martes, 17 de junio de 2025

Mons. Argüello pide adelanto de las elecciones en España

(InfoCatólica) El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, enfrenta su mayor crisis política tras confirmarse, según un informe de la Guardia Civil, que su mano derecha en el partido, Santos Cerdán, participó activamente en una trama de corrupción ligada a adjudicaciones públicas fraudulentas. La Unidad Central Operativa (UCO) ha documentado el cobro de comisiones ilegales en contratos impulsados durante la etapa de José Luis Ábalos en el Ministerio de Transportes, en coordinación con su entonces asesor Koldo García.

El informe, ya en manos del Tribunal Supremo, no deja lugar a dudas: Cerdán utilizó su posición dentro del PSOE para beneficiar a empresas afines a cambio de dinero.

Pedro Sánchez compareció el pasado miércoles ante los medios. Pidió perdón de forma reiterada, reconoció haber confiado en quien no debía y prometió una auditoría externa de las cuentas del partido, pero evitó asumir responsabilidades políticas mayores y se negó a plantear un adelanto electoral o someterse a una moción de confianza.

La oposición, con el PP y Vox al frente, exige elecciones inmediatas y denuncia un “estado de corrupción sistémica” en el partido que gobierna. Los socios parlamentarios —ERC, BNG, PNV, entre otros— reclaman explicaciones urgentes y algunos plantean una sesión monográfica en el Congreso.

La crisis también ha abierto una grieta interna en el PSOE. Dirigentes del partido reconocen en privado que la situación es insostenible y que la reacción de Sánchez ha sido insuficiente.

Ante esta situación, Mons. Luis Argüello reflexiona en su entrevista al diario Abc sobre la democracia y los límites del poder:


«La situación que vivimos en España muestra hasta qué punto es un timbre de alarma fuerte el respetar las reglas del juego. Digamos que el punto de referencia inexcusable pasa por el respeto a la división de poderes y a la independencia de los jueces, a las investigaciones que las policías judiciales, se llamen UCO o de cualquier otra forma, a la Policía y la Guardia Civil que colabora en los procesos de instrucción con los jueces y los tribunales de justicia.

También se pone de manifiesto la importancia que tiene la legalidad y el preguntarnos el para qué de las cosas. Porque un Gobierno, un parlamento, ¿para qué? Si hay dificultades enormes para poder sacar adelante medidas, porque mientras estamos en este debate, el problema de los inmigrantes que no tienen papeles y no pueden trabajar y no pueden trabajar porque no tienen papeles, sigue estando ahí.

Y el momento dramático de las guerras. Mientras estamos en estas discusiones hay que seguir diciendo con fuerza y alto a la guerra, no al terrorismo y no a la fuerza bruta en forma de invasión militar para resolver un conflicto.

Es muy importante que eso que pomposamente llamamos sociedad civil, que cada vez hay menos, siga insistiendo en los asuntos nucleares de la vida social española, aunque todo parezca que hay que ponerlo entre paréntesis hasta que se resuelva la cuestión de una situación política que, en parte, también es judicial, y que considero intolerable».

Consultado la petición de perdón por parte del presidente Sánchez, comenta:


«Veíamos al presidente del Gobierno pidiendo perdón, que es un gesto humanamente reconocible, pero políticamente es irrelevante en el sentido de cómo el perdón debe traducirse en otro tipo de medidas.

Lo más sorprendente de la situación que estamos viviendo en estos días es que han sido los dos últimos secretarios de organización de un partido político, con lo cual la significación institucional va más allá de lo personal.

Por eso, aunque la petición de perdón siempre es un hecho valioso, hay una dimensión institucional que precisa ser abordada y que debe ser coherente con la misma petición de perdón. Y, sobre todo, hay que buscar salidas a lo que parece claro que es una situación de bloqueo institucional, parlamentario y en el propio poder ejecutivo. Yo creo que esto pide una salida y en democracia pareciera que la salida más evidente es dar voz a los propios ciudadanos»

Al preguntársele si se refiere a elecciones, responde:


«Sí»

Rica, de éxito y caprichosa: así era la asturiana que lo dejó todo para evangelizar en los cortijos de Málaga

(El Debate) Era agraciada y, sobre todo, muy expresiva. Siempre llamó la atención, de los que la veían por primera vez, la viveza de su mirada y su conversación… La inteligencia era muy poderosa… Generalmente era cabeza de pandilla por ‘aclamación tácita’ y a todos arrastraba. Caprichosa era mucho, más que veleidosa… Fue siempre cariñosa y estaba pendiente de lo que agradaba a los demás… La cualidad más saliente en ella fue la grandeza de alma… La humildad la tenía ‘in radice’, como demostró en los arranques en que tuvo que vencerse heroicamente… De orgullo no había nada…». Así definía su hermano mayor a María Isabel González del Valle Sarandeses, la decimosegunda de los quince hijos del matrimonio formado por Don Anselmo y Doña María Dolores.

El pasado viernes se presentó en Málaga el primer libro que recoge su biografía, después de que su proceso de beatificación fuera incoado en noviembre de 2023. La obra, publicada por la editorial Homo Legens, lleva por título Estoy enamorada del Señor, y su autor es el sacerdote Alberto González Chaves, doctor en Teología Espiritual. El prólogo de la misma está redactado por el arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz Montes, OFM.

Había nacido, precisamente, en Oviedo, el 2 de julio de 1889, de familia acaudalada, y su educación fue esmerada y profundamente cristiana. Sorprende ver la cantidad de fotos que se conservan de ella y de toda su familia, algo poco frecuente y carísimo para la época. La casa de la Quinta de Roel, donde vivió parte de su infancia, era un magnífico palacete de estilo ecléctico.
Con 25 años tenemos a María Isabel en Madrid. Sus amigos la llamaban «la reina», por la influencia y «el amable dominio que ejercía sobre todos», recordaron varios de ellos tiempo después. El P. Pedro Castro S.J. que la conoció bien, comentó sobre este periodo: «En el mundo era alegre, de mucho corazón, muy querida de sus amistades y apasionada de sus amigos, limpia en sus costumbres, aunque muy animada y amiga de viajar y salir y entrar...». «Su vida de piedad, entre tantos éxitos y vanidades, se fue enfriando –refieren sus biógrafos–, aunque por la nobleza de su carácter nunca dejó de cumplir los deberes de cristiana y otros ejercicios piadosos que entonces se acostumbraban».

Comenzar cuanto antes

Todo esto cambió en abril de 1920, cuando acudió a una tanda de ejercicios espirituales «sin gana ninguna y simplemente por cumplir». Ahí fue cuando conoció al P. Castro, quien escribió en su diario: 
«El día tercero o cuarto, después de la meditación de la Magdalena, se me presentó derramando lágrimas… Su alma se había rendido a Cristo, y no de una manera ordinaria. A partir de aquel día pude observar en ella alientos singulares y deseos extraordinarios para desprenderse de todo, morir a todo por seguir a Cristo pobre. Limpia su alma, con una detenida confesión general, su preocupación era comenzar cuanto antes, dejarlo todo y ver cómo y dónde se consagraría al servicio de Dios».

No se trató de un fervor pasajero. Al cabo de tres meses, después de varias consultas y tentativas de ingresar en algún instituto religioso, a los 31 años de edad, «dejó definitivamente el mundo que tanto la aplaudía y halagaba, y se 'escondió', como el grano de trigo, en Bélmez, un pueblo de Córdoba, con dos dirigidas del P. Castro que vivían entregadas a una vida de intensa piedad y apostolado», refieren los biógrafos.

El encuentro con el beato Arnaiz

De allí fue enviada a Málaga, donde conoció a un santo misionero jesuita que pasaría a ser fundamental en su vida: el P. Tiburcio Arnaiz S.J. (beatificado el 20 de octubre de 2018). El P. Arnaiz contaba con un grupo de seglares que le preparaban algunas de sus misiones y llevaban a cabo una gran labor en barrios marginales de la ciudad, «pero su corazón de apóstol sufría lo indecible viendo abandonados tantos pueblos y cortijadas de los campos».

Ya hacía tiempo, después de los trabajos realizados en uno de los «corralones» malagueños, y mientras buscaban una maestra para que se pudiese seguir ocupando de aquello, había dicho muy pensativo a Emilia Werner, una de sus catequistas: «Esto no es mi idea; lo que pienso es que sean señoritas las que vayan por el amor de Dios a poner escuelas en los pueblos y lagares» . A Emilia aquello le pareció imposible, pero él replicó: «Cuando Dios quiere una cosa, todo se hace posible; manda las personas y los medios; si Él lo quiere, esto se hará cuando Él lo tenga dispuesto».

«Enseñe a esas almas»
Y estaba dispuesto: poco tiempo después, apareció María Isabel en el locutorio de las religiosas Reparadoras de Málaga, preguntando por el sacerdote. Tras hablar con ella, el jesuita le dijo: «A dos pasos de Málaga, vengo yo de un pueblo donde ofrecí un rosario de cristal a quien supiera hacer la señal de la cruz, y ni uno solo supo hacerla… Si de verdad usted quiere trabajar por Cristo, yo arreglaré que pueda usted ir a enseñar a esas almas».

Se refería el santo sacerdote a la Sierra de Gibralgalia, adonde se dirigió la asturiana con un par de mujeres más. Allí tuvo lugar la primera «Doctrina», como denominaban a sus comunidades: apenas una choza, para convivir entre aquellos serranos que andaban descalzos y darles lo que a ellas también les había sido dado: la más elemental formación religiosa y humana. Comenzaron a visitarlos y, tal como les indicó el P. Arnaiz, establecieron clases de cultura general, labores y otras actividades, totalmente gratuitas; juntamente les iban explicando el Credo, la vida de Cristo, sus sacramentos, los mandamientos… «En poco tiempo aquellas gentes viéndose dignificadas por su condición de hijos de Dios, se volcaban correspondiendo a su Amor», relatan los biógrafos.

«El obispo del sagrario abandonado»

San Manuel González –entonces obispo de la diócesis y conocido como el obispo del sagrario abandonado–, apoyó desde el primer momento aquella labor misionera tan singular y necesaria, y acudió a la inauguración de una pequeña iglesia construida en Gibralgalia gracias a la generosidad de María Isabel. «Ese día se confirmaron trescientos treinta y tres vecinos, que ya habían recibido su Primera Comunión dos años antes, cuando el P. Arnaiz subió por primera vez», reflejan las crónicas de la época.

Llegaron tiempos difíciles con la II República y su profundo anticlericalismo, que empapó especialmente las clases más bajas de la sociedad. Pese a ello, María Isabel siguió adelante con un puñado de compañeras, que fueron dando forma a una nueva obra: Las Misioneras de las Doctrinas Rurales. Su salud comenzó a resentirse y apareció la enfermedad: un cáncer muy doloroso que la acompañó en los últimos años de su vida. «Estoy hecha una piltrafa de cuerpo, de alma, en lo material, en lo espiritual. Es como una ola negra, fría que lo invade todo con una fuerza increíble. Dios quiera que en todo esto no haya nada de ofensa suya. Todo lo que pidan por mí me parece poco», escribió en esa época.

Falleció el 6 de junio de 1937 en Jerez de la Frontera (Cádiz). El sepulcro fue prestado, y con una limosna que les llegó providencialmente, pudieron costear los gastos del funeral. «Había dado, a su Señor y a sus pobres, todo cuanto era y tenía», concluyen sus biógrafos.

lunes, 16 de junio de 2025

Este Sábado

Presentación del libro de Pablo Cervera y Javier Pueyo sobre la espiritualidad del Corazón de Cristo

(Rel.) Este miércoles 18 de junio, a las 19.30 horas, se presenta una de las principales novedades bibliográficas del año -si no la principal- sobre el Sagrado Corazón de Jesús. Se trata de ''Mirarán al que traspasaron''. Historia de la espiritualidad del Corazón de Cristo (Monte Carmelo - Fonte), libro del que son autores Pablo Cervera Barranco y Javier Pueyo Velasco.

El acto de presentación tendrá lugar en el salón parroquial de la iglesia del Buen Suceso de Madrid, con entrada por la calle Tutor, 32. Participarán, además de los autores:

Manuel Vargas Cano de Santayana, vicario episcopal de la diócesis de Getafe para el Cerro de los Ángeles;
Miguel Ángel Velasco, periodista y ex director de Alfa y Omega;
Francisco José Serrano Oceja, catedrático de Periodismo.

 ''Mirarán al que traspasaron''. Historia de la espiritualidad del Corazón de Cristo parte del hecho de que en la historia de la espiritualidad del Corazón de Cristo hay un desarrollo continuo, aunque no necesariamente lineal, que parte del Evangelio de San Juan y, pasando por los Padres de la Iglesia y la espiritualidad medieval, llega al florecimiento de esta devoción a partir del siglo XVII.

Los autores analizan esa trayectoria histórica, pero no con una pretensión puramente erudita, sino para servir además de aproximación espiritual a la realidad del amor de Dios tal como se ha expresado en la vida de la Iglesia a través de sus santos.

Se trata de "dejar hablar a los textos de cada época", señalan los autores, para atraer sobre ellos la "lectura pausada" del lector y una "atención meditativa" que sirva también para orar.

Pablo Cervera Barranco, sacerdote de la archidiócesis de Madrid, doctor en Teología por la Universidad Gregoriana y licenciado en Filosofía por el Angelicum de Roma, además de colaborador habitual de ReL, es director de la revista Magnificat. 

Javier Pueyo Velasco, sacerdote de la archidiócesis de Toledo, doctor en Teología por la Universidad de Navarra, premio de las Academias Pontificias en 2018, es profesor en el Instituto Teológico San Ildefonso y vicario parroquial del Sagrado Corazón en Talavera de la Reina.

Ambos suman un amplio currículum de publicaciones en torno al Sagrado Corazón, a cuya devoción consagró el Papa Francisco su última encíclica, Dilexit Nos. 

Esa "espiritualidad del Corazón de Cristo" será pues la protagonista del acto del miércoles 18 de junio a las 19.30 horas en la iglesia del Buen Suceso de Madrid.

domingo, 15 de junio de 2025

Dios Trinidad, comunidad de amor. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Aunque ya estamos en el Tiempo Ordinario desde el lunes de Pentecostés en que hemos celebrado a María Madre de la Iglesia, este domingo celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, misterio principal y central de nuestra vida como creyentes. Evidentemente, es una verdad de fe que nos supera, todo un océano infinito ante nuestros ojos, pero que hemos de tener presente en nuestro día a día de bautizados. Detenernos a pensar que nuestro Dios son tres personas de una misma naturaleza ya nos dice mucho; podemos traducirlo en que Dios no es egoísta, indiferente ni ajeno. Tenemos la experiencia que  cuando alguien ama a los demás suele dedicar poco tiempo para sí, pues siempre está con más personas, mientras que la persona egoísta sólo tiene tiempo para sí misma y pocas veces se le ve con nadie. Por tanto, si reconocemos que nuestro Dios es uno y trino, es lo mismo que decir que nuestro Dios es amor porque se da y reparte a los demás en sus Tres Personas. Nos vendrá muy bien meditar esto en este mes de junio, dedicado a su sacratísimo corazón. 

La primera lectura del libro de los Proverbios nos habla de ese interés del Señor por estar siempre cerca de todos, por eso en esas palabras de sabiduría y creación el relato se desarrolla con el matiz de cómo se hacía presente en cada momento: ''Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo''... Y terminaba el texto de forma aún más explícita: ''mis delicias están con los hijos de los hombres''. Este texto es en sí un canto que refleja el amor de Dios hacia lo humano. Quizá un problema que tenemos nosotros es que no hemos entendido aún quién es Dios, unos por presentarlo como un controlador que no pasa una como permanente ojo vigilante, y otros por pasarse al extremo contrario de que Dios ya te conoce y que hagas lo que hagas todo vale y no va a pasar nada y, a la hora de la verdad, cada cual se ha hecho una idea de Dios por su cuenta. Dios nos ama, nos perdona siempre, pero no a la ligera, sino cuando acudimos a Él, cuando vamos al confesionario donde nos espera como el Padre del hijo pródigo con los brazos abiertos. El confesionario es el exámen más fácil de todos: nadie se entera de lo que pasa, sabes que vas a aprobar y cada vez que lo haces te alejas un poquito del mal y te acercas más a Dios. Celebrar la Trinidad nos lleva también a preguntarnos cada uno no sólo cómo estamos en nuestra relación personal con el Altísimo, sino también con los demás. El Padre, el Hijo y el Espíritu conforman una comunidad de amor, por eso para los católicos es tan importante la unidad y la fraternidad entre nosotros. 

El evangelio de este domingo tomado del capítulo 16 de San Juan nos regala ese fragmento de "anuncio del Paráclito" que es muy importante para comprender la celebración de este día, pues dice Jesús: ''Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena''. ¿Qué nos quiere decir el Señor? Pues que no perdamos el tiempo en tratar de entender lo que nos sobrepasa por nuestra cuenta y riesgo; sólo llegaremos a comprender algo aunque sea ínfimo, si partimos desde la oración, si buscamos la ayuda del Espíritu Santo, pues sin que Él nos ilumine poco podremos hacer. Cuando se pretende estudiar, reflexionar, escribir o buscar a Dios desde la pura la razón, desde las capacidades puramente humanas dejando a un lado la plegaria y el auxilio del Paráclito, daremos muchas vueltas y dibujaremos muchas hipótesis originales, pero no encontraremos ahí al Dios de Jesucristo, sino uno hecho por cuenta propia y a medida. No busquemos a Dios sólo con la cabeza, sino desde el corazón, pues como nos ha dicho San Pablo en su carta a los romanos: ''el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado''.

Dios es comunidad de amor. Por esto también se celebra este domingo en la Iglesia la Jornada ''por orantibus'', que es el día para recordar a los que oran, especialísimamente a los religiosos, monjas y monjes de vida contemplativa que dedican todos los días del año y toda su vida a la oración, a la búsqueda de las personas de este Dios Trinitario y a vivir esa común unión por medio de la vida de comunidad. En estos meses pasados hemos tenido oraciones con motivo del Jubileo en los nueve monasterios de clausura de nuestra Diócesis; no olvidemos nunca este tesoro que tiene la Iglesia: parece que no están, que no se ven, que no hacen nada... Pero son como los contrafuertes silenciosos de nuestras catedrales que sostienen el esqueleto del cuerpo de la Iglesia. 

Evangelio Domingo de la Santísima Trinidad

 Lectura del santo Evangelio según San Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.

Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».

Palabra del Señor

sábado, 14 de junio de 2025

Diez nuevos ministros. Por Monseñor Fray Jesús Sanz Montes O.F.M.

Fue una tarde pletórica. Se notaba la alegría de una contenida euforia que acertaba a dar humildemente las gracias. No es cualquier cosa que se ordenen diez jóvenes en estos tiempos que corren, como fueron ordenados en nuestra Catedral el domingo pasado por la tarde. Durante años estuvieron viendo el horizonte desde atrás, como quien se asoma a algo que queda todavía muy lejano: cuando se ponían detrás de la fila de compañeros que iban delante en su andadura como seminaristas. Esa tarde de Órdenes, la pregunta para los que ya estamos hace años ordenados era en qué fila nos encontramos: la de la disponibilidad a lo que Dios nos sigue pidiendo o el enrocamiento en nuestros cálculos, la de dejarnos sorprender por un Dios que nunca aburre, o la de atrincherarnos escépticos en nuestras sopesadas seguridades.

En esos diez jóvenes, como en todos los demás, queda detrás una historia con todos los registros de la vida y sus diversos escenarios: el lugar de nacimiento con sus características lingüísticas y culturales, la familia que aceptó nuestra llegada con el sí de nuestros padres, las preguntas tímidas que incipientes nos interrogaban, la infancia cumplida, la mocedad estrenada, la adultez joven en la que aparecieron en contraste los primeros sudores, los primeros amores, las dudas, los sueños y las respuestas. Y todo esto, con una fe que ha surcado los mares de la personal historia con datos inolvidables: nombres escritos a fuego en el corazón, sufrimientos purificadores que nos han puesto a prueba, alegrías por las que hemos podido brindar, alguna pesadilla pesarosa que nunca falta y los sueños cumplidos por los que damos gracias. En un momento así, se nos agolpa todo un carrusel que con la ayuda de Dios y de los hermanos, nos permitió crecer en humanidad creyente, en pertenencia a la Iglesia de Cristo desde la certeza de estar llamados a seguirle como sus discípulos en el sacerdocio.

Esta es siempre la aventura divina y humana: ser de Dios para darnos a las personas de carne y hueso a las que en nombre de la Iglesia somos enviados como ministros de la gracia y la reconciliación. De esta forma yo miraba a estos diez jóvenes casi adivinando tantas cosas que luego les van a acontecer. Por propia experiencia sé que deberán aprender tantas cosas no estudiadas en los libros ni escuchadas en las aulas, ni previstas en el rodaje pastoral de los primeros escarceos en las parroquias, porque encontrarán personas que en tantas situaciones y circunstancias nos obligan a no ir con un manual sabihondo de primeros auxilios, sino a mirar con respeto y ternura a quien tenemos delante sabiéndonos instrumentos de Otro más grande.

Por eso deberán aprender de las lágrimas de tantos hombres y mujeres, niños y ancianos, ricos y pobres. Y asomarse con extrema delicadeza al dolor de sus heridas por las que la vida sangra de tantas maneras, abrazando los gozos de sus alegrías y el ensueño de sus esperanzas, desde nuestra propia humanidad puesta al servicio de los hermanos: porque nuestros labios deben ser cantores de palabras de vida, nuestras manos han de repartir la gracia que salva y libera, nuestros ojos tienen que reflejar la misericordia en la mirada y el amor palpitar siempre en nuestras entrañas. Sólo así seremos ministros de Dios y servidores de los hermanos, como peregrinos de la voluntad del Señor que en cada instante nos envía y jamás como turistas de nuestros caprichos que se atrincheran en la comodidad calculada. Esto significa que vamos con la ilusión intacta de un misacantano sin la doblez escéptica de quien, desfondado, no ha nutrido ni cuidado su vocación primera. Esta es la fila adecuada en la que un cura recién ordenado hace un camino lleno de entusiasmo y confianza, dando gloria a Dios y bendiciendo a los hermanos.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo