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jueves, 31 de agosto de 2023

La Escolanía de Covadonga cantará su última novena con «tristeza y orgullo»

(El Comercio) La novena es el acontecimiento por excelencia en Covadonga, un periodo en el que el santuario se llena de fieles de toda Asturias y en cuyas misas lleva presente la Escolanía desde sus orígenes. Cuando el pasado 5 de julio el Cabildo confirmaba el fin del coro de voces blancas tras 78 años de presencia en el Real Sitio debido a la «falta de alumnos», una de las incógnitas que se abría era qué sucedería con el acompañamiento musical de la novena. Jorge de la Vega, director de la Escolanía, confirmó ayer que finalmente un grupo de «entre trece y catorce» escolanos pondrá voz tanto a las eucaristías que hoy comienzan como al día grande del 8 de septiembre. Serán tanto alumnos de este último curso como antiguos estudiantes, «como otros años», cuando ya era habitual reforzar el grupo. «Ser escolano se lleva en la sangre», subrayó De la Vega, quien fue también alumno de la Escolanía.

El ciclo final de actuaciones lo afrontan con «tristeza», pero también con «orgullo» por «estar hasta el final». «Es acabar con el honor máximo. La novena es el culmen de todo el curso, el punto máximo», afirmó. El propio Jorge de la Vega se encargará de la dirección, mientras que al órgano estará Fernando Álvarez.

La novena de Covadonga, que este año se desarrolla bajo el lema 'María, madre de la Iglesia', arrancó ayer miércoles a las 18 horas con presencia del arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Francisco Pérez González. Las misas se repetirán a diario y a la misma hora hasta el próximo jueves 7 de septiembre. El día 8, Festividad de Covadonga, la eucaristía será a las 12 horas y estará presidida por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes. Esa será la misa final de las voces blancas del santuario.

Desde 1945

En este último curso fueron siete los escolanos, una cifra lejos de los más de sesenta niños que llegó a albergar en sus mejores tiempos. En ese descenso de alumnado basó el Cabildo la decisión de echar el cierre, según explicaron entonces «sopesada» y «muy dolorosa». Defendieron además que fueron «muy numerosos los intentos y las iniciativas» para evitar el cierre de toda una institución en Covadonga, donde llevaba presente desde 1945.

Hace un mes, antiguos escolanos en «desacuerdo» con la decisión de la Iglesia reclamaron acciones para evitar el fin, como incorporar alumnos en «situaciones de riesgo o vulnerabilidad», buscar un nuevo modelo de financiación o constituir un patronato «independiente del Arzobispado de Oviedo».

El caballero andante de la pluma. Por Javier Junceda

La vigencia del mensaje socialcristiano de Maximiliano Arboleya

(lne) Hace un siglo que Maximiliano Arboleya, uno de los impulsores del socialcristianismo español, fue nombrado deán de la catedral de Oviedo. Tal dignidad se la otorgaría un obispo próximo a sus tesis al que había conocido en Roma, en plena resaca de la primera encíclica que abordaba la cuestión laboral. En esas fuentes bebería el clérigo lavianés a lo largo de su vida, en las que su tarea pastoral sería tal vez la menos importante, eclipsada por su imparable actividad periodística, sus numerosas iniciativas o sus frecuentes polémicas con quienes buscaban ubicarle en lugar distinto al que había decidido apostar.

Fue la diana de las críticas de unos y otros. La izquierda, que perseguía afianzar movimientos obreros de sesgo ideológico afín, recelaba de su ideal de un asociacionismo puro e independiente, mientras que la derecha veía en él a un peligroso revisionista de la doctrina más clásica. Sorprende esto último, ya que lo que Arboleya defendía era lo que se había declarado en el texto pontificio, combatiendo que se arrebataran los bienes de los obreros y se entregaran a la colectividad, eliminando así ''toda esperanza de poder mejorar su situación económica y obtener mayores provechosos'' y consagrando al mismo tiempo la propiedad privada como un derecho natural ''estable y perpetuo''. En ningún caso pretendían perjudicar al capital, ni atacar por atacar al empleador, sino adoptar medidas protectoras al empleado, luego contempladas en las legislaciones del mundo entero, como la seguridad e higiene en el trabajo, el descanso semanal, las jornadas laborales o unos salarios que garantizaban la dignidad de la persona, alejándolos de la esclavitud''.

Treinta años después de su primer artículo en ''El Carbayón'', del que llegaría a ser director y gestor, una editorialista de ''El Debate'', diario madrileño de inspiración católica pero no del todo alineado con las tesis de Arboleya, le calificaría con acierto como ''caballero andante de la pluma''. Su quijotismo nunca quedaba indiferente, despertando a partes iguales admiración y repulsa. ''Su pluma a veces parece un látigo, su sátira es flageladora y más justiciera que piadosa'', se escribirá sobre él. De estas diatribas no se librarían ni algunos conspicuos académicos ovetenses de su tiempo, del grupo de Oviedo, que acabarían ventiladas de la justicia.

Que Arboleya subrayara con ardor la transcendencia de la llamada doctrina social de la Iglesia no significaba que pretendiera convertir el cristianismo en una ideología más. Aunque participó activamente en la gestación de la democracia cristiana en España, hasta que se desvinculó por la deriva que había experimentado, sus criterios nunca ansiaron más que introducir la sensibilidad cristiana en el discurso mercantil, pero sin pasar de ahí. Acaso por el tradicional predominio de la izquierda en la cuestión social, Maximiliano Arboleya sería visto por algunos como un socialista más, algo que él mismo rechazaría con insistencia, harto de portar ese sambenito que le persiguió hasta sus últimos momentos, ya retirado y olvidado en Meres.

Lo propio, por cierto, le sucedería a algunos seguidores contemporáneos de sus ideas, como el oftalmólogo Eladio Junceda Barreras, multado tras la guerra civil por haber ofrecido antes de la contienda unas charlas en el Ateneo obrero de Sama sobre las mínimas condiciones de salubridad que deberían reunir las viviendas de los mineros. 

A diferencia de lo que hoy se estila, Arboleya y sus seguidores socialcristianos siempre tuvieron claro que había que dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Y que una cosa es contar con sensibilidad social en los asuntos públicos, sin caer en desmesuras, y otra bien distinta convertir al catolicismo en un simple movimiento político de determinado signo. Siete décadas después de su muerte, su mensaje continúa vigente y reconforta volver una y otra vez sobre él.

"María, Madre de la Iglesia" será el lema que acompañará a la Santina durante la Novena de Covadonga

(COPE) El próximo miércoles 30 de agosto dará comienzo el novenario en honor de Nuestra Señora de Covadonga 2023 bajo el lema "María, Madre de la Iglesia". Durará hasta el jueves 7 de septiembre. La Novena comenzará todos los días a las 18:00 horas de la tarde con la celebración de la Eucaristía. Más tarde, se rezará el Santo Rosario en procesión con la imagen de la Santina hasta la Cueva de Covadonga. Allí se cantará tanto la Salve como el himno a la Virgen de Covadonga.

El encargado de abrir la Novena será Mons. Francisco Pérez González, Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela. Además, en dicha Novena participarán los párrocos de las parroquias de Infiesto, Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Mieres), La Fresneda, de Redes, de Degaña-Ibias y San Martín-Nalón. La persona que cerrará el jueves 7 de septiembre la Novena será el Abad de Covadonga, Don Adolfo Mariño Gutiérrez.

Todos los actos de la Novena a Nuestra Señora de Covadonga serán retransmitidos de manera diaria en directo a través del canal de YouTube 24 horas del Santuario.

Además, como es tradicional, la Delegación episcopal de Pastoral Juvenil va a organizar la Vigilia de jóvenes el 7 de septiembre, teniendo muy presente la Jornada Mundial de la Juventud que fue celebrada recientemente en la capital de Portugal, Lisboa. Esta Vigilia dará comienzo a las 20:30 horas de la tarde en la explanada de la Basílica y contará con la presencia del cantautor cordobés Jesús Cabello. Por otra parte, también se van a celebrar en Covadonga varias conferencias.

Por último, el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes, será la persona que presidirá la eucaristía del viernes 8 de septiembre a las 12:00 horas. Este año, serán los escolanos del Santuario quienes se encarguen de hacer la ofrenda del ramo.

martes, 29 de agosto de 2023

Solos, sin medios: el tenaz matrimonio milagrado que mantiene la fe en la España vacía «y sin curas»

(Rel./ José María Carrera) A menos de una hora en coche del santuario de Covadonga, más perdida entre las escarpadas montañas asturianas que la misma Santina, se encuentra una aldea cuyos habitantes permanentes no llegan a la decena. Riofabar, una aldea perteneciente al municipio de Piloña, funciona como lugar de tránsito para muchos senderistas a los que solo el cercano río Infierno les ofrece algo de reposo.

Por eso sorprende que algunos minutos después de dejar atrás Infiesto, el pueblo más cercano, lo primero que ve cada conductor o caminante sea una capilla en perfecto estado presidida por San Tirso, el arcángel Rafael… y la misma Santina.

La de Riofabar es una de las pocas réplicas que existen de esta advocación, la mayoría concentradas en torno a Asturias. Sus habitantes afirman que está bendecida y que las oraciones y novenas que le dedican "valen lo mismo" que si se rezasen ante el icónico santuario de Covadonga.

El lago Enol, Cillaperlata, la Cueva... Las réplicas de la Santina

También destaca la del Enol, una Virgen de Covadonga que está permanentemente sumergida en el lago asturiano desde hace 50 años por iniciativa de los buzos del club Caña Pescamar de Gijón. Cada día 8 de septiembre, los buzos de la Federación de Actividades Subacuáticas del Principado de Asturias se sumergen en búsqueda de la imagen para llevarla a la superficie, donde preside la misa de campaña anual antes de regresar bajo el agua.

Otra réplica de la Santina es la que se encuentra en la población burgalesa de Cillaperlata, que parece ser a su vez una copia de la Santina original que se quemó en 1777. También está la suplente, la de la capilla de Covadonga de la catedral de Oviedo y otra copia datada de 1952 situada en la colegiata de San Fernando. Sin duda, una de las menos conocidas es la que preside la capilla de Riofabar.

Los habitantes de esta aldea asturiana aseguran que la capilla tiene al menos dos siglos, aunque entonces tenía un aspecto muy distinto al actual.

Hace algunas décadas, con un contexto vocacional en alza y cuando el concepto de "España vaciada" o "invierno demográfico" carecían de significado, cientos de personas se reunían en torno a la capilla de esta aldea para celebrar las fiestas a su patrón, San Tirso.

Los lugareños y vecinos de otras comarcas se unía en oración, celebraba las verbenas, cenas y "fiestas del prau" y rendían culto a la Santina y San Tirso tras la misa, cuando todavía se celebraba.

Un matrimonio guardían de la capilla, legado familiar y religioso

Pero la descristianización, la crisis demográfica y la ausencia de sacerdotes hacen que recuperar esa tradición sea, hoy por hoy, lejano. "Es que no hay sacerdotes", lamentan Dulce y Cesáreo, matrimonio nacido y criado en Riofabar.

A falta de ministros o sacristanes, este matrimonio tomó hace muchos años la decisión de coger el legado que ya habían emprendido sus padres y abuelos, cuidar la capilla y preservarla de las inclemencias, animales, malos tratos e incluso del paso del tiempo.

"No sabemos exactamente de cuándo es la capilla, pero mi abuela paterna ya la limpiaba. No la conocía y ya tengo los 70", comenta Dulce. Lo que sí asegura el matrimonio sobre la capilla es que los dos siglos "no se los quita nadie".

A lo largo de las últimas décadas ha sido restaurada en varias ocasiones. Una de las reconstrucciones tuvo lugar en torno a 1965 y la última fue en 2011, cuando se sustituyó todo el techo, se limpió a fondo el interior y se aplicó una nueva capa de pintura. También se añadió un porche.

"Debe ser porque lo llevo en la sangre, digo yo. Empecé a cuidarla con los hermanos [de Cesáreo], limpiaban al principio los mayores, la adornaban y después cuando se casaron, los pequeños lo heredamos", relata Dulce.

"Si no fuera por nosotros, esto se habría caído"

Desde entonces, la guardesa afirma sin dudar que si la capilla sigue en pie, se debe a la labor de este y otro matrimonio de Riofabar, donde nacieron y llevan yendo y viniendo "toda la vida".

Su labor de "guardeses" de la capilla es total. "Cada vez que venimos la limpiamos, la barremos… somos los únicos que miramos por la capilla junto con Belén y César. Si no fuera por nosotros, esto se hubiera caído. Incluso hemos arreglado el tejado", cuenta Cesáreo.

Para el mantenimiento, los dos matrimonios se sirven del dinero que se depositan en las velas, accesibles tras los firmes barrotes de la cerradura, aunque no siempre es suficiente.

"Vamos arreglándonos con eso, compramos pintura, pegamentos, pintura especial para la humedad… esa nos costó más de 200 euros, que lo pagamos entre las dos familias. También para retejar usamos dinero de las velas, fueron unos 119 euros", recuerda Dulce con precisión. Su siguiente objetivo es poner "el onduline" para el tejado, aunque dudan que lo recaudado con las velas sea suficiente.

Su dedicación a la capilla no admite excepción: también limpian el musgo y las tejas pese a las dificultades de movilidad y acceso, enceran todo "para que brille" y quitan las telarañas. También lamentan que no son pocos los que atan al ganado en los portones del templo y son ellos los que tienen que limpiar "la faena".

"Aquí las mujeres somos todoterreno. Hacemos de todo", asegura ella.

Una sanación atribuida a María que mereció una promesa de por vida

La del matrimonio es una fe tan sincera y sencilla como comprometida. Preguntados por si tienen constancia de alguna gracia concedida por la Santina de Riofabar o por San Tirso, su patrón, el mismo Cesáreo trasluce una implicación personal y se muestra visiblemente emocionado al decir "tengo fe en la Virgen", sin poder finalizar la frase.

"Estuvo muy enfermo. Tenía 37 años y se curó. Ahora vamos todos los años al santuario de Covadonga en promesa a la Virgen. Tenemos fe", aclara su mujer.

La aldea cuenta con una acogedora casa rural en la que se crio Dulce, prácticamente anexa a la capilla y vecina al hogar del matrimonio.

El matrimonio todavía recuerda cuando podían acudir a misa dos sábados al mes en su querida capilla. Pero eso era antes, hasta que empezó "el problema de los curas". Recuerdan a algunos muy dedicados, que llevaban hasta veinte pueblos cada uno. Pero "el golpe final" a la liturgia en esta aldea llegó poco después del Covid: "Acabó con nosotros. En poco más de un mes murieron tres… así que ya no hay misa", lamenta.

Se despiden alegres de Religión en Libertad, relatando con emoción su boda celebrada un 24 de diciembre de 1972 en la Virgen de la Cueva, a pocos kilómetros de la aldea. Hasta que sus fuerzas se lo permitan, Dulce y Cesáreo aseguran que continuarán dedicándose por entero a su capilla y a la virgen que alberga, "la Santina de Riofabar". Por ahora, que siga en pie depende solo de ellos.

Reflejo de la Iglesia. Por Jorge Juan Fernández Sangrador

Asturias se ha mostrado una vez más como lugar idóneo para pasar los meses estivales: el clima, el paisaje, las fiestas, el deporte, la gastronomía y la gente. En fin, todo.

En una de las veladas del verano astur, bajo un hórreo, en una pumarada, mientras degustábamos unos blinis revestidos de una preciadísima y sabrosísima sustancia alimentaria, alguien pronunció, como una respuesta al repertorio, allí ampliamente desarrollado por los circunstantes, de los males que asuelan actualmente la convivencia ciudadana, la siguiente sentencia: «La situación de la sociedad es fiel reflejo de la situación de la Iglesia y la sociedad está mal porque la Iglesia está fatal».

Llevo dándole vueltas a este pensamiento desde entonces. Y en el torbellino de ideas, sentimientos, exámenes de conciencia, reproches a mí mismo y auto inculpaciones, la memoria me ha traído al presente aquel verso del escritor estadounidense y anglo-católico Thomas Stearns Eliot (1888-1966) en “Coros de la Roca” (1934) VII: «¿Ha abandonado la Iglesia a la humanidad o ha abandonado la humanidad a la Iglesia?»

En términos absolutos es preciso decir que nunca jamás podrán darse ambas cosas, porque Cristo estará siempre en la Iglesia y en la humanidad. Y, por eso, en donde esté la Iglesia estarán siempre Cristo y la humanidad, y, en donde esté la humanidad, estarán siempre Cristo y la Iglesia. Indisolublemente unidos. Como si fuesen la Santísima Trinidad, en la que, en donde está una de las tres divinas personas están las otras dos. Así también la Iglesia y la humanidad, que son un cuerpo en Cristo: no podrán desmembrarse la una respecto de la otra en modo alguno.

Ahora bien, así como existe una apostasía de los de la Iglesia, que es la que tratan de llevar a efecto las personas que lo solicitan formalmente en las curias diocesanas, para abandonarla, renegando de su bautismo (otras lo hacen sólo en su fuero interno), de igual modo existe una suerte de apostasía por parte de miembros de la Iglesia que, en un acto de egoísmo suicida, abominan y se desentienden de la humanidad, que Cristo hizo suya en la encarnación y se desposó con ella para ser, como en todo matrimonio, una sola carne. Son apóstatas de la humanidad por la que Cristo derramó su sangre para redimirla y salvarla.

Decía Simone Weil (1909-1943), judía de corazón cristiano, que «lo que me hace entender si alguien ha pasado por el fuego divino no es su modo de hablar de Dios, sino su modo de hablar de las cosas terrenales». Y es que a quien, en la Iglesia, haya apostatado de la humanidad, incluso de forma silente, se le nota, porque, de alguna manera, lo ha hecho también, previamente, respecto a Dios y a la fe cristiana. Y conlleva las consecuencias de las que se habló en aquel atardecer asturiano: todo en derredor, y extendiéndose en círculos concéntricos, empieza a ir mal.

«La situación de la sociedad es fiel reflejo de la situación de la Iglesia y la sociedad está mal porque la Iglesia está fatal», se dijo. He de confesar que me agradó escuchar ese reconocimiento de la importancia y del alcance del ser y del actuar de la Iglesia, pero también me impelió a hacer un examen de conciencia: ¿Qué rasgo de esa humanidad que se considera a sí misma independiente de la Iglesia es el que los de la Iglesia –no ella, que es santa- deben retener como una imagen afeada de su propia faz?

Sin duda, la perversión del juicio moral. El no saber qué es el bien y qué es el mal, el confundirlo todo, el asignar equivocadamente nombres a conceptos y realidades que no se corresponden, el equivocarse en la percepción de las personas, el no tener bien fijado el fin natural, no inventado ni impostado, hacia el que se ha de tender.

Cuando los de la Iglesia pierden el rumbo, la sociedad también, porque la misión de la Iglesia en el mundo es precisamente la de mostrar el sentido, la meta última, el horizonte definitivo de la humanidad. Mas «si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo» (Mateo 15,14).

Y no es cosa de discursos grandilocuentes ni de declaraciones proféticas o apocalípticas, porque suelen contener, como osarios con materia putrefacta, mucha falsedad, sino de pureza y rectitud de intenciones, sazonadas con la humildad. En el número V de “Coros de la Roca”, Thomas Stearns Eliot escribe: «Oh, Señor, líbrame del hombre de excelente intención e impuro corazón: porque el corazón es engañoso sobre todas las cosas y desesperadamente perverso». Pureza de corazón es lo que se requiere y exige, porque es en éste en donde se halla el epicentro que todo lo dinamiza para bien o para mal.

«Dichosos los limpios de corazón» (Mateo 5,8), proclamó Jesús. Y dijo también que «lo que sale de dentro es lo que hace impuro. Porque del corazón salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y son las que hacen impuro» (Marcos 7,20-23). Así que corazones puros serán los que regeneren, con su trabajo, ilusión y entrega, el tejido social. Y verán a Dios (Mateo 5,8).

Y otra cosa: Que nadie se extrañe de la desmemoria y del adanismo creciente en la sociedad, en la que se están desliendo los tradicionales anclajes en el pasado, porque ese es un reflejo igualmente de los graves y preocupantes niveles de paramnesia a los que están llegando los de la Iglesia. Y ésta, no se olvide, además de santa, es también la comunidad de la “anámnesis”, es decir, de la memoria grata, del recuerdo agradecido y de la eucaristía.

lunes, 28 de agosto de 2023

El funeral del lunes en las fiestas de Santa Isabel. Por Rodrigo Huerta Migoya

Una realidad perdida en el tiempo fue el funeral solemne el lunes siguiente de las fiestas por los socios, directivos y fieles difuntos de la Cofradía de Santa Isabel y de la parroquia de Lugones. Antaño, era uno de los actos centrales de las fiestas, pues suponía dedicar un hueco de los días festivos a tantos que otros años participaron y disfrutaron de estos festejos y ya no están entre nosotros. Para algunos quizá hoy suene extraño hablar de una misa de difuntos dentro de un marco festivo que se supone debe ser alegre, pero precisamente esta eucaristía en sufragio de los que ya no están no es para entristecer, sino para consolar y dar ánimo, dado que lo único que se puede hacer por un difunto es recordarle y rezar por él tratando de ayudarlo en la situación en que se encuentre su alma -y la cual desconocemos- ofreciendo por ello en el marco de una fiesta cristiana la Santa Misa. 

Cuando las familias se reúnen el domingo de las fiestas a comer en torno a la mesa, vienen los de fuera que ahora viven lejos pero que sienten Lugones en su corazón; cuando en torno a la cena del bollu o la comida en la calle del lunes se agrupan los parientes como una buena piña es imposible en algún momento de ese encuentro -normalmente en la sobremesa- no acordarse de las ausencias que se van evidenciando con el paso del tiempo. Todos conocemos esos comentarios: aún el año pasado estaba aquí; cómo le gustaba a ella la fiesta, como se echa en falta su voz...

Si uno bucea en los portfolios de fiestas de años atrás descubrirá que la misa del lunes -día llamado del cofrade, del socio, del bollu-... venía incluso mejor indicado ese funeral que la misa del domingo, aún siendo ese el día grande. Mientras la misa de Fiesta eran unas líneas las que se le dedicaban, siempre una página entera era para recordar la celebración del funeral del lunes, y, por si fuera poco, se incluía hasta finales de los años ochenta y principios de los noventa una octavilla de un color llamativo de menor tamaño donde la directiva de la sociedad de fiestas rogaba la asistencia a la misa exequial del lunes. 

Desconocemos los motivos por los cuales esta tradición que venía ya del siglo XIX fue cayendo en el olvido y dejó de organizarse, tanto por la Sociedad de Festejos como por la Parroquia. Sobre ésta se han dicho varias cosas imprecisas que me gustaría aclarar: en primer lugar es completamente incierto ni que el párroco anterior la quitara por parecer poco el donativo que daba la comisión, como también es erróneo que actualmente se haya recuperado porque la actual Sociedad de Festejos haya llegado a un acuerdo económico con el párroco actual. Ni en un caso ni en otro hubo nunca motivación económica. Creo que la desaparición del funeral del lunes ocurrió sin mala intención de nadie y por un cúmulo de circunstancias: cambió de directiva y equipo organizativo en la sociedad de fiestas -creo que era presidente saliente Ignacio Pérez Fernández-, cambio de párroco que acababa de llegar hacía un año y quizás nadie le puso al corriente del evento, omitiéndose así la celebración y cayendo en el baúl de los recuerdos. La última vez que se celebró este funeral fue el 1 de septiembre de 1997.

Desde que D. Joaquín está al frente de la Parroquia se ha recuperado esta celebración por un mero hecho de justicia: no sólo no es malo recordar a los que ya no están, sino como dice el libro de los Macabeos ''es una obra santa y piadosa''. Así todos los lunes de la fiesta a las seis de la tarde se celebra en nuestra Parroquia un solemne funeral con órgano e incienso. Al respecto de este tema afirmó el sacerdote local: ''Uno podría prescindir de ésto, pues al fin y al cabo no son mis muertos, sino los vuestros; pero precisamente porque son vuestros muertos y yo soy vuestro pastor, para mi los considero también propios''. La fecha exacta en que se retomó esta misa exequial del lunes de las fiestas fue el 28 de agosto de 2011 manteniéndose en la actualidad. 

Hubo aspectos muy bellos en el modo de funcionar, tanto de la Cofradía del Carbayu como la de Santa Isabel, prestado especial importancia a los fallecidos. Se publicaban cada año las listas de fallecidos desde la última fiesta indicando no sólo el nombre, a veces hasta la edad y el día del óbito e incluso el barrio o calle en la que vivían, y por ejemplo, en lugar de darles el bollo y botella de vino se engregaba a la familia el dinero exacto del estipendio que suponía entonces encargar una misa por ese fallecido, o incluso la misma Cofradía encargaba a la Parroquia las misas que a parte del funeral general por todos los cofrades, se debía aplicar por cada uno de ellos. 

En diciembre de 1965 al actualizarse los estatutos oficiales de la Cofradía de Santa Isabel respecto a los difuntos, se dejó claro lo siguiente: 

Art. 26 (Del Capítulo VII): ''Al fallecimiento de cada socio la Cofradía entregará a sus derechohabientes una cantidad equivalente a la aportación de 0,50 pesetas por socio. Quedan exceptuados de este beneficio los socios menores de siete años''... ''En cualquiera de los días siguientes al último domingo de agosto, la junta directiva señalará aquel en que se ha de celebrar una misa funeral por todos los socios fallecidos durante el año''. 

Art. 28 (Del Capítulo VII): ''Al fallecimiento de algún socio, los primeros recibos que se pasen al cobro después del óbito irán incrementados con los cincuenta céntimos que se entregan a los familiares del finado''. 

Gracias a Dios, tras catorce años en el olvido, se ha recuperado otra tradición lugonense en memoria de los antepasados y mayores del lugar que durante más de cien años, y que era necesario restaurar. Como afirmó Benedicto XVI valorando las misas de difuntos en unas palabras del Ángelus del 5 de noviembre de 2006:

''Es una ocasión propicia para recordar en la oración a nuestros seres queridos y meditar sobre la realidad de la muerte, que la así llamada "civilización del bienestar" a menudo trata de borrar de la conciencia de la gente, totalmente inmersa en las preocupaciones de la vida diaria. En realidad, el morir forma parte del vivir, y esto no sólo al final, sino, si se considera bien, en cada instante. Sin embargo, a pesar de todas las distracciones, la pérdida de una persona amada nos hace redescubrir el "problema", haciéndonos sentir la muerte como una presencia radicalmente hostil y contraria a nuestra vocación natural a la vida y a la felicidad.Jesús revolucionó el sentido de la muerte. Lo hizo con su enseñanza, pero sobre todo afrontando él mismo la muerte''.












Último año:

Evangelio de la Visitación de María a su prima Santa Isabel

Lectura del santo Evangelio según san Lucas:

En aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:

«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra del Señor 

sábado, 26 de agosto de 2023

"Exurgens autem María". La Visitación de María desde la mirada de San Francisco de Sales. Por Rodrigo Huerta Migoya

En su artículo de fiestas de este año, Don Joaquín aborda el hecho de la Visitación de María a Isabel tal como lo tratan de vivir en su regla y constituciones las religiosas salesas o visitandinas. Y es que aunque fueron los hijos de San Francisco de Asís quienes en pleno medievo se convirtieron en los primeros adalides en la devoción de este hito de la vida de María, lo cierto es que seguramente no habría calado tantísimo en Europa sin las figuras de Santa Juana Francisca de Chantal y, especialísimamente, de San Francisco de Sales.

Sería hermoso poder condensar todas las enseñanzas que San Francisco de Sales a través de su amplísima obra escrita y ordenada en veintiséis tomos dedica a profundizar en el gran misterio de la Visitación de María, del que fue un gran promotor de su culto en el siglo XVII. Veamos algunas pinceladas de sus enseñanzas, realmente profundas, que dan muestra de las muchas horas que en su vida dedicó a meditar y contemplar este pasaje del evangelio de San Lucas:

Actúa el Espíritu Santo

Ante las cosas que vienen de Dios, el mal tiene poco que hacer; esta es la clave que señala el santo obispo de Ginebra en sus escritos al precisar que ''Refiere, pues, el evangelista que la Virgen se levantó con presteza y se dirigió a la montaña de Judea, para enseñarnos la prontitud con la que se ha de corresponder a las inspiraciones divinas''. Y es que no cayó María en pereza, miedo, preocupación o tibieza, sino que actuó movida por el Espíritu Santo al hacerlo así. Fue elegida por su humildad para la misión más grande, para permitir a Dios plantar su tienda en medio de su pueblo, tomando carne de nuestra carne en sus entrañas purísimas. El Señor enaltece a los humildes como cantará Ella a continuación del anuncio del Ángel; de la Encarnación misma, cuando el Creador sin principio ni fin decidió que era la hora de entrar en el tiempo haciéndose uno de nosotros. Y María no se detuvo a contemplar lo que acababa de ocurrir en su vida, sino que inmediatamente de conocer el estado de su prisa, marchó presurosa a su ayuda.

Se humilla ante Dios y ante los hombres

María en la Anunciación se humilla ante Dios y reconoce que ''ha mirado la humildad de su esclava'', y se humilla al ponerse en camino para servir a su prima. La bendita Nazarena se abaja ante Dios y ante los hombres, por ello Isabel la ensalza: "¿Quién soy yo para que me visite la Madre de mi Señor?". San Francisco de Sales al comentar este aspecto, cita a San Pablo primero: ''que cuanto mayor sea tu amor a Dios, tanto mayor será tu amor a tus hermanos'', y después a San Juan: "¿Cómo puedes amar a Dios, a quien no ves, si no amas a tu prójimo a quien ves?''. Y remata su explicación el santo fundador de las visitandinas reflexionando lo siguiente: ''Si queremos pues, manifestar que amamos a Dios, y si queremos que se crea que le amamos, hemos de amar también al prójimo, servirle, ayudarle y aliviarle en todas sus necesidades. Por lo cual, sabiendo bien la Virgen Santísima esta verdad, se levantó prontamente -dice el evangelista- y se fue ''con presteza'', hacia los montes de Judea''.

Manifestación de amor

Todo radica en el amor, y es que María llevaba ya en su seno al Amor de los Amores. Ella actúa movida por la caridad, porque su alma estaba inflamada del Amor de Dios que la empujaba a ayudar a los demás ciertamente, pero especialmente llevándoles a Cristo mismo que es el mejor bien que podemos hacer al hermano. María no le llevó en palabras ni hechos únicamente, sino que lo portaba físicamente cual custodia preciosa, cuál copón o sagrario que guarda al mismísimo Hijo de Dios. No pasó esta verdad desapercibida, como así reconoció Isabel ante el salto que Juan dio en su interior. Así escribirá San Francisco de Sales: ''No es maravilla que este Sagrado Corazón de Nuestra Reina y Señora estuviese tan lleno de amor y de celo para la salvación de los hombres''. Estaba llena de amor; sí, pero también de celo. La hija de Joaquín y Ana sintió la prisa y la necesidad de no quedarse la grandeza de Cristo para sí misma, sino que corrió a compartirla.

El camino del misterio como portadora de Dios

Nada sabemos de aquella ruta desde el silencioso Nazaret al montañoso Ai Karem; aquel viaje de 130 kilómetros que María realiza desde su casa a la de Zacarías e Isabel. A lo largo de los siglos artistas, místicos y poetas, han profundizado en esta escena que cariñosamente denominamos la primera procesión del Corpus: ¿Iba San José? Lo que es seguro es que María no iba sola, llevaba al Verbo encarnado en su interior, y a buen seguro, a los ángeles custodiando aquel auto sacramental que en tantos lugares vemos representado en la Madre del Redentor en cinta a lomos de una borrica. Cómo no recordar el capítulo 9 de la profecía de Malaquías; esto dice el Señor: ''¡Salta de gozo, Sión; alégrate, Jerusalén! Mira que viene tu rey, justo y triunfador, pobre y montado en un borrico, en un pollino de asna. Suprimirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén; romperá el arco guerrero y proclamará la paz a los pueblos''. El camino hacia Ai Karem parece ya una prefiguración del domingo de ramos. Pero aquí está María a la que contemplamos cual portadora de Dios, la que da a luz al Altísimo: la Madre del Señor.

Se presenta la nueva Eva, salir de sí

Llega María a la puerta de casa de Isabel y Zacarías y saluda a su prima, y aquel saludo no es cualquier cosa, sino que toca el corazón y el alma de aquella anciana hasta el punto de no sólo conmoverla a ella, sino a la criatura que estaba en su vientre, el pequeño Juan. María no sólo trae su saludo, trae a Cristo mismo, y esto es lo que hace que una distinguida esposa de un sumo sacerdote del templo se incline ante una humilde y jovencísima nazarena desposada con un carpintero. María salió de sí mismo al dejar su casa e ir Ai Karem, al dejar lo confortable de su hogar para ir a una vivienda ajena a prestar ayuda. María llega a casa de Isabel para servir, para ser la última, como así lo hará su Hijo venido al mundo en sus entrañas, "no para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos". San Francisco de Sales dirá sobre esto: "¿Qué tendrá el saludo de la Virgen que provocó ese torrente de alabanzas en Isabel?" Compara el Santo obispo ese detalle de los lugares, uno los alrededores de Jerusalén y otro en Nazaret, el pueblo desconocido del que se decía que nada bueno podía salir de él... Y en otro pasaje de sus obras afirmará San Francisco de Sales: ''La Santísima Virgen vino para restaurar con su humildad lo que la primera Eva había perdido por su orgullo... Cuando el ángel la llama Madre de Dios, ella, humillándose hasta el abismo de su nada, se dice su esclava, y cuando Santa Isabel la proclama bienaventurada y bendita entre las mujeres, ella responde que esta bendición procede de que el Señor ha mirado su bajeza, su pequeñez e indignidad''.

Santa Isabel nos completa el Ave María

María entona su canto de alabanza, su éxtasis de corazón, de amor y alegría que dirá San Francisco de Sales. Pone de manifiesto que se encuentra desbordada por el amor de Dios al reconocer que su espíritu se alegra en su Salvador. En este dulce canto de contemplación María vuelve a demostrar cómo sale nuevamente de sí. María no habla por sí misma, lo hace movida bajo su fe y bajo la inspiración del Espíritu Santo. Y esto mismo experimenta Santa Isabel, que nos completa o da continuidad a ese Ave María que pronunciara el Arcángel Gabriel, al que se añaden sus santas palabras: ''Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre''. Isabel con estas palabras reconoce que sabe que lleva al Redentor en su interior, que esta verdad innegable le ha sido revelada, la ha llenado y, más aún, la ha santificado. El Santo obispo de Ginebra nos da la clave de este hecho: ''La primera cosa que hizo Santa Isabel fue humillarse profundamente, pues exclamó: ¿de dónde me viene esa felicidad de que la Madre de mi Señor venga a visitarme? Así el primer fruto de la gracia es la humildad que lleva al alma a anonadarse en el conocimiento de la grandeza de Dios y de la propia nada y falta de méritos''.

Visítanos Señora

Que María nos visite es una alegría desbordante, algo que en casa de Zacarías experimentaron bien. Por ello en esa preciosa costumbre de la religiosidad popular de las imágenes peregrinas de Nuestra Señora que visitan los hogares, a los enfermos y solitarios constituye también revivir de nuevo la Visitación donde Nuestra Señora nos honra, llena de alegría el hogar y nos colma de bendiciones, al tiempo que sintiéndola tan próxima nos hallamos más confiados para acudir a Ella como medianera de todas las gracias al interceder por nosotros ante su Hijo. Sobre esto comenta San Francisco de Sales: ''En lo cual se ve que el segundo efecto del Espíritu Santo es hacernos permanecer firmes en la fe, confirmar en ella a los demás, y después volvernos a Dios, reconociendo que El es el origen de todas las gracias y bendiciones que recibimos. Cierto es, dice Santa Isabel a la Santísima Virgen, que vos sois bendita entre todas las mujeres; pero también es cierto que esta bendición os viene del fruto de vuestro vientre, en el cual lleváis al Señor de las bendiciones''. María siempre nos lleva a Jesús, y nunca se queda en ella misma. Cuando descubrimos el regalo de ser visitados, descubrimos la importancia de visitar a los que nos requieren. Por ello dice el Santo fundador de las visitandinas: ''Es cosa muy amable y provechosa el que nuestras almas sean visitadas de esta soberana Señora, porque su visita nos trae siempre muchas bendiciones''. Y más adelante explicita: ''Santa Isabel era su pariente y por eso fue a visitarla. Pero ¿Qué hacer para ser de la familia de nuestra amada Soberana? Oh, Dios mío, hay mil medios para ello. ¿Queréis estar emparentados con la Virgen? Comulgad y, al recibir el Santísimo Sacramento, recibiréis la carne de su carne y la sangre de su sangre...''

Ella todo nos lo da

En la Visitación descubrimos que Jesús es todo de María, y que María es toda de Jesús, y este misterio lo vemos de forma especial al contemplar a la Madre del Señor en estado de buenaesperanza: los dos corazones en el mismo cuerpo, ambos latiendo tan cerca uno del otro, prácticamente a la par. He aquí el corazón del Verbo Encarnado y el corazón inmaculado de Nuestra Señora. Laten al mismo tiempo, al igual que regalan su amor a Dios y a los hermanos al unísono. El vientre de María es Santuario de la vida donde Dios invisible tomó cuerpo humano para hacerse visible. Acercarse al pasaje de la Visitación es interiorizar lo que la Santísima Virgen y su Hijo aún no nacido nos regalan: la rapidez a la hora de servir, la docilidad, la generosidad, la discreción, la fe ardiente, la sencillez, la modestia, la discreción, cordialidad, entrega, servicio, deferencia, caridad, humildad... Mirando a María de la Visitación aprendemos lo que es cumplir con el propio deber aquí y ahora, incluso las faenas más sencillas con la mayor dedicación y amor: qué mejor forma de amar a Dios, de amar a su Hijo, que haciéndose ella misma patena para la ofrenda, custodia del Dios Vivo y madre de Jesucristo Sacerdote. María saldrá en nuestra ayuda presentando a su Hijo nuestros males para darles remedio, pero antes hemos de saber vivir abrazados a la cruz y cristificados en ella. Sobre esto dirá San Francisco de Sales: ''Si queremos, pues, participar de las visitas de la Santísima Virgen, preciso es no pedirle consuelos, sino resolverse a sufrir sequedades, arideces y disgustos tales y tan grandes, que algunas veces parezca estar abandonados de Dios. Preciso es no engañarse: si queremos que nos visite, debemos abrazar los sufrimientos. Ella no visitó a Santa Isabel, sino después que ésta sufrió muchos desprecios y abyección, a causa de su esterilidad. No pensemos que se pueda practicar la devoción sin dificultad; donde hay más penas, hay frecuentemente más virtudes. En suma, para recibir esta santa visita, preciso es obrar una transformación interior y morir para sí mismo, a fin de no vivir más que por Dios y para Dios; en una palabra, humillarse mucho, a ejemplo de Santa Isabel''.

Magníficat viviente

Que estas enseñanzas nos ayuden meditando el misterio de la Visitación, a ser cada uno de nosotros un Magnificat viviente. San Francisco de Sales denomina el cántico de María como «éxtasis del corazón», «éxtasis de la humildad» o «éxtasis del amor y de la alegría». En su visita a Santa Isabel María sale de sí física y espiritualmente con una actitud modélica en su forma de actuar; ante su prima derrocha exteriormente la grandeza de su alma, su intimidad mística y su alabanza más sincera, que sabe reconocer su pequeñez que se ve enaltecida por el amor insondable de Dios. Recuerdo la homilía que pronunció el entonces Administrador Diocesano de la Archidiócesis de Oviedo Monseñor Raúl Berzosa en la reapertura del culto en el Santuario de la Cueva en Piloña, citando a San Pablo VI: ''Tenemos que ser Marías con tres Ms en nuestra vida: cada día reconocer nuestra "Miseria", para pedir a Dios "Misericordia" y cantar el "Magníficat''...

Predicador de las Fiestas de la Visitación de María a Santa Isabel 2023

Ilmo. Sr. D. José Julio Velasco Bolaño

Nació un 19 de marzo de 1964 en Cancienes (Corvera). Estudió en los Salesianos, en el colegio público de Cancienes y en el Colegio San Fernando los tres últimos cursos de E.G.B, el BUP y COU. Posteriormente ingresa en el Seminario Metropolitano de Oviedo, donde cursa los estudios eclesiásticos de filosofía y teología. Tras su ordenación diaconal fue destinado como diácono adscrito a nuestra parroquia de San Félix de Lugones el curso pastoral 1989/1990.

En el año 1989 asistió al Papa Juan Pablo II como diácono ministrante en la eucaristía celebrada en la Morgal. Se ordena sacerdote el tres de junio de 1990 en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Oviedo.

El verano de 1990 sustituye, para dar vacaciones, a los Capellanes del Hospital General de Oviedo y en septiembre es destinado a San Pedro de Andés como Párroco y a Nuestra Señora de la Barca de Navia como Vicario Parroquial . También fue Vicario parroquial de San Salvador de Piñera y de San Antolín de Villanueva - Talarén (Navia) de 1991 a 1994.

 En septiembre del año 1994 el Arzobispo Díaz Merchán lo nombra Párroco de Villardeveyo y Ferroñes, además de Capellán del Centro penitenciario y Delegado diocesano de Pastoral Penitenciaria.

En septiembre de 1998 es nombrado Párroco de San Salvador de Posada de Llanera, San Juan de Ables y Santa María de Brañes siendo liberado de la encomienda del Centro Penitenciario.

Fue Arcipreste de Siero desde 2006 a 2016

En el año 2009 es nombrado Párroco de San Martín de Cayés y San Cucufate de San Cucao (Llanera).

Desde 2016 es el Vicario Episcopal de Oviedo - Centro y desde 2018 Párroco in solidum de Santa María de Lugo de Llanera y San Vicente de Villapérez.

Es miembro del Consejo de redacción de la prestigiosa revista cultural “Perxuraos”, fue Pregonero de la fiesta de los “Exconxuraos” de Llanera en el año 2014 y es Hijo Adoptivo de Villardeveyo desde el año 2010; así mismo es miembro del jurado del galardón “Llanerense del año” que otorga el periódico el Tapín del que fue galardonado el pasado año 2022.