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sábado, 30 de noviembre de 2019

Homilía en la Misa de Acción de Gracias por la Hermana Bibiana 30/11/2019

Querida Bibiana; 
Querida familia de la homenajeada
-en especial su hermana María Luisa-
Madre General y Curia de la Congregación
Presidenta de CONFER Asturias 
Hermanas del Santo Ángel, 
Comunidad parroquial y hermanos todos: 

Nos reunimos hoy para celebrar algo primordial de nuestra existencia, la fe en Cristo nuestro Señor que evidencia el amor de Dios hacia nosotros, pues Él no se despreocupa de sus criaturas sino que nos manda a su hijo para darnos vida y vida en abundancia.

Iniciamos en esta eucaristía vespertina del Primer domingo de Adviento uniéndonos a toda la Iglesia Universal, el nuevo año litúrgico y estrenando un nuevo Adviento visualizándolo de forma clara en la corona que hemos bendecido y encendido. 

Comenzamos así este nuevo ciclo litúrgico; un camino hacia la Navidad dando gracias a Dios por el pasado, presentándole nuestro presente y confiando en Él nuestro futuro con la única premisa de que sea lo que sea lo que nos espere, sea todo para mayor gloria de su nombre. 

El Adviento es una invitación a la confianza absoluta en Dios; a dejarnos en manos de la Providencia y caminar en nuestro día a día no buscando tenerlo todo siempre controlado, sino dejándonos sorprender por Dios. Ese Dios que está en el camino y sale a nuestro encuentro; que se hace “Dios con nosotros” rompiendo a la vez todos nuestros esquemas. 

Jesús de Nazaret, Jesucristo mismo nos ha invitado a compartir su palabra y su mesa, el cual no es una idea hermosa sino que es alguien real que se hace presente verdaderamente con su cuerpo y con su sangre haciéndonos partícipes ya en la tierra de este trocito de cielo que es la eucaristía. 

Y es este Jesús Nazareno es quién llamó a nuestra hermana Bibiana a seguir sus pasos, y qué buen día éste para valorar el don de la vocación dado que hoy, 30 de Noviembre, día de San Andrés, tenemos tan presente el testimonio del Apóstol, el cual junto con su hermano dejaron sus redes y todo para seguir al Maestro. 

También pasado mañana el calendario nos recordará que es 2 de Diciembre: “Santa Bibiana virgen y mártir”; Cuántas enseñanzas, cuantos guiños nos regala el Señor sin apenas darnos cuenta. 

Las lecturas de este primer domingo nos ponen en antecedente de lo que significó para el pueblo de Israel la espera del Mesías y lo que ha de suponer para nosotros esta preparación personal para las próximas cuatro semanas viviendo luego con el corazón esponjado las fiestas de la Navidad. 

El profeta Jeremías nos anuncia que llegan los días en que se cumplirá la promesa que hizo el Señor, pero más aún, nos deja claro algo elemental que no hemos perder de vista: ‘’El Señor es nuestra justicia’’. Y es lo que los católicos creemos firmemente, que nuestro Dios es un Dios justo. Incluso cuando nos parece injusto o indiferente a nuestros sufrimientos, acabamos viendo su mano, y es que Él siempre escribe recto, a veces con renglones torcidos...

Pero a Dios no se le escapa nada, por ello debemos estar tranquilos, y en esta misma línea San Pablo en su epístola a los cristianos de Tesalónica les pide y recomienda -a nosotros hoy- que os presentéis ante Dios nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús. 

Y remata estas miradas de futuro el evangelista San Lucas con el pasaje que hemos proclamado y que nos habla del fin de los tiempos; del término de todo lo terrenal. Es decir, cuando se haga verdad lo que solemnemente profesamos en el credo "que vendrá un día con gloria para juzgar a vivos y muertos"; más el evangelista no nos lo dice para “meternos miedo” sino para que seamos previsores y vivamos siempre preparados para el día y el encuentro que se nos depara con el Creador; no sólo allá en el día del juicio, sino más acá pensando en nuestro propio final. Es más, Él no lo presenta como algo terrible sino que, al contrario, nos dice: "estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor", dándole una visión de encuentro entre amigos.

Y todo esto que hemos escuchado en la Palabra de Dios de este Domingo viene perfectamente arquitrabado con la acción de gracias que como comunidad queremos hacer hoy… La vela, la espera, la vida vigilante... son rasgos elementales en la vida de una persona consagrada. Y hoy esa vigilante fiel, solícita y atenta a la venida del Señor la vemos perfectamente reflejada en nuestra homenajeada. 

No nos proponemos vivir de sentimentalismos ni de gestos vacíos, ni siquiera limitar este reconocimiento a una mera obra buena, sino que queremos ser justos como nuestro Dios es justo. La vida pasa tan rápido, el tiempo corre tan veloz que nos olvidamos lo importante, y cuántas veces cometemos injusticias, omisiones y olvidos... La justicia verdadera tiene que empezar por los de casa, y como siempre me gusta decir: Menos reconocimientos póstumos, y más valorar lo que tenemos antes de perderlo. 

Cuando hace cuatro años le hicimos el homenaje a la hermana Amparo (para la que hoy quiero tener también un entrañable recuerdo como compañera inseparable de nuestra “andariega”) dije públicamente: ‘’Queda pendiente la hermana Bibiana, pero como está como un cañón -sigue estando- la esperamos para la próxima’’… Ha llegado el día hermana, y este cura -para gusto y disgusto de algunos- cumple su palabra y con sus criterios, y aunque durante mucho tiempo tú rehusaste mi invitación a celebrarte este acto en la Parroquia, he de decir que esta vez ha sido el Consejo Pastoral en pleno quien ha dicho "si ella no quiere, se lo hacemos igual’’. 

Esta Parroquia no podía permitirse no tener un gesto con una religiosa que ha dado tantos años de su vida a los demás aquí entre nosotros, con nosotros y para nosotros. Sabéis que tengo especial debilidad como Párroco por los enfermos y los ancianos, por ello siempre he considerado un tesoro la labor que las hermanas del Santo Ángel han realizado de forma tan particular en muchos campos, pero, sin duda, el más apreciado por mí ha sido la visita a los ancianos y enfermos en sus casas, residencias y hospitales, acercándoles la Sagrada Comunión. Ahí habéis sido sin duda ángeles de caridad llevado a Dios mismo a todos los rincones de Lugones y a pie: al Carbayu, al Cuetu, a Paredes, a los bloques de la sindical, al Resbalón, al Castro… casa rica o pobre; familia más cercana a la fe o menos, donde erais bien recibidas o donde os regalaban alguna cara larga; nunca os habéis rendido ni dejado vencer en esta preciosa misión. Y en el caso de la Hermana Bibiana cuantos otros campos de servicio ha prestado a nuestra Parroquia, como sus largos años de fiel colaboración en el equipo de Cáritas, su tiempo de catequista con los más pequeños en el apoyo escolar, su colaboración en la pastoral litúrgica leyendo, o como ministra extraordinaria de la comunión. También en el grupo de Vida Ascendente y el de Pastoral de la Salud; la cercanía a la Pastoral Exequial rezando tantos rosarios en el tanatorio o ayudando en los funerales de conocidos y desconocidos… cuánto mucho y bueno podríamos decir de la colaboración continua y constante de nuestra hermana aquí en Lugones, en esta parroquia de San Félix Mártir que es ya la suya para siempre.

Y ni qué decir del testimonio que ofrecéis todas las Hermanas insertándoos en la vida de nuestro pueblo, donde sois, como le gusta decir a nuestro Arzobispo al definir a los religiosos ''esa luz sobre el candelero''….

No dejáis de ser un interrogante para tantos indiferentes y alejados: ¿Qué tendrá o qué dará ese Jesucristo para que haya personas que le regalen por completo su vida?... 

Dios os llamó, y en respuesta habéis consagrando toda vuestra vida para Él; totalmente, sin reservas. Es esto la esencia de nuestra vocación y por lo que tanto sacerdotes y religiosos somos personas vocacionadas. Porque Dios nos ha elegido no para hacer un trabajo, no para desempeñar un oficio, sino para darnos enteramente a Él y a los hermanos. 

Estamos en el mundo sin ser del mundo, por eso no nos entienden tantos que pretenden obligarnos a ir por el camino de las modas. Somos de Él y para Él. Por Él y en Él.

Gracias querida Bibiana por tu testimonio de consagrada en medio de nuestra Parroquia y de nuestro pueblo; eres esposa del Señor, lo has dejado todo para seguirle y ten por seguro que has elegido como “Marta” el mejor camino y a mejor parte. Felicidades igualmente para tu hermana -la hermana María Luisa- con la que compartes sangre, vocación y Congregación, y para todas las Hermanas de la Congregación del Santo Ángel que tú elegiste, que te acogió y que "te eligió". 

Es palpable lo mucho que sois aquí las queridas las Hermanas. Tenéis ya y sin reconocimiento oficial una auténtica familia laical del Santo Ángel en Lugones entre tantísima gente que os quiere y admira en vuestra labor. 

Sabéis también cuál es mi criterio en relación al tema del dinero como mero medio inapelable de subsistencia. Y ya cuando el homenaje de la Hermana Amparo no quise dar posibilidades de recaudaciones de ningún tipo, pues tenía claro que era algo iniciativa de la Parroquia y de la que ésta debía hacerse cargo; tengo que aclarar que esta vez ha sido tal la avalancha de personas que han llamado, preguntando e insistido y solicitado colaborar que aún en contra de mi criterio inicial lo he aceptado, pues en definitiva es un gesto que quiere también visualizar y ser exponente del cariño y el agradecimiento de tantos hacia vosotras, y en particular hacia ti, Bibiana.

Pido al Señor que siga bendiciendo nuestra Parroquia con esta presencia de las Hermanas; me consta que en los últimos años han sido muchas Casas las que la Congregación ha cerrado y sé que desde la Curia General siempre habéis tratado de mantener abierta esta comunidad de Lugones. De corazón como Párroco quiero manifestar mi gratitud a las superioras de la Congregación por el cariño que siempre han mostrado con esta comunidad parroquial. Rogamos al Dueño de la Mies que bendiga a esta querida Congregación con nuevas y santas vocaciones para que puedan seguir haciendo discípulos como pedía el Padre Luis Ormiers.

Muchas personas no pueden estar hoy físicamente aquí pero sé que se unen a nosotros por medio de la Comunión de los Santos; personas que están lejos, con ocupaciones o impedidas. Un especial recuerdo para las hermanas mayores y enfermas de la Comunidad "Madre Serafina" de Oviedo. Igualmente otras muchas personas me han hecho llegar su cercanía a nuestra celebración... También el Sr. Arzobispo al informarle de este acontecimiento me pide que en su nombre te agradezca a ti, Bibiana, tus años de servicio y salude afectuosamente a toda la Congregación.

Especialísimo recuerdo hoy para Don Cecilio, primer sacerdote con el que trabajaste en Lugones y que duerme ya el sueño de la Paz. Y, como no, a mi inmediato predecesor al frente de esta Parroquia, Don Fernando -actualmente párroco en Gijón- al que invité personalmente para acompañarnos en este día pero que sus ocupaciones familiares con su madre mayor y enferma no le han permitido estar. Me consta que ya se ha puesto en contacto con la Comunidad y que hoy se une a nosotros en la oración.

También quiero tener un recuerdo -de todo corazón- para los y las que explícitamente os habéis desplazado desde vuestros lugares de origen más o menos distantes, rompiendo vuestra vida cotidiana para acompañarnos en este día. Muy especialmente para la que fuera Superiora de esta Comunidad, la Hermana Victoria -hoy en Palencia- y aquí presente, y que a mí particularmente me hizo redescubrir con mucho cariño vuestra Congregación.

El próximo curso -Dios mediante- tendremos también importantes efemérides que celebrar: ochenta años de la consagración del actual templo y tres décadas de las Hermanas del Santo Ángel entre nosotros. Y ese 2020 quiero enfocarlo con tres acciones de gracias: a los sacerdotes que nos han pastoreado, a las religiosas que nos han ayudado, pero, de forma imprescindible a los fieles de Lugones que en todo tiempo y circunstancia han arrimado el hombro en los diferentes campos, tiempos y circunstancias. Juntos y en equipo hemos hecho y haremos verdad las simientes del reino eterno que anhelamos y para el que en este Adviento nos preparamos.

Querida Hermana Bibiana, queridísimas Hermanas del Santo Ángel, querida Parroquia de San Félix de Lugones: estemos alegres, porque viene el Señor a salvarnos; viene a nuestro encuentro, y como nos recuerda el libro del Éxodo: 

‘’Yo enviaré mi ángel delante de ti…Préstale atención y escucha su voz’’ 



Joaquín Manuel Serrano Vila, Párroco


Necrológica

Falleció el sacerdote diocesano Rvdo. Sr. D. Enrique Monestina Rodríguez

Nació en Santa Eulalia de Cabranes el 22 de noviembre de 1933

Ingresó en el Seminario de Oviedo donde cursó sus estudios de latín, filosofía y teología.

En aquellos años de cursos numerosos destacó como un alumno brillante y en especial por sus valías para las matemáticas y los números.

Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de marzo de 1959 por manos del entonces Arzobispo de Oviedo Monseñor Francisco Javier Lauzurica y Torralba en la Iglesia de San José de Gijón.


Sus encomiendas pastorales y curiales fueron las siguientes: 

Ecónomo de San Pedro de Con y su filial Gamonedo (1959- 1960)

Encargado de Grazanes y su filial Santo Tomás de Llenín (1959-1960)

Prefecto de Latinos en el Seminario Metropolitano de Oviedo (1960 - 1978)

Profesor del Seminario Diocesano de Oviedo (1960 -1996)

Vicerrector del Seminario Metropolitano (1972 - 1978)

Administrador del Seminario Metropolitano 1978 - 1982)

Director del Departamento de Casas Rectorales e Instalaciones Pastorales (1981 - 2004)

Miembro del Consejo de Asuntos Económicos de la Diócesis (1985 - 2018)

Ecónomo Diocesano (1998 -1999)

Presidente de la Comisión de Obras Diocesanas (2004 - 2018)

Siempre ha estado muy vinculado a su concejo natal de Cabranes en cuyas parroquias ha colaborado con los diferentes párrocos que pasaron por el lugar. El municipio le distinguió con el reconocimiento de Hijo Predilecto.

En el año 2018 agravada su salud cesó en sus responsabilidades de Curia pasando a la situación de jubilado. En este año 2019 al verse empeorado su estado físico dejó su domicilio familiar de Cabranes para pasar a residir a la Casa Sacerdotal Diocesana de Oviedo. Tras semanas de complicaciones en su salud y tras múltiples ingresos e internamientos hospitalarios descansó en la paz del Señor en la mañana de este sábado 30 de noviembre en la Casa Sacerdotal.

El funeral tendrá lugar el Lunes, día 2 a las Diez horas en la Casa Sacerdotal de Oviedo, presidido por el Señor Arzobispo, a continuación será trasladado a Santa Eulalia de Cabranes, donde, a la UNA de la tarde, se oficiará un funeral de cuerpo presente y, a continuación, recibirá cristiana sepultura en el cementerio de dicha parroquia. Capilla ardiente: Casa Sacerdotal.

D. E. P.

 ''En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres'' (Mt 4, 18 - 

viernes, 29 de noviembre de 2019

El Papa medita sobre la muerte en la homilía en Santa Marta

En la homilía de la misa en Santa Marta, el Papa reflexiona sobre el final que le espera a cada hombre, la muerte, presentándolo como un momento en el que el Señor viene a recogernos y para el cual nos pide que estemos preparados. En esta vulnerabilidad que nos une, está la invitación de Francisco, oremos los unos por los otros para responder bien a este llamado, con la confianza de encontrarnos con el Señor.

(Gabriella Ceraso/Vatican News)- En la última semana del año litúrgico, la Iglesia nos invita a reflexionar sobre el fin, el fin del mundo, el fin de cada uno de nosotros, y el Evangelio de hoy lo hace por medio de Lucas que repite las palabras de Jesús: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

Es así, reitera el Papa en su homilía, «todo terminará» pero «Él permanecerá» y de esto se inspira el Santo Padre para invitar a todos a reflexionar sobre el momento del final, es decir, de la muerte. Ninguno de nosotros sabe exactamente cuándo sucederá, de hecho, señala, a menudo tendemos a posponer el pensamiento, creyendo que somos eternos, pero no es así:

«Todos tenemos esta debilidad de vida, esta vulnerabilidad. Ayer estaba meditando sobre esto, en un hermoso artículo que ha salido en la Civiltà Cattolica que nos dice que lo que todos tenemos en común es la vulnerabilidad: somos iguales en la vulnerabilidad. Todos somos vulnerables y en algún momento esta vulnerabilidad nos conduce a la muerte. Por esto, vamos al médico para ver cómo va mi vulnerabilidad física, otros van donde el psicólogo para curar alguna vulnerabilidad psíquica».

Por lo tanto, la vulnerabilidad nos une y ninguna ilusión nos protege. En mi tierra, recordó el Papa, había la moda de pagar el funeral por adelantado con la ilusión de ahorrar dinero para la familia. Salió a la luz el fraude provocado por algunas empresas funerarias, la moda pasó. «Cuántas veces nos engaña la ilusión», es el comentario del Papa, como el de «ser eterno». En cambio, la certeza de la muerte está escrita en la Biblia y en el Evangelio, pero el Señor siempre nos la presenta como un «encuentro con Él» y la acompaña con la palabra «esperanza»:

«El Señor nos dice que estemos preparados para el encuentro, la muerte es un encuentro: es Él quien viene a encontrarnos, es Él quien viene a tomarnos de la mano y llevarnos con él. ¡No quisiera que este simple sermón sea un aviso de funeral! Es simplemente el Evangelio, es simplemente la vida, simplemente decirse el uno al otro: todos somos vulnerables y todos tenemos una puerta a la que el Señor llamará algún día».

Por lo tanto, es necesario prepararse bien para el momento en que tocará el timbre, el momento en que el Señor llamará a nuestra puerta: recemos los unos por los otros, es la invitación del Papa también a los fieles presentes en la Misa, para estar listos, para abrir la puerta con confianza al Señor que viene:

«De todas las cosas que hemos reunido, que hemos ahorrado, legalmente buenas, no nos llevaremos nada … Pero sí, llevaremos el abrazo del Señor. Piensa en tu propia muerte: ¿cuándo moriré? En el calendario no está arreglado, pero el Señor lo sabe. Y orar al Señor: «Señor, prepara mi corazón para morir bien, morir en paz, morir con esperanza». Esta es la palabra que siempre debe acompañar nuestra vida, la esperanza de vivir con el Señor aquí y luego vivir con el Señor en otra parte. Oremos los unos por los otros, por esto».

Los Pontificados más breves de la Diócesis de Astorga.- Por Rodrigo Huerta Migoya

Dedicado a la memoria de mi amigo Don Juan Antonio Menéndez Fernández

El último pontificado en la antiquísima sede asturicense ha sido muy breve, aunque ha superado incluso lo poco que conocemos del gobierno pastoral del primer obispo allí -del que tenemos noticia por San Cipriano de Cartago- y que sería depuesto dos años después de la citada epístola. Por desgracia, poco bueno podemos contar de aquel primer prelado.

Tampoco sabemos con exactitud la duración de los pontificados de los siguientes pastores que ocuparon la cátedra de Astorga: Sabino, Decenio y Domiciano. Del quinto obispo, el glorioso San Dictino, aunque desconocemos las fechas sí sabemos de las virtudes que adornaron su episcopado.

El sexto será sin duda el más famoso prelado de Astorga, hoy Patrono de la Diócesis: Santo Toribio; quién ascendería al episcopado en el año 444 y del que se dice que se mantuvo en el cargo hasta su muerte en el 476 a pesar de tener que ausentarse del territorio diocesano por peligrar su vida en su lucha espiritual contra los priscilianos.

Tras Santo Toribio, hay un etapa de desconocimiento importante sobre la situación y los obispos que ocuparon la diócesis, únicamente hay constancia de la participación del Obispo de Astorga en el Concilio de Braga en el año 561 pero ni siquiera se sabe con certeza su nombre.

Desde mediados del siglo VI hasta la invasión islámica, conocemos ocho obispos de Astorga. Luego durante casi doscientos años, o, para ser más exactos, durante ciento ochenta y siete años, vuelven a "bailar" nombres y fechas sin poder cuadrar con exactitud los pontificados y sus tiempos. Únicamente nos han llegado cuatro nombres de esta nueva etapa desconocida de la historia de la Sede Asturicense. Los obispos Novidio (que ocupaba ésta en el año 846), el obispo Diego (que ejercía el cargo el año 850), el Obispo Gomelo, del que no hay fecha alguna, y el obispo Indisclo, del que hay noticia de su pontificado en torno al año 878. A partir de éstos, ya hay una mayor documentación escrita de los pontificados del episcopado de en la diócesis de Astorga. 

Los más breves en la historia:

Menos de un año en el cargo:

Fray Fernando de Astorga: Era un sabio maestro de teología en la Universidad de Salamanca, el cual llegó a ser designado por sus dotes de gobierno como maestro provincial de su Orden para la provincia franciscana de Santiago de Compostela en 1383. Fue preconizado como obispo de Astorga en 1389 y se cree que murió sin haber llegado a entrar en la diócesis a comienzos de 1390.

Uno de los pontificados más breves de los que hay constancia fue a finales del siglo XIV en la persona de Pedro Martínez de Tesa, el cual inició su pontificado el 20 de Abril de 1390 y parece que falleció antes de terminar el año.

Bernardino López de Carvajal y Sande. Natural de Torrejón El Rubio (Cáceres). Llegó a ser Cardenal y decano del Colegio Cardenalicio. Fue preconizado Obispo de Astorga cuando tenía treinta y dos años el 27 de Agosto de 1488, y el 27 de Enero de 1489 fue trasladado a la sede de Badajoz. No llegó a estar ni medio año en la diócesis.

Caso diferente fue el del obispo que rigió la diócesis de Astorga unos meses del año 1500. El orihuelano Francisco Des Prats, que llegó a la sede de Santo Toribio procedente el obispado de Catania, y a los pocos meses fue trasladado a la vecina sede de León para solucionar la compleja situación que vivía aquella, dado que a la muerte de su obispo, Alonso de Valdivieso en dicho año, siendo preconizado nuevo obispo de León Juan de Marquina, pero éste falleció repentinamente antes de la fecha de la toma de posesión. Astorga se quedó sin obispo en favor de la Iglesia de León que acababa de perder dos en apenas semanas. 

Luego tenemos el caso de Alfonso de Zorita, que murió el mismo año de su llegada a la diócesis de Astorga en 1542 cuando iba a cubrir la vacante dejada por el anterior prelado, trasladado como hicimos referencia a la sede de León. 

Juan Vallejo, fue preconizado para la diócesis de Astorga en 1660. Venía de ser canónigo arcediano en Burgos e inquisidor en el obispado de Cuenca. Apenas ejerció el pastoreo episcopal ocho meses. Tomó posesión de la diócesis el 31 de Enero de 1661 y falleció el 8 de Octubre del mismo año. 

Mariano Cidad y Olmos, vallisoletano de nacimiento; con treinta y ocho años se trasladó a Vitoria como canónigo magistral de su Catedral, y retorna a su ciudad natal en 1884 como canónigo penitenciario de su Seo. En 1897 fue elegido y ordenado como Obispo Auxiliar de Valladolid, uno de los tres Auxiliares que ha tenido en toda su historia la sede vallisoletana. Colaboró con los arzobispos Cascajares y Azara primero, y con Cos y Macho después. Fue preconizado obispo de Astorga el 25 de Junio de 1903, falleciendo sin haber tomado posesión el 5 de Julio del mismo año.

Un año de Obispo

Un caso realmente curioso fue el del obispo Talasio, gallego de familia noble, que se casó con una hija del rey godo Atanagildo.

Una vez que quedó viudo optó por la vida religiosa, siendo nombrado obispo de Astorga en el año 588. Su hermano Pantardo, era el prelado de Braga. Abandonó la diócesis en el año 589, aunque los historiadores no sitúan su muerte hasta el año 630.

Luego está el misterio del "Obispo Notario", que tan sólo estaría un año en la Sede (962-963); es un viejo debate. Hay quienes defienden la existencia de este obispo y otros consideran que se trata de un error, y que en realidad éste era el Notario del Obispado en sede vacante, al que hace alusión un tumbo de la época. D. Pedro Rodríguez López dice al respecto: "el instrumento del Tumbo, señalado con el número 581, correspondiente al año 963, en el que se refiere que un tal Adrice dona al Obispo Notario una heredad en Gastroferroña". Y dice: ''este nombre Notario era, no Obispo, sino el Canciller del Obispo, y que equivocó el escribiente los casos, poniendo en lugar del genitivo el dativo, y que debiera leerse: Vobis Patri nostro Notario Episcopi Asturicensis; en lugar de Vobis Patri nostro Notario Dei gratia Episcopo Asturicensi''.

El obispo Alfonso I también estará poco tiempo al frente de la diócesis, tan sólo un año (1027-1028). Venía de ser monje en San Esteban de Rivas del Sil, y tras un año en Astorga como obispo fue trasladado a la sede de Ourense. 

El 27 de Mayo de 1332 empieza la andadura episcopal en Astorga del obispo Fernando Ibáñez
-también llamado Fernando III- el cuál fallecerá en 1333. 

Diego Meléndez de Valdés, fue apenas un año Obispo de Astorga. Antes lo había sido de Salamanca, de donde vino tras dos años sin nombramiento episcopal dados sus conflictos personales con los Reyes Católicos en materia de si los reyes debían o no influir en los nombramientos de Obispos. Llegó a la diócesis de Astorga en 1493 y en 1494 fue preconizado para la sede de Zamora. Llegó a ser mayordomo del Papa Alejandro VI.

El vasco Juan de Zuazola es otro de los pontificados breves del siglo XVI. Nacido en Azkoitia, fue elegido obispo de Astorga por su gran conocimiento del país al haber sido consejero real. Caballero de la Orden de Alcántara, llegó a la diócesis en 1589 falleciendo en Noviembre del año siguiente. 

Breve fue también el pontificado de Luis García Rodríguez. Ordenado sacerdote en 1604, fue preconizado para el Obispado de Orense en Enero de 1634. Tras tres años como obispo de esta sede fue trasladado al obispado de Astorga por nombramiento del Papa Urbano VIII el 9 de Febrero de 1637. Apenas duró un año como obispo ya que falleció el 18 de Abril de 1638.

Matías Escalzo Acedo, navarro de Sesma. Toda su vida sacerdotal estuvo ligada al derecho canónico como fiscal, en los tribunales de Inquisición, la Cancillería Real , el tribunal de la Corte y demás. En 1748 fue preconizado y tomó posesión de la sede asturicense. Con él vino su sobrino José, que llegaría a canónigo de la Catedral de Astorga. Aunque sólo estuvo un año, hizo una gran labor de Visita Pastoral que empezó por lo más apartado de la zona de Galicia  hacia el interior. Enfermó en plena visita pastoral muriendo en Columbrianos -Ponferrada- a finales del 1749.

Juan Nepomuceno Cascallana y Ordóñez, sevillano de nacimiento, aunque su familia paterna descendía de Cubillos del Bierzo. Fue preconizado en el año 1850 obispo de Astorga a sus sesenta y cinco años siendo canónigo penitenciario de Córdoba. Sólo estuvo un año al frente de la diócesis ya que fue promovido a la sede malacitana en 1851.

Julián Miranda y Bistuer, maño de Huesca. Con 31 años accedió por oposición a la plaza de canónigo magistral de Jaca, pasando al año siguiente a magistral de Segovia. Permanecerá diecinueve años como canónigo en Segovia hasta su nombramiento como obispo de Astorga en 1903. Cuando apenas llevaba un año en la sede astorgana fue trasladado al obispado de Segovia, considerando que era la persona idónea para cubrir dicha vacante tras el traslado de José Cadena Eleta a la sede de Vitoria. 

Dos años de Obispo

Bernardo llegó a la diócesis en el año 1080, y a los dos años cesó su oficio de Pastor Diocesano. En algunos lugares se dice que fue trasladado a la sede de Palencia, aunque no es realmente exacto ya que venía siendo obispo de Palencia desde el 1063. Quiso retener bajo su persona el gobierno pastoral de las dos sedes, más finalmente se quedó  sólo con Palencia. 

El obispo Amadeo llega a la sede de Astorga en 1141. La última noticia del Obispo con vida antes de aparecer ya en los escritos el nombre de su sucesor, fue enero del año 1143. Apenas dos años de servicio episcopal. No se sabe mucho más.

Diego Ramírez de Fuenleal, castellano-manchego de Villaescusa de Haro (Cuenca). De familia noble, se formó en la Universidad Pontificia de Salamanca y cantó misa siendo canónigo magistral de Jaén. Con treinta y nueve años fue nombrado obispo de Astorga y capellán-confesor de "Juana la loca". Se cree que bautizó a su hijo Carlos I. Cuando apenas llevaba dos años en Astorga, fue promovido al obispado de Málaga, vacante por la muerte del obispo Díaz de Toledo y Ovalle.

Rodrigo de Mandiá y Parga, gallego de Ferrol. Ordenado sacerdote con treinta y seis años, llegó a la diócesis de Astorga en 1672 procedente de Almería, donde había sido obispo durante nueve años. A los dos años de su llegada a la diócesis falleció a los sesenta y siete años en 1674.

Diego de Silva y Pacheco de las Mariñas y Sotomayor, benedictino oriundo de Santiago de Compostela. Tras ocho años como obispo de Guadix llegó a la sede de Astorga en 1675. Se dice que era un hombre sabio y muy preocupado en la instrucción de los fieles. Organizó en la diócesis renombrados grupos de misioneros populares para que predicaran y catequizaran en las parroquias. La muerte le sorprendió en mayo de 1677.

Tres años de Obispo

Jimeno Eriz, era el hermano mayor de San Pedro Cristiano; dos hermanos que ocuparon la sede del obispado de Astorga y cuyos pontificados duraron exactamente tres años. El primero de los hermanos en ser obispo fue Jimeno, quién accedería al episcopado en el año 1138. Aunque sin muchos datos, todo apunta que  murió en el año 1141.

San Pedro Cristiano, que según la tradición nació en el pueblo de Rimor, ascenderá a la cátedra asturicense en 1153 tras los pontificados de los obispos Amadeo y Arnaldo, que le separan de su hermano Jimeno. Su episcopado sólo duró tres años, más como su hermano, el fin de su pontificado vino producido por su muerte en olor de santidad, en el año 1156.

Nuño de Fuentes llegó a la sede de Astorga en el año 1346; parece que era andaluz. Dejó el obispado astorgano en 1349, y parece que no fue por su muerte sino porque debió de ser trasladado a Sevilla, pues en mismo dicho año figura su incorporación al arzobispado hispalense.

Pascual García, tras ocho años de obispo de Orense fue promovido a la sede de Astorga en el año 1390. Le tocó vivir el conflicto del Papa de Avignon. Era partidario del Papa Clemente. Su pontificado concluyó en el año 1393.

Esteban de Almeyda era de origen portugués. Su primer destino episcopal fue Astorga donde llegó en el año 1539. Tras tres años en la diócesis fue trasladado a la sede de León en el año 1542. Finalmente, tras cuatro años en León, fue trasladado a la sede de Cartagena.

Alfonso Delgado, natural de Casarrubios del Monte (Toledo). Era canónigo de la Catedral primada cuando fue preconizado obispo de Astorga el 22 de Junio de 1580. Tomó posesión el 22 de Septiembre de 1580. Murió el 21 de Agosto de 1583.

Matías Moratinos Santos, palentino de Villada. Fue designado obispo a sus cincuenta y cuatro años para la sede de Lugo donde permaneció cinco años. En 1669 fue promovido a la sede de Astorga, obispado que rigió hasta el año 1672 en que fue trasladado a la sede segoviana.

Manuel Bernardo Morete Bodelón, oriundo de la propia diócesis. A sus cuarenta y ocho años fue nombrado Obispo de Canarias donde permaneció tan sólo un año. Al año siguiente -1925- pasó a la sede de Astorga. Murió en su casa familiar de Magaz de Arriba el 2 de Enero de 1828.

José Castelltor Soubeyre, natural de Igualada (Barcelona). Fue ordenado sacerdote en Zaragoza en 1923 a sus veinticuatro años. Fue nombrado obispo de Astorga el 5 de Noviembre de 1956. Se consagró en la basílica de Tarrasa -hoy catedral- el 17 de Febrero de 1957. Cuido la Visita Pastoral, creó un nuevo mapa diocesano de arciprestazgos y procuró el fin de obras del Seminario de la Bañeza. Falleció repentinamente cuando visitaba las obras del palacio de Gaudí, el 18 de Agosto de 1960.

Juan Antonio Menéndez Fernández. Hijo de Juan y Josefina (+). Nació en la Casa Rectoral de Villamarín de Salcedo (Grao) el 6 de Enero de 1957. Ingresa en el Seminario en 1968. Sacerdote diocesano de Oviedo (1981-2013). Obispo titular de Nasai y Auxiliar de Oviedo (2013-2015). Obispo de Astorga (2015-2019). Tres años y cinco meses de pontificado.

 
                                                                                 Tumba de Monseñor Juan Antonio Menéndez

Carta semanal del Sr. Arzobispo

Asomados a una espera

Se suceden imparables las semanas y los días, y así seguimos avanzando en esta caída de las hojas del almanaque de un año, como si de un otoño de tiempo se tratara en el que los minutos y las horas fueran cayendo del árbol. Los cristianos tenemos calendario diferente, dando comienzo a cada año no tras las uvas que englutimos con las campanadas del fin de diciembre, sino con el primer domingo de ese tiempo que llamamos adviento.

Siempre tiene un aire de magia al llegar estas cuatro semanas del adviento, que como cuatro escalones nos permiten llegar a la esperada fiesta navideña. Tenemos a la espalda todo un recorrido de meses que nos han traído tantas cosas entre sorpresa y sorpresa, entre sobresalto y sobresalto. Miramos hacia atrás, y nos asaltan esos momentos dulces y agradables que ponen la gratitud en los labios, o también otras situaciones que cuando las recordamos nos siguen provocando la tristeza y el llanto. Es un recorrido imborrable e inmodificable que ha ido salpicando en todos nuestros renglones, la historia de nuestra vida reciente, el relato de nuestros logros y fracasos, iluminados con todas sus luces y gracias, o ensombrecidos con las penumbras y pecados.

Pero llega el adviento, y la Iglesia pone en nuestros labios la palabra que más puede definir el corazón y sus pálpitos: la espera. No es posible renunciar a esta actitud que nos empuja a aguardar que algo suceda. Somos indómitos, rebeldes tal vez, pero algo irresistible nos empuja a seguir esperando que algo verdaderamente grande y hermoso nos pueda acontecer más allá de toda la maraña que nos envuelve y aplasta entre la mediocridad y el cansancio.

Es el argumento de aquella novela de Gustave Flaubert, cuando su protagonista, Madame Bovary, hablaba sobre la espera: «En el fondo de su alma, ella esperaba un acontecimiento. Como los marineros que se sienten perdidos, ella miraba desesperadamente de aquí para allá, buscando en la lejanía alguna vela blanca entre la niebla del horizonte. No sabía qué es lo que esperaba, no sabía qué; ni tampoco por cual de los vientos eso vendría, ni a qué ribera le conduciría después; si vendría cargado de angustias o lleno hasta arriba de felicidad. Pero cada mañana, apenas se despertaba, comenzaba a esperar pensando que habría llegado ese día; y escuchando cada ruido, se ponía en pie de sobresalto, quedando confusa de que no pasase nada; luego, al caer de la tarde, cada vez más triste, deseaba que volviese nuevamente a amanecer». Es una página tremendamente elocuente, rabiosamente bella en su envoltura literaria, pero tercamente insistente de ese drama -que no tragedia- que todos tenemos en nuestra alma.

El adviento cristiano pone música a la letra de nuestra espera. Y cuando tantas cosas nos caducan, tantas noticias nos saturan, tanto horizonte se nos achica y empequeñece, aparecen estas cuatro semanas acabando cada año, que nos ponen en vilo, nos levantan con brío, dando la razón a nuestro corazón que canta un cántico nuevo, poniendo en nuestros labios el grito de ¡ven!, a quien sentimos que no tenemos cerca en tantos de nuestros rincones y pliegues cotidianos. ¡Ven, Señor Jesús!: este es el canto, este nuestro grito, esta nuestra pasión y rebeldía. Decimos ¡ven! porque nos falta, porque tenemos huecos en los afectos, los sueños y los recuerdos, en los que Dios no logra entrar. Feliz tiempo bendito este que ahora empezamos, dichosa la espera que sigue viva y que en nuestra vida se cuela, para despertar nuestro más bello sueño de que suceda como acontecimiento aquello para lo que nacimos. Es adviento, la ventana a la que nos asomamos a la espera que nos salva.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

miércoles, 27 de noviembre de 2019

Adviento: mirada general, líneas, características. Por Javier Sánchez Martínez

Un blog como éste pretende ofrecer constantemente, machaconamente, si queréis, una formación seria y sólida que debe retomar y volver sobre ciertos temas para que leídos con cierta distancia de tiempo, permitan recordar contenidos, tal vez entenderlos mejor, vivirlos más plenamente.

Hay catequesis que, sin dudarlo, deben ser anuales, es decir, repetidas cada año de manera que se puedan asimilar al compás de lo que se vive en el año litúrgico. Probablemente hay un déficit en la formación, pero de manera muy resaltada en la liturgia. ¡Todos creen saber de liturgia, todos pontifican sobre liturgia! Pero lo que nos toca es conocer la dinámica misma de la liturgia, acudir a los libros litúrgicos vigentes con sus prenotandos (Introducciones oficiales), sus textos y sus ritos. En esta tarea, sin duda alguna, hay que empeñarse.

Por ejemplo, vivir el Adviento es conocer la amplitud de su liturgia, sus directrices espirituales, las líneas de fuerza de su leccionario, la contemplación de sus oraciones y prefacios y no creer, ingenuamente, que todo el Adviento se reduce a colocar la corona de Adviento y encender un cirio semanalmente. El Adviento es mucho más y la misma corona de Adviento no es tan importante ni tan central ni tan litúrgica ni tan pastoral ni tan…

Veamos la perspectiva general del Adviento, sus normas litúrgicas: entonces lo entenderemos y lo viviremos mejor.

El Adviento presenta una doble dimensión que hemos de tener en cuenta para vivirlo:

“El tiempo de Adviento tiene una doble índole: es el tiempo de preparación para las solemnidades de Navidad, en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres, y es a la vez el tiempo en el que por este recuerdo se dirigen las mentes hacia la expectación de la segunda venida de Cristo al fin de los tiempos. Por estas dos razones el Adviento se nos manifiesta como tiempo de una expectación piadosa y alegre” (Calendario romano, n. 39).

Hasta el 16 de diciembre inclusive, la mirada es escatológica: el final de los tiempos y es la espera piadosa y alegre de la parusía, del retorno del Señor pero en gloria y majestad. Las lecturas, las oraciones y los cantos deben mirar más a esta dimensión final. El prefacio (el I y el III, que son los que se cantan estos días) recuerda la venida gloriosa del Señor y los tiempos últimos.

A partir del 17 de diciembre, toda la liturgia del Adviento, en sus ferias mayores, se centra en la preparación inmediata a la Navidad, a la primera venida del Hijo del hombre en el seno virginal de Santa María. Cambia la perspectiva, el tono de las oraciones es más “navideño” y mariano, la clave de todo son los evangelios de esas ferias mayores. Los prefacios, II y IV, los que se reservan para estos días, destacan la centralidad de la Virgen María y la inminente llegada del Señor. 

Las características litúrgicas de este tiempo tienden a alimentar nuestra esperanza, con alegría, pero con moderación, y muchos elementos se reservan para que destaquen con energía renovada en el tiempo de la santa Manifestación del Señor:

-el Gloria no se canta para entonarlo junto con los ángeles en la Misa de medianoche; (claro, el Gloria según la letra del Gloria, no cualquier cancioncilla con la palabra “gloria", sino el venerable y antiguo himno del “Gloria” cuya letra es invariable);

-las flores son moderadas en el exorno, para que todo sea esplendoroso en el ciclo de Navidad; por ejemplo, la misma corona de Adviento, si se hace, se prepara con ramas verdes;

-las vestiduras moradas/violetas aguardan el blanco o dorado de los vestidos litúrgicos de la Navidad…


“El tiempo de Adviento comienza con las primeras Vísperas del domingo que cae el 30 de noviembre o es el más próximo a este día, y acaba antes de las primeras Vísperas de Navidad. Los domingos de este tiempo se denominan domingo I, II, III, IV de Adviento. Las ferias del 17 al 24 de diciembre, inclusive, tienen la finalidad de preparar más directamente la Navidad” (Instrucción Calendario Romano, ns. 39-42).

“En tiempo de Adviento se emplearán el órgano y los otros instrumentos musicales, y también se adornará el altar con flores, con la moderación que conviene a la índole de este tiempo, sin adelantarse a la plena alegría de la Navidad del Señor. El domingo Gaudete (III de Adviento) puede usarse el color rosado” (Caeremoniale Episcoporum, nº 236).

“El morado o violeta se emplea en el tiempo de Adviento” (IGMR 308d).

“No se recita el Gloria en Adviento” (cf. IGMR 31).

Sabiendo estos rasgos generales de la liturgia y la espiritualidad podemos vivir mejor este Adviento y configurarnos con el Misterio de Cristo.

Para la oración personal y la homilía el peso fuerte cae sobre:

-la primera lectura hasta el 16 de diciembre inclusive (el evangelio se busca a partir de la lectura semicontinua de Isaías como cumplimiento de la profecía; a partir del 17 de diciembre, el centro es el Evangelio,

-la oración colecta de cada día

-las preces de Laudes, ¡que son deliciosas!

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Lo publico con tiempo -hoy miércoles- para que sirva de base para la preparación espiritual, la formación de equipos de liturgia, guión para retiros sobre el Adviento, estudio en común en la sala capitular… y orientación para la homilía.

No todo, ni siquiera lo más importante, ni siquiera es necesario, es colocar la corona de Adviento que para algunos es el summum del Adviento y como si todo estuviera ya hecho. NO. El Adviento es más, y más lo que hay que preparar. Adelante con ello.

La historia de la Medalla Milagrosa

(www.ammespanol.org)
¡La Medalla de la Inmaculada Concepción —popularmente conocida como la Medalla Milagrosa— fue diseñada según las indicaciones de la misma Santísima Virgen! Por eso no es de extrañar que obtenga tan extraordinarias gracias para aquellos que la llevan puesta y rezan por la intercesión y el socorro de María.

La primera aparición

La historia comienza la noche entre el 18 y 19 de julio de 1830. Un niño (tal vez su ángel de la guarda), despertó a la Hermana (ahora santa) Catalina Labouré, una novicia en la comunidad de las Hijas de la Caridad en París, y le pidió que fuera a la capilla. Allí, Catalina se reunió con la Virgen María y conversó con ella por varias horas. Durante la conversación María le dijo: “Mi niña, te voy a encomendar una misión”.

La segunda aparición

María le dio esta misión en una visión mientras meditaba la noche del 27 de noviembre de 1830. Catalina vio a María parada en lo que parecía ser la mitad de un globo y sosteniendo una esfera dorada en sus manos como si estuviera ofreciéndola al cielo. Nuestra Señora le explicó que la esfera representaba a todo el mundo, pero especialmente a Francia. Los tiempos eran difíciles en Francia, especialmente para los pobres que estaban desempleados, y para los refugiados de las diversas guerras de ese tiempo. Francia fue el primer país en experimentar muchos de estos problemas, los cuales finalmente alcanzaron otras partes del mundo e incluso siguen presentes hoy día. De los anillos en los dedos de María, mientras sostenía la esfera, salían muchos rayos de luz. María explicó que los rayos simbolizan las gracias que ella obtiene para aquellos que las pidan. Sin embargo, algunas de las joyas en los anillos estaban apagadas. María explicó que los rayos y las gracias estaban disponibles, pero nadie las había pedido.

La tercera aparición y la Medalla Milagrosa

En la tercera aparición, la visión cambió para mostrar a Nuestra Señora parada sobre un globo con sus brazos extendidos y con los rayos de luz todavía saliendo de sus dedos. Dando forma a la figura había una inscripción: “Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti”.

El significado de la parte frontal de la Medalla Milagrosa

María está de pie sobre un globo, aplastando la cabeza de una serpiente bajo sus pies. Se para sobre el globo, como la Reina del cielo y de la tierra. Sus pies aplastan la serpiente para proclamar que Satanás y todos sus partidarios no tiene poder frente a ella. El año 1830 que aparece en la Medalla Milagrosa es el año en que la Santísima Virgen dio el diseño de la Medalla a santa Catalina Labouré. La referencia a María concebida sin pecado manifiesta el dogma de la Inmaculada Concepción de María —a no confundirse con el nacimiento virginal de Jesús y que se refiere a María sin pecado, “llena de gracia” y “bendita entre todas las mujeres” (Lucas 1:28)— que fue proclamado 24 años más tarde, en 1854.

El significado del reverso de la Medalla Milagrosa

La visión de Catalina continuó y pudo ver el diseño al reverso de la medalla. Doce estrellas rodean una “M” grande de la que surge una cruz. Debajo hay dos corazones con llamas surgiendo de ellos. Un corazón está rodeado de espinas y el otro perforado por una espada.

Las doce estrellas se refieren a los Apóstoles, que representan la Iglesia entera en torno a María. También nos recuerdan la visión de san Juan, escritor del Apocalipsis (12:1), donde “un gran signo apareció en el cielo, una mujer vestida con el sol, y la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas”. La cruz simboliza a Cristo y nuestra redención, con la barra bajo la cruz simbolizando la tierra. La “M” representa a María, y su inicial entrelazada con la cruz demuestra la estrecha participación de María con Jesús y en nuestro mundo. En esto vemos el papel de María en nuestra salvación y su función como madre de la Iglesia. Los dos corazones representan el amor de Jesús y de María para nosotros (ver también Lucas 2:35).

El mensaje de María a Catalina

Entonces María dijo a Catalina: “Haz acuñar una medalla según este modelo. Quienes la lleven puesta recibirán grandes gracias, especialmente si la llevan alrededor del cuello”. Catalina le explicó a su confesor cada una de las apariciones con detalle. Ella no reveló que había recibido el diseño de la Medalla hasta un poco antes de su muerte, 47 años después.

Con la aprobación de la Iglesia, las primeras Medallas fueron creadas en 1832 y distribuidas en París. Casi inmediatamente, las bendiciones que María había prometido empezaron a derramarse sobre aquellos que llevaban puesta su medalla. La devoción se propagó como fuego. Milagros de gracias, salud, paz y prosperidad siguieron. Dentro de poco, la gente comenzó a llamarla “la Medalla Milagrosa”. En 1836 se emprendió una investigación canónica en París declarando las apariciones auténticas.

No existe superstición, ni magia, en relación con la Medalla Milagrosa. La Medalla Milagrosa no es un “amuleto de buena suerte”. Más bien, es un gran testimonio de fe y confianza en el poder de la oración. Sus milagros más grandes son de paciencia, de perdón, de arrepentimiento y de fe. Dios usa una medalla, no como un sacramento, sino como un agente, un instrumento que trae consigo gracias maravillosas. “Las cosas débiles de esta tierra Dios las ha escogido para confundir a los fuertes”.

Cuando la Santísima Virgen dio el diseño de la medalla a santa Catalina Labouré, le dijo: “Ahora deben dársela a todo el mundo y a cada persona”. La Asociación de la Medalla Milagrosa en Perryville, Misuri, lleva a cabo la petición de Nuestra Señora de muchas maneras, incluyendo la de ofrecerle a usted una Medalla Milagrosa gratis.

martes, 26 de noviembre de 2019

Se cumplen 515 años de la muerte de Isabel la Católica

(Aciprensa)

Se cumplen 515 años del fallecimiento de la Reina Isabel La Católica, por eso la archidiócesis de Granada, donde se encuentra enterrada junto a su marido, Fernando el Católico, celebrará una misa en su honor en la Capilla Real. También se han reunido firmas para que su proceso de beatificación no caiga en el olvido.

Según precisan desde la diócesis granadina, con esta misa de acción de gracias, que tendrá lugar a las 19:30 de hoy, por la vida y obra de la Sierva de Dios, se invita a los fieles a conmemorar el día en el que Isabel I de Castilla “elevó su alma al Cielo hace más de cinco siglos en Medina del Campo”.

El canto de la liturgia en esta solemne Eucaristía estará a cargo del Coro de la Capilla Real.

Además explican que en esta ocasión se podrá disfrutar del pendón real recientemente restaurado, que erigió el ejército cristiano en su conquista de la ciudad de Granada en 1492, así como dos guiones o estandartes de los reyes Isabel y Fernando que actualmente se exhiben en la sacristía-museo de Capilla Real.

En junio de 2018 los obispos del sur de España emitieron un comunicado en el que informaban de su adhesión a la causa de beatificación de la Reina Isabel la Católica para reconocer sus virtudes e importante tarea evangelizadora en América Latina realizada durante su reinado.

El proceso de canonización de Isabel I de Castilla, conocida también como Isabel La Católica comenzó en el año 1958 en la Archidiócesis de Valladolid, donde falleció la Reina.

La Archidiócesis de Granada también se encuentra muy involucrada en este proceso de canonización porque tanto la soberana, como su esposo Fernando el Católico se encuentran enterrados en la llamada Capilla Real, anexa a la Catedral de Granada.

La causa concluyó su fase diocesana en 1972 y desde entonces se encuentra en Roma para la consideración de la Congregación para las Causas de los Santos.

José María Zavala publicó recientemente un libro en Homo Legens donde trata el tema de la santidad de la reina castellana, «Isabel la Católica. Por qué es santa».

Este día tan señalado también se conmemora en otros países como Italia, México, Argentina y Venezuela, donde también se celebrarán misas en honor a esta reina.

Más de 6 mil personas se han unido a la petición lanzada por la Asociación Enraizados “para que la causa de beatificación no vuelva a quedarse en el olvido, tras el conocimiento de un milagro” atribuido a su intercesión.

Según precisan, el milagro que se realizó por intercesión de la reina Isabel La Católica lo realizó a Roy Yearling, “un ciudadano estadounidense a quien le fue diagnosticado hace 20 años un cáncer de páncreas incurable para la ciencia médica y que, tras la devota oración de su familia a la reina Isabel, sanó milagrosamente».

La Catedral requirió cinco millones de euros en obras en veintitrés años

El proyecto llega a a su penúltima reforma con la restauración de la capilla de los Vigiles; falta aún la mejora de las vidrieras góticas de la zona sur
Alberto Arce/ Rosalía Agudín 

(El Comercio) Un lustro de paralización, obras que en un principio se realizaron a un mayor ritmo que en la actualidad y proyectos a los que le llegó la financiación varios años después. El plan director de la Catedral, realizado por los arquitectos Jorge Hevia y Cosme Cuenca, cumple veintitrés años. Fue en 1996 cuando se aprobó y las obras que se proyectaban aún no han finalizado.

Esta semana arrancó la penúltima, la rehabilitación de la capilla de los Vigiles, pero aún queda una: la restauración de las vidrieras góticas de la zona sur y las del crucero. Los trabajos dependen del ministerio de Cultura, pero el gobierno por el momento está en funciones. Las últimas cuentas realizadas por Cristobal Montoro, ministro de Hacienda bajo la presidencia de Mariano Rajoy, se alargarán aún más hasta que se forme nuevo ejecutivo. Luego llegará la negociación presupuestaria para ver si se incluyen en el proyecto de 2020.

El plan director de la Catedral se ha llevado más de 5,2 millones de euros (5.263.570,382 euros) en veintitrés años y a pesar de que las obras se han hecho de forma escalonada, el deán, Benito Gallego, dice que el ritmo «ha sido razonable, sobre todo antes del parón». Todos los planes se suspendieron durante un lustro bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero. Se reanudaron en 2011 aunque no al paso que le gustaría al Cabildo. La última obra que se hizo antes de la restauración de la capilla de los Vigiles fue la reparación de fachadas del claustro. Lucen como nuevas desde julio de 2017.

Todas estas obras han sido fundamentales para el futuro del templo. «Se hicieron para que no cayera porque había desprendimientos» y también se han tenido que hacer trabajos con carácter urgente. «Durante todo este tiempo han surgido imprevistos como el rosetón del norte y hemos tenido que atender emergencias sobre la marcha», abunda el deán, quien, también, alaba que hayan sido cinco las entidades que han puesto dinero hasta llegar a estos más de cinco millones.
Cultura, a la cabeza

La administración que más obras ha hecho hasta el momento ha sido la Consejería de Cultura con diez intervenciones. Le sigue el propio arzobispado junto al cabildo (ocho) y la lista la cierran los ministerios de Cultura (con cuatro), Fomento (otras cuatro) y la Fundación María Cristina Masaveu (una).

El problema más preocupante ahora son las vidrieras góticas de la nave sur. Están formadas por diversos santos, obispos y a la Virgen con el Niño y la Cruz de los Ángeles y por ellas entra el agua los días de más lluvia. Narra Gallego que para estos trabajos ya hay un proyecto que «ya han enviado al ministerio» pero el paso del tiempo ha hecho mella. Se hizo hace una década y el coste por aquel entonces era de 357.820 euros. Pero el deterioro ahora es mayor y las arquitectas del Estado ya han visitado la zona y han «visto que está muy deteriorada».

Aun así, y a pesar de que hasta la fecha se hayan gastado 814.985,558 euros menos de lo proyectado inicialmente por Hevia y Cuenca, las intervenciones del plan director ya lucen ejecutadas al 98%, y con la restauración de los Vigiles la Catedral se encuentra en la antesala de lo que en los próximos años se constituirá como la culminación de uno de los proyectos de mayor envergadura del panorama regional en cuanto a lo que patrimonio eclesiástico se refiere.

Asimismo, en esa historia reciente de grandes acometidas en la gran basílica metropolitana de San Salvador, unas de las más importantes por su tamaño y relevancia fueron, en 2003, las de restauración del claustro, la cubierto y el tambor ción de la capilla del Rey Casto, que conllevó, además, la mejora de la red de saneamiento por 848.707,62 euros. Promovidas por la Consejería de Educación y Cultura del Principado, entonces presidido por Vicente Álvarez Areces, fueron licitadas en un comienzo por un millón de euros.

Año Santo

Cinco años después, en conmemoración del Año Santo Jubilar del pasado 2008 y de las cruces de Los Ángeles y de La Victoria, el plan ya sumaba más de 4 millones de euros (4.020.854,902) en veintidós actuaciones. Se habían restaurado las bóvedas de la girola, los accesos a la Cámara Santa, la capilla palatina junto a la conocida torre de San Miguel, la torre románica de la basílica, y la escalera barroca de Francisco de la Riva en tan solo dos años.

Ahora, ya solo falta que los profesionales de Valuarte Conservación de Patrimonio, la empresa encargada de rehabilitar los Vigiles, completen el encargo. Tienen seis meses y la primera fase de los trabajos consistirá en realizar dos sondeos arqueológicos que tratarán de dar con la perdida iglesia prerrománica de Santa María, que, según afirman los investigadores, estaría ubicada al costado norte de San Salvador e ideada en origen a la liturgia funeraria dedicada a Alfonso II.

Santoral del día: Santa Catalina de Alejandría

(Aciprensa) Virgen y mártir cuya fiesta se celebra en la Iglesia Latina y en varias Iglesias Orientales el 25 de noviembre y que durante casi seis siglos fue objeto de una devoción muy popular.

De noble origen y versada en las ciencias, cuando tenía sólo 18 años, se presentó ante el emperador Maximino, que perseguía violentamente a los cristianos, y le recriminó su crueldad intentando demostrar cuán inicua era la adoración de los dioses falsos. Asombrado por la audacia de la joven, pero incapaz de competir con ella en sabiduría, el tirano la detuvo en su mismo palacio y llamó a numerosos sabios a los que ordenó que usaran toda su capacidad y razonamientos falsos de manera que Catalina apostatara; pero ella quedó victoriosa en el debate. Algunos de sus adversarios, conquistados por su elocuencia, se declararon cristianos y fueron ejecutados. Furioso por no haber conseguido su propósito, Maximino la mandó azotar y después la encarceló. Mientras tanto, la emperatriz deseosa de ver a una mujer tan extraordinaria se acercó a visitarla a las mazmorras, acompañada de Porfirio, jefe de las tropas, y ambos cedieron a las exhortaciones de Catalina, creyeron, se bautizaron y ganaron inmediatamente la corona de los mártires. Poco después la santa, que lejos de flaquear en su fe, conseguía muchas conversiones, fue condenada a morir en la rueda, pero al tocarla, el instrumento de tortura se destruyó milagrosamente. Enfadado y fuera de control, el emperador la mandó a decapitar. Unos ángeles trasladaron su cabeza al Monte Sinaí donde más tarde se construyó un monasterio e iglesia en su honor. Hasta aquí las Actas de Santa Catalina.

Desafortunadamente no se conservan estas actas en su forma original, sino transformadas y distorsionadas con descripciones difusas y fantásticas debidas a la imaginación de narradores, a quienes les importaba menos hacer constar los hechos auténticos que agradar a a los lectores con sus relatos maravillosos. La importancia que se dio a lo largo de la Edad Media a la leyenda de este martirio explica el interés y cuidado con el que en tiempos modernos se han examinado y estudiado los textos antiguos griegos, árabes y latinos que lo refieren, y sobre el que los críticos han manifestado hace tiempo sus opiniones, de las que probablemente no tengan que desdecirse. Hace varios siglos, cuando la devoción a los santos era estimulada por la lectura de extraordinarias narraciones hagiográficas, cuyo valor histórico nadie estaba cualificado para cuestionar, los pueblos católicos invistieron a Santa Catalina con un halo de encantadora poesía y poder milagroso.

Clasificada con Santa Margarita y Santa Bárbara como uno de los catorce santos más útiles en el cielo, fue continuamente alabada por los predicadores y cantada por los poetas. Es bien sabido que Bossuet le dedicó uno de sus más hermosos panegíricos y que Adán de San Víctor escribió un magnífico poema en su honor: “Vox Sonora nostri chori”, etc. En muchos lugares su fiesta se celebraba con la mayor solemnidad, se prohibía el trabajo servil, y un gran número de personas asistían a las devociones. En varias diócesis de Francia se observaba como día de fiesta de obligación hasta principios del siglo XVII, y el esplendor de su ceremonial eclipsaba al de las fiestas de algunos de los Apóstoles. Muchas capillas se pusieron bajo su patrocinio y su estatua se encontraba en casi todas las iglesias representándola, según la iconografía medieval, con una rueda, su instrumento de tortura. Mientras que, debido a varias circunstancias de su vida, San Nicolás de Mira se consideraba patrón de los jóvenes bachilleres y estudiantes, Santa Catalina se convirtió en patrona de doncellas y estudiantes femeninas. Considerada como la más santa e ilustre de las vírgenes de Cristo, resultaba natural que ella, entre todas, fuera la encargada de proteger a las vírgenes de los claustros y a las jóvenes solteras en el mundo.

Al ser la rueda de tortura el emblema de la santa, los carreteros y mecánicos se colocaron bajo su protección. Finalmente, según la tradición, no solo permaneció virgen dominando sus pasiones y conquistó a sus verdugos al agotarles su paciencia, sino que triunfó con su ciencia haciendo callar a los sofistas, su intercesión fue implorada por teólogos, apologistas, predicadores del púlpito y filósofos. Antes de estudiar, escribir o predicar, le rogaban que iluminara sus mentes, guiara su pluma e impartiera elocuencia a sus palabras. Esta devoción a Santa Catalina que tomó tan vastas proporciones en Europa después de las Cruzadas, recibió brillo adicional en Francia a principios del siglo XV cuando se rumoreaba que se había aparecido a Santa Juana de Arco, junto con Santa Margarita, había sido designada por voluntad divina consejera de Santa Juana de Arco.

Aunque lo hagiógrafos contemporáneos consideran más que dudosa la autenticidad de los varios textos que contienen la leyenda de Santa Catalina, nadie pone en duda la existencia de la santa. La conclusión a la que se ha llegado tras analizar esos textos es que los hechos principales han de ser aceptados como verdaderos, y se debe rechazar como puras y simples invenciones la multitud de detalles que casi oscurecen esos hechos, la mayor parte de las narraciones maravillosas con las que se embellecen y los largos discursos que se ponen en boca de Santa Catalina.

Un ejemplo lo ilustrará muy bien: aunque todos estos textos mencionan el traslado milagroso del cuerpo de la santa al Monte Sinaí, los itinerarios de los antiguos peregrinos que visitaron el Sinaí no hacen ni la más ligera alusión al respecto. Ya en el siglo XVIII Don Deforis, el benedictino que preparó una edición de las obras de Bossuet, declaró que la tradición seguida por este orador en su panegírico de la santa era en gran medida falsa y fue precisamente por entonces cuando la fiesta de Santa Catalina desapareció del Breviario de París. Desde entonces la devoción a la virgen de Alejandría ha perdido toda su antigua popularidad.

domingo, 24 de noviembre de 2019

Evangelio en la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo

Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo:

«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».

Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:

«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».

Había también por encima de él un letrero:

«Este es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:

«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:

«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? 

Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha hecho nada malo».

Y decía:

«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Jesús le dijo:

«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Palabra del Señor

El reinado del Nazareno. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Con la celebración de este domingo, concluimos el año litúrgico dejando atrás el ciclo C para retomar el próximo fin de semana el ciclo A; es decir, que los evangelios que proclamaremos a partir de ésta serán ya los de San Mateo y no los de San Lucas, los cuales nos han acompañado todo este año.

Celebramos una solemnidad bastante "moderna" de nuestro calendario cristiano, si la comparamos con tantas otras de muchos siglos y cuyos orígenes se pierden en el tiempo. Sin embargo, la celebración de "Jesucristo Rey del Universo" -llamada de "Cristo Rey" hasta 1969 en que Pablo VI adaptó el nombre y fecha- se remonta al año 1925 cuando Pío XI publica su encíclica ''Quas Primas'' para conmemorar el 16° centenario del primer Concilio de Nicea, introduciendo como novedad la festividad de la realeza de Cristo en el calendario litúrgico. Con ello, el Papa quería visualizar en la liturgia aquella verdad que los padres de este Concilio resumieron de forma tan exacta en el credo:
"su reino no tendrá fin".

En España hemos sido unos adelantados en esta cuestión, hasta el punto que fue en una parroquia de Écija (Sevilla) donde se celebró el primer triduo a la realeza de Cristo, antes incluso que el Papa introdujera oficialmente la fiesta. El sacerdote que celebró aquel Triduo fue el Rvdo. José Gras y Granollers, el cuál murió en 1918, siete años antes de la decisión del Papa. También fue muy extendida la costumbre de entronizar en los hogares españoles la imagen del Sagrado Corazón sedente; del Rey de Reyes, de Cristo Rey que quería reinar en nuestras vidas.

La liturgia de la palabra nos acerca hoy al sentido que tiene el ser rey para los creyentes. En primer lugar la lectura del profeta Samuel nos presenta la cercanía que toda soberanía ha de tener con sus súbditos, pues a fin de cuentas los reyes de nuestro mundo no son en nada distintos a nosotros, sino, como le recordarán al rey David: "de carne y hueso". Vemos también la alianza que el rey David hace con su pueblo para estar siempre pendiente y unido a sus súbditos; algo que Jesús actualizará con el sacrificio de su sangre derramada en la Cruz, como a continuación nos proclama el evangelio de este día.

El cántico que San Pablo hace en su carta a los Colosenses, vuelve a darnos pistas de por qué podemos llamar Rey al Señor:

porque nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz

porque nos ha sacado del dominio de las tinieblas y nos ha trasladado al reino del Hijo querido

porque por su sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados

por que es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura

porque en él fueron creadas todas las cosas

porque es la cabeza del cuerpo, de la Iglesia

Porque es el primogénito de entre los muertos

porque es el principio y primero en todo

Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

Y por último, el hermoso texto de este evangelio nos transporta en este frío tiempo a los días de Pasión y Semana Santa. El texto del diálogo de Jesús ante los Sumos sacerdotes, con las burlas de los magistrados como telón de fondo, exponen la naturaleza del reinado de amor del Hijo de Dios; del rey pobre, humilde, paciente, silencioso, que se deja pisar, que no guarda rencor, que ama incluso a los que le escupen, maltratan y hasta le arrebatan la vida.

Hay muchas personas que no entienden que se pueda reinar desde el patíbulo de un madero; que les queda lejos asimilar la grandeza del reinado de la Cruz. Incluso hay personas "de Iglesia" que están en contra de que exista esta celebración en nuestro calendario (aún el pasado año un sacerdote diocesano escribió un artículo pidiendo la supresión de esta solemnidad). El problema es visual, se imaginan a Jesús con tiaras de oro y túnicas de terciopelo cuando su corona es de espinas y la túnica es de sangre. El problema -si así se le puede llamar- es de prisma reduccionista, simplista y torpemente  ideologizante.

Es este reinado -en palabras del mismo Señor- "un reino que no es de este mundo", pero que los cristianos debemos empezar a construir aquí y ahora buscando que nuestra existencia terrena, a pesar de sus flaquezas y pobrezas, pueda empezar a gustar ya aquí lo propio del cielo que por culpa de nuestra desobediencia ahora nos es lejano.

¿Y en qué se caracteriza el reinado de Cristo?. La respuesta nos la da la liturgia en el prefacio propio de este domingo: "un reino eterno y universal: el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia,el amor y la paz".

También al bendecir la mesa recordamos que el banquete eterno será en el reino prometido donde seremos comensales de la mesa celestial, esa mesa que anticipa aquí nuestro altar en torno al cual compartimos lo que somos -seguidores de Cristo- y lo que tenemos -a Cristo hecho alimento de salvación-. No está situada esta celebración de forma casual en este último domingo del año; con ello la Iglesia nos recuerda el propio ciclo de nuestra existencia: primero la muerte corporal (de la que hablamos los pasados domingos) y tras ésta el reino que se nos ofrece. Preparemos cada día para merecer ser admitidos en la morada de la gloria donde el señor tiene su trono. Se entenderá así la paz de los moribundos que cierran los ojos para esta vida con todas las deudas saldadas y con la mirada puesta en la Jerusalén celeste . En ellos se hace verdad igualmente las palabras del salmista: Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del señor, ya están pisando nuestros pies tus umbrales Jerusalén...