sábado, 18 de mayo de 2024

Carta del General de la Orden Franciscana

 


Ordenación diaconal en la Catedral, en la solemnidad de Pentecostés

(Iglesia de Asturias) Este domingo, 19 de mayo, solemnidad de Pentecostés, tendrá lugar, en la Catedral de Oviedo, la ordenación diaconal de cuatro seminaristas. Uno de ellos, Dimas Fernández, del Seminario Metropolitano y tres del Seminario Diocesano Misionero Redemptoris Mater: Juan Bautista González Crespo, Joao Otavio Da Silva y Jonathan Solano.

La celebración tendrá lugar a las seis de la tarde, estará presidida por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes y supone un momento especialmente emotivo para estos cuatro jóvenes, al que se enfrentan «con mucha ilusión», como reconocen ellos mismos.

Dimas Fernández es natural de Valdesoto, y tras estudiar un ciclo de Formación Profesional, durante diez años se dedicó a la ebanistería, en La Felguera. Colaboraba con su parroquia y con el tiempo, sintió una fuerte llamada al sacerdocio, hasta que se decidió a entrar en el Seminario Metropolitano.

Juan Bautista González, por su parte, es natural de Barbate (Cádiz), «un pueblo costero muy bonito», señala él mismo. Destaca que su vocación nació de forma muy temprana, a raíz de la Jornada Mundial de la Juventud del año 2011, y en aquellos momentos empezó a discernir su vocación. «Cuando acabé el Bachillerato decidí entrar en un Seminario y concretamente me fui a uno que tenía el carisma del Camino Neocatecumenal», explica. «Al poco me vine a Asturias –dice–, donde me he sentido muy acogido y sobre todo muy querido por todos los asturianos desde que he llegado».

Joao Otavio Da Silva afirma sonriente que su acento le «delata». Es natural de una ciudad cercana a Sao Paulo, en Brasil, y reconoce que su vocación nació de la predicación de la Palabra de Dios, en unas catequesis del Camino Neocatecumenal en su parroquia. «Una vez fui a comentar con mi párroco algo que me había impactado mucho y entonces él me sugirió que a lo mejor podría tener vocación, que quizá Dios podría estar llamándome a algo distinto». «Con las cosas de la vida –afirma– y con el carisma misionero de nuestros Seminarios, vine a parar aquí a Asturias y la verdad es que estoy muy agradecido al Señor y muy contento de estar aquí en esta tierra que es, como vosotros mismos decís, el «paraíso natural».

Jonathan Solano es natural de Costa Rica. Con tan solo 18 años empezó a trabajar en el sector del Metal, y posteriormente se formó como Técnico en Informática, trabajando también unos años en ese campo. Sin embargo, en un momento determinado, con el anuncio del Evangelio se encontró con que «Dios me quería como era» y empezó a vivir su fe en una comunidad del Camino Neocatecumenal de la que ahora es Catedral de Cartago. En el año 2016 entró en el Seminario.

Se termina para ellos un periodo de estudios, formación y convivencia en la comunidad del Seminario que dejarán «con mucha pena», reconocen. «Dentro del Seminario he sentido que se me ha querido y se me ha educado también –explica Juan Bautista–. Dejo el recuerdo de muchos compañeros y sobre todo el recuerdo del cariño y el amor con el que se me ha tratado y educado en la fe. Veo que salgo siendo un hombre verdaderamente para enfrentarme al mundo, para ayudar a la gente que tanto nos necesita».

Y queda por delante un año de diaconado donde tendrán otro tipo de aprendizaje, sobre el terreno, y en el que esperan «entregar el regalo» que van a recibir el domingo, «que es el servicio, que Dios me ayude a servir a mis hermanos», afirma Jonathan Solano, mientras que Juan Bautista reconoce que «es un tiempo propicio para entregarme y devolver todo lo que se me ha dado en estos diez años de formación en el Seminario».

viernes, 17 de mayo de 2024

Desde nuestro brocal: 500 Jóvenes rebeldes con causa

Siempre es contagioso, saludablemente contagioso, estar con jóvenes sanos. No me refiero a la salud corporal únicamente, sino a la salud moral, esa que tiene horizontes largos, que cree en la belleza de las cosas y en la bondad de las personas, que cree en un Dios que los ama y acompaña. Jóvenes capaces de asomarse a la vida sin fruncir el ceño, ni mirar distraídos para otro lado, que no se inhiben ante las provocaciones de tantas cosas de toda índole que sufren el desajuste de todo desamparo por no estar en su sitio. 

Y este regalo de estar con ellos nos sucede a cuantos tenemos contacto con adolescentes y jóvenes que están ensayando su desembarco en la sociedad adulta hacia la que caminan con sus pocos años, con sus estudios y entusiasmos, con sus temores y certezas, con su generosidad y su convicción cristiana. Lo podemos comprobar quienes por vocación nos dedicamos a ellos: padres y madres, educadores, catequistas, religiosas, sacerdotes. Es un don inmerecido recibido en ese acompañamiento precioso y respetuoso. 

El primer sábado del mes de mayo, hay una cita clásica en este rincón de Asturias con su hermosura natural, su historia identitaria y su trasfondo creyente: Covadonga. Se inicia el mes dedicado a María, nuestra querida Santina, y hacemos una marcha desde la preciosa villa de Cangas de Onís, que fue capital de la España reconquistada. Nos adentramos en los bosques durante esos casi once kilómetros de ascensión hasta el Santuario de la Virgen. Todo un espectáculo de enorme belleza: los caminos que serpentean la foresta, los rayos de sol que se filtran entre las hojas del boscaje con su fronda, el murmullo del río con su agua cantarina y fresca al bajar buscando la mar, el concierto de los pájaros de todo color que se completa con los vientos que mueven las ramas de los árboles. 

Pero si ya es bello el paisaje, hay una belleza superior y más amable: la mirada de estos chicos y chicas, el pálpito de sus corazones jóvenes capaces de imaginar un mundo más parecido al sueño de Dios sobre él y más distante de las frecuentes pesadillas de nuestras violentas pretensiones, nuestros enjuagues mentirosos, nuestros acuerdos rancios que esconden trampas inconfesables. Esa mirada pura de un corazón abierto, es la que con mochila a la espalda se ha vuelto a cruzar con mis ojos llenándome de alegría y de esperanza. Más de quinientos jóvenes subiendo por esas veredas montañeras hacia una casa habitada y encendida que, con forma de santa cueva en la hendidura de la roca, custodia la Santina de Covadonga, imagen de nuestra Señora que desde el cielo nos acompaña en todos los vaivenes de las idas y venidas en la vida cotidiana. 

Acompañar es sinónimo de la palabra educar. Y la verdadera educación, que viene del latín “educere”, significa precisamente ese acompañamiento que no es suplencia, ni domesticación, ni proyección que clona al otro haciéndole una marioneta de los caprichos o intereses de su mentor. Es muy fácil frivolizar y pervertir a una generación joven, que al final se acaba destruyendo, cuando se la engaña en nombre de una emancipación tramposa para poder manipular su conciencia, esclavizar su libertad y tergiversar la naturaleza de hombre o mujer desde las ideologías más tóxicas que acaban arrancando esa bondad, belleza y verdad que se nos dio por parte de quien nos creó y nos llamó a la vida. 

Por este motivo, un año más, puedo dar gracias por el inmenso e inmerecido regalo de acompañar a estos cientos de jóvenes caminando con ellos hacia ese punto de partida de la reconquista de lo que vale la pena cuidar y acrecentar como personas, como ciudadanos y como cristianos. Covadonga palpitó con tantos jóvenes que abrieron el corazón a la esperanza, viviendo con alegría su edad, cuidando la pureza de sus vidas y nutriendo la fe valiente de su identidad cristiana. Son los “rebeldes” frente a un mundo a la deriva, rebeldes con la causa más verdadera que no engaña ni defrauda. 

+ Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

Feliz día de Chère Mère, onomástica de la Madre San Pascual


Juliana Josefa María Lavrilioux nació en Josselín (Francia) el 4 de enero de 1809. El deseo de no vivir la gracia de Dios en vano impulsó a Juliana Mª, Madre San Pascual, a salir camino de Quillán. Junto con el Padre Ormières, en este pueblecito del sur de Francia, comienza una pequeña escuela para niños pobres.

Desde muy joven consagra su vida al Señor en la Instrucción Cristiana de Saint Gildas de Bois -La Bretaña-, para pasar, junto con Ormières, a ser Fundadora de la Congregación de Soeurs de l’ Ange Gardien o Hermanas del Ángel de la GuardaLa bondad era la clave de todo el modelo educativo. En torno a ella giraba toda relación con las alumnas. Siempre repetía: Dulzura y firmeza. Nunca se da la verdad sin el amor, ni el amor sin la verdad. Había que educar para la sociedad.

Respetando las cualidades de las alumnas, las escuela debía preparar para que desempeñaran el papel que la Providencia les hubiera deparado en el mundo. En tiempos de intolerancia, se proponía a las hermanas asumir su misión educadora, definida como -escuela de respeto- a Dios y a sus semejantes. Su presencia entre las Hermanas fue un don. El P. Ormières la consideraba “Ángel visible” de los ángeles visibles que eran sus hermanas.

Oración de la Madre San Pascual:

Oh Divina providencia
Oh Divina providencia
mi suerte te pertenece,
adoro sin resistencia
tus designios sobre mi

Tú me encontraras sumisa
a lo que te agradará,
esa será mi divisa:
Hágase tu voluntad

Oh el más tierno de los Padres
me abandono en tus brazos,
sola no puedo hacer nada
tu gracia dará ese paso

Quiero este fiat en mis labios
lo quiero con ánimo alegre,
en el gozo y en la pena,
lo quiero siempre sonriente.

Mi gusto poco importa,
es el tuyo el que yo quiero.
No quiero viva o muerta,
sino darte a ti contento.

Brazos de mi divino Padre,
sed vosotros mi ascensor.
Lleva hasta la luz
a tu pobre hija Señor

"Eres ángel de la guarda, Madre San Pascual, sencillez y paz". Felicidades a toda la familia Santo Ángel

jueves, 16 de mayo de 2024

Nota de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada sobre las clarisas de Belorado y Orduña


16 de mayo de 2024

Ante las noticias que vienen sucediéndose desde el pasado 13 de mayo sobre el Monasterio de Hermanas Pobres de Santa Clara en las dos sedes de Belorado y Orduña, respaldando el comunicado del arzobispado de Burgos y del obispado de Vitoria y reafirmando la adhesión de la Iglesia que peregrina en España al papa Francisco, con la mano tendida a estas hermanas, queremos manifestar lo siguiente:

1. Al mismo tiempo que apreciamos y agradecemos el don de tantas hermanas clarisas que viven en comunión con la Iglesia y la enriquecen en muchas diócesis de España, lamentamos profundamente la declaración de ruptura de la comunión con la Iglesia Católica contenida en la carta de la abadesa del Monasterio de Belorado con fecha 13 de mayo y en el denominado “Manifiesto católico”, fechado el 8 de mayo del presente año.

2. El contenido de dicho “manifiesto” se corresponde con el que propugnan aquellos que niegan la validez del Concilio Vaticano II y son denominados “sedevacantistas”. El texto parece inspirarse en los principios básicos de esta corriente y, concretamente, entronca con un grupo que es considerado una secta por varios expertos.

3. El tono ofensivo y recriminatorio del “manifiesto” y de la “carta”, así como algunos términos —por ejemplo, el de la “sumisión” a un falso obispo y supuesto líder de una secta—, no son propios del modo habitual de comunicarse de estas hermanas, las cuales se manifiestan ahora públicamente no sólo en las palabras escritas de la abadesa, sino también en medios de comunicación abundando en expresiones confusas que parecen fruto de engaños.

4. Consideramos que los motivos de descontento aducidos en la mencionada carta tienen vías de solución distintas de la determinación que en ella se expresa y no encontramos relación proporcionada ente las causas expuestas y la conclusión a la que se llega.

5. Solicitamos que cada hermana del Monasterio de Belorado y Orduña, en el ejercicio de su libertad de conciencia, pueda expresar su postura ante la decisión que comunica la abadesa. De hecho, el desarrollo de los acontecimientos sugiere que no todas las hermanas suscriben la “carta” de la abadesa.

6. Igualmente, pedimos la apertura de todas las hermanas de la comunidad al diálogo con obispos, sacerdotes, personas consagradas, hermanos y hermanas de la Iglesia Católica que, fieles a la verdad y en comunión con el papa Francisco, buscan el bien para este Monasterio y para cada hermana clarisa.

7. Finalmente, deseamos poner estos acontecimientos ante el Señor Jesús, esperanza que no defrauda, como afirma el papa Francisco en la bula de convocación del Jubileo Ordinario del Año 2025. En virtud de nuestra misión de velar por y acompañar a la vida consagrada en España, nos comprometemos a seguir esforzándonos en trabajar por la comunión fraterna en la Iglesia; evitar posturas extremas y polarizaciones; incrementar el discernimiento espiritual en la vida cotidiana, personal y comunitariamente; crecer en la escucha a los hermanos a la luz del Espíritu Santo, como el camino sinodal indica, y cuidar las relaciones fraternas entre todos los miembros de la Iglesia.

Encomendamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, de santa Clara y de san Francisco de Asís, a las hermanas de Belorado y Orduña y a las demás hermanas clarisas que pudieran necesitar ayuda y consuelo, así como a la vida consagrada en su conjunto, en particular a la vida contemplativa, cuyo recuerdo se hará especialmente vivo dentro de poco, en la Solemnidad de la Santísima Trinidad.

La Jornada Pro Orantibus 2024, bajo el lema «Contemplando tu rostro, aprendemos a decir: “¡Hágase tu voluntad!”», pone de relieve que la fidelidad a la voluntad divina, expresada a través de las mediaciones eclesiales, ha de animar siempre el corazón y las obras de aquellos que, abrazando esta forma de vida, «dejamos por un momento de considerar nuestro propio interés para acoger el querer del Padre» (CEVC, Presentación Materiales Pro-Orantibus, 2024, p. 4).

No podemos sino estar agradecidos a «tantos hombres y mujeres que a lo largo de los siglos y a lo ancho del mundo han entregado su vida a esta vocación orante de entrega radical. En su existencia transfigurada a la luz del rostro de Cristo hallamos —hoy y siempre— un motivo esperanzado de acción de gracias y un vivo aguijón que nos espolea hacia una obediencia cada vez mayor en la propia vivencia de la fe» (CEVC, Presentación Materiales Pro-Orantibus, 2024, p. 5).

miércoles, 15 de mayo de 2024

19 de mayo, Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar: «Laicos por vocación, llamados a la misión»

(C.E.E.) La Iglesia celebra el día de Pentecostés, este año el 19 de mayo, el Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar. «Laicos por vocación, llamados a la misión» es el lema que la Comisión Episcopal para Laicos, Familia y Vida propone para la Jornada de este año.

¿Cuál es el mensaje de los obispos?

La Jornada de este año, explican los obispos de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida, invita a todos los bautizados a proclamar el Evangelio, a la misión que Jesús encomendó, «que se lleva a cabo con la fuerza del Espíritu Santo”.

Los prelados subrayan en su mensaje que «el envío a la misión procede del Padre, que tanto nos ha ama-do que ha enviado a su único Hijo para que alcancemos la salvación, por su muerte y resurrección. Y es Jesús resucitado el que ha entregado a su Iglesia, a cada uno de nosotros, el Espíritu Santo, que es el alma de la evangelización. Por tanto, es fundamental que descubramos, como miembros del Pueblo de Dios, que tenemos una misión que no es iniciativa nuestra, sino de Dios, que la sostiene y permitirá que perdure por los siglos de los siglos».

En este sentido, el escrito recuerda la celebración del Encuentro sobre el Primer Anuncio, el pasado mes de febrero y la preparación para un Congreso sobre las Vocaciones, que tendrá lugar en Madrid, en febrero de 2025. Con estas dos iniciativas, en el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar de este año 2024, «queremos que resuene con fuerza esa llamada que la Iglesia ha recibido, como asamblea de convocados, pueblo de Dios unido en la misión, a vivir su vocación, que tiene como horizonte la misión. Y de un modo propio y peculiar, destacamos la vocación laical, que se ejercita en la caridad política, en el anuncio del Evangelio en el corazón del mundo».

Por todo ello, insisten en que «los laicos, desde el bautismo, han recibido una vocación, que los hace sentirse corresponsables en la vida y misión de la Iglesia». «Nuestra primera y fundamental consagración – añaden- hunde sus raíces en nuestro bautismo. A nadie han bautizado cura, ni obispo. Nos han bautizado laicos y es el signo indeleble que nunca nadie podrá eliminar».

Para los obispos de la Comisión Episcopal para Laicos, Familia y Vida se trata de que «el laico sea laico» por vocación, en todos los ámbitos de la vida. «El laicado vive su vocación encarnado en el mundo, es decir, en los ámbitos de la familia, del trabajo, de la educación, del cuidado de la casa común y, de una manera particular, en la vida pública». Y también se desarrolla en el interior de la vida de la Iglesia, ayudando en al liturgia, en la catequesis, en los grupos parroquiales».

Finalmente, desde la Comisión agradecen el servicio de todos y cada uno de los laicos «comprometidos en la misión evangelizadora de la Iglesia»

Santoral del día: San Isidro Labrador

(EWTN)- Es el patrono de los agricultores del mundo. Le pusieron ese nombre en honor de San Isidoro, un santo muy apreciado en España.

Sus padres eran unos campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la escuela. Pero en casa le enseñaron a tener temor a ofender a Dios y gran amor de caridad hacia el prójimo y un enorme aprecio por la oración y por la Santa Misa y la Comunión.

Huérfano y solo en el mundo cuando llegó a la edad de diez años Isidro se empleó como peón de campo, ayudando en la agricultura a Don Juan de Vargas un dueño de una finca, cerca de Madrid. Allí pasó muchos años de su existencia labrando las tierras, cultivando y cosechando.

Se casó con una sencilla campesina que también llegó a ser santa y ahora se llama Santa María de la Cabeza -no porque ese fuera su apellido, sino porque su cabeza es sacada en procesión en rogativas, cuando pasan muchos meses sin llover-. Isidro se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la Santa Misa. Varios de sus compañeros muy envidiosos lo acusaron ante el patrón por «ausentismo» y abandono del trabajo. El señor Vargas se fue a observar el campo y notó que sí era cierto que Isidro llegaba una hora más tarde que los otros -en aquel tiempo se trabajaba de seis de la mañana a seis de la tarde- pero que mientras Isidro oía misa, un personaje invisible -quizá un ángel- le guaba sus bueyes y estos araban juiciosamente como si el propio campesino los estuviera dirigiendo.

Los mahometanos se apoderaron de Madrid y de sus alrededores y los buenos católicos tuvieron que salir huyendo. Isidro fue uno de los inmigrantes y sufrió por un buen tiempo lo que es irse a vivir donde nadie lo conoce a uno y donde es muy difícil conseguir empleo y confianza de las gentes. Pero sabía aquello que Dios ha prometido varias veces en la Biblia: «Yo nunca te abandonaré», y confió en Dios y fue ayudado por Dios.

Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia -él, su esposa y su hijo-. Y hasta para las avecillas tenía sus apartados. En pleno invierno cuando el suelo se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el camino para que las avecillas tuvieran con que alimentarse. Un día lo invitaron a un gran almuerzo. El se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El invitador le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no para los otros. Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos y sobró.

Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo rezando, asistiendo a misa y escuchando la Palabra de Dios. Otro buen rato visitando pobres y enfermos y por la tarde saliendo a pasear por los campos con su esposa y su hijito. Pero un día mientras ellos corrían por el campo, dejaron al niñito junto a un profundo pozo de sacar agua y en un movimiento brusco del chiquitín, la canasta donde estaba dio vuelta y cayó dentro del hoyo. Alcanzaron a ver esto los dos esposos y corrieron junto al pozo, pero este era muy profundo y no había cómo rescatar al hijo. Entonces se arrodillaron a rezar con toda fe y las aguas de aquel aljibe fueron subiendo y apareció la canasta con el niño y a este no le había sucedido ningún mal. No se cansaron nunca de dar gracias a Dios por tan admirable prodigio.

Volvió después a Madrid y se alquiló como obrero en una finca, pero los otros peones, llenos de envidia lo acusaron ante el dueño de que trabajaba menos que los demás por dedicarse a rezar y a ir al templo. El dueño le puso entonces como tarea a cada obrero cultivar una parcela de tierra. Y la de Isidro produjo el doble que las de los demás, porque Nuestro Señor le recompensaba su piedad y su generosidad. En el año 1130 sintiendo que se iba a morir hizo humilde confesión de sus pecados y recomendando a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios y mucha caridad con el prójimo, murió santamente. A los 43 años de haber sido sepultado en 1163 sacaron del sepulcro su cadáver y estaba incorrupto, como si estuviera recién muerto.

Las gentes consideraron esto como un milagro. Poco después el rey Felipe III se hallaba gravísimamente enfermo y los médicos dijeron que se moriría de aquella enfermedad. Entonces sacaron los restos de San Isidro del templo a donde los habían llevado cuando los trasladaron del cementerio. Y tan pronto como los restos salieron del templo, al rey se le fue la fiebre y al llegar junto a él los restos del santo se le fue por completo la enfermedad. A causa de esto el rey intecedió ante el Sumo Pontífice para que declarara santo al humilde labrador, y por este y otros muchos milagros, el Papa lo canonizó en el año 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y San Felipe Neri.