martes, 4 de febrero de 2025

Czestochowa, santuario de la Virgen, tan cerca y tan lejos de los horrores de Auschwitz. Por Ángel García Prieto

Después de haber visto estos días en los medios de comunicación los actos conmemorativos de los horrores del nazismo en aquel infernal campo de Auschwitz, se puede añadir que a menos de una hora de allí en automóvil, hacia el norte, está el monasterio de Jasna Góra, en Czestochowa.

Situado en la región de Malopolska (Pequeña Polonia), a unos doscientos cincuenta kilómetros al suroeste de Varsovia, o a ciento cincuenta al noroeste de Cracovia, dicho santuario es el lugar más visitado del país, con millones de peregrinos que anualmente llegan de todos los lugares de Polonia y de fuera de sus fronteras. Fue fundado en 1382 por varios monjes paulinos traídos de Hungría por el duque Wladislaw de Opole –ciudad cercana, en la vecina región de Silesia– y venera la milagrosa imagen de la Virgen Negra, representada en un icono de estilo bizantino repujado con láminas de oro y plata que cubren parcialmente la pintura, que es de 1434.

Jasna Góra o Czestochowa, pues se le denomina también con este nombre de la ciudad que se ha creado en torno al monasterio, es la capital espiritual para muchos polacos, ya que a lo largo de estos siete siglos, además de haber resistidos varios asedios, como el de los suecos en 1655, ha sido y sigue siendo lugar de visitas y encuentros históricos, celebraciones nacionales y centro deseado y cantado tanto por los hijos más sencillos como por los personajes más encumbrados de Polonia.

Es un recinto amurallado con grandes bastiones y una barbacana en torno al complejo de edificios constituido por el monasterio, la basílica principal con otro templo anexo en el que está la Virgen, algunas capillas, entre las que tiene especial gracia la de la Última Cena, del siglo XX, varios patios, paseos y otras dependencias, así como una amplia explanada con altar al aire libre para las grandes peregrinaciones.

Además de casas de acogida y de retiros espirituales para los visitantes, tiene un museo de objetos litúrgicos y religiosos, otro, el del Sexto Centenario, que recoge otras cosas hechas manualmente por prisioneros de campos de concentración; un magnífico refectorio con frescos del siglo XVII, que fue escenario de los festejos de la boda del rey Michat Wisniowiecki con su esposa Leonor, y una sala impresionante, la de los Caballeros, con cuadros que rememoran hitos especiales en la historia del santuario, que es la historia de Polonia.

En fin, como las monedas, una cara y una cruz…

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