San Antonio Mª Claret nace en Sallent (Barcelona), a unos 15 kms de Manresa, en 1807, en el seno de una familia profundamente cristiana, dedicada a la fabricación textil.
Infancia.
La infancia del santo no transcurrió con total tranquilidad. La guerra napoleónica, la influencia de las ideas de la revolución francesa, el juramento de la Constitución de 1812, y las tensiones entre absolutistas y liberales marcaron de alguna manera la vida del santo. En el aspecto religioso está marcado por la vivencia de la providencia de Dios, por un lado; y por la idea de la eternidad, por otro. Su piedad se ve influida por la devoción a la Virgen María y a la Eucaristía.
Estudiante y trabajador textil
A los doce años, su padre le pone a trabajar en el telar familiar. Reconociendo su habilidad para la fabricación, va a Barcelona para perfeccionarse en el arte textil.
Sus oraciones, en cambio, no eran tantas ni tan fervorosas, aunque no deja la misa dominical ni el rezo del rosario. Poco a poco se le va olvidando el deseo infantil de ser sacerdote, pero Dios le iba dirigiendo según sus planes. Unos duros desengaños, y sobre todo la palabra del Evangelio ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo si al final pierde su vida?, sacuden su conciencia. A pesar de las ofertas para montar su propia fábrica, se niega a satisfacer el deseo de su padre y decide ser cartujo.
Vocación sacerdotal misionera
A los 22 años ingresa en el seminario de Vic, sin perder de vista su intención de ser monje cartujo. Cuando se dirige a la Cartuja de Montealegre, al año siguiente, una tormenta le obliga a retroceder y su sueño de vida retirada empieza a desvanecerse. Prosigue sus estudios seminarísticos en Vic. Sufre una fuerte tentación contra la castidad, en la que reconoce la intercesión maternal de la Virgen María en su favor y sobre todo la voluntad de Dios, que le quiere misionero, evangelizador.
Tras un viaje lleno de peligros, llegó a Roma. Aprovechó unos días que tenía libres para hacer ejercicios espirituales en la casa del Gesù de los Jesuitas. Su director le animó a solicitar el ingreso en la Compañía de Jesús. A principios de 1840, a los cuatro meses de haber comenzado el noviciado, se ve aquejado de un dolor intenso en la pierna derecha que le impide caminar. La mano de Dios se hace sentir. El P. General de los jesuitas le dijo con resolución: Es la voluntad de Dios que Usted vaya pronto a España; no tenga miedo; ánimo.
Misionero Apostólico en Catalunya y Canarias
De nuevo en Cataluña, se le confía la parroquia de Viladrau. Al estar ésta bien atendida, puede desplazarse para dar misiones y ejercicios en poblaciones cercanas. Su obispo, conocedor de la vocación claretiana y de los frutos de su predicación, le deja libre de toda atadura parroquial para poder evangelizar de pueblo en pueblo. Por el deseo de comunión con la Jerarquía y por las facultades pastorales que comportaba, solicitó a Propaganda Fide el título de "Misionero Apostólico", que él llenó de contenido espiritual y apostólico.
Pero San Antonio María Claret no iba a ser sólo predicador incansable de misiones al pueblo y de ejercicios a sacerdotes y religiosas. Pronto va descubriendo otros medios de apostolado más eficaces: publicó devocionarios, pequeños opúsculos dirigidos a sacerdotes, religiosas, niños, jóvenes, casadas, padres de familia...; fundó la Librería Religiosa en 1848, que en dos años lanzó 2.811.000 ejemplares de libros, 2.059.500 opúsculos y 4.249.200 hojas volantes.
Como medio eficaz de perseverancia y progreso en la vida cristiana funda o potencia Cofradías, entre ellas la Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, que fue el anticipo de las "religiosas en sus casas" o "hijas del Santísimo e Inmaculado Corazón de María", que con el tiempo llegará a ser el Instituto Secular "Filiación Cordimariana".
Al serle imposible predicar en Cataluña por la rebelión armada, su obispo lo envió a las Canarias. De febrero de 1848 a mayo de 1849 recorrió las islas. Pronto y familiarmente se le comenzó a llamar "el Padrito". Tan popular se hizo que es copatrono de la diócesis de las Palmas con la Virgen del Pino.
Fundador y Arzobispo de Cuba
La situación en la isla de Cuba es deplorable: explotación y esclavitud, inmoralidad pública, inseguridad familiar, desafecto a la Iglesia y sobre todo progresiva descristianización. Nada más llegar comprende que lo más necesario es emprender un trabajo de renovación en la vida cristiana y promueve una serie de campañas misioneras, en las que participa él mismo, para llevar la Palabra de Dios a todos los poblados. Dio a su ministerio episcopal una interpretación misionera. En seis años recorrió tres veces toda su diócesis. Se preocupó de la renovación espiritual y pastoral del clero y la fundación de comunidades religiosas. Para la educación de la juventud y el cuidado de las instituciones asistenciales logró que los
Confesor de la Reina Isabel II y apóstol en Madrid y en España
La Reina Isabel II lo elige personalmente como su Confesor en 1857 y se ve obligado a trasladarse a Madrid. Debe acudir semanalmente al menos a la Corte a ejercer su ministerio de confesor y a cuidarse de la educación cristiana del príncioe Alfonso y de las infantas. Debido a su influencia espiritual y a su firmeza, poco a poco va cambiando la situación religiosa y moral de la Corte. Vive austera y pobremente.
La Reina le nombra protector de la iglesia y del hospital de Montserrat de Madrid, y en 1859 Presidente de El Escorial. Su gestión no puede ser más eficaz y más amplia: restauración del edificio, equipamiento de la iglesia, establecimiento de una comunidad y un seminario.
Una de sus mayores preocupaciones será dotar a España de obispos celosos y proteger e impulsar la vida consagrada, especialmente la de los Institutos fundados por él, los Misioneros y las Religiosas de María Inmaculada, o por otros.
Exilio y Padre en el Concilio Vaticano I
A raíz de la revolución de septiembre de 1868 parte con la Reina hacia el exilio. En París mantiene su ministerio con la Reina y el Príncipe de Asturias, funda las Conferencias de la Sda. Familia y se prodiga en múltiples actividades apostólicas.
Muerte y glorificación
Hasta ahí llegan sus perseguidores, que pretenden apresarle y llevarlo a España para juzgarlo y condenarlo. Debe huir como un delincuente y refugiarse en el monasterio cisterciense de Fontfroide.
En este monasterio de Fontfroide, a los 63 años, rodeado del afecto de los monjes y de algunos de sus misioneros, fallece el 24 de octubre de 1870.
En Asturias los misioneros del Inmaculado Corazón de María (claretianos o cordimarianos) atienden una Parroquia en Oviedo , y otra en Gijón con un gran colegio , la residencia para frailes mayores así como diversas capellanías de la ciudad .
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