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sábado, 31 de diciembre de 2022

Testamento espiritual de Benedicto XVI: «¡Manteneos firmes en la fe!»


En las últimas horas ha transcendido el testamento espiritual que dejó escrito Benedicto XVI el 29 de agosto de 2006. Un legado para todos los cristianos que no tiene desperdicio.

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A continuación reproducimos íntegramente este valioso y bello texto:

"Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás, hacia las décadas que he recorrido, veo en primer lugar cuántas razones tengo para dar gracias. En primer lugar, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me dio la vida y me guió en diversos momentos de confusión; siempre me levantó cuando empecé a resbalar y siempre me devolvió la luz de su semblante. En retrospectiva veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y fatigosos de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien.

Doy gracias a mis padres, que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor prepararon para mí una morada magnífica que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. La lúcida fe de mi padre nos enseñó a los niños a creer, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros científicos; la profunda devoción y la gran bondad de mi madre son un legado que nunca podré agradecerle lo suficiente. Mi hermana me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado; mi hermano, con la lucidez de sus juicios, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin este constante precederme y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta.

De corazón doy gracias a Dios por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado; por los colaboradores en todas las etapas de mi camino; por los profesores y alumnos que me ha dado. Con gratitud los encomiendo todos a Su bondad. Y quiero dar gracias al Señor por mi hermosa patria en los Prealpes bávaros, en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo. Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y os lo ruego, queridos compatriotas: no os dejéis apartar de la fe. Y, por último, doy gracias a Dios por toda la belleza que he podido experimentar en todas las etapas de mi viaje, pero especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria.

A todos aquellos a los que he hecho daño de alguna manera, les pido perdón de todo corazón.

Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia están confiados a mi servicio: ¡manteneos firmes en la fe! No se confundan. A menudo da la impresión de que la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- es capaz de ofrecer resultados irrefutables en contradicción con la fe católica.

He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he podido comprobar cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas sólo aparentemente pertenecientes a la ciencia; del mismo modo que, por otra parte, es en el diálogo con las ciencias naturales como también la fe ha aprendido a comprender mejor el límite del alcance de sus pretensiones, y por tanto su especificidad.

Hace ya sesenta años que acompaño el camino de la Teología, en particular de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles, demostrando ser meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y veo cómo de la maraña de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo.

Por último, pido humildemente: rezad por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados e insuficiencias, me reciba en las moradas eternas. A todos los que me han sido confiados, mis oraciones salen de mi corazón, día a día.

Benedictus PP XVI.

Sacerdotes diocesanos y obispos fallecidos en 2022


5 de enero:  Sr. Cardenal D. Francisco Álvarez Martínez, Arzobispo emérito de Toledo; Falleció en su domicilio en Madrid. Había nacido en Ferroñes (Llanera) en 1925. Presidió su funeral el Arzobispo Primado de Toledo siendo inhumado en la Capilla de la Descensión de la Catedral de Toledo. Días después el Sr. Arzobispo de Oviedo presidió un funeral por su eterno descanso en la Parroquia de San Salvador de Posada de Llanera. 

18 de enero: Eustasio Víctor Manuel Sánchez Fonseca: ''Tito''; Adscrito a la U.P. de Siero. Falleció de un infarto en la Casa Rectoral de Valdesoto. Había nacido en Pola de Siero en 1958. Presidió el funeral el Sr. Arzobispo en Pola de Siero, siendo inhumado en el cementerio parroquial

3 de marzo: D. Ángel Garralda García, Adscrito a San Nicolás de Bari de Avilés 
Falleció en el Hospital San Agustín de Avilés. Había nacido en Güesa (Navarra) en 1923. Presidió su funeral el Sr. Vicario General, siendo inhumado en la cripta de la Parroquia 
  
30 de marzo: M.I. Sr. D. Luis Marino Fernández Solís, Canónigo de Covadonga. 
Falleció en el Hospital de Cabueñes donde estaba de guardia como capellán. 
Había nacido en Pravia en 1960. Presidió su funeral en Pravia el Sr. Abad de Covadonga, siendo inhumado en el cementerio de San Andrés. Días después el Sr. Arzobispo presidió un funeral por su eterno descanso en la Basílica de Covadonga.

2 de abril: D. Félix Torga Fernández, Párroco emérito de Lorío y Entralgo (Laviana).
Falleció en la Casa Sacerdotal de Oviedo. Había nacido en Nava en 1930. Presidió su funeral en Nava el Sr. Arzobispo, siendo inhumado en esa su localidad natal.

30 de abril: D. José Luis Montero Álvarez, Párroco de Ceares y Lavandera (Gijón).
Falleció de un infarto mientras dormía en la Casa Rectoral de Ceares. Había nacido en Castropol en 1934. Presidió su funeral en Gijón el Sr. Arzobispo, siendo inhumado en el cementerio de Castropol.

14 de junio: Monseñor Gabino Díaz Merchán, Arzobispo emérito de Oviedo. Falleció en la Casa Sacerdotal de Oviedo. Había nacido en Mora (Toledo) en 1926. Presidió su funeral el Sr. Arzobispo, siendo inhumado en la Capilla catedralicia de Covadonga. 

23 de junio: D. Fernando Fueyo García, Párroco emérito de San Nicolás de Bari en el barrio del Coto de Gijón. Falleció en el Hospital de la Cruz Roja de esta localidad. Había nacido en Gijón en 1937. Presidió su funeral el Sr. Arzobispo, siendo inhumado en el cementerio de Ceares de Gijón. 

24 de junio: D. Laurentino Gómez Montes, Párroco emérito de Santa María de la Corte (Oviedo). Falleció en el Hospital Monte Naranco de Oviedo. Había nacido en Turón en 1937. Presidió su funeral el Sr. Arzobispo de Oviedo en la Parroquia San José de Gijón, siendo después sus restos incinerados e inhumados en la cripta del citado templo. 

25 de junio: Monseñor José Antonio Muñiz Álvarez, Misionero en Brasil. Falleció repentinamente de un infarto en Cataguases (Minas Gerais). Había nacido en Sama de Grao en 1935. Presidió el Obispo de aquella  Diócesis, Monseñor Edson José Oriolo dos Santos. Terminado el mismo sus restos mortales fueron trasladados al crematorio em Tocantins (MG) donde fueron incinerados en presencia del Vicario General de la diócesis de Leopoldina. El 29 de septiembre se celebró un funeral en su pueblo natal presidido por el Vicario de Oviedo-Centro. Seguidamente sus cenizas recibieron cristiana sepultura en el cementerio parroquial. 

12 de julio: D. Gilberto Lorenzo Reigada, vicario parroquial emérito de San Lorenzo de Gijón. Falleció en el domicilio familiar de Careñes (Villaviciosa). Había nacido en Osoño - Orense en 1936. Presidió su funeral el párroco de San Lorenzo de Gijón, siendo inhumado en su pueblo natal de Osoño.

17 de julio: D. Justo Ordoñez García, Misionero jubilado. Falleció en el Hospital Universitario de Asturias. Había nacido en Ciaño en 1930. Presidió su funeral el Sr. Vicario General. Sus restos mortales fueron incinerados e inhumados en el Columbario de la Basílica de San Juan el Real

28 de octubre: D. Severino Rubiera Menéndez, Párroco emérito de La Isla (Colunga). Falleció en la Casa Sacerdotal de Oviedo. Había nacido en Gijón en 1929. Presidió su funeral en la Casa Sacerdotal el Sr. Arzobispo, siendo inhumado el cementerio El Salvador.

1 de diciembre: D. Cristóbal Samaniego Sagasti, Párroco emérito de Sevares. 
Falleció en el Hospital Universitario Central de Asturias. Había nacido en Llaranes en 1960. Presidió su funeral en esta localidad el Sr. Arzobispo. Sus restos mortales fueron incinerados e inhumados en el Cementerio Parroquial de Santa María del Mar (Castrillón). 

5 de diciembre: D. Manuel Prieto Díez de Dios, coadjutor emérito de Pola de Laviana. Falleció en el Hospital Universitario Central de Asturias. Había nacido en Riello (León) en 1925. Presidió su funeral en la parroquia de La Corte el Sr. Arzobispo, siendo inhumado en Pola de Laviana.

14 de diciembre: D. Honorino Tesier González, Párroco de San Miguel de Serín (Último párroco por oposición). Falleció en la Casa Sacerdotal. Había nacido en San Cristóbal de Entreviñas (Zamora) en 1929. Presidió su funeral en Serín el Sr. Arzobispo, siendo inhumado en el cementerio parroquial.

17 de diciembre: D. Constantino Rodríguez Arias, Párroco emérito de Villacondide.
Falleció en la Casa Rectoral de Villacondide. Había nacido en Ponticiella en 1929
Presidió su funeral en Villacondide el Sr. Arzobispo, siendo inhumado en su cementerio parroquial.

20 de diciembre: D. José Antonio Rodríguez Alonso ''Nembra''. Falleció en la Casa Sacerdotal. Había nacido en Nembra (Aller) en 1937. Presidió su funeral en la Casa Sacerdotal de Oviedo el Sr. Arzobispo, siendo inhumado en el cementerio de su parroquia natal.

ORACIÓN

''Cristo que os llamó, os reciba y los Ángeles os conduzcan al regazo de Abraham''

Oh Dios, que concedes el perdón y quieres la salvación de los hombres: te rogamos que, por la intercesión de la Santísima Virgen María y de todos los Santos, concedas la bien­aven­tu­ranza a tus hijos sacerdotes difuntos, a quienes llamaste de este mundo. No les abandones en manos del enemigo, ni te olvides de ellos para siempre; sino recíbelos con tus santos Ángeles en el Cielo, su patria definitiva. Y porque creyeron y esperaron en ti, concédeles para siempre las alegrías del Cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

Concédele, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna.

Descansen en Paz 

La sabiduría humilde y bella de Benedicto XVI

Todos recordamos aquella tarde de su elección. Le vimos días atrás despidiendo al amigo y querido San Juan Pablo II. Josef Ratzinger se presentó como un humilde trabajador de la viña del Señor. Su llegada no respondía a unas oposiciones aprobadas, a una conquista acariciada, a unas elecciones que con sus rivales peleó. Era un misterio y así nos lo hizo saber cuando, asomado al balcón de la Basílica de San Pedro, dejaba entrever en su mirada su sorpresa rompiendo los legítimos planes que tenía a su edad.

Calzarse las sandalias del pescador como Pedro a quien sucedía en su sede en ese trance, tras la figura imponente de San Juan Pablo II de quien fue un fiel colaborador, no era cosa cualquiera. Siempre pienso en esa estancia junto a la Capilla Sixtina, donde el elegido antes de vestirse de blanco papal, allí ora unos minutos en silencio. La llaman capilla de las lágrimas. Toda una vida queda a la espalda de tu historia, y una vida desbordante se abre ante tus ojos, abrumado por la carga que sobreviene y confortado a la vez por la certeza de Quien te acompaña. Las lágrimas son de humilde petición, de gratitud también. Afuera los hermanos Cardenales y los hermanos del mundo entero más allá de ese balcón esperan con ansiedad al nuevo sucesor de Pedro.

Benedicto XVI nos contó enseguida su programa, el que a cualquier mandatario se le pide como previo para decidir su aceptación o no. Pero en su caso, el programa no respondía a una estrategia de política eclesial, o a demagogias oportunistas, o a vaivenes reaccionarios, o a ajustes de cuentas. Así lo dijo al comenzar su Pontificado: «Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia».

La escucha como programa… ¿no resulta inconcreto, abstracto, tal vez arriesgado? Pero, ¿dónde habla Dios para escuchar su palabra o saber lo que de nosotros quiere? La vida entera se convierte en vocero de Dios, y cada circunstancia nos acerca a su querer. Hay que saber escuchar y acertar a acoger. Y esto en todo momento a lo largo de su vida. Incluso cuando fue elegido como arzobispo de Múnich, o Prefecto de Doctrina de la Fe, o sucesor de San Pedro, o cuando declinó su responsabilidad papal y se retiró en silencio para así seguir rezando y sosteniendo a la Iglesia que tanto amó.

El sí con el que un hijo de Dios se adhiere al misterioso designio que la Providencia traza para cada uno, no es algo según las ganas que tienes o la conveniencia pactada. Es un sí para siempre a quien siempre nos llama a abrazar su voluntad divina. Pero decimos sí a una Persona, no a un cargo, a una responsabilidad, a una prebenda o una conquista. Si por amor y obediencia hemos aceptado lo que se nos confiaba, por amor y obediencia hay que dejarlo cuando se nos hace saber de mil modos, que eso es lo que Dios nos dice y lo que de nosotros espera.

Ahora ha comenzado para Josef Ratzinger el encuentro con ese Jesús que tanto amó con todo su corazón, al que estudió con pasión y veneración, al que explicó como profesor brillante y profundo, al que predicó con belleza inolvidable, al que testimonió en tantos momentos pagando el alto precio que la fidelidad conlleva y contrae. Un encuentro que no defrauda en desencanto ni caduca con trampa. El cielo que Jesús nos prometió abre sus puertas a este anciano pescador que llega con sus viejas sandalias. La Virgen María, Pedro y todos los santos, a los que dedicó sus más hermosas catequesis, habrán salido a su encuentro. Junto al papa Santo, que fue Juan Pablo II, ahora el papa Sabio. ¡Qué precioso legado nos regala Dios!

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
31 de diciembre 2022

Ha fallecido el Papa emérito Benedicto XVI

(www.osservatoreromano.va) 
Benedicto XVI ha regresado a la Casa del Padre. La Oficina de Prensa del Vaticano ha anunciado hace unos minutos que el fallecimiento se ha producido a las 9.34 horas en la residencia del monasterio Mater Ecclesiae, que el papa emérito, de 95 años, había elegido como demora tras renunciar al ministerio petrino en 2013.

"Con dolor informo que el Papa Emérito, Benedicto XVI, falleció hoy a las 9:34 a.m. en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano. Se dará más información lo antes posible", reza la nota del director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, difundida por la mañana.

A partir de la mañana del lunes 2 de enero de 2023, el cuerpo del Papa emérito será expuesto en la basílica de San Pedro del Vaticano para las oraciones y el homenaje de los fieles.

El funeral, presidido por el Papa Francisco, se celebrará el jueves 5 de enero a las 9.30 horas en la Plaza de San Pedro.




viernes, 30 de diciembre de 2022

Sagrada Familia de Nazaret

(Mercaba.org)- Se celebra la fiesta de la sagrada familia el domingo que cae dentro de la octava de navidad. Es una fiesta de devoción, introducida por primera vez como celebración opcional en 1893. El culto de la sagrada familia se hizo muy popular en el siglo pasado, sobre todo en Canadá. El papa León XIII lo promovió muchísimo. En unos tiempos en que las fuerzas secularizantes constituían una amenaza clara para la familia cristiana, se propuso a la sagrada familia de Nazaret como modelo, como fuente de inspiración y de ayuda.

Su origen relativamente reciente y el hecho de que propende al sentimentalismo han hecho que esta fiesta no goce de aceptación universal. Ciertamente tenemos que disociarla de un tipo de espiritualidad un tanto superficial, que presenta pinturas ñoñas e idílicas de la familia de Nazaret y que se refleja en un determinado tipo de arte religioso muy popular en el siglo pasado. La liturgia de la fiesta no constituye el espaldarazo ni la perpetuación de una piedad tan equivocada. Trataremos de verla aquí de manera objetiva y positiva.

Si la consideramos de manera positiva, la fiesta puede ayudarnos a ver la encarnación en un contexto más amplio, a considerar sus consecuencias culturales y sociales. Efectivamente, no basta con decir que el hijo de Dios se hizo hombre. Esto sucedió en un tiempo y en un lugar concretos. El adoptó una familia, un hogar, una ciudad, un medio cultural determinados; creció en este entorno, fue educado en la fe judía, aprendió el oficio de carpintero e hizo amigos. Los años pasados en Nazaret fueron años de formación, de preparación para su misión.

En una exquisita homilía que se lee en el Oficio de lecturas, el papa Pablo VI llama la atención sobre este aspecto de la encarnación. Y reflexionando sobre la vida familiar de Cristo en Nazaret, dice: «Sobre todo aquí se hace patente la importancia de tener en cuenta la pintura general de su vida entre nosotros, con su concreto entorno de lugar, tiempo, costumbres, lengua, práctica religiosa». Dios se hizo hombre, trabajador, carpintero e hijo de carpintero, nazareno, cuyos padres eran conocidos en aquel lugar. Le reconocemos como verdadero hombre, pero no perdemos de vista jamás su naturaleza divina. Efectivamente, «adoramos al hijo del Dios vivo que se hizo» Hijo en una familia humana».

Navidad es un tiempo hogareño, familiar. Y esto tiene una importancia religiosa y psicológica: necesitamos volver a los orígenes, a las raíces, a la familia de cuando en cuando. En el plano espiritual hacemos esto en nuestras celebraciones litúrgicas, renovando nuestros «orígenes sagrados» cuando celebramos el nacimiento de nuestro Señor. La cueva, el pesebre…, allí comenzó todo. Pero el hogar fue el entorno en el que aprendimos la fe por primera vez. Para los judíos de otros tiempos era una obligación sagrada la de volver al hogar y a la familia. Toda la noción del Año Jubilar da testimonio de esto: «Cada uno de vosotros recobrará su propiedad, cada uno de vosotros se reintegrará a su clan» (Lev 25,10). De esta manera, la navidad es una especie de celebración de familia en el plano humano y en el espiritual.

El Antiguo Testamento da testimonio de un elevadísimo ideal de vida familiar en el pueblo judío. Aparece claramente esto en la primera lectura de la misma, tomada del Levítico (3,2-14), que destaca la virtud del amor y de la obediencia filiales. Indudablemente, san Pablo se inspiró en este y en otros textos similares cuando escribió de comunidad y de vida familiar en el Señor. En el Oficio de lecturas tenemos su tratado del capítulo 5 de Efesios, donde habla del amor y de la fidelidad conyugales, de la obediencia mutua, del deber de los hijos para con los padres y de éstos para con aquéllos. La segunda lectura de la misa, tomada del capítulo 3 de la carta a los de Colosas, ofrece un bello ideal no sólo de vida familiar, sino de vida comunitaria en general.

La vida familiar es un valor importantísimo, pero no absoluto. Jesús buscó ante todo la voluntad de su Padre. Los lazos familiares estaban subordinados a la misión que él había recibido del Padre. Las lecturas evangélicas para el ciclo trienal aluden de una forma un tanto inquietante a lo que espera a Jesús y a sus padres: él será mal interpretado y perseguido, será «signo de contradicción», y una espada de dolor atravesará el corazón de su madre.

«¿No sabíais que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?» Y llegará el momento en que Jesús abandone el hogar y a sus padres para adoptar la vida incómoda de un predicador itinerante, sin hogar y sin un lugar donde reclinar su cabeza. No deja de amar a sus padres ni rompe todos los lazos y relaciones con el hogar, pero tiene que distanciarse de la vida segura circunscrita a Nazaret, a fin de entregarse por completo a su misión. Había que establecer nuevas relaciones que trascendieran el parentesco puramente humano. Jesús mismo llegaría a declarar que sus padres y sus hermanos eran los que hacían la voluntad de su Padre.

Los seguidores de Jesús están llamados también a dejar la seguridad del hogar y de la familia, a sacrificar todo aquello que es lo más deseable desde una perspectiva humana. Ese es el contenido de toda vocación religiosa o de una vocación que encierra una llamada concreta a seguir a Cristo y a servir a sus hermanos. Es necesario que nos perdamos a nosotros mismos para encontrarnos. Hay que ampliar el horizonte de nuestra familia para abrazar a todos los hombres y mujeres. Esto no significa un frío distanciamiento de nuestra propia parentela, sino la no esclavización en el apego a ellos. Jesús no se distanció de su madre, pues ella le acompañó hasta el final. Nosotros no dejamos o abandonamos a nuestros padres o familiares, sino que establecemos una relación nueva y más profunda con ellos. Porque el Señor, complacido en nuestro sacrificio, nos devolverá, en una forma más profunda y bella, a nuestros padres, hermanos, hermanas y amigos.

VINCENT RYAN
ADVIENTO-EPIFANÍA
Edic. Paulinas, Madrid-1986, págs. 91-95

jueves, 29 de diciembre de 2022

Benedicto XVI "ha descansado bien y está lúcido y consciente": Así lo confirma la Santa Sede

(Ecclesia) “El Papa emérito logró descansar bien anoche, está absolutamente lúcido y consciente". Así lo ha confirmado este 29 de diciembre el director de la Oficina de Prensa, Matteo Bruni.

En el comunicado remitido a los periodistas asegura que "aunque su estado sigue siendo grave, la situación es estable en este momento". Asimismo, destaca que el Papa Francisco "renueva su invitación a rezar por él y acompañarlo en estas difíciles horas."

La Iglesia, en oración por el Papa emérito

Toda la Iglesia, acogiendo la petición del Papa Francisco al final de la audiencia general de ayer, ha querido unirse en oración por Benedicto XVI. De hecho, el vicariato de Roma ha convocado una misa en la basílica de San Juan de Letrán para este viernes 30 de diciembre.

"Acompañamos a nuestro querido obispo emérito en el momento de sufrimiento y de prueba, invocando al Señor para "consolarlo y sostenerlo en este testimonio de amor a la Iglesia hasta el final", expresan en la convocatoria.

También los obispos españoles han dedicado en estas últimas horas al Papa emérito, pidiendo a sus diocesanos que se unan en oración por el estado de salud de Benedicto XVI. "Unidos al Papa Francisco y a toda la Iglesia, te suplicamos por tu siervo Benedicto XVI, en este ocaso de su existencia terrena, llénalo de fortaleza y hazle experimentar el consuelo de tu presencia amorosa, pues le pusiste al frente de tu Iglesia y te ha servido como humilde trabajador de tu Viña", publicaban los obispos a través de las redes sociales.

El Papa que susurraba a los gatos. Por Rodrigo Huerta Migoya

Para cualquier enamorado de Roma no hay mayor satisfacción que perderse por las callejuelas desconchadas de la gran urbe buscando descubrir algún nuevo tesoro oculto de ese corazón de la cristiandad, y que se alza entre ruinas y vestigios de monarquía y república, herencias del que fuere un prometedor Imperio que por inmoral cayó decadente y desapareció por locura y soberbia. Ir a Roma es para los cristianos buscar las pisadas de San Pedro y San Pablo, el testimonio nunca trasnochado de los mártires de los primeros siglos, de la fe cimentada sobre los apóstoles y alimentada en la Eucaristía; sacramento de amor que ni cuando costaba el precio de la misma vida dejó de celebrarse con unción sobre los sepulcros de los heróicos cristianos asesinados cuyos restos fueron sepultados con delicadeza en las catucumbas, como vestigio sublime de los que se unieron a Cristo como trigo molido que diría San Ignacio de Antioquía. Pero los rostros de Roma son múltiples e infinitos los recorridos: la clásica, la eterna, la renacentista... Y yo añadiría aquí ''la felina''.

Sí; en Roma los gatos abundan, y no están precisamente malnutridos ni descuidados. Se han adueñado de calles, ruinas y jardines, siendo a menudo más fotografiados éstos que las renombradas piedras del pasado, las cuales nos remontan a Rómulo y Remo. Sin pretenderlo ni buscarlo, los gatos romanos se ha convertido recientemente en un símbolo de la ciudad, algo curioso habiendo tantísimos otros. Pero quizás lo que no muchos saben es quién fue en décadas no tan lejanas uno de los mejores amigos de los felinos romanos. Me refiero a Joshep Razinger, que en sus muchos años residiendo en Roma disfrutó de la amistad de estas entrañables y queridas criaturas. Parafrasenado el título de aquella película de Robert Redford, nos encontramos ante el hombre que susurraba a los gatos. Siempre que paso por el Borgo Pío me viene a la imagen esa estampa descrita por tantos otros, que igualmente la vieron como algo ya inseparable del paisaje romano: al Cardenal con su sotana impoluta y su maletín de trabajo camino de su despacho, deteniéndose a admirar a un nuevo vecino peludo de cuatro patas que nunca había visto por el barrio, o a saludando a los ya conocidos como quien saluda al panadero o al quiosquero camino del trabajo.

Allí, en la calle Borgo Pío, vivió sus años de Cardenal teniendo de vecino a su colega y amigo el también Cardenal Tarsicio Bertone, al cual siempre le llamó la atención aquella conducta... Es llamativo que un sacerdote diocesano alemán como Ratzinger, valorara más la naturaleza y el paisaje romano que un fraile salesiano de tierras de Turín, pero es que si algo ha caracterizado al hijo de Baviera es su certeza de que la belleza habla de Dios. Uno de los más grandes intelectuales de la historia de la cristiandad, lumbrera de la teología del siglo XX, figura clave entre los eruditos que trabajaron en el Concilio, padre del actual catecismo de la Iglesia y, sin embargo, sus mayores placeres cotidianos eran tan sencillos como él: celebrar la misa de forma sosegada y con un dignísimo "ars celebrandi", la lectura y el estudio, comer una sencilla pasta, o dialogar con los gatos de Roma... Cardenales, arzobispos y curiales quedaban sorprendidos de ver a ese hombre que ha sido admirado por teólogos de la fama de Karl Rahner, Henri de Lubac o Hans Urs von Balthasar, sólo tuviera en Roma dos debilidades que detuvieran sus pasos: un templo abierto donde hacer una visita al Santísimo, y algún felino que se dejara acariciar o saludar con quien tener una pequeña charleta. El Cardenal Bertone, en una entrevista al ABC en 2005 afirmaba que el nuevo Papa era un “gatófilo empedernido”. Comentaba el recién nombrado Secretario de Estado al periódico lo siguiente: “En su paseo desde el Borgo Pío hasta el Vaticano, se detenía a dialogar con los gatos; no me pregunte en qué lengua les hablaba, pero los gatos quedaban encantados. Cuando el Cardenal (Ratzinger) se acercaba, los gatos alzaban la cabeza y lo saludaban”... Esto dice mucho de la personalidad de un pastor bueno.

Poco después de ser elegido Papa, la escritora milanesa Jeanne Perego que vive medio año en la Toscana y medio año en Baviera, empezó a preparar una de las biografías más originales que se han escrito de un Papa, pues a ella se le ocurrió acercar la vida de Benedicto XVI a modo de cuento, pero éste relatado por un minino. El libro salió a la luz en 2007 bajo el título “Joseph y Chico: Un gato cuenta la vida de Benedicto”, con prólogo de Monseñor George Gänswein, secretario personal de Su Santidad. Chico se llamaba uno de los gatos que el pequeño Joseph Aloisius Ratzinger tuvo de niño. Cuando el Pontífice recibió en audiencia a la autora y vio el libro comentó emocionado: “de joven me hubiera gustado escribir una historia de gatos, pero ahora son los gatos los que escriben mi historia”. La publicación con ilustraciones de Donata Dal Molin Casagrande fue un éxito, siendo traducido a más de 13 idiomas. Benedicto XVI es llamado "el Magno", "el Músico", "el Sabio"; "el Papa que renunció", ¡sí! Pero también el Papa de los gatos... 

En 2005 llegó al Vaticano con dos gatos, los cuales habían sido salvados por él mismo de las calles de Roma, siendo aún cardenal. No era extraño verle años atrás en la Vía Aurelia curando a un gato herido, dándoles comida o, simplemente, disfrutando viéndoles tomar el sol. Tampoco es el primer Papa en tener gatos; León XIII tenía el suyo llamado ''Micetto''. La fama de amigo de los gatos le viene de lejos a Ratzinger, ya que su hermano contaba que siendo ambos jóvenes sacerdotes el gato del vecino se escapaba todos los días para hacer una visita a Joseph; era un gato negro muy listo que hasta le acompañaba a misa y a sus conferencias. Siendo Purpurado, entraba un día en el Vaticano por el acceso que hay junto a la parroquia de Santa Ana, viniendo de su apartamento en Borgo Pío, siguiéndole una decena de gatos como séquito -le conocían de sobra, pues les solía dar de comer- y mientras él avanzaba caminando, a la vez seguía hablando con ellos; entonces fue interrumpido por un guardia suizo qué, sonriendo le dijo: ''Su eminencia, mire que los gatos están tomando por asalto la Santa Sede''. Y entonces Ratzinger le contestó: ''¡Oh, no creo que sean peligrosos!''. En Roma se decía que no sólo amaba a los gatos, lo curioso es que los gatos también le querían a él. La señora Agnes Heindl, la alemana que cocina para Benedicto XVI a diario comentó al ser preguntada por el amor del Papa a los animales: "ama a los gatos, los acaricia, y los tiene en brazos. Parece que con él siempre están a gusto"... Sus gatos siempre han estado con él, en Roma, en el Vaticano o en Castel Gandolfo. Sus próximos sabían muy bien que su relación con ellos no era negociable.

Con sus hermanos Georg y María (1930)


El pequeño Joseph con su gatito


Junto a su hermana María al lado de la estatua de un gato


Acariciando el gato de un niño en una audiencia



Con otros felinos de mayor tamaño 

Viaje Apostólico a Reino Unido (2010) Saludando a Pushkin, un gato negro que 
pertenecía al P. Anton Gusiel del Oratorio de San Felipe Neri de Birmingham.

Libro del Padre Gusiel sobre su gato ''Pushkin the Pontifical Piss''

Mesa de trabajo

Rumbo a Castel Gandolfo con ''Contessina'' -Condesita-

Gruta de Lourdes del jardín

Interrumpiendo el rezo del rosario


Retrato con el gato en un pasillo de Mater Ecclesiae

miércoles, 28 de diciembre de 2022

Oración por la salud del Papa emérito Benedicto XVI


Oremos.

Dios todopoderoso y eterno,
Tú eres la salud eterna
de los que creen en ti.

Escucha nuestras oraciones
por tu siervo enfermo Benedicto,
para quien imploramos la ayuda
de tu entrañable misericordia.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

El Papa Francisco pide rezar por Benedicto XVI: «está muy enfermo»

(InfoCatólica) El papa Francisco dedicó la Audiencia General del miércoles 28 de diciembre al significado de la Navidad en el pensamiento de san Francisco de Sales. El motivo era el 400 aniversario de la muerte del santo patrón de escritores, periodistas y comunicadores.

Al final hizo una petición que sorprendió a todos los asistentes:

«Quisiera pedirles a todos una oración especial, por el Papa emérito Benedicto, que en silencio está sosteniendo a la Iglesia. Acuérdense de él -está muy enfermo- pidiendo al Señor que lo consuele, y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final».

Benedicto XVI tiene 95 años y ha reducido al mínimo su agenda pública, pero sigue recibiendo visitas. El pasado 27 de agosto, el Papa emérito se reunió, como es su costumbre, con los nuevos cardenales creados por Francisco al final del consistorio. Sin embargo, su estado de salud no les permitió hablar con ellos.

Según su entorno, a pesar de los achaques naturales ligados a su avanzada edad, ha conservado la plena lucidez intelectual. Sin embargo, en los últimos dos años su estado de salud ha empeorado visiblemente.
Bruni confirma la gravedad

El director de la oficina de prensa del Vaticano, Matteo Bruni, ha confirmado un agravamiento de las condiciones de salud de Benedicto XVI, de 95 años. «En las últimas horas se ha verificado un agravamiento debido a su avanzada edad. La situación en este momento está bajo control, atendido constantemente por los médicos», ha señalado Bruni en la escueta nota de prensa.

¡Celebremos la Navidad como Católicos!. Por Padre Santiago González

(adelantelafe.com) Es navidad: la solemnidad más entrañable del año para un católico, junto a la pascua de resurrección. Es navidad y las familias católicas vamos a celebrar esta fiesta tan grande sin percibir, en su gran mayoría, la degradación de esta celebración desde el secularismo, la complicidad con la herejía y la peor de todas las frivolidades. Hoy más que nunca los católicos debemos advertir, y hacer eco, de todas las maniobras que el maligno ha diseñado, y sigue diseñando, para acabar con la esencia católica de esta celebración. Lo vemos en ejemplos concretos:

Primero: En nochebuena celebramos al NIÑO JESÚS y NO al Papá Noel. En muchos hogares se profana el nacimiento del Niño DIOS al suplantarlo por un invento comercial anglosajón de matiz protestante. De hecho la tradición de “santa Claus” viene del que fue obispo católico san Nicolás cuyo día es el 6 de diciembre y vivió en la calurosa Turquía y para nada en el polo norte.

Segundo: Nos debemos felicitar con un FELIZ NAVIDAD y no con el paganizado saludo de “felices fiestas” (para algunos es una manera de no “ofender” a los no cristianos: signo del complejo de debilidad permanente de no pocos católicos).

Tercero: Las tarjetas que enviemos de felicitación deben ir con imágenes de la SAGRADA FAMILIA y no con fotos de nosotros mismos y/o de nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo…etc; esa metamorfosis de los saludos de navidad son un claro signo del antropocentrismo actual que exalta al hombre para colocar a DIOS en última fila. Dan pena y dan “risa” esas horteradas de felicitaciones sin fondo navideño alguno y llenas de ridícula soberbia humana.

Cuarto: Recuperemos la preciosa tradición de la MISA DEL GALLO a medianoche. Hay 52 fines de semana al año para salir de copas, bailes, fiestas…etc y ya se impuso en occidente la americanizada costumbre de salir de fiesta profana la noche del 24 de diciembre. Colaboran por desgracia tantas y tantas parroquias que adelantan la Misa del gallo a horas vespertinas en vez de mantenerlas (o recuperarlas) a la hora más litúrgica de la medianoche. Una vez escuché de un sacerdote (obvio no vestido como tal) que ya no se deben poner Misas de medianoche porque “en la mayoría de los hogares son mayoría los no practicantes”: un argumento que reitera la cobardía y debilidad de este clero progre acomodado a cualquier realidad pagana sea la que sea.

Quinto: Recordemos que los días grandes como el 25 de diciembre, 1 enero, 6 enero…son días de PRECEPTO (deber grave de ir a Misa bajo pecado mortal si hay ausencia). Impresiona ver familias llamadas cristianas que llenan la agenda de estos días de numerosas reuniones, eventos de regalos, paseos en calles iluminadas…etc sin dar importancia alguna a lo más importante: la Santa Misa.

En fin: celebremos la navidad como católicos. Tengamos valentía, personalidad y sobre todo fidelidad a la hora de celebrar que DIOS nace entre nosotros. Y desterremos de nuestras vidas y hogares esa mezcla/suma de cobardía, debilidad, complejo y, sin duda alguna, forma cateta y hortera de vivir la “navidad”.

lunes, 26 de diciembre de 2022

Santoral del día: Octava de Navidad Dios Nacido muestra a San Esteban, protomártir

(COPE) Dios que viene a salvarnos vino para derramar su Sangre por nosotros, antes de que muchos lo hiciesen por Él. Hoy es II día de la Octava de Navidad. La Iglesia sigue contemplando al Niño de Belén adorado por los pastores. Como María, invita a escuchar la Palabra de Dios hecha Carne, para guardarla en el corazón. Es la hora buena para el mundo, porque hasta él ha llegadoel Niño de perlas, rosas y azucenas.

Sin Él no hay un momento bueno, como rezan los Himnos de las Liturgia de las Horas de estas jornadas. Y hoy, la Liturgia nos propone, igualmente, al Protomártir San Esteban que entendió el primero de todos el derramamiento de Sangre por Cristo. Según los Hechos de los Apóstoles, algunas viudas de origen griego se quejaron porque no se sentían bien atendidas. Pedro y los demás discípulos nombraron siete diáconos encargados del servicio a estas necesitadas. Entre ellos está Esteban.

Su predicación en un momento de máxima expansión de la Fe en la que, hasta algunos sumos sacerdotes se había convertido, hace que un grupo de ancianos le denuncie falsamente de blasfemo y le lleve ante el Tribunal que antes había juzgado y condenado al Salvador. Al llegar ante el Sanedrín, el diácono echa en cara a los fariseos su dureza de corazón y su ceguera espiritual, por lo que le arrastran hasta las afueras para apedrearle.

Su sangre derramada, fue semilla de nuevos cristianos, entre los que se cuentan Saulo que estaba allí presente, aprobando su muerte, y que después será el Apóstol de los gentiles. Una vez descubiertas sus reliquias en Palestina el año 415, el culto se difundió rápidamente por todo el mundo. Así la Iglesia pone lo más cerca posible de la manifestación del Dios que se hace Hombre, el testimonio del primer mártir y diácono San Esteban.

El portalín de piedras. Por Jorge Juan Fernández Sangrador

Pasé por delante y no reparé en ella. Y eso que fui hasta allí para ver si había alguna obra religiosa. Alguien me dijo que tal vez no me di cuenta de su presencia porque, al igual que les ha sucedido a otras personas, me concentré en la contemplación de una de Kandinsky que se hallaba en la misma sala.

Me estoy refiriendo nada más y nada menos que a la “Madonna con Bambino” (1950-1953), escultura en cerámica esmaltada policromada, de Lucio Fontana en el Museo de Arte Contemporáneo “Helga de Alvear” de Cáceres.

Imperdonable por mi parte, que me declaro poco dotado para el reconocimiento del arte actual. Lo que me sucedió a mí no le habría acaecido a aquel niño de un pueblo de Asturias, quien, con su imaginación y creatividad infantil, montó, en el portal de su casa, un original Nacimiento.

Por las razones que fuesen, sus padres no habían colocado nunca un Nacimiento en la vivienda. En realidad, en ninguna del vecindario. Por entonces solo se ponía en la iglesia y en la escuela. Y el crío, conmovido por la belleza del relato evangélico de los primeros días de Jesús, con María y José, quiso tener uno propio, para mirarlo y remirarlo y convertir la entrada de su casa en el mejor portal de Belén que cupiese construir para acomodamiento del divino Niño.

Ni suplicó ni exigió que le comprasen figuras, ni casas, ni un molino, ni un puente, ni un castillo. Se las arregló él solo con cinco piedras, que fueron el Niño Jesús, la Virgen María, san José, la mula y el buey. No era que los representasen, no. Eran ellos. Ellos mismos. Y nadie sabía a qué personaje correspondía cada piedra. El rapacín sí que lo sabía. Y él habría reconocido, sin duda, a primera vista, en la obra de Fontana del “Helga de Alvear”, a una madonna y a un bambino.

Así debió de ser también aquel chiquillo del que se cuenta que entró un día en el taller del gran Miguel Ángel y vio un bloque enorme de mármol. Al cabo de unos meses volvió y se encontró con que, de la pieza marmórea, Miguel Ángel había esculpido el Moisés. Entonces el pequeño le preguntó: «¿Y cómo sabías que dentro del mármol estaba Moisés?».

La obra de arte estaba en el interior del monolito. El escultor se limitó a retirar la envoltura. Y apareció así el personaje. Y, en las piedras del portalín de la casa del apartado pueblo de Asturias, lo mismo: la sagrada Familia y los animales estaban conformados en el seno pétreo de aquellos cantos y solo el niño podía, con sus límpidos ojos, ver a los protagonistas de la Navidad primera en su diafanidad bajo la dura costra circundante.

Eso es lo que hace precisamente la fe. No es ciega, sino clarividente. Perfora la realidad más opaca y hace posible que el creyente vea lo que otros no ven. Hay un himno de la liturgia cristiana que dice: «La piedra, con ser la piedra, guarda una chispa caliente». Naturalmente que sí. En el mármol de Miguel Ángel, en las piedras del portalín de la casa de Asturias y en las situaciones más densas, espesas, oscuras e impenetrables de la vida. La fe lo puede todo.

Y lo curioso es que el niño asturiano guardaba, al concluir las fiestas, los cinco cantos rodados en una caja no sé si de zapatos o de zapatillas, para, transcurridos doce meses, disponerlos de nuevo en el portal de la casa cuando llegase la Navidad. Y no había confusión de piedras y de personajes: eran la misma piedra y el mismo personaje del Nacimiento del año anterior.

domingo, 25 de diciembre de 2022

''El Verbo se hizo carne''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Hoy las primeras palabras deben de ser de mutua felicitación, de compartir la alegría: ¡Feliz Navidad hermanos! este es el sentido de estos días. El nacimiento del Redentor, su Natividad, es lo que nos permite estar felices. No la felicidad hueca de unos días vacíos de contenido y que puedan servir de excusa para la fiesta, la comilona y el jolgorio que no identifica el motivo; nuestra felicidad es tomar conciencia de que Cristo viene a nosotros, a salvarnos del pecado y la miseria en que vivimos, a poner fin a nuestras penas y horizonte a nuestra vida. Solo si nos dejamos maravillar por el misterio del Verbo hecho carne seremos en verdad felices descubriendo el secreto de la Navidad.

I. El mensaje de Dios nos llega por su Hijo

San Pablo nos regala una reflexión muy directa: ''somos unos privilegiados'', pues comienza diciendo: ''En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo''. Así es, nosotros no tenemos que interpretar oráculos, ni vivir de profecías esperando signos del cielo. Dios ha querido hablarnos directamente hasta el punto de enviarnos a su Hijo. Antes parecía que Dios no hablaba a cualquiera, sino tan sólo a los profetas, y éstos transmitían sus mensajes al pueblo, pero se han acabado los intermediarios; el Señor nos ha querido hablar directamente, nos ha constituido sus profetas. Ahora bien, jamás los profetas hubieran imaginado la forma en que el Mesías esperado llegaría a nosotros, marginado ya antes de nacer; "vino a los suyos y estos no le recibieron"; viene a nosotros y no le recibimos. El Padre nos envía a su Hijo, quien nos hablará del Padre y nos enseñará a hablar con Él y el camino que conduce a Él. 

II. Anuncia la Paz

Las navidades no son días para hacer muchos gastos, para abusar del lujo y las buenas marcas, sino más bien para saborear con calma la vida cotidiana y familiar que durante el resto del año vivimos entre prisas imparables. Salimos de misa y nos detenemos a felicitarnos, terminamos las comidas y disfrutamos las sobremesa con recuerdos pasados y anécdotas entrañables en buen ambiente. Todo en estos días cobra un matiz especial, y esto lo hace posible recordar la noche santa en que un recién nacido cambió el curso no sólo de la historia de la humanidad, sino nuestra historia personal. Todas las navidades se nos han presentado con algún sinsabor: el terrorismo, el paro, los incendios...Este año en la mente de todos el pueblo ucraniano, a tantas familias que han perdido a sus seres queridos, sus hogares, su mañana; también al pueblo ruso silenciado, represaliado y obligado a llevar adelante una invasión de tierra hermana que sólo está en la mente del sátrapa innombrable... Qué bien nos vendría implicarnos y asumir la Pablara de Dios: "¡qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: ¡Tu Dios reina!". Sí, el Príncipe de la Paz llega a nosotros; si fuéramos capaces de dejarle nuestro corazón por cuna y morada todas lar armas del planeta sobrarían. Como aquella noche del 24 de diciembre de 1914 cuando los soldados británicos y alemanes salieron sin armas de sus trincheras unidos ambos por el canto del villancico "noche de paz", identificado desde entonces como ''la canción que paró una guerra''. No fue exactamente la canción, esta fue sólo el nexo de unión, pero en el fondo era el sentimiento mutuo de todos aquellos hombres, del sin sentido de estar en tales fechas lejos de casa en una la noche oscura que quería ser buena y en paz. Cansémonos de andar para que nuestros pies anuncien que llega el único que en sí mismo es la paz. 

III. Y habita entre nosotros 

El evangelio de esta solemnidad no nos gusta tanto como el evangelio de la misa del gallo, el cual es más gráfico: los pastores que van a adorar al niño, pero el evangelio de la misa del día de navidad nos cuesta más interiorizarlo, pues al tratarse del prólogo de San Juan es mucho más elaborado y teológico, pero tenemos que hacer el esfuerzo de sumergirnos en su riqueza. En este evangelio tenemos la mejor presentación de lo que Dios: Palabra, Verbo... Pero no palabra sin más, sino la única, la que no pasa, la que se hace carne de nuestra carne y permanece: "Dios con nosotros". Dejémonos inundar por la luz de esta escena de la natividad del Señor en la que vemos no sólo el resultado del misterio de la encarnación, sino el principio de la mismísima redención. Si vivimos aceptando el misterio de la Navidad, viviremos en clave de eternidad y no de caducidad. Sólo con Dios nuestra existencia tendrá sentido, nuestra Navidad tendrá motivo importante y solemne para ser celebrada; nuestros vínculos familiares, sociales y laborales tendrán una mirada de altura, alegre y sin caducidad. No seamos nosotros de los que no le esperan, ni le acogen, ni quieren, sino que se haga verdad en nosotros lo que nos ha dicho San Juan: ''Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios''. Disfrutemos la alegría de la Natividad del Señor, pero no para quedárnosla tan sólo para nosotros y los nuestros, sino para llevarla con pies de mensajero a los tristes, a los pobres, a los que sufren cualquier motivo para sonreír: ''El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria''.

Evangelio de la Natividad del Señor

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

EN el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio d él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor