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sábado, 30 de abril de 2016

ORACIÓN A SAN JOSÉ OBRERO



Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José, nuestro protector en la tierra, como quien conoce el valor del trabajo y la respuesta a nuestro llamado. A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios, y sabiendo el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús, te pedimos nos asistas en nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros trabajos.
Por la promesa de realizar dignamente nuestras tareas diarias, líbranos de caer en el pecado, de la avaricia, de un corazón corrupto. Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro defensor y fortaleza contra la injusticia y el error.
Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio. Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el descanso eterno en el Cielo. Amén.

Reflexión al Evangelio Dominical



Marco: El contexto es el discurso de despedida de Jesús con sus peculiaridades y características. El contexto más concreto se centra en la vuelta de Jesús, el segundo anuncio del Paráclito y una síntesis del discurso en su globalidad.

Reflexiones

1ª) ¡Para el itinerario terrestre, la Iglesia y cada discípulo de Jesús cuenta con la compañía amorosa de los tres!

El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. Jn 14, 15 y 16 son los textos trinitarios más rumiados y pensados del Nuevo Testamento. El Padre vela por su familia con amor, solicitud providente y ternura. El Hijo promete volver y quedarse con la comunidad para siempre durante el itinerario que ha de realizar en la historia. El Espíritu vendrá a estar, a habitar, a enseñar y acompañar el testimonio de la Iglesia. En la espiritualidad de la escuela joánica el verbo «permanecer» significa presencia, inhabitación y mutua relación y, a la vez, firmeza y seguridad. Es una respuesta admirable a la sensación de soledad que pesa sobre los discípulos por la marcha de su amigo y maestro. Era necesario dar seguridades a los discípulos para la misión que se les encomendaba. Los tres estarán, con toda seguridad, en la Iglesia para siempre y de modo permanente. En la intimidad de cada uno y de todos juntos. Dios no se ha ido ni se va de este mundo. Es necesario, en nuestra evangelización, invitar una y otra vez a los hombres y mujeres que ese Dios cercano sigue presente pero respetuoso. El mundo necesita el encuentro con ese Dios que habita en medio de su pueblo y en medio de la humanidad en la cotidianidad de la vida.

2ª) ¡El Espíritu, enviado por el Padre y Jesús, enseñará y actualizará siempre el Evangelio!

El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. En el fragmento que hoy proclamamos se centra en dos actividades importantes: enseñar y recordar. La actividad docente del Paráclito continúa la actividad docente de Jesús. No enseña el Espíritu contenidos nuevos añadidos al Evangelio de Jesús. En efecto, el Evangelio es único y no hay otro bajo el cielo. El Evangelio del Reino proclamado por Jesús y el Evangelio de Jesús el Señor proclamado por la Iglesia es el mismo en dos etapas sucesivas. La actividad docente del Paráclito consiste en llevar a los discípulos y a la Iglesia al núcleo de la enseñanza de Jesús. Se trata de una enseñanza interpretativa, profundizadora y animadora. Quizá un ejemplo lo clarifique mejor. Jesús afirma en el sermón de la montaña: cuando oréis, dirigíos a Dios como vuestro Papá. Sólo el Espíritu Santo será el encargado de llevarlos al núcleo de esta realidad. Otro ejemplo también del sermón de la montaña. Jesús afirma que han de amar a los enemigos. Eso no lo entendieron los apóstoles y discípulos cuando oyeron a Jesús por que les desbordaba. Sólo el Espíritu Santo es el encargado de interpretarles, de conducirles a la verdad de este precepto que Jesús mismo practicó en la cruz. La segunda tarea, es el «recuerdo»: fidelidad al Evangelio y creatividad para hacerlo creíble, fiable y eficaz en todos los tiempos y en todas las circunstancias en que se encuentren la Iglesia y los hombres.

3ª) ¡Los amigos deben alegrarse del bien de su Amigo!

Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Jesús abre su corazón a sus discípulos. En el clima conseguido por la escuela joánica en su singular y personal reflexión e interpretación de los últimos momentos de Jesús en la tierra, podemos leer estas palabras. Ya sabemos que este discurso es una composición de la escuela joánica recurriendo a elementos que pertenecen, según el testimonio de los otros evangelistas, al ministerio terreno de Jesús. Lo peculiar de Juan es haberlos conjuntado en un solo discurso, haberlos relacionado con la Cena y ponerlos en gran parte en labios del Jesús resucitado que vuelve a su comunidad y la alienta para el futuro que le espera y para la misión a la que es destinada. Es un discurso apropiado para leer durante la cincuenta pascual. Para leerlo y meditarlo, porque sigue siendo una palabra necesaria hoy. Los hombres necesitan que la Iglesia y cada creyente demos testimonio de la amistad que nos ofrece Jesús. Si me armarais os alegraríais de mi destino, en primer lugar, y del vuestro en seguimiento mío. En un mundo atraído y preocupado en demasía por la eficacia y el provecho personal, estas palabras que describen la verdadera amistad podrían abrir horizontes de realización humana insospechados.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo O.P.

Evangelio Domingo VI de Pascua


Lectura del Santo Evangelio según san Juan (14,23-29)


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado.” Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»

Palabra del Señor

CAMBIA EL HORARIO DE MISAS


HORARIOS DOMINGOS DE MAYO Y JUNIO

Misa "de niños": 
pasa de 11´00 a 10´30h

Misa Mayor: 
pasa de 12´30 a 12´00h

Domingos de MAYO
01, 08, 15

MISA DE “COMUNIONES” 
A LAS 13´15h

El Cardenal Müller, en Oviedo


(Iglesia en Asturias) El Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, en colaboración con el director de la Biblioteca de Autores Cristianos, Carlos Granados, han organizado la conferencia “¿Qué podemos esperar de la familia?”, a cargo del Cardenal Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Este acto tiene lugar con motivo de la presentación de su libro “Informe sobre la esperanza”, y se desarrollará el próximo 4 de mayo, a las 12,30 horas, en el Salón de Actos del Seminario Metropolitano de Oviedo.

Orar con el Salmo del Día


R/. Bendice, alma mía, al Señor Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. R/. Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades, él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura. R/. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; no está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R/. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles; porque él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro. R/. Pero la misericordia del Señor dura siempre, su justicia pasa de hijos a nietos, para los que guardan la alianza. R/.

jueves, 28 de abril de 2016

Santo del día: San Luis María Grignon de Montfort


San Luis es el fundador de los padres Monfortianos y de las Hermanas de la Sabiduría. Nació en Monfort, Francia, en 1673. Era el mayor de una familia de ocho hijos. Desde muy joven fue un gran devoto de la Santísima Virgen, y a la edad de 12 años, ya la gente lo veía pasar largos ratos arrodillado ante la estatua de la Madre de Dios. Con grandes sacrificios logró conseguir con qué ir a estudiar al más famoso seminario de Francia, el seminario de San Suplicio en París, sobresaliendo como un seminarista totalmente mariano. Ya ordenado sacerdote, su primera Misa deseó celebrarla en un altar de la Virgen, y durante muchos años la Catedral de Nuestra Señora de París fue su templo preferido y su refugio. El santo dedicó todas sus grandes cualidades de predicador, de conductor de multitudes, de cantante y compositor a predicar misiones para convertir pecadores, viajando incansablemente por los distintos lugares de Francia anunciando el Evangelio y permitiendo la llegada de Dios Padre en el corazón de las personas. A pie y de limosna se fue hasta Roma, pidiendo a Dios la eficacia de la palabra, y la obtuvo de tal manera que al oír sus sermones se convertían hasta los más endurecidos pecadores. El Papa Clemente XI lo recibió muy amablemente y le concedió el título de "Misionero Apostólico", con permiso de predicar por todas partes. El santo fundó una de las comunidades religiosas que han hecho grandes obras por la conversión de las almas: los Padres Monfortianos, a cuya comunidad le puso por nombre "Compañía de María", y las Hermanas de la Sabiduría. San Luis además escribió uno de los libros que junto con "Las Glorias de María" de San Alfonso, ha llegado a ser uno de los libros más famosos que se han escrito acerca de la devoción a la Virgen María: el "Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María", obra que se ha propagado por todo el mundo con enorme provecho para sus lectores. Incluso el Papa Juan Pablo II tomó como lema una frase que repetía mucho nuestro gran santo: "Soy todo tuyo oh María, y todo cuanto tengo, tuyo es". San Luis falleció el 28 de abril de 1716, a la edad de 43 años de una repentina enfermedad.

Palabras volanderas sobre la familia. Carta Semanal del Sr. Arzobispo


La pasada semana celebramos en Madrid la Asamblea Plenaria nº 107 de la Conferencia Episcopal Española. Es una de las dos reuniones anuales en las que todos los obispos de las diócesis españolas nos encontramos para orar juntos pidiendo al Señor la luz y la fortaleza de su gracia, para reflexionar sobre los retos que tenemos delante y para compartir fraternamente los cauces que vemos se nos abren en el horizonte. Estamos en una realidad que tiene la fecha de nuestro tiempo y el domicilio de nuestros lares, y es ahí en esa encrucijada espacio-temporal donde se dilucida lo que podemos aportar con humildad sincera y con audacia apasionada. En ese encuentro abordamos la exhortación postsinodal del Papa Francisco, “Amoris laetitia”. Es un documento pontificio sobre la familia y el amor, como síntesis papal de los dos últimos Sínodos de Obispos que se han celebrado en Roma. Lástima que algunos titulares hayan reducido a un par de cosas lo que más ampliamente aborda Francisco en este largo documento. Como decía el Cardenal Blázquez en su discurso de apertura de la Asamblea, en la exhortación apostólica es primordial el discernimiento cristiano. El cual supone la aceptación de la doctrina de la Iglesia y el respeto de las normas canónicas, pero debe buscar la voluntad de Dios en una situación concreta de una persona singular. Al mismo tiempo que no se puede separar de la exigencia de la verdad y del Evangelio, la conciencia personal no puede ser sustituida: es como un santuario que nadie puede invadir pero que es preciso que esté bien formada. Por ello es imprescindible el acompañamiento de los cristianos adultos, en comunión leal en la Iglesia, en obediencia fiel a Dios y la escucha atenta de la conciencia, factores todos que convergen en el discernimiento cristiano. Preguntado el Papa en su viaje de vuelta desde la isla de Lesbos sobre algunos puntos de “Amoris laetitia”, fue muy claro en que los auténticos retos en torno a las familias, no consisten en lo que mayormente ha sido polemizado a grandes titulares sobre el asunto de la comunión de los divorciados vueltos a casar, como si fuera lo único importante que se esperaba clarificar. De hecho no se aborda directamente tal cuestión, y se deja dentro de un complejo discernimiento que habrá que ayudar a comprender y a practicar para evitar la banalización de algo tan supremo como es recibir el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía debidamente en gracia de Dios. Claro que hay que salir al encuentro de estos esposos que han formado una nueva familia y quieren vivir la vida cristiana. Pero hay muchas maneras de acoger y acompañar a estas personas, y tratar de entender su situación concreta para ayudarlas en coherencia con el Evangelio y con la doctrina moral de la Iglesia que durante su larga historia ha afirmado la tradición cristiana. El Papa Francisco dijo en el avión algo que está presente en su exhortación postsinodal: «cuando convoqué el primer Sínodo, la gran preocupación de la mayor parte de los medios era: ¿podrán comulgar los divorciados que se han vuelto a casar? Como yo no soy santo, esto me dio un poco de fastidio y un poco de tristeza. Porque esos medios no se dan cuenta de que no es ese el problema importante. La familia está en crisis, los jóvenes ya no quieren casarse, hay una disminución de la natalidad en Europa que es para llorar, la falta de trabajo, los niños crecen solos... Estos son los grandes problemas». Estas palabras volanderas del Papa Francisco a su regreso de Lesbos señalan el verdadero horizonte en donde debemos los cristianos situarnos ante los retos de la familia.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm Arzobispo de Oviedo

miércoles, 27 de abril de 2016

Catequesis del Santo Padre


Queridos hermanos y hermanas:
 Con la parábola del buen samaritano Jesús nos enseña que para heredar la vida eterna tenemos que amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. El amor cristiano es un amor comprometido que se hace concreto en la vida. En los gestos concretos de misericordia del buen samaritano reconocemos el modo de actuar de Dios, que se ha revelado en la historia por medio de acciones marcadas por la compasión. Él no ignora nuestros dolores y sabe cuánto necesitamos de su ayuda, de su consuelo, se hace cercano y no nos abandona nunca. El verdadero amor tampoco hace distinciones entre personas, sino que ve a todos como prójimos que necesitan de nuestra ayuda y cercanía. Por lo tanto, si queremos heredar la vida eterna, no podemos ignorar el sufrimiento de los hombres, si lo hiciéramos estaríamos ignorando a Dios.

martes, 26 de abril de 2016

Por qué aburrimos tanto en las homilías. Por Jorge Gonzalez Guadalix


Tanto tanto que la gente desconecta. Gente conozco, y no poca, que me confirman que durante la homilía directamente se abstraen de todo estímulo exterior y se ponen a pensar en lo suyo. Algunas razones que contribuyen a ello y en las que no pocas veces caemos todos: - La duración (y no es lo peor). Cinco, siete, diez minutos se aguantan razonablemente bien. Superar ese tiempo, salvo rarísimas excepciones de predicadores especialmente dotados y homilías muy bien construidas, es pérdida de tiempo. Hoy, cuando nos movemos a golpe de twitter y whatssap no hay quien aguante una escucha de un cuarto de hora. - Homilías sin contenido. Una vez vale lo de que Dios es bueno o que hay que estar con los pobres. Semana tras semana sin más mensaje que ese es para taparse los oídos y pensar en qué ponemos de aperitivo. - Improvisación. Debería estar prohibido predicar sin tener delante, al menos, un esquema escrito. Se puede improvisar un día, pero nana más. - Homilías con demasiado contenido. No es posible explicar breve y sustanciosamente cada párrafo de las tres lecturas, las oraciones presidenciales, el sentido de la fiesta del día y además unirlo con las últimas palabras del papa y la carta pastoral del obispo. - No saber aterrizar. Es decir, que, en definitiva, qué ha querido decir, o si es algo práctico para la vida. - Imposibilidad de poner fin. Y es una queja muy común. Se ha dicho aparentemente todo lo que había que decir, y no se ve la forma del punto final. Vueltas, más vueltas, giro a la derecha, a la izquierda, media vuelta y que no acaba. Y algunas consideraciones que servidor suele tener en cuenta en su predicación: - Una duración de entre seis y ocho minutos. Y nada más. - Tener muy claro lo que se quiere transmitir de acuerdo con la liturgia del día. Una idea, dos. No más. Que al acabar la misa la gente diga con claridad: hoy ha dicho esto. - Dejar siempre un pellizco en el corazón, algo que inquiete y remueva. - Tener cuidado en ir cambiando de temas. Hoy la eucaristía, mañana penitencia, este día tan cosa de moral, este otro sobre el matrimonio, esta vez oración. - Y ya. Podemos entrar luego en otras consideraciones. Vale. Pero con esto basta y sobra.

El P. Manuel Herrero, O.S.A., ha sido nombrado obispo de Palencia

La Santa Sede ha hecho público, a las 12.00 h. de hoy, martes 26 de abril, que el papa Francisco ha nombrado al agustino P. Manuel Herrero Fernández obispo de la diócesis de Palencia. Así ha sido comunicado por la Nunciatura Apostólica en España a la Conferencia Episcopal Española (CEE). El P. Manuel Herrero Fernández, O.S.A, es en la actualidad vicario general de Santander. La diócesis de Palencia está vacante por traslado, como auxiliar de Valencia, de Mons. Esteban Escudero Torres. Está al frente de la misma, como administrador diocesano, D. Antonio Gómez Cantero. El P. Manuel Herrero, vicario general de Santander desde 2002 El obispo electo de Palencia nació el 17 de enero de 1947 en Serdio-Val de San Vicente (Cantabria). Entró en el seminario menor San Agustín de Palencia (1957-1963). Realizó los cursos de Filosofía y los primeros de Teología en el Monasterio Agustino de Santa María de La Vid, la Vid y Barrios (Burgos) (1963-1964). Los completó en el Estudio Teológico Agustiniano de Valladolid y luego en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid). Obtuvo el Bachillerato en Teología por la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid) y la Licenciatura en Teología Pastoral por la Universidad Pontificia de Salamanca, sede de Madrid (1972-1974). Emitió su profesión simple el 27 de septiembre de 1964 y la solemne el 25 de octubre de 1967, siendo miembro de la Orden Agustina, provincia del Santísimo Nombre de Jesús de España. Fue ordenado sacerdote el 12 de julio de 1970. Inició su ministerio sacerdotal como formador en el colegio seminario agustino de Palencia (1970-1971). Después se trasladó a Madrid donde fue: director espiritual del colegio Nuestra Sra. del Buen Consejo (1971-1974); párroco de Ntra. Sra. de la Esperanza que, desde 1978, se funde también con la Parroquia Santa Ana (1974-1984); delegado del vicario de religiosas, Vicaría III (1976-1984); miembro de la comisión provincial de estudios (1977-1979); prior de la comunidad de Santa Ana y La Esperanza (1978-1983); y arcipreste de Ntra. Sra. de la Merced, Vicaría III (1977-1984). En Santander desempeñó los cargos de: primer párroco de San Agustín y profesor del seminario diocesano de Monte Corbán (1985-1995); delegado episcopal de Cáritas y Acción Social (1985-1989); y delegado episcopal de Vida Consagrada (1989-1995). De nuevo en Madrid, fue consejero provincial de Pastoral Vocacional y coordinador de la comisión provincial de Pastoral Vocacional; además de profesor de Pastoral en los centros teológicos agustinos de El Escorial y de los Negrales (1995-1999); y vicario parroquial de San Manuel y San Benito (1997-1999). Regresó de nuevo a Santander, donde continúa en la actualidad, como vicario general de pastoral (1999-2002) y párroco de S. Agustín (1999-2014). Actualmente es profesor del Instituto Teológico de Monte Corbán, desde 1999; vicario general y moderador de la curia, desde 2002; y párroco de nuestra señora del Carmen, desde 2014. Del 22 de diciembre de 2014 hasta el 30 de mayo de 2015 fue administrador diocesano de Santander.

El sacerdote Valentín Palencia y cuatro discipulos beatificados éste sábado en Burgos


(Clara Fernández / Rel)
Unidos en la Fe y en la Amistad, cuadro de Cándido Pérez Palma, una representación de los beatos que será exhibida en la celebración

Aunque con muchas carencias y con gran confianza en la Providencia, nunca rechazó a nadie en el Patronato. El sacerdote tuvo a su cargo a más de un centenar de muchachos, 40 internos y unos 60 o 70 externos, a los que ayudaba, también, financiando un comedor de invierno.

Soñaba con llegar a crear una escuela profesional, pero tuvo que conformarse con un pequeño taller donde reforzaba la instrucción escolar con clases de dibujo, teatro o música. Tenía un coro y formó una banda de música, actuando en conciertos y procesiones.

En verano, a un grupo de sus músicos y a los niños pequeños que no tenían dónde ir, don Valentín los llevaba a la playa de Suances, donde en julio de 1936 les pilló la Guerra Civil.

La diócesis de Burgos acoge este sábado 23 de abril la beatificación del sacerdote Valentín Palencia y de cuatro jóvenes discípulos suyos, mártires de la persecución religiosa durante la Guerra Civil española. Fueron asesinados el 15 de enero de 1937, cerca de Suances, en Cantabria.

Es la primera beatificación que se celebra en la diócesis y tendrá lugar en la Catedral de Burgos. La ceremonia la presidirá el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato, como enviado del Papa Francisco, acompañado por el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez. Con la ceremonia, los nuevos beatos podrán ser venerados públicamente en la diócesis y tendrán su propia fiesta litúrgica el 15 de enero.

Valentín Palencia, el hombre de los huérfanos
El padre Valentín era famoso en su época por su generoso trabajo con niños y jóvenes. Este mérito y entrega fue reconocido por el Gobierno español de Primo de Rivera en 1925, otorgándole la Cruz de Beneficiencia con distintivo blanco. Murió mártir al serdelatado por un alumno a los milicianos del Frente Popular en Torrelavega.

Era hijo de un zapatero. A los trece años comenzó a estudiar en el Seminario de San Jerónimo, siempre externo, por falta de medios económicos, pero con buenos resultados.

Ordenado sacerdote, y tras su paso por Susinos del Páramo (Burgos), pronto inició en la capital burgalesa su actividad caritativa y social recogiendo niños huérfanos, marginados y desvalidos, por lo que fue nombrado director, capellán y profesor del Patronato de San José, para la enseñanza y educación de niños pobres.
La iglesia fue convertida en garaje y le prohibieron celebrar la misa. Él pasó a celebrarla en un rincón de su habitación y continuó atendiendo enfermos y llevando la comunión a las monjas Trinitarias.

Traicionado por uno de sus alumnos
Fue uno de sus alumnos, enfadado por no haber recibido una propina, quien acusó a don Valentín al Frente Popular de Torrelavega. Cuatro de sus alumnos, Donato Rodríguez, Germán García, Emilio Huidobro y Zacarías Cuesta quisieron acompañarle a declarar yfueron asesinados juntos en el monte cántabro de Tramalón de Ruiloba el 15 de enero de 1937.

Por ser mártir no se ha requerido un milagro para ser canonizado pero "aunque no hubiera sido mártir también hubiese tenido la posibilidad de ser beatificado por las tareas que llevó a cabo", como ha declarado en numerosas ocasiones Saturnino López Santidrián, catedrático de Teología Espiritual en la Universidad de Burgos, autor de una biografía de Valentín Palencia.

Actividades para la beatificación
La diócesis de Burgos ha preparado numerosas actividades para dar a conocer la vida y obra de Valentín y hacer llegar la memoria del nuevo beato a todas las edades,comenzando por los más pequeños.

En este sentido, el seminarista Rodrigo Camarero y el diácono Luis Renedo han editado el libro De Burgos al cielo. La historia de don Valentín y sus amigos contada a los niños y se realizará un concurso escolar de dibujo.

Para conocer la faceta educadora del sacerdote se podrá asistir a un congreso y para conocer los ambientes por donde se movía Valentín, la diócesis ha organizado una ruta llamada Huellas de Don Valentín.
El homenaje a Valentín tiene también su vertiente artística con el cuadro Unidos en la Fe y en la Amistad, realizado por el pintor Cándido Pérez Palma, quien le ha representado frente a la Catedral con los cuatro jóvenes que le acompañaron en el martirio.

El recuerdo del mártir contará además con su propio himno, creado por Carlos García e Inocencio Fernández.

A la celebración asistirán, entre otros, el cardenal Antonio María Rouco Varela, el arzobispo emérito de Burgos, Francisco Gil Hellín o el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino.

También participarán los párrocos de las localidades natales de los nuevos beatos, así como sus alcaldes y algunos miembros de sus corporaciones municipales, al igual que los familiares de los mártires. Además están llamados a participar todos los fieles de la diócesis y se habilitarán varias capillas con sillas y bancos para poder seguir la ceremonia.

Pastoral de los Obispos españoles en el 50 Aniversario de la Conferencia Episcopal


La Conferencia Episcopal Española ha cumplido 50 años y con este motivo la CVII Asamblea Plenaria ha aprobado un Mensaje con el título Al servicio de la Iglesia y de nuestro pueblo. El texto cuenta el origen de la institución tras el Concilio Vaticano II, su voluntad de reconciliar a los españoles y de presentar el Misterio de la fe desde lo positivo, intentando adaptarse a los cambios y retos de la sociedad española. Este es el texto completo.

Al servicio de la Iglesia y de nuestro pueblo


1 Al cumplirse cincuenta años de la creación de la Conferencia Episcopal Española, los obispos valoramos su existencia y su fecunda trayectoria de servicio con profunda gratitud: de agradecimiento a Dios que nos ha confiado un ministerio para la Iglesia y un servicio benéfico y necesario para la entera sociedad española. Nuestro reconocimiento se dirige igualmente a todos los obispos que han formado parte de ella a lo largo de estas décadas, así como a los colaboradores en sus distintos organismos, comisiones y departamentos.

2 Nuestra gratitud va destinada también a tantas personas e instituciones que han participado en las distintas actividades y que han sostenido y colaborado en las iniciativas y proyectos surgidos de la Conferencia Episcopal. Esta no es un mero organismo administrativo; sus documentos y actuaciones, sus planes y programas han estado insertos en el caminar de una comunidad eclesial viva, como es la Iglesia en España, que tiene tras de sí una larga y fecunda historia cristiana que arranca de la época apostólica y testimonia una multitud de santos, y que peregrina a través de las variadas y cambiantes circunstancia de la sociedad.

3 La Conferencia Episcopal, como instrumento de la espíritu colegial de los obispos (cfr. Apostolos suos, 14; CIC., c. 447), ha desarrollado su tarea en un periodo de profundas transformaciones tanto en lo eclesial como en lo social, cultural y político. A lo largo de estas décadas que han transcurrido los obispos, junto con el resto de los miembros del Pueblo de Dios, asumimos nuestra responsabilidad y nuestro papel en un tiempo apasionante, cargado de tensiones pero también de expectativas y de promesas.

4 En todos estos años hemos querido hacer realidad la afirmación conciliar de que “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo” (GS, 1), pero también hemos de confesar y pedir perdón por las ocasiones en que no ha sido así y no hemos estado a la altura de las exigencias evangélicas que, como pastores de la Iglesia, se esperaba de nosotros.

Con el impulso del Concilio

5 Nuestra Conferencia surgió “como primer fruto del Concilio”, según dijeron los obispos españoles en una carta escrita el mismo día de la clausura del acontecimiento conciliar. Señalaban ya entonces que “su importancia para el futuro de nuestro catolicismo es muy grande, porque el Concilio ha encomendado a las Conferencias Episcopales la aplicación de muchas de sus determinaciones”. En 1966 se constituyó formalmente a fin de que los obispos pudiéramos ejercer de modo colegial nuestro ministerio, coordinando las actividades comunes y facilitando la recepción del Vaticano II en nuestra Iglesia y en nuestro contexto social e histórico.

6 Nuestra nación ha experimentado, a lo largo de estos cincuenta años, un cambio de régimen político, la instauración de un sistema democrático constitucional, el desarrollo de un pluralismo creciente, el mayor protagonismo y diversidad de las comunidades autónomas, la irrupción de corrientes de pensamiento y de modelos de vida diferentes, cuando no distantes de la tradición cristiana. Con la ayuda de Dios los obispos, unidos a nuestros sacerdotes, vida consagrada y fieles, y a una infinidad de conciudadanos, hombres y mujeres de buena voluntad, hemos querido ser, como testigos de las tradición cristiana de nuestro pueblo, constructores de paz, buscando la reconciliación entre todos los españoles, la superación de las heridas del pasado, y la unión esperanzada de todos por el logro de un presente y un futuro mejor para la entera sociedad.

7 Por esto y con un permanente espíritu de servicio, hemos debido realizar como Pastores un discernimiento de la situación moral de nuestra nación y de sus instituciones, así como del modo de presencia de la Iglesia en una sociedad en constante transformación. Hemos afrontado las relaciones con la comunidad política y con grupos culturales de diferente ideología en actitud sincera de diálogo y de colaboración. De este modo la Iglesia reivindicaba su libertad para actuar en la sociedad desde la propia identidad, lo cual reclamaba una conciencia de sí misma más profunda y una actitud evangelizadora renovada y comprometida.

En comunión con el Sucesor de Pedro

8 La Iglesia se ha encontrado así ante la inmensa tarea de ir acogiendo y desarrollando las enseñanzas conciliares en unos momentos de efervescencia ideológica, que en ocasiones podía desembocar en polarizaciones y contraposiciones. En este escenario histórico y a lo largo de los años los obispos españoles hemos seguido las indicaciones de los Papas: el beato Pablo VI, que nos pedía trabajar incansablemente por la paz y el diálogo, con mirada de largo alcance, para afirmar el Reino de Dios en todas sus dimensiones; san Juan Pablo II que, durante su primera visita a la sede de la Conferencia Episcopal, nos señaló como objetivo central de nuestra misión la aplicación de las enseñanzas del Vaticano II, actuando como “garantes de la comunión eclesial y coordinadores de las fuerzas eclesiales” y animó a la defensa de la familia y de la vida humana, así como de nuestra identidad cristiana; Benedicto XVI, que recordó los criterios de una adecuada interpretación del Concilio que armonizara la tradición con la renovación, así como la primacía de Dios, especialmente necesaria en nuestro tiempo amenazado por el secularismo y el relativismo. Ahora con el Papa Francisco, a la par que le mostramos nuestra plena comunión con su persona y magisterio, queremos secundar su renovado llamamiento a una verdadera conversión pastoral, mostrando a todos el rostro misericordioso de Dios a través de un mayor empeño evangelizador.

9 San Juan Pablo II nos ha indicado al “Concilio como la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza” (Novo Millennio Ineunte, 57). Así ha sido ciertamente para nosotros, desde los criterios que brotaban fundamentalmente de sus cuatro constituciones: profundizar en la realidad más esencial de la Iglesia, como misterio que vive de la comunión de la Trinidad, como Pueblo de Dios que peregrina en la historia y que ha sido enviada como sacramento de salvación, siendo fieles a Dios y a los hombres, integrando la pluralidad y variedad de sus miembros (Lumen Gentium); procurar que nuestra Iglesia se alimente de la Palabra de Dios (Dei Verbum) y de la liturgia, especialmente de la Eucaristía (Sacrosanctum Concilium) para hacer posible una espiritualidad viva y auténticamente cristiana; promover un encuentro cordial y dialogante con un mundo, una sociedad y una cultura que defienden su justa autonomía y un pluralismo enriquecedor (Gaudium et Spes).

Corresponsables en la misión eclesial

10 A pesar de nuestras deficiencias, hemos procurado siempre, conforme a la dimensión colegial y de servicio de nuestro oficio episcopal, que esa comunión se viva como gozo de pertenencia eclesial, evitando posiciones unilaterales, reconociendo y potenciando la diversidad de carismas y de ministerios en la unidad irrenunciable del ministerio episcopal, fomentando la corresponsabilidad en todo el Pueblo de Dios, en especial de los sacerdotes, nuestros más estrechos colaboradores, y de los miembros de la Vida Consagrada y de los laicos. Así hemos valorado grandemente la renovación de las parroquias y la contribución de asociaciones, movimientos y comunidades como un enriquecimiento de todos, gracias a la acción permanente del Espíritu que crea la diversidad y es fundamento de la unidad. Desde esa convicción hemos publicado documentos y hemos suscitado encuentros nacionales dedicados a los laicos, a los presbíteros, a los diáconos, a la Vida Consagrada, a los catequistas, a distintos tipos de voluntariados, al diálogo ecuménico e interreligioso y a la piedad popular.

11 Este trabajo ha sido siempre planteado como un servicio a las diócesis, el verdadero espacio de la tarea pastoral, desde la unidad que garantiza la Eucaristía y el ministerio apostólico. Los cristianos formamos parte de la Iglesia universal a través de las Iglesias diocesanas; en ellas se insertan todos los carismas asociativos y comunitarios, se experimenta en lo concreto la comunión, y para servirlas mejor se planearon y realizaron los distintos congresos y encuentros pastorales.

12 Esta comunión la hemos vivido como apertura y solicitud por todas las Iglesias, más allá de nuestras fronteras. Hemos expresado nuestra vinculación afectiva y efectiva con el Papa, Sucesor de Pedro, que se manifestó popularmente de modo especial en sus visitas a nuestro país y en los eventos internaciones como las Jornadas Mundiales de la Juventud y el Encuentro de las Familias; hemos prestado apoyo a las Iglesias en necesidad en otros países y hemos recordado la actualidad permanente de la misión ad gentes de nuestros misioneros como servicio evangelizador y de cooperación entre las Iglesias.

13 El desarrollo de la reforma litúrgica, que facilita la participación activa y fructuosa del pueblo cristiano, ha exigido un inmenso esfuerzo para actualizar los libros litúrgicos, para redescubrir el valor del domingo y de los diversos sacramentos; esta renovación ha sido acompañada y facilitada por un mayor acercamiento a la Palabra de Dios, que ha culminado con la traducción oficial de la Sagrada Biblia y las distintas ediciones del Leccionario. De este modo la Iglesia es evangelizada para poder ser evangelizadora.

Al servicio de todos

14 La Iglesia en España ha querido ser la Iglesia de todos, haciéndose cercana a los más variados ámbitos sociales y culturales, pero hemos buscado que aparezca como servidora de los más pobres y débiles: los enfermos, los inmigrantes, los marginados o excluidos; por ello hemos potenciado la pastoral general y la sectorial. La defensa de los derechos humanos, especialmente de los más desfavorecidos, nos ha llevado a ser socorro y voz de los que no son escuchados, sobre todo a través de Cáritas, Manos Unidas y las demás organizaciones eclesiales de acción social y caritativa. De ahí también el empeño en estimular la presencia y compromiso de los católicos en la vida pública, la caridad política y la dimensión social de la fe, con el fin de defender la justicia, la vida humana, la igualdad de todos, el verdadero matrimonio, la familia, el derecho de los padres en la educación y la libertad de enseñanza.

15 Nuestro servicio a la sociedad y nuestra fidelidad al Señor Resucitado nos ha exigido una profunda renovación pastoral que ponga en el centro la transmisión de la fe y la evangelización, el anuncio primero y explícito del Evangelio. Ello se ha expresado con actualidad siempre renovada en los planes pastorales, en congresos, así como en el cuidado de la iniciación cristiana y de la catequesis, sobre todo fomentando la acción catequética mediante la publicación de los distintos catecismos de la Conferencia Episcopal adecuados a cada etapa. Siempre hemos intentado presentar el aspecto más positivo y luminoso del misterio cristiano, para que pudiéramos ser testigos del Dios vivo y de su amor, fuente de felicidad y de realización personal y social.

Mayor compromiso evangelizador

16 De la mirada agradecida al pasado brota el compromiso ilusionante y esperanzado hacia el futuro, con el aliento del Papa Francisco; nos invita a una más intensa conversión pastoral y misionera, para la cual destaca el papel de las conferencias episcopales, las cuales deben desarrollar sus potencialidades y asumir nuevas atribuciones al servicio de las diócesis, protagonistas principales de la evangelización; de este modo realizaremos “el compromiso de edificar una Iglesia sinodal”, pues el trabajo compartido (sinodalidad) “es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”, de nosotros los pastores y de cada uno de los bautizados.

17 Nuestro vigente Plan Pastoral Iglesia en misión, al servicio de nuestro pueblo recoge con claridad estos objetivos de intensificar la dimensión evangelizadora de la Iglesia y de ponernos al frente de un movimiento de conversión misionera de nuestras diócesis, tanto aquí como más allá de nuestras fronteras, para lo cual aspiramos a implicar a toda la comunidad cristiana, con una mirada llena de compasión y de misericordia hacia nuestro mundo; con realismo y confianza, pues la esperanza cristiana supera toda decepción, resignación o indiferencia, ya que nace de un amor apasionado a Jesucristo y de la caridad sincera y cordial con el prójimo.

18 Con la confianza de que la entera comunidad cristiana nos acompañe con su oración, nos ponemos bajo la protección de la Santísima Virgen María, en sus diversas advocaciones presentes en toda nuestra geografía, que S. Juan Pablo II en su última visita a nuestro país, calificó como “Tierra de María”. A su amor materno os confiamos y a la protección del Apóstol Santiago, a fin de que “por su martirio sea fortalecida la Iglesia y, por su patrocinio, España se mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos” (Misal Romano. Oración colecta de la solemnidad del Apóstol Santiago).

Madrid, 22 de abril de 2016

sábado, 23 de abril de 2016

Evangelio del Domingo V de Pascua



Lectura del Santo Evangelio según san Juan (13,31-33a.34-35)

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en si mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»

Palabra del Señor

Reflexión a la Palabra. Por Fr. Gerardo Sánchez Mielgo O.P.



1ª) ¡Desahogos de la intimidad de Jesús con sus discípulos en el cenáculo!

Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él... Me queda poco de estar con vosotros. El redactor joánico insiste en la amistad de Jesús con los suyos. La lectura proclamada subraya este talante de la escuela joánica; o mejor, de la figura de Jesús interpretada y presentada por la escuela joánica. En la intimidad, Jesús abre su corazón a los suyos. Quiere que el grupo de sus seguidores viva la experiencia íntima del cenáculo antes de proyectarse en la misión y como punto de referencia en la misión. Toda la evangelización está destinada a conseguir que el hombre viva en la comunión con Jesús y que en esa comunión encuentre el sentido de su vida. Esto brota de la temática general tratada en estos discursos de despedida. Jesús sale garante de la posibilidad de esta experiencia. En realidad, en la interpretación dramática de los discursos, es como si Jesús resucitado volviera a su comunidad y culminara su revelación desde esta nueva realidad en la que se encuentra (Jn 15,12-15; Jn 14,3ss). Es necesario recuperar esta realidad humana de la amistad de Jesús que es incondicional, fiel a toda prueba, humanizadora y esperanzadora. La Iglesia debe transmitir al mundo, con su palabra y su experiencia, la realidad de esta amistad singular a la que son tan sensibles son los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

2ª) ¡Los hombres os distinguirán por vuestro amor fraterno hasta el don de la vida!

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros porque yo os he amado. La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros. En el discurso de la Cena hay tres momentos singulares donde aparece en todo su relieve el valor del amor mutuo (como le gusta decir a la escuela joánica). El primer momento es este texto que acabamos de proclamar. En él se insiste en el valor testimonial del amor fraterno o mutuo describiéndolo como la característica peculiar de los discípulos de Jesús. El segundo momento, lo acabamos de recoger en la reflexión anterior. En él se insiste en dos características: debe ser tan sincero e intenso que empuje al don generoso de la vida por los otros y es la expresión visible de la amistad de Jesús con los suyos. El tercer momento, se encuentra en la oración de Jesús, y más en concreto, cuando ora por la unidad de los discípulos para que el mundo crea y conozca que Jesús es el enviado definitivo del Padre a favor de los hombres (Jn 17,20ss). Estos tres elementos invitan a tomar en serio el mandato de Jesús porque de él pende la misión misma de la Iglesia y su credibilidad en medio del mundo. En nuestro mundo este mensaje sigue resonando con fuerza.

viernes, 22 de abril de 2016

Jornada del Empleo de Cáritas Asturias


(Iglesia de Asturias) Este próximo domingo, 24 de abril, se celebrará la Jornada por el Empleo de Cáritas Asturias. A ello irán destinadas las colectas de las misas este fin de semana.
Para dar a conocer esta jornada, ayer miércoles la sede de Cáritas Asturias acogió la presentación del trabajo que la institución realiza a través del programa de Empleo e Inserción Socio-laboral. Una jornada que tiene como objetivo “alzar la voz y poner sobre la mesa que promover y crear un entorno propicio al trabajo decente es esencial para enfrentar los desafíos actuales de creciente injusticia social y desigualdad, y de estructuras injustas que dan lugar a formas de trabajo precario”.
Esta es una de las mayores preocupaciones de la institución, porque da lugar a situaciones de exclusión, y de forma más intensa en los hogares donde la persona de referencia es una mujer. Y es que, hoy en día, el empleo ya no es la puerta de salida de la exclusión, aunque el desempleo siga siendo la puerta de entrada.

No todo el mundo entiende igual lo de ir a Lesbos. Por Jorge Glez. Guadalix



A ver, que yo no digo que esté bien o mal, que quizá me superen ciertos temas. Lo que sí puede uno decir es que hay cosas que no se llegan a comprender, no por otra cosa sino posiblemente por cortedad de luces, unida a la falta de caridad y estrechez de miras.

Uno y unos cuantos más, porque tengo la impresión de que el viaje relámpago de su santidad a la isla de Lesbos no ha sido bien comprendido por muchos católicos. Lo cierto es que este pasado domingo bastante gente me hacía presente sus dudas y perplejidades con este motivo. Las dudas que me hacían llegar algunos feligreses iban en estas direcciones:

- Quizá la primera, sobre la misma eficacia del viaje. Es cierto que estos signos remueven conciencias y hacen conocer realidades sangrantes, pero poco más. Me decían algunos que eficaz hubiera sido quizá más una reunión con los líderes europeos, un encuentro con Obama y otros con los líderes islámicos y presidentes de las naciones en especial conflicto.

- Tampoco se ha comprendido muy bien el gesto de llevar a Roma, en el avión papal, a doce refugiados sirios musulmanes. Las preguntas abarcan desde por qué a esos doce y no a otros, pasan por qué suerte la de esos y siguen por si el gesto es suficiente, es escaso o si hubiera sido preciso una señal mayor, como por ejemplo llevara Roma no una docena, sino a cientos, miles y darles cobijo en dependencias vaticanas. Los hay que hasta me hablaban de alojarlos en las estancias de Rafael, pero parecía mucho.

- Menos se entiende que habiendo refugiados cristianos, sin duda los más pobres de los pobres, porque a su condición de afectados por el hambre y la violencia, se une la de su fe cristiana, motivo especial de persecución y muerte en esos países,el santo padre haya optado por llevarse musulmanes, parece ser que por una cuestión de papeles, cosa que no se entiende demasiado bien.

- La gente en esto de los refugiados no acaba de ver la cosa con claridad. Porque es verdad que es una tragedia sin precedentes desde la segunda guerra mundial, pero no deja de ser lícito preguntarse si entre los refugiados no nos estará entrando el terrorismo islámico e incluso si no pudiera entenderse esta llegada masiva desde la perspectiva de conquistar Europa para el Islam, que muchos líderes islámicos reivindican.

- Tampoco creen demasiado en la eficacia del gesto. Basta leer la noticia en los medios de comunicación y los comentarios de la gente, y no es que haya suscitado precisamente un especial entusiasmo.

Como me lo cuentan, lo cuento.

¿Y usted, señor cura, qué piensa? Yo no pienso nada, que ya decía un viejo conocido que “pensar es malo”. Digo lo que me dicen, y lo que se dice, y digo que no son cosas tan disparatadas.

Y dicho esto, lo que está pasando con los refugiados es horrible y se hace urgente una solución.

jueves, 21 de abril de 2016

Sólo algunos números de la labor de la Iglesia



La importante labor social, pastoral y asistencial  que la Iglesia aporta a la sociedad se extiende a través de 22.795 parroquias. Existen en el Estado español 5.942 centros para mitigar la pobreza que en 2012 atendieron a 2.250.645 personas en sus principales necesidades materiales. Estos centros han crecido un 25% en relación al año 2011. Además, 286 centros de promoción de trabajo. 79 de rehabilitación de drogodependientes, 125 hospitales, dispensarios y ambulatorios, 255 guarderías, 497 Centros de Acogida y reinserción Social y Familiar y 199 orfanatos y Centros para la tutela de la infancia, 752 Casas de ancianos, enfermos crónicos y personas con discapacidad, entre otros muchos centros que buscan que, entre todos, podamos encontrar una sociedad mejor.

También se celebran en España más de 360.000 bautizos, más de 245.000 primeras comuniones , más de 100.000 confirmaciones, más de 60.000 bodas , más de 340.000 funerales  y más de 9 millones de Eucaristías al año. Cada domingo participan de la Misa más de 10 millones de católicos en España. En toda esta labor colaboran 57.952 religiosos, 109.334 catequistas y 19.347 sacerdotes.

Carta semanal del Sr. Arzobispo



A pesar de las medidas de seguridad que Roma está teniendo tras los últimos atentados terroristas del radicalismo islámico, la Ciudad Eterna abre sus puertas a tantos peregrinos que durante este año santo jubilar, se allegan a ese corazón de la cristiandad para visitar los sepulcros de los apóstoles Pedro y Pablo.

Lo hemos hecho un numeroso grupo de peregrinos de la diócesis de Oviedo que he tenido la gracia de poder acompañar presidiendo la peregrinación. Siempre nos proponemos estar abiertos a lo que Dios tenga a bien decirnos: cuando quiera, como quiera, lo que quiera. No vamos como peregrinos con una predisposición de turistas: que todo lo llevamos contado, pesado y medido, hasta el punto que no cabría ningún tipo de regalo del cielo con el que Dios pueda sorprendernos. Efectivamente, no vamos a poner precio a unos días de fatiga y cansancio para pasar al Señor la factura de algo que pudiera debernos, o algo que le pedimos y que queremos pagar según la tarifa de nuestro precio.

Al terminar estos días, puedo decir personalmente y también haciéndome eco del sentir de los hermanos y hermanas a los que he acompañado como Obispo, que el Señor nos ha querido regalar lo que estábamos necesitando. Quizás han sido viejas palabras que ya estaban del todo olvidadas, esas que en otro tiempo y escenario Dios no dejó de susurrarnos para nuestro bien. O han sido palabras que ha estrenado en estos días para que podamos entender algo que nuestra lentitud o torpeza nos impide gozar y saber. Acaso ha sido una purificación de la mirada para ver con otros ojos lo que el prejuicio o el rechazo no nos deja asomarnos para descubrirlo desde la atalaya del mismo Dios.

Comenzamos yendo a las Catacumbas de San Calixto, en la vía Apia antigua. No era el escondrijo de unos primeros cristianos asustados, sino donde ellos celebraban la eucaristía sobre las reliquias de los mártires. Y de allí salieron nuevos mártires. Hoy los martirios son de otra manera, al menos en nuestros lares. Puede que se nos esté pidiendo sufrir y reaccionar evangélicamente ante la intolerancia, la censura, el acoso despectivo y la burla agresiva. Ni reaccionar indebidamente, ni quedarnos apabullados. Aprender de los primeros cristianos y de los que ahora pagan sin metáforas con la propia vida, es la lección que cabe que aprendamos y practiquemos.

Asistimos a la audiencia del Papa Francisco. Nos ayudó a vivir ese momento central de nuestra peregrinación con motivo del jubileo de la misericordia: «Todos somos pecadores, todos hemos pecado. Llamando a Mateo, Jesús muestra a los pecadores que no mira su pasado, la condición social, las convenciones exteriores, sino que más bien les abre un futuro nuevo. Una vez escuché un dicho bonito: “No hay santo sin pasado y no hay pecador sin futuro”. Basta responder a la invitación con el corazón humilde y sincero. La Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor porque se reconocen pecadores y necesitados de su perdón. La vida cristiana, entonces, es escuela de humildad que nos abre a la gracia».

Así pudimos reconocerlo en la visita que hicimos a Asís: San Francisco tuvo pasado, que acertó a reconducirlo. Y tuvo futuro: el que el Señor le mostró. Todo un reclamo para vivir con esperanza nuestra vida cristiana, pasando por la puerta de la misericordia, cuando nuestro pasado no nos hace rehenes de nuestra debilidad sino mendigos de la misericordia, y nuestro futuro nos abre a la novedad hermosa de Dios que nos invita a volver a empezar siempre.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

Este sábado, Jubileo de las Familias en Covadonga


La Delegación episcopal de Familia y Vida ha organizado, este sábado, 23 de abril, el Jubileo de las Familias en Covadonga, con motivo del Año de la Misericordia.
El Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, presidirá este encuentro que dará comienzo a las 11 de la mañana, en el parking de Muñigo, desde donde partirá, por la senda peatonal, hasta Covadonga. Un breve trayecto de menos de 2 kilómetros, pensando en los niños más pequeños.
A las 12, está pensada la llegada a la Santa Cueva, ofrenda a la Virgen y bendición de los niños. Al finalizar, tendrá lugar, como en años anteriores, una actividad para toda la familia en el Salón de Actos.
Tras la comida, habrá actividades lúdicas y a las 16,30 horas, la Eucaristía en la Basílica y despedida.
Para más información y consultas sobre los autobuses: www.porlafamilia.es

El Papa previene contra adivinos y falsos maestros: sólo Jesús es la puerta para la vida eterna


(Zenit) El Papa Francisco ha predicado este lunes por la mañana en la misa cotidiana de la Residencia Santa Marta sobre las palabras de Jesús cuando asegura que Él es la puerta del redil y también el Buen Pastor, y que las ovejas han de seguir su voz.

El Papa contrastó esta enseñanza con el mundo de los falsos pastores, adivinos, magos y otros personajes que ofrecen espiritualidades que no pasan por la Puerta que es Jesús y que dañan a las personas.

Así, el Papa Francisco insistió al recordar la advertencia de Jesucristo: “quien no entra en el redil por la puerta es un ladrón y un asaltante”; Cristo es la puerta, no hay otra, especificó el Pontífice.

Los falsos maestros son delincuentes
“Jesús –continuó el Papa– siempre hablaba a la gente con imágenes simples, porque todas estas personas sabían lo que era la vida de un pastor. Y ellos entendieron que “solo se puede entrar en el redil de las ovejas a través de la puerta”. En cambio aquellos que quieren entrar por otra parte, son delincuentes.

“Así de claro habla el Señor: no se puede entrar a la vida eterna por otra parte que no sea la puerta, es decir, Jesús”. Precisó el Papa que Jesús es la puerta de nuestra vida cotidiana y no sólo de la vida eterna. E invitó a preguntarnos cuando optamos: “¿Esta decisión, por ejemplo la tomo en nombre de Jesús, por la puerta de Jesús, o en palabras simples, la tomo de contrabando?”.

Jesús, por lo tanto explica qué el camino. El pastor conoce a sus ovejas y las conduce afuera. Y el camino, indicó el Papa, es justamente este: “Seguir a Jesús” en “el camino de la vida de todos los días”.

–‘Pero padre — diría alguien– las cosas son difíciles, no veo claro qué hacer. Me dijeron que había un vidente, un adivino y fui allí, y la adivina me mostró las cartas’.

Si uno hace esto, aseguró el Papa, no sigue a Jesús. Seguimos a otro que nos indica un camino diverso. Jesús nos advirtió: “Vendrán otros que van a decir que el camino del Mesías es este… ¡No, le hagan caso! ¡Yo soy el camino! dice Jesús, porque él es la puerta y también el camino. Si seguimos a Jesús no nos equivocaremos”.

Francisco se detuvo para hablar sobre la voz del Buen Pastor. “Las ovejas le siguen, porque conocen su voz”. ¿Pero cómo sabemos cuál es la voz de Jesús? dijo el Pontífice, para defendernos de la “voz de los que no son de Jesús?

La receta es simple: la voz de Jesús se encuentra en las Bienaventuranzas. ¡Alguien que indica un camino contrario a las Bienaventuranzas es una persona que entra por la ventana: no es Jesús!

¿Es posible conocer la voz de Jesús? Sí, cuando se habla de las obras de misericordia. Por ejemplo, en el capítulo 25 de Mateo: “Si una persona te dice lo que Jesús dice, es la voz de Jesús. Y “es posible conocer la voz de Jesús cuando nos enseña a decir Padre, es decir, cuando nos enseña a rezar el Padre nuestro”.

Reconocemos su voz en las bienaventuranzas, en las obras de misericordia y cuando nos enseña a decir ‘Padre’.

Nueva evangelización: Tenemos que cambiar el “chip”. Por Guillermo Juan Morado



Si me pongo a definir qué es eso del “chip”, me pierdo un poco. Al parecer, se trata de una “pequeña pieza de material semiconductor que contiene múltiples circuitos integrados con los que se realizan numerosas funciones en computadoras y dispositivos electrónicos”.

Da igual. “Cambiar el chip” es, sin entrar en detalles, cambiar el esquema. San Juan Pablo II decía de la nueva evangelización:” Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión” (Haití, 1983).

Hace falta una evangelización “nueva”. Que no es nada raro, sino que equivale a tomar en serio el desafío que, hoy, supone el anuncio del Evangelio.

En un país como el nuestro, España, esa urgencia es obvia. No tiene sentido, por ejemplo, hacer un cálculo de las parroquias según el número teórico de habitantes que, supuestamente, las pueblan. No. No es así. Un territorio, un barrio de una ciudad, no es, sin más, una parroquia.

Una parroquia es una comunidad de fieles, no de vecinos. Es verdad que, con más o menos fieles, la parroquia ha de ser misionera, y ha de intentar llegar a todos los que habitan la zona. Pero un catastro de un barrio no define, sin más, lo que es una parroquia.

Si no reconocemos la realidad, la evangelización no puede ser “nueva”. Porque la novedad viene de Dios. Y Dios no es amigo de componendas.

Me ceñiré a la Misa del domingo. A mi modo de ver, en cada parroquia debería celebrarse solo una vez la Santa Misa el domingo. No más de una vez. No más, al menos, si hubiese espacio para acoger, en esa única celebración, a todos los feligreses que deseasen participar en la misma.

Y si eso vale para el domingo, vale para todos los días. Una sola celebración de la Santa Misa, pero con la mayor participación posible de los fieles. No se trata de que cada fiel, individualmente, resuelva su “problema”. Sino de que, todos los fieles, celebren el domingo. O celebren, simplemente – que no es poco - la Santa Misa.

Mucho tenemos que aprender de los católicos que viven en zonas de persecución. Gracias a Dios, gozamos de una importante libertad de culto – y hasta de una cierta libertad religiosa - . Deberíamos aprovecharla.

Hoy, en una ciudad española, el que no va a Misa el domingo es, simplemente, porque no quiere ir. Y mejor nos iría, a todos, pastores y laicos, si nos convenciésemos de que, a veces, “menos es más”.

¿Un montón de celebraciones el domingo… ? No. Mejor, muchas menos – una por parroquia – pero absolutamente repletas de fieles. Al menos, así lo veo. Decididamente, hay que cambiar el “chip”.

Hay 19.000 curas españoles... pero la mitad de ellos roza o supera ya la edad de jubilación


(Rel.) España ha producido muchas vocaciones sacerdotales durante el siglo XX que siguen sirviendo a la Iglesia, pero su número ha descendido en las últimas décadas.

Comparado con los países de misión, donde escasean los sacerdotes para atender territorios inmensos, España no parecería ir muy mal: uno de cada 21 sacerdotes católicos es español, es decir, hay 19.000 sacerdotes españoles, del total de 415.000.

Sin embargo, cuando se analizan las cifras, se advierte que la edad media de los sacerdotes españoles es de 64 años, es decir, más de la mitad ya tienen edad de estar jubilados.

En 2015 fueron ordenaron 150 nuevos sacerdotes. Eran 33 más que el año anterior pero 58 menos que en el año 2005.

Hace 10 años...
Hace una década, en el curso 2004-2005 había 1.524 seminaristas mayores, 224 más que en la actualidad. Según las últimas estadísticas, hay 2.503 seminaristas diocesanos en España (1.300 mayores y 1.203 menores). Además, comenzaron su formación 632 nuevos seminaristas en el último curso.

Los datos los recuerda la Conferencia Episcopal Española (CEE) en el marco de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas que se ha celebrado el 17 de abril con el lema ‘Te mira con pasión’.

Por otra parte, la Iglesia española cuenta también con 57.986 religiosos y religiosas, 10.899 de clausura.

En todo el mundo, hay 748.828 religiosos (no sacerdotes) y religiosas (que suponen el 92,62%). En España hay 407 congregaciones de vida activa (300 femeninas) y 5.532 comunidades religiosas (1.500 masculinas).

En la actualidad 1.279 personas están en formación religiosa: 935 temporales (699 mujeres y 236 hombres) y 344 novicios (243 mujeres y 101 hombres).

Católicos en todo el mundo

A nivel mundial hay 1.272 millones de bautizados católicos (Anuario Pontificio 2016 y Annuarium Statisticum Ecclesiae 2014), un crecimiento de un 17,8% más respecto a 2005, cuando se contaba con 1.115 millones de fieles. Ese crecimiento es superior, porcentualmente, al de la población general durante la década, que creció un 17,3%. Este crecimiento se da sobre todo en África y Asia.

sábado, 16 de abril de 2016

Evangelio del Domingo IV de Pascua - Ciclo C


Lectura del Santo Evangelio según san Juan (10,27–30)


En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Palabra del Señor

Yo soy el buen pastor. Por Raniero Cantaessa


En los tres ciclos litúrgicos, el IV domingo de Pascua presenta un pasaje del Evangelio de Juan sobre el buen pastor. Después de habernos conducido, el domingo pasado, entre los pescadores, el Evangelio nos conduce entre los pastores. Dos categorías de igual importancia en los evangelios. De una deriva el título de «pescadores de hombres», de otra el de «pastores de almas», dado a los apóstoles.

La mayor parte de Judea era un altiplano de suelo áspero y pedregoso, más adecuado al pastoreo que a la agricultura. La hierba era escasa y el rebaño debía trasladarse continuamente, no había cercados y esto requería la constante presencia del pastor entre la grey. Un viajero del siglo pasado nos dejó un retrato del pastor de la Palestina de entonces: «Cuando lo ves en un elevado pastizal, insomne, con la mirada que escruta la lejanía, expuesto a las intemperies, apoyado en su vara, siempre atento a los movimientos del rebaño, entiendes por qué el pastor adquirió tal importancia en la historia de Israel que se le dio este título a su rey y Cristo lo asumió como emblema y sacrificio de sí».

En el Antiguo Testamento Dios mismo es representado como pastor de su pueblo: «El Señor es mi pastor, nada me falta» (Sal 23,1). «Él es nuestro Dios y nosotros el pueblo de su pasto» (Sal 95,7). El futuro Mesías también es descrito con la imagen del pastor: «Como pastor pastorea su rebaño; recoge en brazos los corderitos, en el seno los lleva y trata con cuidado a las paridas» (Is 40,11). Esta imagen ideal de pastor encuentra su plena realización en Cristo. Él es el buen pastor que va en busca de la oveja extraviada; se apiada del pueblo porque lo ve «como ovejas sin pastor» (Mt 9,36); llama a sus discípulos «el pequeño rebaño» (Lc 12, 32). Pedro llama a Jesús «el pastor de nuestras almas» (1 P 2, 25) y la Carta a los Hebreos «el gran pastor de las ovejas» (Hb 13,20).

De Jesús buen pastor el pasaje evangélico de este domingo subraya algunas características. La primera se refiere al conocimiento recíproco entre ovejas y pastor: «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen». En ciertos países de Europa, las ovejas se crían especialmente por la carne; en Israel se criaban sobre todo por la lana y la leche. Por ello permanecían años y años en compañía del pastor, quien acaba por conocer el carácter de cada una y llamarla con algún afectuoso apodo.

Está claro lo que Jesús quiere decir con estas imágenes. Él conoce a sus discípulos (y, en cuanto Dios, a todos los hombres); les conoce «por su nombre», que para la Biblia quiere decir en su esencia más íntima. Él les ama con un amor personal que llega a cada uno como si fuera el único que existe ante Él. Cristo no sabe contar más que hasta uno: y ese uno es cada uno de nosotros.

Otra cosa nos dice del buen pastor el pasaje del Evangelio del día. Él da la vida a las ovejas y por las ovejas y nadie podrá arrebatárselas. La pesadilla de los pastores de Israel eran las salvajes bestias –lobos y hienas- y los salteadores. En lugares tan aislados constituían una amenaza constante. Era el momento en que se evidenciaba la diferencia entre el verdadero pastor –el que apacienta las ovejas de la familia, quien tiene la vocación de pastor- y el asalariado que se pone al servicio de algún pastor sólo por la paga que recibe de él, pero que no ama, e incluso frecuentemente odia a las ovejas. Frente al peligro, el mercenario huye y deja a las ovejas a merced del lobo o del malhechor; el verdadero pastor afronta valientemente el peligro para salvar el rebaño. Esto explica por qué la liturgia nos propone el Evangelio del buen pastor en el tiempo pascual: la Pascua ha sido el momento en que Cristo ha demostrado ser el buen pastor que da la vida por sus ovejas.

jueves, 14 de abril de 2016

Hoy se celebra a San Damián de Molokai, el apóstol de los leprosos


(ACI).- “Ningún sacrificio es demasiado grande si se hace por Cristo”, solía decir San Damián de Molokai, quien contrajo lepra al servir como misionero a los pacientes con esta enfermedad en una de las islas Hawai (Estados Unidos). Su fiesta se celebra cada 15 de abril. San Damián nació un 3 de enero de 1840 en Bélgica, ingresó a la vida religiosa con los Padres de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Fue enviado como misionero a Hawai (Estados Unidos) y el 24 de mayo de 1864 fue ordenado sacerdote en Honolulu, la capital. Ayudaba incesantemente a los pobladores del lugar y trabajó con sus propias manos para que se construya una Iglesia, ganándose la estima de la gente. Por ese entonces se desató una terrible epidemia de lepra. Los enfermos eran apartados de la comunidad y abandonados a su suerte en una colonia especial. El P. Damián pidió ir a ayudarlos y desembarcó con varios leprosos en Molokai. En ese lugar había mucha violencia y muchos vivían sin esperanza y paz. Escuchaba la burla de los borrachos, las lamentaciones de los moribundos y los aullidos de los perros que se comían a los muertos. Poco a poco el Santo fue transformando el lugar, construyó una iglesia en honor a Santa Filomena, hospital, enfermería, escuela, viviendas, etc. En 1885 contrajo la enfermedad de lepra con tan sólo 49 años y rechazó ser trasladado para recibir tratamiento. "Hasta este momento me siento feliz y contento, y si me dieran a escoger la posibilidad de salir de aquí curado, respondería sin dudarlo: ‘Me quedo para toda la vida con mis leprosos’”, decía. El Santo con sus dolores continuó con la obra evangelizadora en medio de ese pueblo sufriente. Antes de morir vio llegar al P. Wendelin y a las hermanas franciscanas que se encargaron de la enfermería. Entre ellas estaba la Beata Madre Marianna Cope que sirvió más de 30 años a los leprosos. Partió a la Casa del Padre el 15 de abril de 1889. Una estatua de bronce del santo se encuentra en el Capitolio de Estados Unidos en representación al estado de Hawai.

Luis Javier Argüello García nombrado obispo auxiliar de Valladolid


(CEE) La Santa Sede ha hecho público, a las 12.00 h. de hoy, jueves 14 de abril, que el papa Francisco ha nombrado al sacerdote Luis Javier Argüello García obispo auxiliar de la archidiócesis de Valladolid, asignándole la sede titular de Ipagro (Aguilar de la Frontera, Epagren(sis) –España-, que tenía como metropolitana a Sevilla). Así ha sido comunicado por la Nunciatura Apostólica a la Conferencia Episcopal Española (CEE). Luis Javier Argüello García es actualmente vicario general de Valladolid. Luis Javier Argüello, vicario general de Valladolid desde 2011 Luis Javier Argüello nació el 16 de mayo de 1953 en Meneses de Campos (Palencia). Estudió en Valladolid, en el colegio de los Hermanos de La Salle y luego en la Universidad, donde obtuvo la Licenciatura en Derecho Civil. Cursó los estudios eclesiásticos en el centro de los PP. Agustinos en Valladolid. Fue ordenado sacerdote el 27 de septiembre de 1986 para la archidiócesis de Valladolid, donde ha desempeñado los siguientes cargos: formador en el seminario diocesano (1986-1997); vicario episcopal de la ciudad y miembro del consejo episcopal, durante tres etapas: (1986-1997, 2003-2009 y 2010-2011); delegado de Pastoral Vocacional (1997-2012); moderador de la capellanía del Monasterio de la “Concepción del Carmen” (1997-2011); rector del seminario diocesano (1997-2011); y miembro electo de la Comisión Permanente del Consejo Presbiteral (2003-2008). Actualmente es vicario general y moderador de la Curia diocesana, desde 2011; miembro del colegio de consultores, desde 2000; miembro de la Comisión Permanente del Consejo Presbiteral, desde 2010; miembro del Consejo de Asuntos Económicos y del Consejo Episcopal, desde 2011; miembro de la Comisión Permanente del Consejo Pastoral, desde 2013, y miembro de la Comisión para el Diaconado Permanente, desde 2014

Francisco, «Amoris Laetitia» Por el Cardenal Antonio Cañizares


Acaba de hacerse pública –el viernes pasado– la Exhortación Apostólica postsinodal del Papa Francisco, «Amoris Laetitia», sobre la Familia. Es una Exhortación Apostólica del Papa que recoge las reflexiones, experiencia, gran riqueza de lo aportado por los dos últimos Sínodos de los Obispos que han versado sobre la Familia y que han sido ocasión de tantos comentarios en los diferentes foros y medios comunicación social de todo el mundo y en la opinión pública mundial y eclesial. No es un tema que deja indiferentes y no es para menos dado que la realidad de la familia es realidad de máxima y primerísima importancia para el hombre y la sociedad, la institución más universal, o mejor, la que es verdaderamente universal y está en todos los pueblos y culturas, en todas las religiones y credos, porque es lo más profundamente humano, y es lo más apreciado y querido por todos, al menos eso señalan las encuestas. El título de la Exhortación ya nos da idea de cual es el enfoque que le da este Papa: muy suyo, «alegría y amor». La familia es eso: gozo, alegría de esa comunidad originada en el amor, obra del amor, edificación del amor de cuantos la forman, portadora del amor que construye el gran proyecto, gozoso y esperanzador, que Dios ha encomendado al hombre: hacer de todos una unidad establecida por el amor donde reine el amor. Se trata de una Exhortación que recoge fielmente la gran Tradición de la Iglesia sobre la familia, basada en el amor, fiel y para siempre, de esposo y esposa, que se prolonga en la generación, mantenimiento, educación de los hijos, base de toda relación personal e interpersonal y de toda convivencia. No hay por eso aportaciones nuevas a la doctrina de siempre: hay un enfoque muy pastoral, de misericordia y verdad ensambladas sobre esa doctrina de siempre. Pero tiene una gran particularidad, el realismo con que se aborda el tema. Se tienen en cuenta las múltiples y variadas situaciones de las familias, los gozos y esperanzas, los sufrimientos y penas, las dificultades y las alegrías de las familias actuales; toca el tema muy pegado a la realidad, con pocas concesiones a teorías, abstracciones o idealismos. Baja a la arena, y como se dice vulgarmente, se compromete, se «moja». Se moja también con las heridas que hieren actualmente a las familias. No escamotea esas heridas. Está escrita con un grandísimo amor a la familia y a las familias, con las que comparte sus sufrimientos, sus trabajos, sus alegrías, sus logros, sus problemas, sus esperanzas. Las asume y las hace suyas. Las comprende. Está escrita con gran comprensión y compasión, con misericordia, rasgo característico de este Papa. Es una Exhortación que con ese realismo propio no es en absoluto pesimista; tampoco es optimista. Es, sencillamente, esperanzada y esperanzadora. Un texto para la esperanza: no puede ser de otra manera cuando todo arranca de la alegría del amor y se mueve en ese horizonte. Un texto que les invito a leer, a pesar de su extensión, a leerlo con calma y sosiego, con atención y apertura, –tómense el tiempo que necesiten, ganarán mucho con su lectura– y verán que ahí, en la familia, en la familia nueva y renovada por la alegría del amor se abre el camino de futuro para la humanidad que tanto lo necesita: la necesitamos todos, adultos y jóvenes, niños y ancianos, sociedad e Iglesia, todos, porque es un don de Dios, de Dios que es amor y ha puesto ese amor en el corazón del hombre y de la mujer, de los padres y de los hijos, de los abuelos y de los tíos que formamos esos millones de familias a lo largo de la historia y de todos los pueblos que constituyen la urdimbre de la humanidad. Lean, y difundan esta Exhortación en su integridad, no parcialmente ni buscando aquella cosa que pueda ser más llamativa y picante o que se preste a avivar polémicas o críticas estériles. Léanla y difúndanla con el mismo espíritu y talante con el que ha sido escrita: Con amor a la familia y gozo por ella, con solidaridad para con las familias en particular las que lo pasan malo por trances difíciles, con agradecimiento a la familia, y SE con la responsabilidad ante la familia y por ella. y también con el discernimiento que tantas veces en este texto el Papa recomienda y hace suyo. La Iglesia, por su parte, se ve confirmada en su fe y en la verdad de la familia, confortada plenamente por sus enseñanzas, y con la alta y gozosa responsabilidad pastoral sobre las familias y difundir la buena noticia, el Evangelio de la Familia, que lo hará en las formas más convenientes y con los mejores medios a su alcance. En la Diócesis de Valencia pondremos todo nuestro empeño y entusiasmo en su difusión y aplicación; lo haremos con la Delegación Diocesana de Familia, el Instituto Juan Pablo II de la Familia en la Universidad católica, las parroquias, los movimientos familiares, los Centros de orientación Familiar, y, por supuesto, las familias mismas tratarán de asimilar su rico contenido y sus ricas sugerencias y tratarán de impulsar con renovado vigor la tarea pastoral con las Familias. Se merece todos los esfuerzos y trabajos, porque la enseñanza del Papa, en este como en otros puntos, es espléndida, reconfortante, renovadora y esperanzadora. Del futuro de la familia, depende, como decía aquí mismo el miércoles pasado, el futuro de la humanidad, la renovación de la humanidad, el surgimiento vigoroso de la humanidad nueva y renovada, una nueva civilización del amor en la que reinen el amor, la convivencia, la solidaridad y la paz. Y ¿por qué no decirlo? España lo necesita, España necesita de la alegría del amor, es decir de la familia, de la verdad de la familia, que es la que en estos momentos la está salvando, y la salvará siempre y más todavía, y sin embargo está siendo tan olvidada, por no decir la gran olvidada, en los programas políticos que se nos ofrecen. Proteger la familia y la vida es avanzar por el verdadero progreso y hacia el futuro lleno de novedad y esperanza. Es lo que nos ofrece el Papa Francisco con tanta ternura, justicia, verdad, razón, esperanza, fe y amor, amor de padre que se vuelca sobre los hijos, la gran familia que formamos todos, hijos del padre de los cielos.

Carta semanal del Sr. Arzobispo


En este tiempo de florecer, como vemos que por doquier aparece con el tiempo propicio de la primavera, la comunidad cristiana celebra en el cuarto domingo de Pascua, llamado también domingo del Buen Pastor, la jornada mundial de oración por las vocaciones de especial consagración. Todos somos llamados, es decir, todos tenemos nuestra vocación personal. Pensando en cada uno Dios nos creó y ha querido asignarnos una misión, esa que constituye nuestro particular secreto y nuestra única e inédita aportación a la Iglesia y a la sociedad en el tiempo y espacio que ocupa nuestra biografía. El Papa Francisco ha dedicado un bello mensaje para esta jornada que vamos a celebrar en este cuarto domingo de pascua. Y comienza expresando un deseo: «que a lo largo del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, todos los bautizados pudieran experimentar el gozo de pertenecer a la Iglesia. Ojalá puedan redescubrir que la vocación cristiana, así como las vocaciones particulares, nacen en el seno del Pueblo de Dios y son dones de la divina misericordia». Efectivamente, la Iglesia es el lugar en donde la vocación nace, crece y es sostenida. Sin la Iglesia pueden darse iniciativas loables y que desde sus claves e intereses hagan el bien y procuren la paz en medio de nuestro mundo tan herido, tan amenazado, tan sin terminar. Pero la aportación cristiana obedece no sólo a esa sana y deseable actitud altruista y humanitarista que bienvenida siempre sea venga de donde venga, sino de lo que Dios ha querido poner en nuestros labios para anunciarlo, y lo que ha puesto en nuestras manos para entregarlo. Esta es la vocación cristiana propiamente hablando: buscar, hallar y abrazar, lo que Dios ha pensado para mí, para decírmelo a mí y para decirlo conmigo, para dármelo a mí y para repartirlo conmigo. Pero no es un camino privado de cada uno, aunque sea totalmente personal. Por eso, como dice el Papa Francisco, «la llamada de Dios se realiza por medio de la mediación comunitaria. Dios nos llama a pertenecer a la Iglesia y, después de madurar en su seno, nos concede una vocación específica. El camino vocacional se hace al lado de otros hermanos y hermanas que el Señor nos regala: es una con-vocación. El dinamismo eclesial de la vocación es un antídoto contra el veneno de la indiferencia y el individualismo. Establece esa comunión en la cual la indiferencia ha sido vencida por el amor, porque nos exige salir de nosotros mismos, poniendo nuestra vida al servicio del designio de Dios y asumiendo la situación histórica de su pueblo santo». La Iglesia es el seno en donde toda vocación germina, se desarrolla y en donde es asegurada en su fidelidad. Es la Iglesia en su carácter de universalidad: «nadie es llamado exclusivamente para una región, ni para un grupo o movimiento eclesial, sino al servicio de la Iglesia y del mundo. Un signo claro de la autenticidad de un carisma es su eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien de todos». Y es bueno que los jóvenes puedan hacer experiencia de diversos caminos a los que el Señor ha llamado en su Iglesia: conocer y aprender de buenos catequistas, ir a los lugares de misión con los misioneros, adentrarse en un monasterio contemplativo compartiendo la vida de clausura, profundizar en el camino de los sacerdotes diocesanos. Es muy importante saber que la vocación no termina con el primer paso, como sucede en toda historia de amor. Hay que cuidar y nutrir cada vocación para que en comunión con la Iglesia se siga afianzando sólidamente el sí que se dio a quien nos llamó.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, 
ofm Arzobispo de Oviedo

miércoles, 13 de abril de 2016

Oremos por nuestros Sacerdotes que este año están de Aniversario de Ordenación


Bodas de Diamante Sacerdotal (60 años de Sacerdocio) Ordenados en 1956:

Rvdo. Sr. D. Severino Rubiera Menendez,Párroco emérito de Sales (Colunga)

Rvdo. Sr. D. Alberto Torga Llamedo, Capellán de emigrantes jubilado

Rvdo. Sr. D. Francisco Garcia López, Párroco emérito de Navelgas (Tineo)

Ya no están: Gil Cesar Suarez García, Ángel Luis Bolonio García, Arturo Castiñeira Fernández, Celso Díaz Fernández, José Manuel Díaz Menendez, Joaquín Fernandez Fernandez, Benjamín Fernández García, Manuel Gonzalez Garcia, Juan Goti Ordeñana, Manuel Gutierrez Fernández, Victor Laruelo Riestra, José Menendez Uría, Manuel Mesonero Suarez, Lucio Paramio Gutierrez, Luis Piñera Villar, y Clemente Vilorio Alonso.



Bodas de Oro Sacerdotales (50 años de Sacerdocio) Ordenados en 1966:

Rvdo. Sr. D. Federico Abad Martínez, sacerdote jubilado. Colabora en el Archivo histórico diocesano

Rvdo. Sr. D. Alfredo Cueto Rodriguez, Párroco de Santa Teresa de Jesús del Pozón (Avilés)

Rvdo. Sr. D. Jose Antonio Gutierrez Macho, Vicario Parroquial de San Pedro de la Felguera

Rvdo. Sr. D. Jesús Bayón Rodriguez, Párroco de la UPAP de Cangas del Narcea

Ilustrisimo Sr. D. Manuel Antonio Díaz Gonzalez, Vicario Episcopal de Avilés - Occidente y Párroco de Muros del Nalón y San Esteban de Pravia.

Rvdo. Sr. D. José Luis Fonseca Orviz, Párroco de la Purísima del Nuevo Gijón

Monseñor Román Javier Gomez Cuesta, Párroco de San Pedro Mayor (Gijón)

Rvdo. Sr. D. Celso Gonzalez García, Párroco de Cabueñes y Deva (Gijón)

Ya no están:  Juan Bautista Álvarez Menendez , Julio Campillo Fernández, Ángel Cuervo-Arango Fernández, Bernardo Antonio García García, Alejandro Alas Suarez, Jorge Álvarez Fernández, Carlos Garcia Huelga, Jesús Mª Secundino Gonzalez Álvarez, Jesús Avelino Gonzalez García, Lisardo Manuel Menendez Fernandez, Francisco Rivera López, y Luis Antonio Vega Álvarez



Bodas de Plata Sacerdotales (25 años de Sacerdocio) .Ordenados en 1991:

D. Julián Francisco Herrojo Rodriguez, Párroco del Cristo de las Cadenas y Latores

D. Florentino Hoyos  Martinez  , Párroco de Santa María de Llanes

D. Luis Muiña Blanco, Párroco de San Julián de Somió (Gijón)

D. Javier Panizo Calvo, Párroco de la UPAP de Barro (Llanes)

Fallecido: (+) Don Amadeo Artime Velarde , Párroco que fue de Laviana

AUDIENCIA GENERAL Miércoles 13 de abril de 2016



Queridos hermanos y hermanas:

Hemos escuchado la narración evangélica de la llamada de Mateo. Por ser publicano, es decir, un recaudador de impuestos en nombre del imperio romano, era considerado por los fariseos un pecador público. Jesús, en cambio, invita a Mateo a seguirlo, y comparte su mesa con publicanos y pecadores, ofreciendo también a ellos la posibilidad de ser sus discípulos. Con estos gestos, les indica que no mira a su pasado, a su condición social o a los convencionalismos exteriores, sino que los acoge con sencillez y les abre un futuro. Esta actitud de Jesús vale también para cada uno de nosotros: ser cristianos no nos hace impecables. La Iglesia no es una comunidad de perfectos, sino de discípulos en camino, que siguen al Señor porque se reconocen pecadores y necesitados de su perdón. La vida cristiana es, pues, una escuela de humildad que se abre a la gracia, en la que se aprende a ver a nuestros hermanos a la luz del amor y de la misericordia del Padre.

Nos reconforta contemplar a Jesús que no excluye a nadie. Él es el buen médico que se compadece de nuestras enfermedades. No hay ninguna que él no pueda curar. Nos libra del miedo, de la muerte y del demonio. Nos hace sus comensales, ofreciéndonos la salvación en la doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía. Estas son las medicinas con las que el Divino Maestro nos nutre, nos transforma y nos redime.

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que el Señor Jesús nos alcance la gracia de mirar siempre a los demás con benevolencia y a reconocerlos como invitados a la mesa del Señor, porque todos, sin excepción, tenemos necesidad de experimentar y de nutrirnos de su misericordia, que es fuente de la que brota nuestra salvación. Muchas gracias.