
Por el Rvdo. Sr. D. Juan Luis Rascón Ors, párroco de San Antonio de la Florida, Madrid
Es lo que se suele decir de las parejitas de pipiolines
enamorados, o sea novios. Yo siempre suelo decir que me gusta más celebrar las
Bodas de Oro que las bodas normales porque, en general, los que llevan 50 años
casados, por muy mal que les haya ido, si lo celebran en la Iglesia, me
reconcilian con la doctrina católica sobre el matrimonio que parece que los
hechos y las estadísticas desmienten. Siempre suelo empezar mis homilías de
Bodas de Oro diciendo: "Queridos Esustaquia y Leovigildo, os doy las gracias
de todo corazón, por que vosotros sois la prueba viviente de que lo que les
predico a los tortolines en las bodas, que no se enteran de nada,
es verdad"
Sacarse el carné de conducir supone un mínimo de
treinta horas de lecciones; llegar a ser médico, abogado o ingeniero cinco años
de carrera más luego las especialidades, grados, capacitaciones, etc; para tocar
el piano medianamente bien creo que nos ponemos en los ocho años y practicando
seis horas todos los dias; hasta el skateboarding o patinaje requiere
dedicarle todo el tiempo libre.
¿Por qué les cuesta tanto a muchas parejas de novios
aceptar los cursillos prematrimoniales? Cualquier cosa medianamente seria en
la vida requiere capacitación, aprendizaje, entrenamiento. La
autodidascalia no es lo común en ningún ámbito de la vida. ¿Por qué los
novios creen que no necesitan aprender a querer, a perdonar, a convivir, a
comunicarse, a... nada?
No creo que
el problema sea que crean que no necesitan aprender. Creo que lo que les pasa
es que piensan que no tienen nada que aprender de la Iglesia. O que la
Iglesia no tiene nada que enseñarles. Que el cursillo va a ser un trámite tan
inútil como aburrido.
Pues mira por donde, a muchos puede que no les falte
razón. De las chorradas más grandes que he oído en mi vida muchas han sido en
los cursillos prematrimoniales. He conocido cursillos en los que por miedo,
desconocimiento o inseguridad se ha pasado de puntillas sobre temas esenciales y
ampliamente de puntos neurálgicos de doctrina como anticoncepción, etc. El tema
de la fe en algunos de ellos no se suele ni tocar.
Hay muchos lugares que ofrecen magníficos cursillos y
cada vez hay más laicos entusiastas, bien formados con profesionalidad que han
hecho másters como el del Instituto Juan Pablo II que dirigen fenomenalmente los
cursillos. Pero dada las dificultades que mucha gente encuentra para asistir por
horarios etc (y falta de ganas, que todo hay que decirlo...) creo que es
necesario que cada parroquia pueda ofrecer un buen curso de preparación al
matrimonio o al menos cada arciprestazgo, sobretodo en los lugares donde se
casa mucha gente o se hacen muchos expedientes matrimoniales.
En mis parroquias
hemos comenzado a impartir un curso de preparación al matrimonio. Hemos
estado un año entero preparándolo y todavía no participan los laicos impartiendo
charlas, acompañando a las parejas etc. Pero poco a poco van a ir empezando a
ayudarme. De momento han empezado a asistir al Curso seis parejas que en este
próximo año se casarán. La mitad de las parejas ya conviven y todas afirmaron
que hacen el cursillo porque no tienen más remedio.
Por eso
precisamente, nuestro objetivo es que aprovechen al máximo los cinco días con
sesiones de 2 horas, más un fin de semana con seis horas en total. Para lograrlo
lo primero que hemos hecho es tratar de crear un ambiente agradable. Por
eso se ha ambientado la sala con una agradable decoración (nada de pósters de
paulinas) y una buena iluminación (nada de bombillas bajo consumo). Se les pone
música ambiente (hemos optado por el pop en vez de el gregoriano, por aquello de
la inculturación). Se sientan por parejas (cada uno con la suya) en mesas con
mantel y una velita (yo creía que esto era ridículo pero les encanta) y se les
sirven bebidas y algo para picar.

Durante las dos horas que dura la sesión se
intercalan charlas, testimonios, anécdotas y ejercicios prácticos en que se
les pide que dialoguen entre ellos sobre los temas propuestos. Hay un acosa
importantísima y es que se les garantiza que no van a tener que "compartir"
en público, solo entre ellos. Lo de compartir, para quién no está
acostumbrado, es incomodísimo. Todo el desarrollo del curso lo siguen con una
guía que cada uno tiene en la que hay un resumen de los contenidos, y el
material para trabajar en pareja tanto en las sesiones del curso como durante la
semana en casa.
Se les ofrece repertorio bibliográfico por si
quieren profundizar en algún tema o aclarar dudas. Ponemos una mesa-expositor
con los libros por si los quieren comprar ahí mismo
La
experiencia del primer curso es gratísima. Las seis parejas participantes están
encantadas y sobre todo vemos que se ha roto el hielo. Vemos que están empezando
a ver que el curso les puede servir de mucho.
Este Curso de
preparación al matrimonio no lo hemos inventado nosotros. Es una copia del que
se lleva haciendo muchos años en una parroquia anglicana de Londres (Holy
Trinity Brompton) de donde también han nacido los cursos Alpha. O sea, que
encima es ecuménico. Lógicamente lo que copiamos es el "formato" del curso, no
los contenidos, porque en eso la Iglesia Católica gana por goleada. En Italia ya
hay algunas diócesis que ofrecen este curso de manera
oficial.
Lo más importante para mí
es que lo que se hace se haga con competencia.
No vale cualquier cosa para preparar a las parejas al
matrimonio. No vale cualquiera que dé unos
"consejitos" o que exponga tímidamente "algo" de la doctrina sobre este
sacramento. Es necesario, como en toda actividad pastoral poner toda la carne en
el asador y buscar la "excelencia". Esperamos seguir mejorando en próximas
ediciones del Curso.
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