miércoles, 22 de enero de 2025

La cuestión de fondo. Por Francisco Torres Ruiz

(In Virga Virtutis) Torrecaballeros, pueblo segoviano de antigua fundación, se ha hecho famoso en estos días por la pataleta de su alcalde. El gran Guareschi nos dejó una simpática radiografía de un pueblo de la ribera del Po donde un sacerdote malhumorado, llamado don Camilo, y un alcalde tosco y con malas formas, llamado Peppone, se pasan los capítulos de las novelas como el perro y el gato. Los conflictos entre párroco y alcalde siempre han estado a la orden del día en la literatura, pero ¡claro! Eran personajes de categoría. Peleaban por cosas serias y ambos – a su modo- pretendían una moralidad seria.

Pues bien, ahora resulta que, en el pueblo segoviano, otrora Oter de cavalleros, ya no hace gala su alcalde al nombre de ese pueblo. Pongamos las cosas en su justo orden: el alcalde, un hombre joven (39 años), de cara simpática, se declara homosexual y, además, convive con otro señor que dice ser su pareja. En el mundo creado por la manufacturera ZP son cosas muy normales, pero dentro del orden natural de la Creación, ya no lo son tanto. El señor García de Andrés, alcalde por el PSOE, se declara, además, “católico comprometido”. Durante algún tiempo, al parecer, actuó en la diócesis como “celebrador de la Palabra” (estos inventos de la modernidad sinodal) pero le fue retirado el permiso – según dice él y recoge el sórdido panfleto VN –: ““por motivos políticos”, expone este cristiano sobre “la explicación oficial” que le dieron entonces, si bien sostiene que luego le reconocieron que “otros motivos, los mismos que ahora”. “Entonces no lo hice público. Grave error por mi parte. Ahora he decidido no callar”, subraya justo después”.

En sus embestidas contra el párroco y contra la Iglesia dice: “a la Iglesia de Segovia no ha llegado la primavera de Francisco, lástima” repitiendo, así, otro de los mantras que los pseudo-defensores del actual pontificado no dejan de repetir. Sin embargo, en esta supuesta primavera, el Papa ha recordado lo siguiente: “Desgraciadamente, los intentos que se han producido en las últimas décadas de introducir nuevos derechos, no del todo compatibles respecto a los definidos originalmente y no siempre aceptables, han dado lugar a colonizaciones ideológicas, entre las que ocupa un lugar central la teoría de género, que es extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos” (DI 56) y más adelante “Con respecto a la teoría de género, sobre cuya consistencia científica se debate mucho en la comunidad de expertos, la Iglesia recuerda que la vida humana, en todos sus componentes, físicos y espirituales, es un don de Dios, que debe ser acogido con gratitud y puesto al servicio del bien. Querer disponer de sí mismo, como prescribe la teoría de género, sin tener en cuenta esta verdad fundamental de la vida humana como don, no significa otra cosa que ceder a la vieja tentación de que el ser humano se convierta en Dios y entre en competencia con el verdadero Dios del amor que nos revela el Evangelio” (DI 57).

En esta situación de pecado mortal que es la sodomía, el alcalde, católico ¿comprometido? Quiso acercarse a comulgar; y el párroco, con recto criterio le negó la comunión. Ya tenía nuestro ex-celebrador de la Palabra la excusa perfecta para montar el pollo mediático, dando un suculento titular a la prensa progre, cipaya del gobierno socialista de la nación. Lo País: “Un cura niega la comunión a vecinos de dos pueblos de Segovia por ser homosexuales”; La sinRazón – tan conservador y de derechas él -: “El alcalde de Torrecaballeros, «castigado» sin comulgar por ser gay y tener pareja”; el diario sinPúblico: “Denuncian que un párroco en Segovia se niega a dar la comunión a feligreses homosexuales”.

Y ya teníamos el lío montado. La jauría progre y liberal uniendo sus ladridos; y el alcalde frotándose sus celebradoras manitas esperando la humillación de la Iglesia y el sometimiento de la diócesis segoviana ante él, según se desprende de sus mismas declaraciones: “ahora vendrán, si es que tienen valor para ello, las excusas, los lamentos e incluso los desmentidos”. “Pero la situación es la que es: no puedo comulgar por ser homosexual y vivir en pareja”. Además, el PSOE de Segovia – que no se comen un rosco en CyL desde Demetrio Madrid- entró en el juego para decirnos lo siguiente: “Desde el PSOE exigimos al nuevo obispo de Segovia que ponga fin a la discriminación por orientación sexual en la iglesia. Mandamos un mensaje de apoyo a las personas afectadas en Basardilla y a nuestro alcalde de Torrecaballeros, Rubén García. No vamos a permitir que se extienda el odio en nuestra provincia” (nota de Facebook donde se muestra la imagen del comunicado íntegro). Estos socialistas tan entrañables siempre dándonos lecciones de moralidad.

Todo preparado para la humillación esperada; la sumisión de la Iglesia estaba al caer y la normativa canónica a punto de desaparecer. Pero… entonces, ¡oh milagro! La diócesis respondió con contundencia y valentía, emitiendo un comunicado donde recriminaba al PSOE su posición y apoyaba al sacerdote difamado. Estas son sus palabras: “La petición del Partido Socialista de Segovia en su comunicado, dirigida al nuevo obispo de Segovia para que termine con la discriminación por orientación sexual en la Iglesia diocesana supone un juicio difamatorio de la comunidad católica de esta Diócesis, basado en noticias poco contrastadas sobre la actuación del sacerdote. El cual, en el cumplimiento de su ministerio y siguiendo la normativa de la Iglesia universal sobre la recepción de la Sagrada Comunión, se ha visto obligado a negar la comunión a personas del mismo sexo que viven según el modo matrimonial, lo cual puede ocurrir también entre personas heterosexuales sin vínculo matrimonial. Esto no es homofobia ni discriminación, dado que no se niega la comunión por la condición homosexual, sino por defender el carácter sagrado de la Eucaristía. Esta declaración supone una inadmisible injerencia en asuntos propios de la Iglesia y un atentado contra la libertad religiosa garantizada en la Constitución”.

Aun así, faltaba el salto nacional. Todo había sido programado para que el gobierno de la gente hiciera causa belli de este asunto y distraer así a la masa cretinizada de los verdaderos problemas del país. Y entró en escena la ministra de igualdad, una tal Ana Redondo, pontificando – nunca mejor dicho- sobre su opinión del tema. La ministra exégeta le dijo al párroco de Torrecaballeros en X: “Este sacerdote desconoce el Nuevo Testamento. Galatas 3:28: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo». La buena noticia del Evangelio es la fraternidad y el amor frente a toda forma de discriminación”. Pero claro, a la ministra “teóloga” se le olvidan estas citas de san Pablo: “Por esto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por otras contrarias a la naturaleza; de igual modo los hombres, abandonando las relaciones naturales con la mujer, se abrasaron en sus deseos, unos de otros, cometiendo la infamia de las relaciones de hombres con hombres y recibiendo en sí mismos el pago merecido por su extravío. Y, como no juzgaron conveniente prestar reconocimiento a Dios, los entregó Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene: […]los cuales, aunque conocían el veredicto de Dios según el cual los que hacen estas cosas son dignos de muerte, no solo las practican sino que incluso aprueban a los que las hacen” (Rom 1, 26-32) y “No os hagáis ilusiones: los inmorales, idólatras, adúlteros, lujuriosos, invertidos, 10ladrones, codiciosos, borrachos, difamadores o estafadores no heredarán el reino de Dios. Así erais algunos antes. Pero fuisteis lavados, santificados, justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1Cor 6, 9b-11). Y tampoco sabía ella estas citas del Magisterio: “Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que ‘los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados’ (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso” (CEC 2357).

Así es que, airada y enfadada porque la Biblia y el Magisterio no le daban la razón y para imponer su opinión sobre la doctrina de la Iglesia, doña Ana Redondo, haciendo alarde de esa desmedida pulsión totalitaria, que ya no pueden disimular, dijo en un programa de televisión que negar la comunión a un pecador público “Es claramente y abiertamente inconstitucional. Ningún sector, ninguna administración y yo creo que tampoco la Iglesia, aunque no haya una ley específica, puede sustraerse a las reglas constitucionales, al principio de igualdad y no discriminación del artículo 14…Espero que haya denuncia que se llegue hasta el Tribunal Constitucional y sea el Tribunal Constitucional el que aclare este asunto que para mí es diáfano”. Hasta aquí, estas declaraciones, sin dejar de ser serias, no merecen mas comentario que el balbuceo de una indocta con balcones a la calle. Lo verdaderamente grave es su reflexión final: “No hay una ley como tal que prohíba hay unas reglas eclesiásticas, pero esas reglas eclesiásticas tienen que interpretarse a la luz de la Constitución y a la luz del principio de igualdad”.

Estas últimas palabras recuerdan a aquellas pronunciadas por Hillary Clinton: “los códigos profundamente enraizados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales”. (Conferencia sobre el feminismo en el Lincoln Centeren New York, abril del 2015).

Querer someter la doctrina inmutable la Iglesia de Cristo a los vaivenes ideológicos de los estados es una tentación de los gobiernos desde Guillermo de Ockham, fraile franciscano (1280-1349), conocido como el máximo exponente del nominalismo. Por causa de sus opiniones teológicas fue convocado a declarar ante el papa Juan XXII. Previendo las sanciones que pudieran imponérsele, en 1328 huye de la corte de Avignon a refugiarse en Pisa, pidiendo protección al rey Luis IV de Baviera quien estaba en liza con el Papa para lograr la autonomía de su reino. Gozando de la venia del monarca, Guillermo de Ockham comienza a escribir sus obras de carácter político-religioso donde expone toda su teoría del poder laico frente a la potestad religiosa. A este le seguirá Marsilio de Padua (1275-1343) que, refugiado en la corte del mismo monarca, escribe su Defensor Pacis donde expone su doctrina sobre la relación del poder civil y el religioso. El Estado no es más que una creación humana, una exigencia de la naturaleza humana sin referencia alguna a Dios creador y providente ni a la ley natural; en el mejor de los casos, Dios podría ser su causa remota. El Estado sería una comunidad natural perfecta y autosuficiente que se edifica a través de la razón y la experiencia de los hombres. Esta autoridad no solo es autónoma respecto del poder espiritual sino que, además, puede estar por encima de éste. El gobierno civil tiene el derecho de controlar el ejercicio de la autoridad espiritual puesto que el príncipe es el verdadero instrumento de Dios y por tanto es a él y no al pontífice a quien corresponde la jurisdicción de fieles y clero. Marsilio muestra un entusiasmo enorme por la constitución de un Estado laico sin interferencias eclesiásticas. También Jean Jacques Rousseau dijo parecidas palabras a las de la ministra teóloga: “Hay que tolerar todas aquellas religiones que a su vez toleran a las demás, siempre que sus dogmas no contengan nada contrario a los deberes del ciudadano. Pero aquel que ose decir que fuera de la Iglesia no hay salvación, debe ser expulsado del Estado”.

Y en estas estamos, queridos lectores: en el enésimo intento de los hijos de Rousseau de controlar a la Iglesia a través de amenazas y abusos de autoridad. Quizá lo próximo será formular una Constitución civil del clero y obligarnos a jurarla: “Se prohíbe a cualquier iglesia o parroquia de Francia, y a cualquier ciudadano francés, en todos los casos y bajo cualquier pretexto, reconocer la autoridad de un obispo ordinario o metropolitano, cuya sede sea establecida por una potencia extranjera o por sus delegados residentes en Francia; todo ello, sin afectar a la unidad de fe y de comunicación que se mantendrá con la Cabeza Visible de la Iglesia Universal” por lo que será inadmisible para cualquier católico aceptar estas condiciones, pues con la cláusula “potencia extranjera” se refiere a la sede de Roma.

Y este es el problema de verdad. Los socialistas están mal. Tienen una profunda crisis interna y saben que su única salida es dar a sus bases carne de cura. Tres son los temas mas crudos y morbosos para las bases: la cruz del valle de los Caídos, las víctimas de pederastia y las discriminaciones a los llamados colectivos vulnerables. Estos tres temas van a ir saliendo aleatoriamente mientras ellos se vean en peligro.

Debemos combatir con la oración, la palabra y acciones legales recordando las proféticas palabras de Benedicto XVI sobre el futuro de España: “El diablo quiere destruir España. el diablo ataca más a los mejores y por eso ataca a España y quiere destruir España. El diablo sabe lo que ha hecho España a lo largo de su Historia: la evangelización de América, el papel de España durante la Contrarreforma, la persecución religiosa durante los años treinta del pasado siglo. Tenga confianza, los enemigos de Dios y de la Iglesia hacen mucho ruido y están muy presentes en los medios, pero sin salir en los medios y sin hacer ruido hay mucha gente que reza. Y esa oración es muy poderosa. Le voy a decir las armas por las que van a derrotar al diablo y no va a conseguir destruir España: la primera, la humildad; la segunda, la oración; la tercera, el sufrimiento y la devoción a la Santísima Virgen. Tenga confianza. En el momento oportuno el Señor actuará”.

Recemos para que el Señor actúe pronto y reine su Sagrado Corazón.

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