De manera creciente 
Halloween va incorporándose a la mentalidad común como un acontecimiento de 
jóvenes y niños. Es impulsado desde los medios de comunicación 
social, institutos de inglés, desde boliches bailables e incluso algunos 
colegios católicos permiten que sus alumnos festejen y celebren 
Halloween. 
¿Pero qué es 
realmente Halloween? ¿Es solamente una fiesta? ¿Es una ocasión para disfrazarse 
y divertirse? ¿Es una fiesta similar a la fiesta de todos los santos o de los 
difuntos que celebra la Iglesia? ¿Es otra manifestación de la cultura 
globalizada a la que nos tenemos que acostumbrar? ¿Qué significado encierra esta 
fiesta? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Cuáles son los valores que encierra en sí? 
¿Cómo influye en la mentalidad de nuestros hijos?
 En estas líneas se 
tratará de dar algunas pistas para responder a estos 
interrogantes.
2-  Origen del Halloween y su relación con la Fiesta 
de Todos los Santos
El origen 
celta 
El halloween tiene un 
origen ajeno a la fe cristiana. Esta celebración se atribuye a los celtas (que 
vivían en la actual zona de Irlanda) y se llamaba originalmente "Samhain", que 
entre otras cosas, tenía como objetivo dar culto a los muertos. La invasión de 
los romanos (46 a.C.) a las Islas Británicas dio como resultado la mezcla de la 
cultura Celta con los usos y costumbres de la Europa continental. El Druidismo, 
religión de los celtas, fue disminuyendo paulatinamente con la evangelización 
cristiana, y terminó por desaparecer en la mayoría de las comunidades celtas a 
finales del siglo II. 
Las festividades de 
Samhain se celebraban muy posiblemente entre el 5 y el 7 de noviembre con una 
serie de festividades que duraban una semana, finalizando con la fiesta de "los 
muertos" y con ello se iniciaba el año Celta.
Antecedentes de la 
festividad cristiana 
Siglo IV: la iglesia de Siria consagraba un día a festejar a "Todos los 
mártires". 
Año 615 d.c: el Papa Bonifacio IV (+615) transformó un templo romano dedicado a 
todos los dioses (pantheón) en un templo cristiano dedicándolo a "Todos los 
Santos". 
Año 741 d.C: el Papa Gregorio III cambió la fecha de la fiesta en honor de Todos 
los Santos que se celebraba inicialmente el 13 de mayo al 1° de noviembre, que 
era el día de la "Dedicación" de la Capilla de Todos los Santos en la Basílica 
de San Pedro en Roma. 
Año 840 d.C: el Papa Gregorio IV ordenó que la fiesta de "Todos los Santos" se 
celebrara universalmente. Como era una fiesta mayor, tuvo su celebración 
vespertina en la "vigilia" para preparar la fiesta (el día 31 de octubre). Esta 
celebración cristiana de la vigilia o tarde del día anterior a la fiesta de 
todos los Santos, dentro de la cultura inglesa se llamó "All Hallow's 
Even" (Vigilia de todos los Santos). Con el tiempo su pronunciación 
fue cambiando primero a "All-Hallowed Ev" y posteriormente a "All Hallow Een" 
para terminar con la palabra que hoy conocemos: "halloween". 
Año 998 d.C: San Odilón, abad del monasterio de Cluny (en el sur de Francia) 
había añadido la celebración del 2 de noviembre, como una fiesta para orar por 
las almas de los fieles que habían fallecido, por lo que fue llamada fiesta de 
los "Fieles Difuntos", la cual se difundió en Francia y, posteriormente al resto 
de la Iglesia. 
Halloween tiene de 
cristiano solamente un nombre deformado, pues la esencia de la fiesta 
de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos es totalmente distinta a la 
costumbre anglosajona de la cual nació la Fiesta de 
Halloween.
¿Somos concientes 
de todo lo que implica esta costumbre?
Muchos grupos 
satánicos y ocultistas han tomado el 31 de octubre como la fecha más importante 
de su calendario. Ese día es llamado el día del "Festival de la muerte" y 
constituye la víspera del año nuevo para la brujería. 
Anton LaVey, autor de 
"La Biblia Satánica" y sumo sacerdote de la iglesia de satanás, dice que el día 
más importante para los seguidores del maligno es el de Halloween. En esta noche 
los poderes satánicos ocultos y de brujería están a su nivel de potencia más 
alto. Satanás y sus poderes están en su punto más fuerte esta noche. 
El halloween está 
directamente ligado al ocultismo. Es un hecho 
registrado y documentado que en la noche del 31 de octubre en Irlanda, Estados 
Unidos y muchos países de Hispanoamérica se realizan misas negras, cultos 
espiritistas y otras reuniones relacionadas con el mal y el ocultismo. 
Haciendo un simple 
análisis, es evidente la connotación negativa de las imágenes con que se 
"adornan" tarjetas, afiches, pegatinas y disfraces relacionados al Halloween. 
Salta a simple vista que el mensaje de amor, caridad, paz y esperanza que nos 
trajo Nuestro Señor Jesucristo se haya totalmente divorciado de estas imágenes 
sangrientas, que retratan a brujas, hechiceras, muertos andantes, vampiros y 
demás engendros que nada tienen de constructivo. Halloween, es, por 
sí misma, una "celebración" de la maldad. 
Una propuesta de 
temas para considerar detenidamente nuestra fe católica y la actitud que debemos 
tomar ante el halloween.
Ante todos estos 
elementos que componen hoy el Halloween, vale la pena reflexionar y hacerse las 
siguientes preguntas: 
¿Es que, con tal que 
se diviertan, podemos aceptar que los niños al visitar las casas de los vecinos, 
exijan dulces a cambio de no hacerles un daño (estropear muros, romper huevos en 
las puertas, etc.)? Respecto de la conducta de los demás se puede 
leer el criterio de Nuestro Señor Jesucristo en Lc 
6,31.
¿Qué experiencia 
(moral o religiosa) queda en el niño que para "divertirse" ha usado disfraces de 
diablos, brujas, muertos, monstruos, vampiros y demás personajes relacionados 
principalmente con el mal y el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el 
cine identifican estos disfraces con personajes contrarios a la sana moral, a la 
fe y a los valores del Evangelio.? Veamos qué dice Nuestro Señor 
Jesucristo del mal y lo malo en Mt. 7,17   Mt. 6,13. La Palabra de Dios nos 
habla de esto también en 1ª Pe. 3, 8-12.
¿Cómo podemos 
justificar como padres de una familia cristiana que nuestros hijos, el día de 
Halloween hagan daño a las propiedades ajenas? ¿No seríamos totalmente 
incongruentes con la educación que hemos venido proponiendo en la cual se debe 
respetar a los demás y que las travesuras o maldades no son buenas? ¿No sería 
esto aceptar que, por lo menos, una vez al año se puede hacer el mal al prójimo? 
¡Qué nos enseña Nuestro Señor Jesucristo sobre el prójimo? Leamos Mt. 
22, 37-40
Sugerencias para los padres de familia
¿Cómo darle a los 
hijos una enseñanza auténtica de la fe católica en estas fechas? ¿Cómo hacer que 
se diviertan con un propósito verdaderamente católico y cristiano? ¿Qué podemos 
enseñarles a los niños sobre esta fiesta?
Ante la realidad que 
inunda nuestro medio y que es promovida sin medida por el consumismo nos 
preguntamos ¿qué hacer? ¿Taparnos los ojos para no ver la realidad? ¿Buscar 
buenas excusas para justificar su presencia y no darle mayor importancia a este 
"juego"? ¿Debemos prohibirles a nuestros hijos participar en el halloween 
mientras que sus vecinos y amigos se "divierten"? ¿Serían capaces los niños de 
entender todos los peligros que corren y por qué de nuestra negativa a 
participar en esto? 
La respuesta no es 
sencilla, sin embargo creemos que sí hay algunas cosas que podemos hacer: 
Lo primero es 
organizar una catequesis con los niños en los días anteriores al halloween, con 
el objeto de enseñarles el por qué de la festividad católica de Todos los Santos 
y los Fieles Difuntos, haciéndoles ver la importancia de celebrar nuestros 
Santos, como modelos de la fe, como verdaderos seguidores de 
Cristo.
En las catequesis y 
actividades previas a estas fechas, es buena idea que nuestros hijos inviten a 
sus amigos, para que se atenúe el impacto de rechazo social y sus compañeros 
entiendan por qué no participan de la misma forma que todo el 
mundo.
Debemos explicarles 
de manera sencilla y clara, pero firme, lo negativo que hay en el Halloween y la 
manera en que se festeja. Es necesario explicarles que Dios quiere que seamos 
buenos y que no nos identifiquemos ni con las brujas ni con los monstruos, pues 
nosotros somos hijos de Dios.
 


 

 La oración, además de perseverante, ha de ser humilde. Por eso comienza con el reconocimiento de los propios pecados: “los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan”, dice el libro del Eclesiástico. La humilde toma de conciencia de lo que somos debe empujarnos a ofrecernos al Señor para ser purificados: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”, rezaba el publicano.
La oración, además de perseverante, ha de ser humilde. Por eso comienza con el reconocimiento de los propios pecados: “los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan”, dice el libro del Eclesiástico. La humilde toma de conciencia de lo que somos debe empujarnos a ofrecernos al Señor para ser purificados: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”, rezaba el publicano.

