domingo, 23 de enero de 2022

''Dar la buena nueva''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Hoy, domingo III del Tiempo Ordinario celebramos en la Iglesia Universal el Domingo de la Palabra de Dios convocado por el Papa Francisco para que tomemos cada vez más conciencia de la importancia que la Palabra tiene en nuestra vida. Se refiere el Papa a esa Palabra que Dios lanza directamente a nuestro corazón buscando llegar a lo más profundo de nuestro ser; palabra que interpela, corrige, anima, levanta, ayuda... Única palabra viva y eficaz, en la que siempre encontramos estímulo para seguir caminando.

La primera lectura del libro de Nehemías nos encontramos cómo Esdras introduce la costumbre de leer con asiduidad la Torah tras el destierro babilónico. Se crea ya este rasgo identitario que definirá al pueblo del Señor, es un pueblo fiel a la lectura constante de su Palabra. No podemos olvidar que tanto los judíos con su Torah como nosotros con la Biblia no dejamos de ser una religión “de libro”. He aquí la esencia de nuestra espiritualidad; es cierto que la Eucaristía es el culmen de nuestro ser católico, pero separando nuestros sacramentos de la palabra de Dios nuestra fe quedaría incompleta. 

San Pablo en su epístola primera a los corintios, continua con el tema iniciado el pasado domingo y que iremos leyendo y haciendo nuestro los próximos. El Apóstol nos llama a vivir la diversidad en comunión. Me centro tan sólo en una frase de esta carta: ''Ahora bien, Dios organizó los miembros del cuerpo dando mayor honor a los que menos valían''. Así obra nuestro Dios para desconcierto de tantos: da mayor valor a los más pequeños, a los que parece que menos pintan o no sirven. Cómo dudar de que los humildes son sus favoritos. 

Y por último, en el evangelio de esta día vemos a ese Jesús que inicia sus primeros pasos de vida pública acudiendo a Nazaret, a su pueblo, donde tan sólo conseguirá críticas y descalificaciones (ya las había tenido “el hijo del carpintero”…) Cómo se atreverá éste  a leernos la sagrada escritura y afirmar que se cumple en él. Esta Loco este hijo de José y de María; si le hemos visto crecer, cómo va a estar el Espíritu del Señor sobre él. Quizá podríamos preguntarnos nosotros si no nos pasa a veces como sus paisanos y le minusvaloramos o pensamos que no podrá ayudarnos en las dificultades que se presentan en nuestra vida… Dejemos a Dios ser Dios, dejemos a Cristo cumplir su misión en nosotros. Él es la palabra encarnada, el enviado a dar la buena nueva a los pobres y a los cautivos la libertad. Ahora pensemos cuáles son nuestros cautiverios y de nuestros hermanos, y aplicándonos también su Palabra ver a quién  podemos nosotros esta semana ''dar la buena nueva''.

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