad...
Consiste en acompañar y escuchar los dolores de los demás, 
cuando llegan. Es una forma muy eficaz de evangelizar y estar presente con los 
hombres. Los curas lo tienen más difícil, mientras que aquí los laicos, 
especialmente los jóvenes, que aún no tienen niños que atender, lo tienen mucho 
más fácil.
"Joven, te animo a apuntarte a muchos grupos y diversiones; 
siempre que sean sanas y sepas que no son un peligro para ti, apúntate, no te 
quedes solo en tu grupito cristiano", dijo Fray Nelson a los 250 jóvenes que se 
agrupaban en el centro del Auditorium de la Casa de Campo. "Jóvenes, allí hay 
mucha gente que no conoce a Jesús, y es casi seguro que tú eres lo único que 
tiene jesús para llegar a ellos".
5. Con desconocidos que no te 
buscaban: misión activa
Esta es la situación que se da en la 
evangelización puerta a puerta, en la evangelización callejera, etc... Ir 
repartiendo folletos, predicando a Jesucristo y su salvación, quizá con ayuda de 
mimos, música... Tratas con desconocidos que no han pedido recibir esta 
información.
Fray Nelson da solo tres recomendaciones.
1) Hay que 
anunciar a Jesús, no a tu movimiento. Si a esa persona no le 
gusta tu estilo particular, no hay que darla por perdida, sino ofrecerle otros 
estilos igualmente católicos. "Si no le gusta la batería y la pandereta, llévala 
a algo con órgano e incienso; da igual mientras se acerque a Cristo". 
2) 
Hay que hablar de arrepentimiento y de perdón de los pecados. Jesús no 
vino "a que te sientas bien" sino a perdonar tus pecados. Si alguien 
dice "yo es que con mis aromaterapias siento lo mismo que tú con tus alabanzas a 
Dios; es la mima cosa", hay que decirle que no: que el pecado existe, hay que 
arrepentirse de Él y pedir a Cristo que te perdone y salve.
6. Con personas que buscan saber: misión 
pasiva
Se da muy pocas veces: cuando una persona se acerca y te 
pregunta: "explícame más de Jesús, de Dios, de la Iglesia". En Pentecostés se 
dio cuando después de predicar San Pedro la gente le preguntaba: "¿y ahora qué 
hemos de hacer?"
La respuesta es: conversión (cambio de vida), y bautismo 
(o pasar por el confesionario), y llenarse de Espíritu Santo. El cambio de vida 
implica cambiar hábitos, horarios, cosas concretas y reales... Como dice 
Alcohólicos Anónimos: "si nada cambia, nada cambia". Es decir, si sigues 
teniendo una botella bajo la cama, si sigues volviendo a casa pasando por la 
esquina del bar, seguirás bebiendo. Hay que cortar con los hábitos malos: tú 
busca la forma, que Dios dará la fuerza.
7. Encuentro 
fortuito
Es el caso que se da cuando compartimos un rato de 
conversación con el taxista, un viajero en el metro o el autobús, un rato 
esperando en una cola...
Consiste en aprovechar el tiempo de 
conversación, que se te vea la camisata cristiana, que le puedas invitar a algún 
acto, grupo, ocasión de encuentro con Dios, recomendarle tu web, tomar su correo 
o teléfono para invitarle, si quiere. Fray Nelson contó el caso de un americano 
llegado a Moscú para evangelizar. No sabía casi nada de ruso, así que al 
taxista, que sabía un poco de inglés, le preguntaba: "cómo se dice pecado", 
"cómo se dice Jesús", "cómo se dice Jesús te salva del 
pecado"... así evangelizó al taxista y adquirió vocabulario para 
evangelizar ya en el hotel.
Y, por supuesto, en los siete escenarios, 
oración.

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