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viernes, 11 de julio de 2025

Agradecimiento. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Transcurridos estos días tan agitados quisiera ahora agradecer sinceramente en nombre de mi madre, familia y mío propio la situación final y despedida de Tere Vila:

En primer lugar, Gracias a Dios por la larga vida de mi madre; una existencia bendecida gozando de una buena salud para su edad, que la tuvo prácticamente hasta el final a pesar del peso de los años. Doy gracias al Señor por cómo fue su muerte, pues se ha ido preparada para su encuentro con Él y con el regalo que personalmente me hizo de cerrar sus ojos para este mundo en mis brazos, mientras rezábamos. Estaba preparada, con la lámpara encendida, y el Señor ha venido a buscarla. Esto ha sido una experiencia bellísima que me ha permitido vivir la despedida física de mi madre en paz y reconfortado. La muerte no sólo trae dolor y lágrimas, también la alegría de saber que ha tenido el final que ella quería, en su casa, en su cama y con los suyos. Se durmió en el Señor y en la esperanza en Jesús resucitado, lo que nos permite a los creyentes vivir este trance con serenidad. Me viene a la mente un canto que las Hermanas del Santo Ángel repiten en los funerales de sus monjas: ''No temáis, que Cristo nos salvó, la muerte ya no hiere a sus amigos: ¡Jesús resucitó!''

Muchas gracias todas las personas que cuidaron, se preocuparon y estuvieron pendientes de mí madre, desde el hospital de Jove al ambulatorio de Candás, muy particularmente a Belén su médico de cabecera, las cuidadoras que por turno fueron desfilando, pero muy especialmente a mi hermana que ha llevado estos años la carga más pesada de su atención y cuidado.

Gracias a mí párroco Don José Manuel al que mi madre tantísimo quería, por todos estos años en que ya no pudiendo ella acudir a la Parroquia siempre ha estado pendiente de su estado, evolución y necesidades espirituales. Qué alegría le daba a ella siempre la visita de su Párroco, sus tertulias y sus guiños e ironías. Gracias por facilitarnos siempre todo y por el cariño que has tenido igualmente con nuestra familia.

Gracias a todos los familiares y vecinos de Candás, especialmente a los de nuestro barrio de José Muniello y a los del portal número 10 que siempre han sido una piña.

También a las Hermanas del Santo Ángel de la Guarda, tan pendientes siempre de su estado pidiendo a los Ángeles que la cuidaran aquí, y que ahora la llevasen al regazo de Abrahán. Gracias a mis feligreses de Lugones y Viella que se hicieron presentes en el Tanatorio y en el funeral en gran número. Me disculpen los de Viella que no los citara en el funeral, pues con los nervios de la celebración les omití a ellos, así como también a las religiosas.

Gracias a mis antiguos feligreses de Cerredo (Degaña) que se hicieron presentes también, parroquianos y familia que me acogió cuando llegué allí, y por lo que mi madre siempre les tuvo un gran cariño y aprecio.

Gracias a mis hermanos sacerdotes que vinieron o se hicieron presentes en el Tanatorio, por teléfono o con mensajes y, especialmente a los 29 hermanos presbíteros que quisieron concelebrar la misa exequial de mi madre arropándonos a mi familia y a mí: Gracias de corazón; sé que era una hora "mala", además de que en Julio muchos compañeros están fuera en campamentos o supliendo a los que están de vacaciones. El Señor os lo pague con creces.

Gracias a los diáconos Edgar, Luis Guillermo y Jhon Ángel. A Guillermo, el monaguillo de la parroquia de Candás. A Mario, seminarista, que estuvo dos años de pastoral en Lugones. A los que prepararon junto con el párroco la liturgia, Rodrigo y Xuan, y a los que se encargaron de la música, Juan Manuel (organista de Covadonga y que anteriormente lo fue en Lugones), a Leo y Dolores (la organista actual). Gracias a la Cofradía del Cristo de la Piedad y Nuestra Señora de la Soledad de Lugones, a las floristas, catequistas, miembros de Cáritas Parroquial y a los monaguillos de Lugones: Carlota, Pelayo y Jaime. A todos los grupos de la parroquia de Lugones que os hicisteis presentes. Al Alcalde de Siero y concejales, así como a los militares y mandos de la Guardia Civil y a todas las instituciones, asociaciones y personas de la localidad que me transmitieron condolencias.

Gracias al Sr. Arzobispo que estuvo muy pendiente de la situación de mi madre y me acompañó desde la distancia con su palabra de padre y pastor de la Diócesis, y al Vicario Episcopal de Oviedo-Centro, D. José Julio Velasco. Gracias al Sr. Arzobispo de Panamá Monseñor Ulloa, al Sr. Obispo de Garagoa Monseñor Julio Hernando y al Cardenal Arzobispo Emérito de Madrid, Monseñor Carlos Osoro por sus llamadas y manifesta cercanía.

Gracias a la Funeraria de Candás y trabajadores del cementerio municipal, y a todos los que nos han ayudado en las gestiones de estos días.

Especialísimamente gracias a todas las religiosas de vida contemplativa o activa, y a todos los religiosos que han rezado y rezan por su eterno descanso. A todos los hermanos sacerdotes de la diócesis de Oviedo -y de su Arciprestazgo- y de tantos lugares de España que han ofrecido el santo sacrificio de la misa en sufragio por el alma de mi madre, y a todos los fieles que la tuvieron o tienen en sus oraciones. 

Gracias en definitiva a todos, amigos y hermanos en la fe, por haceros presentes de uno u otro modo en esta realidad de la Pascua definitiva de mi madre, Tere.

Pero sobre todo gracias a tí, mamá, por una vida entera llena de sacrificios, luchas, trabajos y desvelos por mí. Por tu vida entregada a los tuyos y a todo el que llamó a tu puerta: muchos niños del barrio ya adultos no podrán olvidar el vaso de agua de Tere entre los juegos de "la explanada"... El mayor orgullo y título que he tenido y tendré en la vida, el mayor reconocimiento y distinción nunca será por estudios o responsabilidades pastorales, el título más grande que con plena satisfacción luciré hasta mi propia muerte será aquel con siempre me han conocido mis vecinos: el fío Tere Vila: ¡Te quiero mamá! Te querré siempre y aunque pase el tiempo sabiendo que te echaré mucho de menos, haré mío el epitafio le que pusiste en la lápida de papá cuando él se fue: "No te olvidamos": ¡Hasta el cielo, mamá! Ya hace tiempo que decías que querías ir con papá: ¡por fín, ya! Gracias por tu regalo de despedida quedándote en mis manos y rezando: ¡Allá nos veremos! Descansa en paz, mamá.

Joaquín Manuel 

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