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miércoles, 5 de febrero de 2025

Este 2 de Febrero fue el Primer Domingo a San José

La Iglesia, siguiendo una antigua costumbre, prepara la fiesta de san José, el día 19 de marzo, dedicando al Santo Patriarca los siete domingos anteriores a esa fiesta en recuerdo de los principales gozos y dolores de la vida de San José.

Primer dolor y gozo

Del Evangelio según san Mateo (1, 18-25).

La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”». Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer. Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús.

Oración

Glorioso San José, esposo de María Santísima. Como fue grande la angustia y el dolor de tu corazón, en la duda de abandonar a tu purísima Esposa, así fue inmensa las alegría cuando te fue revelado por el Ángel el soberano misterio de la Redención.

Por este dolor y gozo, te rogamos nos consueles en las angustias de nuestra última hora y nos concedas una santa muerte, después de haber vivido una vida semejante a la tuya junto a Jesús y María.

Padre nuestro, Ave María, y Gloria.

Testimonio de la Hermana Belén, Religiosa del Santo Ángel destinada en Badajoz


Desde el minuto 33´02 hasta el 46'03.
Jornada de la Vida Consagrada en la Archidiócesis de Mérida - Badajoz

martes, 4 de febrero de 2025

Czestochowa, santuario de la Virgen, tan cerca y tan lejos de los horrores de Auschwitz. Por Ángel García Prieto

Después de haber visto estos días en los medios de comunicación los actos conmemorativos de los horrores del nazismo en aquel infernal campo de Auschwitz, se puede añadir que a menos de una hora de allí en automóvil, hacia el norte, está el monasterio de Jasna Góra, en Czestochowa.

Situado en la región de Malopolska (Pequeña Polonia), a unos doscientos cincuenta kilómetros al suroeste de Varsovia, o a ciento cincuenta al noroeste de Cracovia, dicho santuario es el lugar más visitado del país, con millones de peregrinos que anualmente llegan de todos los lugares de Polonia y de fuera de sus fronteras. Fue fundado en 1382 por varios monjes paulinos traídos de Hungría por el duque Wladislaw de Opole –ciudad cercana, en la vecina región de Silesia– y venera la milagrosa imagen de la Virgen Negra, representada en un icono de estilo bizantino repujado con láminas de oro y plata que cubren parcialmente la pintura, que es de 1434.

Jasna Góra o Czestochowa, pues se le denomina también con este nombre de la ciudad que se ha creado en torno al monasterio, es la capital espiritual para muchos polacos, ya que a lo largo de estos siete siglos, además de haber resistidos varios asedios, como el de los suecos en 1655, ha sido y sigue siendo lugar de visitas y encuentros históricos, celebraciones nacionales y centro deseado y cantado tanto por los hijos más sencillos como por los personajes más encumbrados de Polonia.

Es un recinto amurallado con grandes bastiones y una barbacana en torno al complejo de edificios constituido por el monasterio, la basílica principal con otro templo anexo en el que está la Virgen, algunas capillas, entre las que tiene especial gracia la de la Última Cena, del siglo XX, varios patios, paseos y otras dependencias, así como una amplia explanada con altar al aire libre para las grandes peregrinaciones.

Además de casas de acogida y de retiros espirituales para los visitantes, tiene un museo de objetos litúrgicos y religiosos, otro, el del Sexto Centenario, que recoge otras cosas hechas manualmente por prisioneros de campos de concentración; un magnífico refectorio con frescos del siglo XVII, que fue escenario de los festejos de la boda del rey Michat Wisniowiecki con su esposa Leonor, y una sala impresionante, la de los Caballeros, con cuadros que rememoran hitos especiales en la historia del santuario, que es la historia de Polonia.

En fin, como las monedas, una cara y una cruz…

Sobre el primer tomo de la obra ''Don Marcelo, navegante y sembrador'' (I) . Por R. H. M.

Humilde recesión a vuela pluma 

Estoy convencido de que en los próximos años seguirá estudiándose la figura del Cardenal González Martín, y se publicarán nuevos estudios, tesis y biografías; más dudo que volvamos a ver una reseña tan cuidada y minuciosa como la que hoy ocupa las estanterías de novedades en las librerías religiosas de nuestra Patria. Es una obra espléndida que parte de la memoria prodigiosa del que fue su secretario y mano derecha durante cuarenta y siete años, el sabio de Don Santiago Calvo, con la ayuda de Don Alberto Chaves y Don Antonio Galán. 

Hechos conocidos y desconocidos de su vida

El Cardenal Don Marcelo es una figura de la Iglesia española que admiro desde mi preadolescencia, cuando descubrí su vida en Astorga. Con el paso de los años fui conociendo en profundidad su paso por Toledo y también su vida sacerdotal en Valladolid. He disfrutado muchísimo la lectura de este libro pues había muchos datos que esperaba, otros que me han sorprendido, y me queda la incógnita de encontrar los que me faltan y no he hallado en el segundo tomo que está al salir de imprenta. Queda patente a lo largo de toda esta etapa de la vida de Don Marcelo el amor profundísimo a su pueblo natal de Villanubla, el apego a Castilla y más concretamente a Valladolid, de cuya relación con la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se sentía tan orgulloso. El primer germen vocacional en el Monasterio Cisterciense de Las Huelgas Reales, sus primeros años de seminarista, la ayuda a los Operarios Diocesanos y el clero secular...  Qué decir de su aprecio por la Compañía de Jesús, al sentirse deudor de la formación notabilísima de Comillas, institución que no sólo le formó sino que lo dio a conocer al entonces Nuncio, quien quedó boquiabierto con su oratoria. Ha sido un deleite redescubrir al Don Marcelo neopresbítero, al sacerdote diocesano de Valladolid que eclipsaba con sus palabras en los púlpitos de la ciudad y con sus obras, promoviendo viviendas dignas para los obreros pobres. Al Don Marcelo prefecto del Seminario, capellán de la Compañía de Santa Teresa, lo que propició que se convirtiera en el primer biógrafo de Enrique de Ossó; profesor de latín, viceconsiliario de la rama de hombres de Acción Católica, delegado arzobispal para Cáritas Diocesana, profesor de formación religiosa de la Universidad de Valladolid, Director del Secretariado Diocesano de Caridad; "fac totum" de los barrios de San Pedro Regalado y del barrio de España. Canónigo por oposición de la Catedral... Un asturiano no puede omitir la presencia de Don Marcelo en el verano de 1943 en el Santuario de Covadonga, participando en el encuentro organizado por la Compañía de Jesús para futuros directores de ejercicios y titulado ''Curso de orientación para Consiliarios de Acción Católica sobre los Ejercicios Espirituales de San Ignacio''. Este volumen aborda aproximadamente desde su nacimiento en 1918 hasta finales de los años setenta y principios de los ochenta; es decir, buena parte de su vida incluyendo los primeros años de su pontificado en Toledo del que aún faltan años y obras por relatar, sin olvidar su tiempo de emérito qué, evidentemente, veremos en la siguiente publicación. 

Su amada Astorga 

Gocé con el capítulo dedicado a Astorga, pues la mayoría de nombres, localidades, situaciones que le tocaron, anécdotas, etc. las sentía familiares. La misión de concluir el Palacio Episcopal que él convertiría en el Museo de los Caminos, desoyendo la petición del Nuncio de que debía de ir a vivir allí una vez concluidas las obras. Los problemas que tenían estancadas la conclusión de las obras del Seminario Menor de San José de la Bañeza, la marcha de los Operarios diocesanos, el Plan para Ponferrada, que sólo tenía tres parroquias para sesenta mil habitantes y noventa mil en el área metropolitana. el nacimiento de Radio popular Astorga, el Instituto Diocesano de Formación y Acción Pastoral, los conflictos de "la Hulegona" de 1962 en Valdeorras, Fabero del Bierzo y Matarosa del Sil, que Don Marcelo solucionó gracias a la amaistad que tenía con Don Camilo Alonso Vega, al que conoció los cuatro veranos que pasó en Llanes (Asturias). Su preocupación por que los sacerdotes tuvieran viviendas dignas, el cuidado de los archivos, la puesta en marcha de los colegios diocesanos de Vega de Espinareda, Pablo VI en la Rua, y el Juan XXIII en Puebla de Sanabria; la visita sin contar con ello a Calzada de Valdería, donde fue recibido con entusiasmo y conoció a una mujer con catorce nietos dominicos ó, cuando en Navianos de Valverde un grupo de mujeres abandonó corriendo el templo al poco de empezar el prelado su homilía y ya pensaba que se habían ofendido por algo, hasta que el párroco le aclaró que habían salido a por las ovejas y que volverían antes de cinco minutos. La puesta en marcha de la constructora benéfica, levantándose treinta y seis viviendas en el barrio de Las Candelas de Astorga, y más adelantes otras treinta y seis denominadas Nuestra Señora de la Majestad; la atención al pueblo incendiado de Viñales (León) y Suertes de Ancares (León), su preocupación por la zona de La Cabrera, las llamadas ''Hurdes leonesas'' que así él denominó en su pastoral ''tierra de dolor y esperanza'', zona donde logró grandes mejoras en carreteras y pueblos, además de erigir una imagen al Sagrado Corazón de Jesús... Habría mucho que decir de su etapa de Padre Conciliar, e incluso de iniciativas en las que se adelantó al Concilio, como lo de empezar a predicar él mismo las fiestas en lugar del canónigo magistral, el recordadísimo D. Bernardo Velado, e incluso los organismos de participación del clero diocesano que fueron un antecedente al Consejo del Presbiterio. En su breve pontificado asturicense hizo importantes obras en el Seminario Mayor de Astorga y en el Colegio Diocesano de San Ignacio de Ponferrada; inauguró tres nuevos colegios diocesanos, uno de estos Seminario Menor; la Casa Sacerdotal, dos guarderías, 43 iglesias, 53 casas rectorales, 1 ermita, 28 salones parroquiales, 8 cementerios, 578 templos reparados (la diócesis de Astorga siempre se dijo que tenía 1000 pilas), la restauración de la torre de la Catedral dañada durante el terremoto de Lisboa, el Museo de los Caminos, 72 edificios de viviendas en Astorga, así como la puesta en marcha de la Domus Pacis  -Casa del Apostolado Seglar de Ponferrada- la Casa de Acción Católica de Astorga, el Colegio de Sordomudos, el Colegio para niños con Síndrome de Down Cosamai, Santa María Madre de la Iglesia o la Hoja Diocesana Informativa ''Día 7'' de carácter semanal, que continúa a día de hoy. 

Años difíciles en Barcelona 

Duro lo relativo a sus años de Arzobispo coadjutor primero y residencial después de la metrópolis de Barcelona, donde uno se queda con la impresión de que se entregó por completo con la sensación de que su entrega no fue valorada y su siembra estéril por haber envenenado de sal previamente el maligno aquel pobre suelo. La realidad eclesial de Cataluña y, especialmente los problemas de Barcelona, son reflejados desde hace años en una web que viene denunciando el nacional progresismo catalanista llamada ''Germinans germinabit'' desde el año 2007. Dicha página lleva bien a cuenta siempre el detallar a los sacerdotes y religiosos que se caracterizaron por haber hecho la vida imposible a Don Marcelo durante su pontificado en aquellas tierras. Gracias a esto muchos nombres, situaciones y tramas como la de los cuatro Auxiliares, además de otros hechos tristes, me eran conocidos y me hizo más llevadera la lectura del capítulo de Barcelona al identificar a muchos personajes a pesar de no tener mucho conocimiento de la realidad eclesial catalana. Si Don Marcelo se había opuesto con todas sus fuerzas a ser preconizado obispo de Astorga por considerarse en conciencia indigno para dicho cargo, no pudo revelarse mucho contra la comunicación del Nuncio a ser trasladado a Barcelona al ser un deseo explícito del Papa. Lloró al dejar Astorga y lloró al ir a Barcelona, hasta el punto de exclamar al subirse al coche en Lérida donde pararon a tomar un café cerca de Igualada, pueblo natal de Monseñor Castelltor, exclamando en voz baja pero nítida ''Ecce ascendimus Hierosolymam'' -daos cuenta de que subimos a Jerusalén'' (Lc 18, 31). Le esperaban al Prelado pucelano las pancartas de Volem bisbes catalans, lema que parece surgió de la llamada capuchinada; se lucieron los Capuchinos en Cataluña con personajes indeseables como el religioso Jordi Llimona que tanto daño hizo a la Iglesia y a Don Marcelo sin que sus superiores ni desde la Santa Sede nunca se le impusieran sanción alguna por las herejías que continuamente escribía en prensa. Me impactó lo ocurrido en el tumulto en Cornellá contra el Arzobispo (pag. 459). Don Marcelo celebró la misa dominical con la feligresía de la Parroquia de Nuestra Señora del Pilar de Cornellá qué, al no contar con templo propio se reunían en el cine Avenida para el Santo Sacrificio del Altar: un grupo de jóvenes irrumpió con pancartas y gritos contra el Arzobispo e incluso subieron al ambón para protestar haciendo uso de la megafonía contra el Prelado que para ellos no estaba con la clase obrera. Después se supo que el joven que más gritaba y se había adueñado del micrófono era un novicio jesuita de San Cugat...

Toledo, el Arzobispo que le devolvió su esplendor

Hoy no se entendería Toledo sin Don Marcelo, ni a Don Marcelo sin Toledo; falta aún bastante por salir a la luz de los frutos del pontificado de Monseñor González Martín en la sede primada y ser explicados con detenimiento, más ya se aborda en este volumen las líneas de trabajo y decisiones de los primeros años, que son la base de la realidad eclesial toledana que conocemos ahora. Se nos regalan datos muy interesantes como aquella última toma de posesión "por poderes" que hizo el día anterior a la entrada de Don Marcelo en Toledo, el entonces canónigo presidente del Cabildo Catedralicio Don José María Mansilla Gutiérrez, con el posterior ''refrendo de la toma de posesión'' que tenía lugar en el Ayuntamiento y que nunca más se ha repetido. La entrada del nuevo prelado por Illescas, con paradas en Yuncos, Cabañas y Olías del Rey, o su primera predicación desde el púlpito de la Anunciación junto a la reja de Villalpando, algo no visto desde los tiempos del Cardenal Segura. La primera visita del nuevo Arzobispo siempre se dijo que fue al Seminario a los dos días del inicio de su ministerio, pero Don Santiago nos revela que al día siguiente de llegar a Toledo lo dedicaría en buena parte a acomodarse y, especialmente, a hacer de anfitrión con las Teresianas que le habían cuidado los siete años de ministerio en Barcelona, con las cuales se desplazó hasta la localidad de Consuegra para visitar sus afamados y bellos molinos en la tarde de aquel día 24 en que también el prelado se acercó a saludar a los tres sacerdotes del pueblo. Aquellos primeros días en la Diócesis se desplazó a muchos lugares y, a menudo sin avisar, para conocer la realidad seguramente sin adornos como fue la visita al monasterio de Monte Sión el día 28 estando los monjes en plena faena agrícola. La famosa primera visita al Seminario no defrauda: aquel memorable día el arzobispo se encontró que los seminaristas estaban en ''asamblea'', y los formadores le explicaron temerosos a Don Marcelo que no dejaban entrar a los superiores. Aquel fue su primer puñetazo encima de la mesa: ¡Cuánto bien ha hecho a la Iglesia!.. Y aquella bendita amenaza de que cerraría el Seminario e irían todos a la calle. Pronto se percató el prelado del panorama desolador en que estaba la Archidiócesis y así anunció como primera medida una Visita Pastoral al Seminario, la Curia diocesana y el Cabildo Catedral. La primera cabeza en rodar fue la del Delegado Episcopal de Doctrina de la Fe y Catequesis, D. Julián Ruiz, el sacerdote rebelde que organizó una eucaristía en protesta contra el nuevo Arzobispo en el colegio de las Ursulinas en la plaza de Zocodover a la misma hora de la misa estacional de San Ildefonso con la que comenzaba su ministerio. D. Julián Ruiz que ya vivía durante la semana en Madrid y sólo estaba en Toledo el fin de semana, optó por marcharse a la diócesis Matritense al amparo de Tarancón siendo, sustituido en el cargo de Delegado de Enseñanza por D. Pedro Martín Hormigos, y siendo designado para la catequesis D. Ángel Rubio. Aquí, aunque no figure en el libro, hay que subrayar estos primeros nombramientos de Don Marcelo en dos sacerdotes queridos; el primero de ellos muy valorado por su obra ''La espiritualidad del sacerdote diocesano en los documentos pastorales del Cardenal Pla y Daniel'', y por otro lado el distinguido hijo de Guadalupe que haría su tesis doctoral en Catequética sobre San Enrique de Ossó, por indicación de Don Marcelo y que curiosamente le dirigió el profesor D. Antonio Cañizares que años después serían Arzobispo de Toledo uno y su obispo auxiliar, el otro. 

El daño de la Asamblea Conjunta de Obispos y Sacerdotes de 1971 queda patente también ante la prensa en las rencillas episcopales, y la actitud del Cardenal Tarancón negando haber recibido comunicación del Cardenal Wright, Prefecto de la Congregación para el Clero (pag.587) -nada nuevo bajo el sol-. Muy curioso fue el caso de la localidad de los Navalucillos, donde el párroco se quejó de que dos sacerdotes jóvenes le "puenteaban" pastoralmente hablando en el municipio, cuando en realidad estaban destinados por deseo de ellos mismos en los Montes de Toledo como titulares de las parroquias de Alares y Valdeazores uno, y Piedrascrita y Navaltoril otro; siendo trasladados por el arzobispo de inmediato el primero, D. José Mascaraque Díaz-Mingo para Cobeja como primer Cura Ecónomo, al ser erigida en aquellas fechas como parroquia, y D. Adolfo Herrera Barrigón, el otro. Ambos terminaron marchando para Madrid. D. José pasó buena parte de su vida en Moratalaz, siendo muy valorada su poesía; falleció el pasado 2023. D. Adolfo sigue en la diócesis de Madrid, donde ejerce de adscrito en una parroquia de un barrio obrero. Igualmente, muy bien abordado el falso ''problema extremeño'' que fue coreado por el sacerdote difunto D. Antonio Aradillas, y que el Cardenal estudió a fondo dispuesto incluso a ceder si hiciera falta (pag. 965)

Relación con San Pablo VI

La buena relación con Pablo VI y de la admiración de éste hacia el pucelano, salta a la vista primero por el empeño del Pontífice de enviar a Barcelona -Arzobispado que atravesaba una crisis postconciliar muy grave- al obispo de Astorga al que él, admirado, había escuchado intervenir en el Concilio Vaticano II, y al que venía siguiendo desde entonces (pag. 314). Su preconización para Barcelona empezó a fraguarse ya en las últimas sesiones del Concilio, pues en más de una ocasión -como después contarían los obispos españoles presentes- el Nuncio de España, Monseñor Riberi, sacaba de la sesión a Don Marcelo a la vista de todos para hablar en privado con él. En la reunión que tiene el ya Arzobispo de Barcelona con el Santo Padre el 10 de junio de 1968 éste pregunta a Don Marcelo por los problemas de Barcelona; aquella conversación no tiene desperdicio. El Arzobispo explica el rechazo y los ataques que sufre por grupos políticos, a lo que el Papa respondió lamentándose de que hubiera personas que no amaran a la Iglesia, comentando Pablo VI la desoladora situación de la Iglesia Universal -en aquellos finales de los sesenta- que él denomina ''toda infecionada'', queriendo decir en su español de andar por casa ''toda infectada''. Y hace una sentencia el ya San Pablo VI muy certera: ''Como después del Concilio de Nicea, todo el mundo se sintió arriano, aman la revolución, es obra del demonio''. Y sentencia el Papa ''Inimicus homo hoc fecit'' recomendando a reglón seguido a Don Marcelo que predique mucho en la Catedral exponiendo con amor las verdades de la fe. El Papa sabía que había pocos predicadores de la talla de Monseñor González Martín. El Arzobispo barcelonés le cuenta la realidad que vive el clero y el seminario de Barcelona, y cómo sería, que Pablo VI lloró para a continuación decirle a Don Marcelo que les diga que el Papa los ama, que piensa en ellos y espera mucho de ellos; que se mantengan fieles. El Papa le pregunta a Don Marcelo por los Jesuitas de Barcelona y los Benedictinos de Montserrat con preocupación; debía estar muy bien informado. Pablo VI le aclara también que fue decisión suya cambiar el orden de "la terna", y que así se lo pidió al ya difunto Monseñor Riberi, de que le insistiese en aceptar esa misión y que no se preocupara porque el Papa estaba de su parte. Su Santidad le pregunta por el separatismo de Cataluña, a lo que el Arzobispo responde ''que sería horrible mal para España''. Toma las manos a Don Marcelo con efusión y de dice que adelante, y concluye el Papa con una afirmación que personalmente creo que se ha cumplido en Monseñor González Martín al afirmar sobre la terrible situación de la Iglesia: ''igual que, en tiempos del Arrianismo, surgieron San Hilario y San Atanasio, así ahora, son necesarios santos''. El 4 de mayo de 1972 San Pablo VI recibe a Don Marcelo en audiencia ya siendo Arzobispo de Toledo, y se encuentra el vallisoletano la sorpresa de que el Papa tiene sobre su mesa su última pastoral publicada como despedida de la Archidiócesis de Barcelona: ''Amaos los unos a los otros'' (Pag. 591).

Relaciones con Franco

Como ya en su día afirmara Don Ángel Garralda, el papel de Don Marcelo fue decisivo en la resolución del caso Añoveros, como vemos aquí (pag. 671) cuando el primado de Toledo supuso la solución al mayor conflicto en las relaciones Iglesia-Estado en nuestra nación desde la II República. En la Cuaresma de 1974 una homilía del entonces obispo de Bilbao Monseñor Antonio Añoveros Ataún defendiendo la identidad propia del pueblo vasco, fue interpretada como una exaltación nacionalista y una ofensa al gobierno apenas dos meses después del asesinato del presidente de éste, el almirante Luis Carrero Blanco. La tensión provocada fue tal que se dispuso la expulsión del obispo del país, y estaba ya preparado un avión en Sondica para ello. Algunos historiadores se han empeñado en atribuir la solución de dicho conflicto a la actuación del Cardenal Tarancón, quién amenazó con la excomunión. La prodigiosa memoria nos revela que no fue así, hasta el punto de que el presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, comentó sobre la posible excomunión con la que Tarancón amenzaba que ''le importaba un bledo''. Tarancón no fue un intermediario válido para el gobierno; parece que en aquellos días se encontraba enfermo el arzobispo de Zaragoza, Monseñor Pedro Cantero Cuadrado, por lo que Don Marcelo fue finalmente la persona a la que la mayoría de prelados españoles señalaron como el único capaz de solucionar el entuerto. Después se supo que las palabras que el Arzobispo le dirigió a Franco no sólo le emocionaron, sino que el mismo jefe del Estado las utilizaría en la reunión del Consejo de Gobierno en que debía de ser votado si se expulsaba o no del país al obispo de Bilbao. Don Marcelo fue muy sencillo pero tajante: ''Excelencia, en España hay 23.000 sacerdotes. De ellos... habrá mil, acaso menos, que crean dificultades, pero hay más de 22.000 en toda España que están trabajando muy bien, sirviendo a la Iglesia y a España de una manera ejemplar y con gran provecho para las gentes más pobres en los lugares más difíciles, donde no ha podido llegar la labor del Estado''. 

Otros temas de interés son los relacionados con la presentación de obispos al gobierno y su placet o negativa en los traslados, que también afectó a Don Marcelo. Por ejemplo, en 1971 en la capilla ardiente de Monseñor Morcillo, el Nuncio Dadaglio le dijo al de Villanubla, que entonces era Arzobispo de Barcelona, que era deseo del Papa que asumiera la sede de Madrid-Alcalá. Finalmente el gobierno no dio el placet a tal ascenso (pag. 728). Muy interesante lo que se da a conocer sobre el indulto de 1975 (pag. 720), sobre la muerte de Franco y el tema de los funerales (Pag. 734), o sobre la reliquia de la mano de Santa Teresa de Jesús (Pag. 739). No perdamos tampoco de vista la renuncia del prelado a ser Consejero de Estado.

Curia Vaticana

En cuanto a las relaciones con la Santa Sede, me llamó la atención el buen ojo clínico que tuvo desde un primer momento el de Villanubla con monseñor Giovanni Benelli en aquel 1969 siendo sustituto de la Secretaría de Estado Vaticana sobre Don Marcelo. Según se afirma en la página 502 del libro ''empezó a recelar por algunos detalles que percibió en las conversaciones que mantuvo con él''... Cuando en 1972 muestra su deseo en el Vaticano de que un grupo de Jesuitas que yo definiría auténticamente de San Ignacio, formaran comunidad en Toledo para la enseñanza en el Seminario, los renombrados P. Mendizabal, P. Aldama, P. Pozo, P. Solano y Padre Nicolau. Benelli, como se muestra en la página 593 parece jugar a dos bandas como muestran las notas ''pro memoria'' de Don Marcelo, donde escribe: ''Mucha efusión. Que yo debo ser centro de unidad, que los grupos no me influyan (...) Jesuitas en Toledo, que mirarán. Que el Papa es muy respetuoso con la Compañía de Jesús, que puede molestar a algunos, si interviene''... En aquella conversación ocurre más de lo mismo cuando sale a relucir el nombre de Monseñor Guerra Campos, al que en un primer momento Benelli viene como a echar en cara a Don Marcelo su apoyo y defensa del obispo auxiliar de Madrid para, tras escuchar al Arzobispo español, darle a conocer las valías de Don José Guerra. Interrumpe Benelli la conversación como consta en las notas de González Martín: ''en frases laudatorias de Guerra''. En aquella primera visita del Arzobispo de Toledo al Vaticano en mayo de 1972 entre los asuntos que llevaba el Primado para abordar en la Ciudad Eterna, estaba salvar el Seminario Menor de Comillas, cuando ya se sabía que el Mayor se cerraba para ser trasladado a Madrid. Este intento fue súplica del recordado P. Luis Penagos S.J. profesor de Latín de Comillas que acude al que fue su alumno y hoy Arzobispado de Toledo pidiéndole ayuda. Don Marcelo aborda la cuestión en los dicasterios vaticanos con el P. Arrupe en la Casa Generalicia de la Compañía de Jesús, y hasta con el mismísimo Pablo VI sin éxito. Los Jesuitas ya tenían decidido terminar con el Seminario de Comillas. En las páginas 591 y 592 vemos cómo aborda el Primado de España este tema con Pablo VI que parece que alguien le ha prevenido contra el intento de Don Marcelo de entrometerse en el gobierno de la Compañía de Jesús, en opinión de muchos favoreciendo la formación de una comunidad de Jesuitas no progresistas en Toledo. De entrada el Santo Padre elogia a Don Marcelo aclarándole que su traslado fue decisión personal suya para librarle del sufrimiento de Barcelona, honrándole al tiempo con la sede primada como gesto de confianza. Abordan el tema de los Jesuitas explicando el arzobispo de Toledo que el día anterior se había reunido con el P. Arrupe. El Papa afirma de Arrupe que ''es persona buena pero con actitudes incomprensibles, desde aquí se le ha dicho y señalado lo que debe de hacer''. Pablo VI da entender que no apoya a Arrupe, pues favorece la constitución de grupos no fieles a la autoridad de la Iglesia. Afirma el Pontífice que ''se deja influir por todas las tendencias nuevas y disconformes''. Parece que comprende Pablo VI el deseo de ese grupo de Jesuitas que quiere vivir conforme al espíritu ignaciano auténtico: obediencia, fidelidad al magisterio. Queda patente la fidelidad y amor de Don Marcelo a la Iglesia en el trato exquisito que mantiene con todos los Nuncios que tuvo España desde su consagración episcopal; en este libro salen a relucir sus relaciones con Monseñor Ildebrando Antoniutti, Monseñor Antonio Riberi, Monseñor Luigi Dadaglio y Monseñor Antonio Innocenti. Faltan aún tres que todavía no han salido a escena: Palazzini, Casarli y Villot (Pag. 589). 

Digno de mención el aprecio, estima y cariño del Cardenal González Martín por el querido Monseñor Don José Guerra Campos, modelo de pastor sabio y santo; queda reflejada la defensa de sus valías, la explicación de sus posturas y el interés de Don Marcelo porque este egregio prelado fuera obispo residencial de alguna sede por humilde que fuera (Ver páginas 559 , 597 o 599). 

Don Santiago Calvo con su infalible memoria relata cómo tanto Don Marcelo como él mismo se vieron involucrados sin pretenderlo en la elección de Fray Carlos Amigo Vallejo para el arzobispado de Sevilla. Relata el secretario del arzobispo de Toledo cómo en enero de 1982 el Cardenal Bueno Monreal sufrió una trombosis estando en Roma que le dejó medio cuerpo paralizado. Y poco después, el 15 de marzo, telefoneó Monseñor Martínez Somalo -que entonces era sustituto de la Secretaría de Estado- desde Roma preguntando por Don Marcelo. Don Santiago le explicó que el Sr. Arzobispo había ido a celebrar la misa al seminario y que se quedaría a desayunar con los seminaristas. Y Martínez Somalo le indicó que necesitaba saber algo antes de las 10 de la mañana en la que comenzaba una reunión. Y su pregunta era si Fray Carlos Amigo Vallejo había sido discípulo de Don Marcelo en la Universidad de Valladolid; duda que Don Santiago le despejó inmediatamente al explicarle que efectivamente Don Marcelo había explicado religión en la Universidad de Valladolid, primero en la facultad de Medicina, donde tuvo como discípulo a Carlos Amigo, y después en Derecho (pag. 113).

Un acontecimiento doloroso fue el ataque del periodista Emilio Romero en su programa de televisión en horario de máxima audiencia, donde atacó e insultó al entonces arzobispo de Barcelona por su pastoral sobre el trabajo. Once años después dio Don Marcelo una conferencia en el club Siglo XXI de Madrid en la que estaba presente Romero, que por esas fechas ya sólo era un columnista del periódico "Ya". Romero preguntó al Primado: ''¿No cree usted que los obispos de hoy -no lo digo por usted-, que criticaban tanto las leyes del tiempo de Franco, son demasiado mansos y condescendientes con lo que hacen los políticos actuales?''. El primado le respondió brillantemente sin pasarle factura, pero sí le recordó entre otras cosas el incidente (pag. 532). 

Vetado para ser Arzobispo de Madrid ''Currant aquae...''

El 30 de mayo de 1971 falleció el arzobispo de Madrid-Alcalá, Monseñor Casimiro Morcillo. El día de las exequias el Nuncio Dadaglio le dijo a Don Marcelo: ''Ahora tenemos que trabajar para que venga usted a Madrid; lo he hablado con el Santo Padre y me ha encomendado que lo prepare todo en este sentido''. El entonces arzobispo de Barcelona, con su estilo tan castellano le manifestó que no le hacía ninguna gracia ese traslado, pues en su opinión suponía ''salir de tormenta  y meterse en nublados'', a lo que añadió: ''Currant aquae...'' (que corran las aguas). El día de la Asunción de ese año se trasladó desde su descanso veraniego en Ávila para ordenar a treinta sacerdotes del Opus Dei en Madrid, entre los que estaba Fernando Ocáriz, hoy prelado del Opus Dei. Allí recibió una confidencia de parte del Consiliario Nacional del Opus en España, Don Florencio Sánchez Bella, quien le informó de forma confidencial que sabía por su hermano -que era Ministro de Información y Turismo- que en el Consejo de Ministros del viernes anterior se había aprobado que fuese nombrado arzobispo de Toledo. Aquello le dolió a Don Marcelo, aunque jamás lo manifestó, pero evidentemente que te consideren inapropiado para un lugar, que te digan que vas a una diócesis por una persona ajena a todo y te enteres que te han cambiado el destino como quien dice a última hora, no debe de ser plato de gusto. Pero él seguía con su coletilla ''Currant aquae...'' (que corran las aguas). En un artículo en ABC el sacerdote Santiago Martín, con motivo de los setenta y cinco años del arzobispo de Toledo explicó con delicadeza aquella maniobra político-eclesial: ''González Martín tuvo que dejar Barcelona, y el Papa Pablo VI tuvo que convencer al Cardenal Tarancón para que aceptase abandonar Toledo y dejarle el puesto al que venía de Cataluña. Esta operación sirvió, con todo, a los designios del Papa Montini, que quería tener a Tarancón en Madrid y que a la vez no deseaba de ningún modo herir a González Martín, consciente de lo mal que lo estaba pasando en Barcelona''. Mesquida puntualizaría a Santiago Martín utilizando una confidencia del cardenal Dadaglio: ''Yo propuse al doctor Jubany para Barcelona, y a Don Marcelo para Madrid. El Papa Pablo VI lo aprobó, pero el gobierno de Franco se opuso a Don Marcelo porque era demasiado progre y, como el cardenal Tarancón se había hecho muy amigo de Doña Carmen Polo de Franco, en la época que fue arzobispo de Oviedo, Don Marcelo fue a Toledo, y el Cardenal Tarancón a Madrid'' (pag. 541). 

Tampoco los comienzos en Toledo fueron días de vino y rosas, hubo muchos problemas que afrontar y el ambiente no era especialmente sosegado, basta ver la plenaria del Consejo Presbiteral de octubre de 1973 en que el clero más avanzado y progresista trató de marcarle la pauta a Don Marcelo. El Arzobispo se mantuvo firme en sus convicciones y provocó la renuncia del Delegado Episcopal de Cáritas, Agustín Lozano, quien abandonó la Diócesis incardinándose en otra donde era obispo un amigo suyo. Apareció a los pocos días un texto llamado ''Romance de lobos'', donde en versos irónicos se abordaba el caso del cese de los consejeros. Al poco tiempo se supo que el autor había sido el párroco de Los Navalmorales, Don Jesús Fernández (Pgs. 664ss).

Algunas de sus brillantes enseñanzas 

''Hemos sido ordenados para predicar a Jesucristo y perpetuar la celebración de su Santo Sacrificio. Esto es lo nuestro. No otra cosa. No somos políticos, ni sociólogos, catedráticos, periodistas, poetas o investigadores...; somos ministri Christi et dispensatores mysteriorum Dei (ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios). Lo sagrado es nuestro campo, la oración nuestro lenguaje; los sacramentos nuestra fuerza; la palabra de Dios y su gracia, nuestro tesoro; las virtudes sobrenaturales, nuestro objetivo inmediato; la Iglesia santa, nuestro amor (...) Una vida sacerdotal que no ponga en primer término de sus anhelos y preocupaciones la gloria de Dios y la exaltación del misterio de Cristo, es una vida fracasada''. (Pag. 253 de la Carta Pastoral ''El Porvenir espiritual de nuestra Diócesis" de 23 de mayo de 1963)

Gran aportación sobre la misión del Sacerdote en relación a la pastoral obrera y del trabajo, y los actos que los sindicatos y grupos de izquierdas organizan el 1 de Mayo (ver pag. 372). Sobre la teología de la liberación: Don Marcelo analiza a la perfección el mal que esta corriente implicaba en una ponencia que dio en el Seminario de Toledo en Junio de 1973 titulada ''Riesgos y superación del clericalismo y democratismo''. En unas jornadas para educadores en la fe tuvo una reflexión clarividente que también es aplicable a los defensores de la teología de la liberación: ''la necesidad de formarse en el conocimiento de la vida de Jesucristo y la doctrina de la Iglesia, sin quedarse únicamente en decir que la religión es vida, sino insistiendo que precisamente es vida, porque en la Revelación cristiana está la propia persona de Jesucristo: el gran hecho revelado, el Cristo Hijo de Dios, que se nos ofrece para que sea vida nuestra'' (Pag. 633/ Talavera de la Reina el 8 de Agosto de 1973)

Ante la crisis litúrgica a finales de los sesenta en Barcelona: ''Misa cantada, en latín y en gregoriano. ¿Qué tiene esto de particular? Pues y diría que nada, que es algo normal, sencillo, querido por la Iglesia de hoy, por el Papa Pablo VI, por los obispos del mundo. He tomado yo esta iniciativa y me gusta manifestarlo así. Yo he llamado a algunos sacerdotes para decirles con toda normalidad sin dar ninguna otra significación a mis palabras: «Vamos a procurar que haya en las parroquias de Barcelona cada cierto tiempo al menos, una Misa Solemne en latín y con canto gregoriano»'' (Pag. 404/ Reunión con la Comisión Diocesana de Música Litúrgica de Barcelona 1968)

Sobre el secularismo: ''Esta España nuestra empieza a recorrer nuevas etapas en su largo y secular camino del que tantas piedras se han puesto aquí ¡en Toledo! Que no se olvide de Dios y no confunda el progreso y la libertad con un secularismo tan triste como la losa de una sepultura sin cruz. No me refiero ni siquiera a la Iglesia, ni a nada relacionado con sus estructuras o digno de consideración en las relaciones con la misma. Sólo hablo de Dios, del que me parece que hay demasiad silencio en los programas de los hombres. Perder el sentido religioso de la vida es caer en la más profunda miseria. « Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los que quieren edificar»'' (Pag. 799/ Saludo en la Visita de los Reyes de España a la Catedral Primada el día 25 de Noviembre de 1976)

Sobre la comunión en la mano comenta con dolor: ''A veces da verdadera pena ver al sacerdote obrando precipitadamente, y a los fieles alargando la mano como si se tratara de coger un objeto cualquiera (...). No obliguen jamás a los comulgantes, como dice la notificación, haced una catequesis, cuantas veces sea necesario, para que obren con toda dignidad en ese momento tan importante de su vida de fe y de piedad''. (Pag 772/ Nota Boletín del Arzobispado de Toledo en Octubre de 1985)

Sobre los sacerdotes difuntos afirmó Don Marcelo que su recuerdo y ejemplaridad estimulan fuertemente el esfuerzo por la propia santificación y los afanes de apostolado. ''Por el sacerdote que muere son pocos los que oran. No suelen tener familia, y esto les pone, después de su tránsito, en peor condición que a los seglares'' (Pag. 892/ Reunión con los sacerdotes de Toledo en la Parroquia de San Nicolás de Bari)

Su obra llega hasta nosotros por dar la vuelta al dicho de ¡Es la hora de los laicos!

La gran obra de Don Marcelo que ha llegado hasta nosotros fue sin duda el Seminario, aquella provocativa pastoral con un título tan llamativo ''Un Seminario nuevo y libre'' sigue hoy siendo faro para la formación sacerdotal. El entonces sucesor de San Ildefonso supo interpretar como nadie las líneas del Concilio Vaticano II aplicándolas de manera fidelísima en la diócesis primada, donde tuvo claro que el eje vertebrador debía de ser la vida sobrenatural, como afirmó el obispo de la prelatura de Moyobamba en el duodécimo aniversario de la muerte de Don Marcelo, sobre el Seminario: ''en él se cultiva todo lo que favorece el desarrollo de las virtudes específicas y singulares del futuro sacerdote: la oración personal y litúrgica, el silencio, la profunda piedad eucarística, el culto y la devoción a la Madre de los sacerdotes, la obediencia amorosa a los pastores, la fraternidad sincera, la castidad y la pureza de costumbres...'' . También Don Braulio Rodríguez Plaza, por el secreto del florecimiento vocacional y la perseverancia del clero toledano, respondió que se debía a Don Marcelo, quien en 1973 cuando tantos seminarios se cerraban y agrupaban, comentando algunos que ya no eran tiempos de seminarios, sino de los seglares, el entonces arzobispo de Toledo afirmó: ''precisamente por ser la hora de los seglares, hay que fomentar los seminarios, para que salgan sacerdotes que, con su vida ejemplar y su trabajo ministerial, ayudarán a los seglares a vivir en fidelidad y entusiasmo las exigencias de su bautismo (pag. 642). El cardenal Francisco Álvarez Martínez en declaraciones a La Nueva España (Oviedo) al día siguiente del entierro de su predecesor en la sede de San Ildefonso dijo: ''Levantó nuestro querido seminario de Toledo, habiéndolo encontrado vacío; lo levantó de sus cenizas'' (pag. 643). En el Archivo Cardenal González Martín, se conservan numerosas cartas donde se constata la felicitación y aprobación de la Santa Sede por la línea tomada en Toledo en relación a la pastoral vocacional. A finales de 1981 es el Prefecto de la Congregación para la Educación Católica, el cardenal William Baum, quien reconoce los datos tan optimistas de la última relación quinquenal: ''Deseamos asimismo expresarle nuestra satisfacción y estímulo por cuanto se ha hecho y continúa haciéndose en esa iglesia local''. A finales de enero de 1982 será el Prefecto para la Congregación de los Obispos, el cardenal Sebastián Baggio, quien felicita a Don Marcelo: ''Le manifiesto mi gozo por lo que se refiere a la pastoral vocacional'' (pag. 661). En los años de pontificado de Don Marcelo siempre que se le quiso obsequiar con un regalo creo que estaba perfectamente claro que lo que a él más le agradaba eran las ayudas al seminario; en otras ocasiones fue el mismo Arzobispo quien pedía ayuda, como por ejemplo en 1977 al cumplirse el centenario del cardenal Pla y Deniel, cuando rogó generosidad y pidió colaboración para ''procurar que no nos falten sacerdotes para esta España que se va descristianizando sin darnos cuenta''. Sólo del presbiterio diocesano se lograron 850.000 pesetas para fundar una beca a perpetuidad para el Seminario que llevara el nombre Cardenal Pla (pag. 977).

Su alma profundamente espiritual 

La sinceridad de los autores refleja la sinceridad de Don Marcelo, que no tenía doblez, por ello quien haya profundizado en las relaciones de la Santa Sede y la Iglesia en España, o la realidad opuesta entre San Juan Pablo II y Tarancón, verá aquí que es como escuchar dos campanas y dos campaneros; no hay sorpresas para bien o para mal, sino la pura verdad. En la participación de los prelados españoles en el III Sínodo de los Obispos en Roma de 1974 se observa cómo el Cardenal Tarancón no se mostraba precisamente sinodal, sino que quería imponer su criterio quizás con la influencia del popularmente llamado ''su mano izquierda'', el hábil secretario particular y Pro Vicario General de Madrid-Alcalá, el P. José María Martín Patino S.J. al que Don Vicente trató de promover para el cargo de Obispo Auxiliar sin éxito; mérito que sí logró el Cardenal Rouco con el P. Juan Antonio Martínez Camino S.J. décadas después. Don Santiago Calvo transcribe unas notas de la agenda-diario de Don Marcelo que reflejan la fidelidad del Arzobispo de Toledo hacia el criterio común de sus hermanos en el episcopado, así como sus reticencias a las maniobras que Don Vicente Enrique y Tarancón junto a su secretario que llevaban entre manos. Anota el Cardenal de Villanubla: ''25 de Septiembre, hacemos un buen viaje en avión. Tanto en Barajas como en Fiumicino nos atienden muy bien. A la 1 1/2 en Roma. 26. A las 11, por la mañana, en el Colegio Español, los españoles. Está ¿cómo no? el Padre Patino. Se discute cómo presentar lo de la Conferencia Episcopal Española en la primera parte. Acordamos que lo haga el Cardenal Tarancón. Insisto en que debemos ser fieles a lo que haya dicho la Conferencia'' (Pag. 681 y ss.). 

Se sentía un gran deudor de la buena formación que había recibido por parte de la Compañía de Jesús, por eso siempre tuvo una relación muy fluida con venerables jesuitas de renombre como el P. Eduardo Rodriguez S.J. -misionero popular-, el P. Miguel Nicolau S.J. -profesor de teología- o el P. Hermenegildo Val S.J. -misionero en Hispanoamérica- (Pag. 941). 

Muy interesante la información que se aporta sobre el Opus Dei, personalmente estoy convencido de que el día de mañana se sabrá más según se vayan desclasificando tanto los documentos de la Santa Sede como vayan viendo la luz los documentos aún inéditos del Archivo González Martín. Sabemos que Don Marcelo escribió numerosos informes de gran valor a petición de la Santa Sede, uno de ellos sobre la situación de la Iglesia en España que fue entregado por él mismo al Papa San Juan Pablo II en audiencia privada, donde hablaba de una oposición sistemática hacia los sacerdotes del Opus Dei. Muchos opinan que la intervención del arzobispo de Toledo fue decisiva para la creación de la Prelatura personal. Llama la atención que tuvo que ser redactada en el Vaticano la nota oficial que debería dar la Conferencia Episcopal a todos los obispos sobre la erección del Opus Dei como prelatura personal, siendo entonces Don Gabino Díaz Merchán el presidente de la C.E.E. En otra carta a San Juan Pablo II en 1982 nos da Don Marcelo algunos detalles interesantes: ''es aquí en el país en que ha nacido, donde encuentra más dificultades''...''Pero no hay razón seria alguna para que los obispos se opongan a la acción apostólica de los sacerdotes del Opus Dei''. Y sobre estos obispos parece dejar caer la siguiente reflexión: ''Los que les atacan, deberían pensar en el desorden y deficiencias, muy notables, de los grupos que ellos toleran y aprueban'' (ves páginas 715 y siguientes).

Sobre las polémicas levantadas contra la beatificación del fundador del Opus Dei, afirmará Don Marcelo en la primera celebración litúrgica en honor al Beato en la parroquia de Santiago el Mayor de Toledo lo que sigue: ''Me han parecido muy innobles ¡las observaciones atacantes. Tampoco trato ahora de ponderar las respuestas que se daban. Solamente quiero referirme a algo que ha estado a la vista: la dignidad con que, casi siempre dentro del silencio, los sacerdotes y personas del opus dei se han mantenido en medio de esa furia inconcebible de tantos atacantes'' (pag. 725).

Su profunda devoción a la Santísima Virgen y su promoción del culto a la Virgen del Sagrario (pag. 774) o a Nuestra Señora de Guadalupe, de cuya devoción fue un gran promotor como se reflejó no sólo en el cariño que la localidad y los franciscanos del Santuario le profesaron siempre, como muestra el título que le concedió el Ayuntamiento de Hijo Adoptivo de la villa y puebla de Guadalupe en 1982. Pero Don Santiago nos revela una anécdota digna de ser narrada, como fue el accidente que sufrió el 8 de septiembre de  1993 cerca de Calzada de Oropesa, junto al límite con la provincia de Cáceres, donde debido a estar inundanda la vía por la lluvia torrencial que caía en ese momento sin parar, el coche del Arzobispo se salió de la carretera estrellándose contra el petril que separaba la calzada de un peligroso barranco. Don Marcelo siempre vio en aquel acontecimiento la mano de su Madre Morenita de las Villuercas, que lo salvó (pag. 974). Qué decir de su corazón josefino (pag. 789) y su interés por dar a conocer los ejemplos de la santidad toledana, como las de Santa Beatriz de Silva y la Beata María de Jesús López de Rivaz (pag. 779), o la figura de Teresa Enríquez, "la loca del sacramento" (pag. 785). Su relación con la Madre Teresa (pag. 884)  y su alusión a ésta y al CETE (pag. 708). O su relación con San Josemaría Escrivá (pag. 715). Es enternecedor el amor de Don Marcelo a la Vida Consagrada y las valiosas enseñanzas que les legó, en aras de un auténtica aplicación del Concilio Vaticano II a sus vidas. Ahí está su acompañamiento directo al nacimiento de la Fraternidad Reparadora en el Corazón de Cristo, como se recoge en la pagina 850; su cercanía con la fundación de una comunidad de Hijas de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en el pueblo de Sonseca (Pag. 873), o su cercanía para con las monjas de clausura de Casarubios del Monte, entre las cuales hubo unas cuantas afectadas en 1986 por el "síndrome del aceite de colza"  (Pag. 810). A lo largo de toda la obra sale a relucir el cariño hacia los Operarios Diocesanos, en especial por el mártir Don Pedro Ruiz de los Paños; su cariño al Maestro Ávila (Pag. 907) o su amistad con el Venerable José María García Lahiguera y sus Operarias de Cristo Sacerdote, y su apuesta por la fiesta litúrgica de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote (Páginas 896 y 901). En su correspondencia sale a relucir su amistad y admiración hacia la figura del gran maestro de espiritualidad, el sacerdote Don Juan Esquerda Bifet (Pag. 525). 

Creo que en el libro queda patente también el buen olfato de Don Marcelo respecto a personalidades eclesiásticas de las que hoy sabemos más cosas, y que confirma la desconfianza del primado hacia muchos de ellos. Por poner un ejemplo, ahí está el cardenal Sebastiano, cuyo cese como Prefecto de la Sagrada Congregación para los Obispos por parte de San Juan Pablo II se debió, según el padre Charles Murr, a una la investigación canónica encargada por Pablo VI a Edouard Gagnon, donde quedaba probada su su pertenencia a la masonería. De estas páginas se interpreta que no había "feeling" entre ambos cardenales, y con los datos que ahora poseemos era imposible que lo hubiera. 

lunes, 3 de febrero de 2025

Santoral del día: San Blas, obispo y mártir. San Oscar, obispo

(Almudi.org) San Blas fue médico y obispo de Sebaste, Armenia. Hizo vida eremítica en una cueva del Monte Argeus. San Blas era conocido por su don de curación milagrosa. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Este es el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta. Según una leyenda, se le acercaban también animales enfermos para que les curase, pero no le molestaban en su tiempo de oración. Cuando la persecución de Agrícola, gobernador de Cappadocia, contra los cristianos llegó a Sebaste, sus cazadores fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de la cueva de San Blas. Allí encontraron a San Blas en oración y lo arrestaron. Agrícola trató sin éxito de hacerle apostatar. En la prisión, San Blas sanó a algunos prisioneros. Finalmente fue echado a un lago. San Blas, parado en la superficie, invitaba a sus perseguidores a caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de sus dioses. Pero se ahogaron. Cuando volvió a tierra fue torturado y decapitado. C. 316.

San Blas, obispo y mártir, fue tan celebre en todo el mundo cristiano por el don de los milagros con que lo honró Dios, nació en Sebaste, cuidad de Armenia. La pureza de sus costumbres, la dulzura de su naturaleza, su humildad y prudencia, y sobre todo, su eminente misericordia, criaron en él la estimación de todo lo bueno. Los primeros años de su vida se desempeñó en el estudio de la filosofía, y un tiempo hizo grandes progresos. Los bellos descubrimientos que hizo en el estudio de la naturaleza excitaron su inclinación a la medicina, la cual practicó con perfección. Esta profesión le dio motivo para conocer más de cerca las enfermedades y la miseria de esta vida, y en esta ocasión, de hacer más serias reflexiones sobre su caducidad, como también sobre el mérito y la solidez de los bienes eternos. Penetrado de estos grandes sentimientos, decidió prevenir los remordimientos que se experimentan a la hora de la muerte, evitándolos con la santidad de una vida verdaderamente cristiana. Pensaba retirarse al desierto, pero cuando falleció el obispo de Sebaste, lo eligieron en su reemplazo con los aplausos de toda la ciudad. El nuevo cargo sólo sirvió para que resalte con nueva luz su virtud, y lo obligo a iniciar una vida más santa. Cuanto más se despreocupaba en la salvación de sus ovejas, más aumentaba esa despreocupación por su propia vida. Se dedicó, entonces a instruir el pueblo más con sus ejemplos que con su palabra. Era tan grande la predisposición que tenía al retiro, y tan ardiente el deseo de perfeccionarse cada día más y más, que tuvo la necesidad de esconderse en una gruta, situada en la punta de una montaña, llamada el monte Argeo, poco distante de la ciudad.

A pocos días de estar allí, Dios manifestó la eminente santidad de su fiel siervo con varios milagros. No solamente venían de todas partes hombres para que los cure de las dolencias de su alma y cuerpo, sino que hasta los mismos animales salvajes salían de sus cuevas y venían a manadas a que el santo obispo les dé su bendición, y que los sane de los males que sufrían. Si sucedía que lo encontraban en oración cuando llegaban, esperaban mansamente en la puerta de la gruta sin interrumpirlo, pero no se retiraban hasta lograr que el Santo los bendiga. Hacía el año 315 vino a Sebaste Agricolao — gobernador de Capadocia y de la menor Armenia — por el mandado del emperador Licinio, con el orden de exterminar a todos los cristianos. En cumplimento de su misión, luego de entrar a la ciudad, ordenó que fuesen echados a las fieras todos los cristianos que se encuentren en prisiones. Para que se realice esta sentencia, salieron a los bosques cercanos en caza de leones y tigres. Los enviados del gobernador entraron por el monte Argeo, y se encontraron con la cueva, en la cual estaba retirado San Blas. La entrada a la cueva estaba rodeada de muchos animales salvajes y viendo al Santo que estaba rezando en medio de ellos con la mayor tranquilidad se asombraron. Fascinados del suceso tan extraordinario, comunicaron al Gobernador lo que acababan de ver, y él sorprendido de esta noticia, ordenó a los soldados que traigan a su presencia al santo Obispo. Ni bien lo intimaron de esta orden, nuestro Santo, bañado de una dulcísima alegría les dijo: "Vamos, hijos míos, vamos a derramar nuestra sangre por mi Señor Jesucristo! Hace mucho tiempo que suspiro por el martirio, y esta noche me ha dado el Señor para entender que se dignaba de aceptar mi sacrificio.

Luego que se extendió la noticia que a nuestro Santo lo llevaban a la ciudad de Sebaste, los caminos se llenaron de gente — concurriendo hasta los mismos paganos — que deseaba recibir su bendición y alivio de sus males. Una pobre mujer desesperada y afligida, pasó como pudo por medio de la muchedumbre, y llena de confianza se arrojo a los pies del Santo, presentándole a un hijo suyo que estaba sufriendo por una espina que le había atravesado la garganta y que lo ahogaba sin remedio humano. Compadecido el piadoso Obispo del triste estado de su hijo y del dolor de la madre, levanto los ojos y las manos al cielo, y empezó a rezar fervorosamente: "Señor mío, Padre de las Misericordias, y Dios de todo consuelo, dígnate de oír la humilde petición de tu siervo, y concédele a este niño la salud para que conozca todo el mundo que sólo Tu eres el Señor de los vivos y de los muertos. Pues Tu eres el Dueño soberano de todos, misericordiosamente liberal, y Te suplico humildemente, que todos los que recurren a mí para conseguir de Tu la curación de semejantes dolencias por la intercesión de Tu siervo, y demuestren su confianza, serán benignamente oídos y favorablemente atendidos." Apenas terminó el Santo su oración, cuando el muchacho arrojó la espina de su garganta y quedo totalmente sano. Esta es la principal veneración que tiene San Blas, por la ayuda con todos los males de la garganta, y los milagros que aparecen cada día demuestran la eficacia de su poderosa protección. Cuando ellos llegaron a la ciudad, San Blas fue presentado al Gobernador, quien le ordenó que allí mismo, sin ninguna replica y demora, sacrificase a los dioses inmortales. ¡Oh Dios!, — exclamó el Santo — ¿Para qué des ese nombre a los demonios, que sólo tienen el poder para hacernos mal? No hay más dioses que un sólo Dios Inmortal, Todopoderoso y Eterno, y Ese es el Dios que yo adoro!"

Irritado con esta respuesta Agricolao, al instante ordenó a que le peguen con tanta crueldad y por tan largo tiempo, que no se creía que pudiese sobrevivir. Pero San Blas demostró alegría en su semblante y tenía una fuerza sobrenatural que lo sostenía. Después lo llevaron a la cárcel, en la cual obró tantos milagros, que cuando entró enfurecido el Gobernador, ordenó que le despedazasen el cuerpo con uñas de acero, herida tras herida. Corrían arroyos de sangre por todas partes. Siete devotas mujeres, que se preocuparon de recogerla cuidadosamente, encontraron luego el premio de su devoción. Cuando fueron traídas ante el Gobernador, acompañadas de dos pequeños niños, las mandó a que sacrificasen a los dioses bajo pena de su vida. Ellas pidieron que les entreguen los ídolos, y cuando todos creían que iban a sacrificar, vieron que con tan valioso denuedo los arrojaron en una laguna. Por esa demostración ganaron la corona del martirio, cuando allí mismo fueron degolladas junto con los dos niños. Siguió fuerte San Blas, entonces avergonzado el Gobernador de verse siempre vencido, mandó que lo ahoguen en la misma laguna donde habían sido arrojados los ídolos. Protegiéndose el Santo Mártir con la señal de la cruz, comenzó a caminar sobre las aguas sin hundirse, como si fuera por tierra firme. Llegó a la mitad de la laguna y se sentó serenamente, demostrando a los infieles que sus dioses no tenían ningún poder. Hubo algunos tan necios o corajudos, que quisieron hacer la prueba por su cuenta, pero todos se ahogaron. En ese momento escuchó San Blas una voz que lo llamaba a salir de la laguna para recibir el martirio. Al salir, el gobernador de inmediato le mandó a cortar la cabeza en el año 316.

San Óscar, obispo (también llamado Ascario, Anscario, Ansgar o Anskar) (Amiens, Austrasia; 8 de septiembre de 801 – Brema, Sajonia; 3 de febrero de 865), misionero europeo, el primer arzobispo de Hamburgo y santo patrono de Escandinavia, siendo su día festivo el 3 de febrero. Su biografía fue escrita por san Remberto de Bremen en la Vita Ansgarii. Fue mandado por Ludovico Pío a ayudar al rey Harald Klak a cristianizar Dinamarca y con el rey Björn på Håga para convertir al cristianismo a Suecia. Óscar inició una misión religiosa en todos los países eslavos y escandinavos, siendo designado arzobispo de Hamburgo en el año 832. Sin embargo los normandos restituyeron el paganismo en Suecia y Dinamarca en el 845 y Óscar hubo de repetir todo su trabajo. Después frustró otra rebelión pagana y fue reconocido como un santo después de su muerte.

Necrológica

Ha fallecido el P. Jesús María Martín Mateo S.J. 

Nació en Valladolid el 14/03/1932, ingresó en la Compañía de Jesús el 26/08/1949, recibió la ordenación sacerdotal en Valladolid el 15/07/1962 e hizo los últimos votos en Valladolid el 02/02/1966.

Sus destinos fueron los siguientes: 

Noviciado en Orduña (1949 - 1951)

Juniorado en Loyola - Orduña (1951 - 1953)

Estudiante de Filosofía en Oña - Loyola (1953 - 1956)

Estudiante de Magisterio en Bilbao - Indautxu (1956 - 1959)

Estudiante de Teología en Oña (1959 - 1963)

Tercera Probación en Wepion - Bélgica (1963 - 1964)

Prefecto de Disciplina, Secretario y Profesor en el Colegio Sagrado Corazón de Logroño (1964 - 1965)

Delegado PREU, Consiliario AA.AA. y Profesor en el Colegio San José de Valladolid (1965 - 1971)

Convalidación de Filosofía en Universidad Civil en Salamanca (1971 - 1972)

Coordinador CEPA en Managua - UCA de Nicaragua (1972 - 1973)

Párroco en San Rafael del Sur - Nicaragua (1973 - 1974)

Director Centro de Educación y Promoción Agraria de Managua - Nicaragua (1974 - 1978)

Profesor de INEA. Colegio San José de Valladolid (1978 - 1979)

Estudios en Instituto Agronómico del Mediterráneo de Montpelier - Francia (1979 - 1982)

Estudios Agronómicos destinado en el Colegio San José de Valladolid (1982 - 1983)

Director Escuela de Agricultura en OCOTAL - Nicaragua (1983 - 1984)

Director Escuela de Agricultura de Estelí - Nicaragua (1984 - 1991) Operario en Estelí (1984-1991) y  Vicesuperior en Estelí (1990-1991). 

 Profesor de la UCA, Operario. y Administrador en Managua - Nicaragua (1991 - 1995) Miembro Junta Directiva UCA de Managua - Nicaragua (1994-1995). 

Vice-ecónomo de Honduras, Director INTELO y Operario en El Progreso - Honduras (1995 - 1998) 

Administrador, Director CIL y Asistente CVX en Oviedo (1998 - 2006). Profesor en el Colegio San Ignacio (1998-1999). Vicesuperior y administrador comunidad (1999-2000). Superior, profesor en el Colegio y Asistente CVX (2000-2006).

Vicario parroquial en San Francisco de Borja en Calle Maldonado - Madrid (2006 - 2007)

Subprefecto de iglesia, Delegado de Entreculturas, Secretario del Centro Loyola, Asistente eclesiástico de las comunidades del C.L. , Operario y Miembro de la CAL en Santander (2007 - 2011)

Ministro y Administrador del Instituto San José en El Progreso - Honduras (2011 - 2016) y Sub ecónomo en El Progreso - Honduras (2013-2016).

Colabora en la iglesia, Operario, Da Ejercicios en la vida ordinaria y ejerce de Bibliotecario en la Residencia de Santander (2016 - 2018)

Bibliotecario de la Residencia, Escribe la historia de la casa y Colabora en la iglesia del Sagrado Corazón de Oviedo (2018 - 2025)

Ha fallecido en Oviedo, sobre las 10:30 h. del día 1 de febrero de 2025; con 92 años de edad, 62 de sacerdocio y 75 de Compañía.

D.E.P.

La Capilla ardiente quedó instalada en la Sala nº 8 del Tanatorio Los Arenales de Oviedo. El DOMINGO, día 2, a la UNA Y MEDIA de la tarde, se celebró el funeral de cuerpo presente en la iglesia del Sagrado Corazón (antigua iglesia de las Salesas) y, acto seguido, se procederá a su incineración. Sus cenizas recibirán cristiana sepultura en el Panteón de la Compañía de Jesús en el Cementerio de ''El Sucu'' en Ceares - Gijón. 

AMDG

domingo, 2 de febrero de 2025

La Presentación del Señor y Purificación de Nuestra Señora. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Este año al caer el día 2 de febrero en domingo, la liturgia de la festividad de la Presentación del Señor eclipsa el que iba a ser el IV domingo del Tiempo Ordinario. Es esta una celebración bellísima que se realiza siempre en día fijo, dado que se cumplen hoy cuarenta días desde la Natividad del Señor y recordamos así cómo Jesucristo ''nació bajo la ley'' y cumpliendo lo estipulado por Moisés fue presentado en el templo Es un día que familiarmente llamamos de "La Candelaria, o de Las Candelas", por ese pequeño lucernario con el que iniciamos la eucaristía. Fecha especialmente querida para los canarios, que celebran a su "Morenita" que según la tradición se apareció a los aborígenes guanches y hoy la llaman en las islas el "tesoro más grande" del archipiélago canario. Las imágenes que en nuestra geografía podemos encontrar de Nuestra Señora la representan con una vela o candela en su mano, aunque la auténtica luz que porta María es la que lleva en su otra mano: su Hijo; luz de luz, luz de las gentes y del mundo: luz eterna. 

En el evangelio de esta festividad nos encontramos cómo el anciano Simeón lo reconoce como luz y así lo proclama: ''Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel''. Este cántico del Profeta que llamamos del ''Nunc dimitis'' y que rezamos cada noche en el rezo de "Completas" es el deseo no sólo ante cada descanso, sino especialmente ante la muerte que habrá de venir tras haberse encontrado con el Señor y siendo uno consciente de que lo que creía que era su misión ha concluido se realiza: encontrar la luz que nunca acaba. Hoy parece que nadie se quiere morir, que nos agarramos a seguir en este mundo todo lo que se pueda y más, y ante esto me viene a la memoria un sacerdote jubilado que cuando le preguntaban cómo estaba respondía: ''esperando a que el Señor me llame, pues ya he cantado el ''Nunc dimitis''... Simeón y Ana aguardaron fielmente toda su vida que llegaría un día en que verían al Mesías; no pedían verlo si quiera actuar ni escucharlo predicar, ni llevando a cabo la redención; era tal su fe que les bastaba verlo como frágil recién nacido de apenas unas semanas. Por esta razón en muchas parroquias españolas se celebra también en este día la fiesta del movimiento de "Vida Ascendente", pues en los ancianos Ana y Simeón está el ejemplo de vivir el tiempo de la vejez teniendo como ejemplo a estos benditos modelos que nos estimulan "a la búsqueda del rostro de Dios, de sus signos, de su voluntad; una vida dedicada a la escucha y al anuncio de su Palabra", como Benedicto XVI explicó a la perfección en su homilía de 2011. Simeón y Ana son también la representación del pueblo vigilante que aguardaba al Mesías; la liturgia bizantina incide especialmente en esto, en el encuentro entre el pueblo anhelante y el que sería su Gloria, que es presentado. 

El evangelista San Lucas también indica que ''Cuando se cumplieron los días de la purificación...'': ¿a qué se refiere?. El libro del Levítico recoge en su capítulo 12 el mandato de Moisés que indicaba cómo una mujer tras al parto quedaba impura durante siete días, al octavo se circuncidará al niño y ''continuará purificándose de su sangre treinta y tres días más''. Por eso siete días de impureza más treinta y tres para terminar los días de purificación resultan un total de cuarenta. Por ello a esta fiesta del 2 de febrero se la conoce aún en muchos lugares como "el día de la Purificación de Nuestra Señora". ¿Necesitaba acaso la Purísima purificarse? Pues evidentemente no, pero lo hizo, dándonos un ejemplo de humildad asombroso. ¿Qué pasaría por la cabeza de María en aquellos momentos? Lleva en sus brazos al mismísimo Mesías que será reconocido como luz de las naciones y no pide privilegios; es más, en la tradición cristiana identificamos esta escena como un momento de dolor para Nuestra Señora, pues es cuando se le advierte que su pequeño será un ''signo de contradicción'' y que ella misma vería su corazón traspasado. Se le anticipa que como madre habrá de experimentar el dolor humano más atroz, como será el de presenciar la pasión y muerte de su único hijo: María siempre unida a Jesús.

Hoy es también la Jornada de la Vida Consagrada en todas sus formas: de vida activa o contemplativa, institutos seculares u Orden de las Vírgenes, sociedades de vida apostólica o nuevas formas de consagración que van surgiendo. Fue San Juan Pablo II quien tuvo la inspiración de que se dedicara este día para poner el alza el valor, la necesidad y actualidad de las religiosas y religiosos en la vida de la Iglesia dentro sus múltiples carismas y formas en el seguimiento de Cristo: pobre, casto y obediente. En este año jubilar el Papa pide a la vida consagrada ser  «peregrinos y sembradores de esperanza», acudiendo al Señor, sintiéndose siempre anclados en esa esperanza que nunca defrauda y a la que todo religioso ha de vivir aferrado unido a la Iglesia y que no falte nunca como «ancla del alma, segura y firme». La Santísima Virgen y San José al llevar a su hijo al templo lo estaban consagrando al Altísimo como estaba escrito: ''todo primogénito varón será consagrado al Señor''. Y no sólo ofrecido, sino también rescatado; una reminiscencia de aquella noche de Pascua en que el Señor pasó por la tierra de Egipto pasando de largo por las casas que habían pintando sus jambas con sangre. La noche en que el pueblo fue liberado de la esclavitud. Por eso el niño, además de ser presentado, era necesario que un sacerdote ofreciera en sacrificio -un cordero como la noche de Pascua- para expiar el pecado y así quedar limpio. Más para las familias pobres y sin recursos se contemplaba sustituir el cordero por "dos tórtolas o dos pichones"; uno de ofrenda por el pecado y el otro para holocausto. En muchos relieves de la iconografía castellana encontramos esta escena de la Virgen en el templo sosteniendo al niño, y San José con los pichones. 

Aquí en la presentación vemos cumplida la profecía de Malaquías que hemos escuchado en la primera lectura: ''Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén''. Es un día para la alegría: en muchos lugares existe la tradición de presentar a los niños a la Virgen; es cuando se retiran ya todos los belenes y hacen fiesta los que trabajan en el mundo de la luz eléctrica o las cererías, pero la verdadera noticia es que el Hijo de Dios es presentado en el templo; no un niño cualquiera llevado por sus padres, sino que podemos decir que Jesús entra por primera vez de forma solemne en la Casa de su padre. Por eso la oración del salmista es igualmente tan expresiva hoy: ''¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las puertas eternales: va a entrar el Rey de la gloria''... A las que llevan el nombre de Candela, Purificación o Candelaria, muchas felicidades, así como a las religiosas y religiosos en este día tan suyo. 

Evangelio de la Presentación del Señor en el Templo

Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».

Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción —y a ti misma una espada te traspasará el alma—, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.

Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

Palabra del Señor

sábado, 1 de febrero de 2025

Desde nuestro brocal: Auschwitz, in memoriam

 El cielo se puso tremendamente oscuro, como yo nunca antes había visto. En aquellas primeras horas de la tarde se cernía la tormenta que luego explotó: un viento huracanado y una lluvia torrencial. Estaba en el bloque 18 del barracón que alberga la celda en la que Maximiliano Mª Kolbe fue asesinado. Al no poder salir afuera, volví al pasillo subterráneo donde estaba la celda, durante casi media hora. Fue allí, donde una inyección letal acabaría con la vida de aquel sacerdote polaco, franciscano, que decidió ponerse en lugar de un padre de familia que iban a fusilar por una falsa acusación. El fraile, ante el pasmo de los vigilantes nazis, dio un paso al frente y, entre risas y sarcasmos, le aceptaron tamaño trueque. Sería canonizado por su compatriota Juan Pablo II el 10 de octubre de 1982. Allí en la plaza de San Pedro, totalmente conmovido con su traje de presidiario, estaría aquel esposo y padre de familia que se cruzó con la entrega martirial de alguien que daría la vida por él, como aprendió del mismo Jesús. 

Tengo en mi retina aquel rato de silencio, mi soliloquio en una celda que hablaba de un amor de otro mundo. Muchos pensamientos me venían a la mente, latidos veloces me palpitaban en el corazón, y aquel lugar maldito por el odio más feroz y absurdo, fue para mí una inmensa provocación. Se trataba del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Uno de los más grandes construidos por el loco delirio de Adolf Hitler para asesinar, de tantas formas, a cuantos allí terminaron su viaje en el tren de la desesperanza. 

Se cumplen los 80 años de la liberación de aquella tragedia inhumana. La puerta de entrada al campo, señalaba con sarcasmo la bienvenida: “Arbeit macht Frei” (El trabajo libera), pero era una encerrona sin más puerta de salida que el crematorio después de pasar por la cámara de gas. En Alemania conservan algunos campos de exterminio mostrados con pudor, no como macabra exposición de los horrores humanos, sino como humillante recordatorio para no repetir los errores que avergüenzan a la humanidad. Me he acercado a otros dos campos de exterminio: Dachau (cerca de Munich), donde albergaron a sacerdotes y religiosos, y Mauthausen (en Austria), donde fueron gaseados muchos españoles. 

Una conmoción que te deja sin habla, te quita el aire. El Papa Wojtyla comparó estos campos con la antesala del infierno, porque difícilmente se pueden dar tantas inhumanidades al servicio de un mal casi infinito. Era sobrecogedor estar allí, respirar sus olores, flanquear los edificios de ladrillo, merodear las alambradas de la muerte, los paredones de fusilamiento, las celdas de castigo letal, las cámaras de gas, los hornos crematorios… Bastaba ver las fotografías, los documentos en alemán, los utensilios y herramientas, gafas, maletas, ropa, guedejas rubias de mujer que no lograron encanecer, o las trenzas de niñas que no verían su mañana. Todos fueron gaseados en la sala que a continuación pude ver en un profundo silencio sobrecogido. ¿Qué hicieron esos pequeños para merecer tan terrible y prematuro final? Aquellos zapatitos no calzaron más los pies que no corretearon los senderos de la vida. ¿Qué caminos les fueron censurados? ¿Qué talentos les fueron de ese modo truncados? ¿Qué plan de Dios sobre cada uno de ellos fue así roto y malogrado? 

Aquella guerra terminó. Hoy tenemos otras, en el hampa de la mentira, de la corrupción y la violencia en cuyos cauces malditos de nuevo se atenta contra la vida más inocente en todas sus formas: la del no nacido, la que pena para sobrevivir dignamente y la de quien termina su periplo natural. Porque la única memoria histórica creíble es la que aprende de los horrores propios y ajenos, y no desentierra viejos rencores que propician nuevos errores con insidias. El Padre Kolbe dio la vida, como el trigo que cae en tierra: hasta dar mucho fruto. Es la esperanza con la que Dios hace nuevas todas las cosas. 

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm, 
Arzobispo de Oviedo

''Peregrinos y sembradores de esperanza''. Mensaje de la Conferencia Episcopal Española ante el día de la Vida Consagrada


¡Qué hermosos son sobre los montes los pies de quien trae alegres noticias! (cf. Is 52,7). Con esta evocación profética podemos recibir el anuncio de la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada en el Año del Jubileo Ordinario, que sitúa a toda la Iglesia bajo el signo de la esperanza que no defrauda (cf. Rom 5,5) y nos llama a convertirnos en «peregrinos y sembradores de esperanza». Lo hacemos en continuidad con la Jornada de 2023, que glosamos «caminando en esperanza», porque los consagrados, como todos los bautizados, se reconocen ciudadanos de la ciudad celeste: hacia ella se dirigen y ella misma «es anticipada en su peregrinación» (1). 

Esta XXIX edición actualiza, en el camino sinodal y del jubileo ordinario, el propósito de san Juan Pablo II cuando instituyó la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, de modo que la Iglesia valore cada vez más el testimonio de las personas consagradas y estas renueven cuanto debe inspirar su entrega al Señor (2). En consecuencia, queremos ayudar a descubrir, conocer y apreciar a las personas consagradas, que buscan configurarse con Cristo a través de su preciosa vocación y esperan cada día en el Señor, siendo figura e imagen de una peregrinación y una siembra cargadas de esperanza. 

Como bien sabemos y hemos recordado en Jornadas de años anteriores, Simeón y Ana reflejan la vida consagrada de estos tiempos de un modo peculiar y constituyen modelos de «peregrinos y sembradores de esperanza». En la homilía de la eucaristía con motivo de la XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada de 2024, el papa Francisco comentó que nos hacía bien mirar la «paciencia en la es pera» de estos entrañables ancianos, sus «corazones “jóvenes” velan do» sin «rendirse al derrotismo ni jubilar la esperanza», capaces del asombro de acoger al Salvador «en la novedad de su venida» (3). Los subrayados del santo padre describen la rica y generosa experiencia de muchas personas consagradas, al mismo tiempo que exhortan a todos los consagrados a la imitación humilde, sana y radiante de estas actitudes y virtudes. 

Más adelante, en esta misma homilía, el papa recuerda lo importan te que es la espera de Dios para las personas consagradas y, por tanto, lo sustancial que resulta evitar caer en el «sueño del espíritu», vivir adormecidas, «almacenar la esperanza en los rincones oscuros de la decepción y la resignación», de modo que no les afecte la parálisis de la acedia y la desesperanza. Sin duda, se trata de un horizonte valioso y necesario que deben descubrir o redescubrir los consagrados, «peregrinos y sembradores de esperanza» en medio del pueblo de Dios durante el jubileo ordinario de 2025. 

¿Pero qué llevan hoy en el costal de la siembra las personas consagradas para esparcir simiente de esperanza mientras peregrinan hacia el reino de Dios que se anticipa en su camino? De entre muchas semillas, vamos a fijarnos en dos que anuncian la esperanza que está por llegar al tiempo que aligeran los pasos de los consagrados en su peregrinar cotidiano: la «misión profética» y las «relaciones nuevas». 

Misión profética 

Las simientes de misión profética que los consagrados van sembrando con su peregrinación albergan claros visos de una esperanza nueva. El papa Francisco, cuando convocó el Año de la Vida Consagrada, del que se cumplen diez años en 2025, habló a los consagrados de la esperanza en medio de un panorama de dificultades que siguen estando hoy presentes: la disminución de vocaciones y el envejecimiento, sobre todo en Occidente, los problemas económicos, los desafíos de la internacionalidad y la globalización, el relativismo, la irrelevancia. Es precisamente ahí, entre todos estos aprietos, que no son exclusivos de la vida consagrada, donde el papa dice que «se levanta nuestra esperanza, fruto de la fe en el Señor». Más aún, el santo padre recuerda que la esperanza que se fundamenta en Dios no se basa en los números o en las obras (4). 

Por tanto, no hay que ceder a las tentaciones de la cantidad o la eficiencia, ni a las de confiar en las propias fuerzas o dejarse amedrentar por las debilidades. Una vez más, como hace el papa Francisco, hemos de recordar a Benedicto XVI cuando manifestó: 

No os unáis a los profetas de desventuras que proclaman el final o el sin sentido de la vida consagrada en la Iglesia de nuestros días; más bien re vestíos de Jesucristo y portad las armas de la luz —como exhorta san Pablo (cf. Rom 13,11-14)—, permaneciendo despiertos y vigilantes (5). 

Por consiguiente, las personas consagradas, fieles a su identidad profética, han de vivir despiertas, vigilantes, con actitud de centinelas que evitan todo adormilamiento y comodidad. El papa Francisco se dirige a los consagrados en los mismos términos en la carta apostólica con motivo del Año de la Vida Consagrada: 

Espero que «despertéis al mundo», porque la nota que caracteriza la vida consagrada es la profecía. Como dije a los superiores generales, «la radicalidad evangélica no es solo de los religiosos: se exige a todos. Pero los religiosos siguen al Señor de manera especial, de modo profético». Esta es la prioridad que ahora se nos pide: «Ser profetas como Jesús ha vivido en esta tierra […]. Un religioso nunca debe renunciar a la profecía» (29-11-2013) (6). 

Los consagrados, «peregrinos y sembradores de esperanza en misión profética», denuncian y han de seguir denunciando la injusticia, la falta de hospitalidad con el migrante, la aporofobia, la economía in humana, la trata de personas, los atentados contra la creación… Los consagrados peregrinan y han de seguir peregrinando con los débiles, los indefensos, las víctimas, como Dios camina con ellos. Son y han de continuar siendo una voz profética coral que siembra con dedicación las semillas de la esperanza de un profetismo vivido y proclamado en fraternidad, no por su propia cuenta, sino contribuyendo a edificar una Iglesia sinodal misionera.

Relaciones nuevas 

Siempre ha de haber semillas de relaciones nuevas en el costal de los consagrados. Relaciones generadas y regeneradas en Jesucristo, que se convierten en testimonio discipular cuando las acogemos y pro movemos, como señala el papa Francisco en Evangelii gaudium (7). Estas relaciones nuevas son buenas semillas de esperanza, que tratan de alumbrar un nuevo mundo relacional en el que cada encuentro huma no se vive como una celebración gozosa. 

La vida consagrada puede responder alegremente al desafío que describe el papa en la exhortación apostólica porque en su seno y con otros debe ser capaz de descubrir y transmitir la mística de vivir jun tos, de mezclarse, encontrarse, tomarse en brazos, apoyarse, participar unos de la vida de los otros, haciendo realidad una verdadera experiencia de fraternidad que se percibe en medio del pueblo como una caravana solidaria, una santa peregrinación, impulsada por el convencimiento de que salir de sí mismo para unirse a otros hace siempre bien (8). 

Este camino, como dice el papa, es esperanzador y las relaciones nuevas que nacen del encuentro primordial con Jesucristo nos permiten crecer en esperanza a través de nuestra humanidad compartida. Así lo recuerda la bula de convocación del jubileo ordinario 2025 cuando afirma que mirar el futuro con esperanza equivale a tener una visión de la vida con entusiasmo para compartir con el otro (9). Esta mi rada supera la tentación de encerrarse en la «privacidad cómoda» o en el grupo reducido de quienes coinciden en casi todo, según en qué momento de conveniencia, algo propio de un modo de deambular por el mundo que no es una verdadera peregrinación ni siembra una esperanza firme. 

La vida consagrada es inseparable de la oblación fecunda en todos sus ámbitos. Las personas consagradas han de vivir la entrega genero sa en las relaciones fraternas entre sí, con los pastores, con los laicos, con los miembros de sus familias carismáticas y con quienes son destinatarios de su misión, especialmente los más débiles. Una oblación, por tanto, que se manifiesta en un compromiso relacional colmado de vida que se aprende de Cristo en su relación con el Padre, con el Espíritu Santo y con cada persona que encuentra en los caminos de Galilea, Samaria y Judea. 

Con este horizonte como meta, las personas consagradas están llamadas a peregrinar haciendo un proceso de conversión que les permita cambiar lo que sea preciso en el ámbito de las relaciones, que es amplio y diverso. Así, por ejemplo, los consagrados han de aspirar a un modo evangélico de afrontar las relaciones que se dan entre varones y mujeres, de modo que se respeten su igual dignidad y reciprocidad, tal como señala el Documento final del Sínodo sobre la Sinodalidad en su número 52. Igualmente, han de empeñarse en establecer relaciones que reparen integralmente a las víctimas de abusos y ofrezcan ayuda a los victimarios, siempre con el cuidado de no causar daño nuevamente a ninguna víctima. 

En el ámbito global de las relaciones, desde hace décadas se viene dando la realidad de la multiculturalidad que nos exige aprender a peregrinar en clave «intercultural» en el mundo, en la Iglesia y en la vida consagrada. Teniendo presentes las dificultades que esto encierra, sembrar relaciones interculturales nuevas en una vida fraterna de comunidad multicultural constituye en sí mismo una siembra esperanzadora. 

En suma, las personas consagradas no deben cansarse de sembrar relaciones nuevas, y menos aún de esparcir semillas de novedad en las relaciones que precisan del impulso que solo puede dar el amor de Cristo y la reconciliación con el Padre y con los hermanos. Es la congruencia de un modo de ser y obrar, personal, comunitario y sinodal, que conforma un proyecto de vida de «peregrinos y sembradores de esperanza» en medio de las noches de una humanidad sedienta de la justicia, paz y abundancia que Jesucristo ha venido a instaurar. 

Siguiendo la glosa de Hebreos que hace el papa Francisco en el último número de la bula Spes non confundit (10), para ser «peregrinos y sembradores de esperanza», los consagrados acuden al Señor y se sienten «anclados en la esperanza»; poderosamente estimulados a aferrarse, con toda la Iglesia, al «ancla del alma, segura y firme, que penetra más allá de la cortina, donde entró, como precursor, por no sotros, Jesús» (Heb 6,18-20). 

XXIX Jornada de la Vida Consagrada 2 de febrero de 2025, 
año jubilar. 

Sres. Obispos de la Comisión Episcopal Para la Vida consagrada


1 Benedicto XVI, carta encíclica Spe salvi (30-11-2007) 4. Cf. San Juan Pablo II, Mensaje para la primera Jornada de la Vida Consagrada (2-2-1997) 4.
2 Cf. San Juan Pablo II, Mensaje para la primera Jornada de la Vida Consagrada (2-2-1997) 1.
3 Cf. Francisco, Homilía en la fiesta de la Presentación del Señor (2-2-2024), XXVIII Jornada Mundial de la Vida Consagrada
4 Cf. Francisco, Testigos de la alegría, carta apostólica a todas las personas consagradas (21-11-2014) I, 3.
5 Benedicto XVi, Homilía en la Fiesta de la Presentación del Señor (2-2-2013), XVII Jornada Mun dial de la Vida Consagrada. 6 Francisco, ibid., 2
7 Cf. Francisco, exhortación apostólica Evangelii gaudium (24-11-2013) 87-92.
8 Cf. FranciSco, ibid., 87.
9 Cf. FranciSco, Spes non confundit. Bula de convocación del jubileo ordinario del año 2025 (9-5-2024) 9.
10. Cf. Francisco, ibid., 25