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martes, 28 de febrero de 2023

El Seminario abre sus puertas para recordar las distintas vocaciones de la Iglesia

(Iglesia de Asturias) Este mes de marzo que está a punto de comenzar trae consigo una celebración muy querida por todos, como es el día de San José, día del Padre, y patrono también del Seminario. Por eso se prepara con cariño durante las semanas previas, porque supone una ocasión especial para orar por las vocaciones sacerdotales. Son unas semanas especiales, estas de la preparación, que además este año han querido abrirse, no solo a estas vocaciones sacerdotales, sino a todas las vocaciones de la vida cristiana.

Así, las Delegaciones diocesanas de Pastoral Vocacional, Familia y Vida, Apostolado Seglar y Confer (religiosos), se han unido en un trabajo conjunto para llevar a cabo, el próximo sábado, 4 de marzo, una Jornada de Puertas Abiertas en el Seminario.

A ella están invitados tanto particulares como grupos parroquiales, escolares, asociaciones, etc. y el objetivo es mostrar la grandeza de las vocaciones, desde la primera y fundamental –la vocación bautismal–, pasando por la vida familiar, la vocación al matrimonio, la vocación sacerdotal y también la vida religiosa.

“Este año hemos querido que la Campaña del Seminario comience de una manera muy especial para toda la diócesis –explica el Rector del Seminario y Delegado episcopal de Pastoral Vocacional, Sergio Martínez Mendaro–. Queremos invitar a la gente a pensar sobre su propia vocación, que no es solo al sacerdocio o a la vida religiosa, sino que también lo es a la familia, al matrimonio, todo ello, abierto a través del bautismo”. “Por ello –afirma– invitamos a todo el mundo a orar por las vocaciones, y sobre todo, por los niños y jóvenes que en estos momentos se plantean su propia vocación. Con este motivo hemos organizado la Jornada de Puertas Abiertas, para que los visitantes puedan hacer un recorrido donde les mostremos los diferentes itinerarios de la vida cristiana. Pero además, podrán conocer el Seminario por dentro, ver las instalaciones y saber de primera mano cómo es la vida de los seminaristas allí”.

Esta Jornada, que supondrá el punto de partida de la Campaña del Seminario en la diócesis, lleva preparándose en el silencio de la clausura, desde hace varias semanas. El icono vocacional, una imagen que, desde 2018 (salvo el tiempo de pandemia) recorre parroquias y comunidades religiosas para ayudar a rezar por las vocaiones, ha peregrinado estos últimos días por todos los monasterios de vida contemplativa de Asturias. Las religiosas han rezado así por las vocaciones en la diócesis, preparando de esta manera estos días en los que se invita a todo el mundo a recordar y a pensar en su propia vocación.

La jornada

El día comenzará a las 10,30 con una celebración en la capilla mayor del Seminario. “Allí rezaremos por los frutos de estos próximos días –explica Sergio Martínez Mendaro–, continuando con la oración de las contemplativas. A continuación, comenzará la Jornada de Puertas Abiertas, a partir de las 11, hasta las 14 h, aunque si alguien no pudiera acudir por la mañana, avisando previamente también podríamos recibirles por la tarde”.

El recorrido, estimado en una hora de duración, consistirá en un repaso por las distintas propuestas vocacionales que tiene la Iglesia, mediante diferentes mesas organizadas por las Delegaciones diocesanas, con una explicación adecuada a la edad de los visitantes.

Se hará a su vez una profundización y recordatorio de la importancia del sacramento del bautismo, “nuestra primera vocación”, tal y como afirma la Delegada Episcopal de Apostolado Seglar, Carmen Alonso. “Es una vocación fundamental, sin ella no habría ninguna de las otras y esto muchas veces pasa desapercibido”, explica. “El bautismo –añade–, nos abre al amor inmenso de Dios y a una vida nueva, la vida de Cristo. Y con ello nos vincula a Jesucristo, que es nuestro referente, y que mediante el bautismo nos consagra para ser uno de los suyos, de su grupo”.

“Tengamos los años que tengamos –recuerda el Rector del Seminario– hay que preguntarse por nuestra vocación, y rezar por ella, para que el Señor nos ayude a discernir cómo se va actualizando nuestra vocación y sobre todo por aquellos que están en vías de plantearse la suya propia, para que lo hagan delante del Señor y puedan así ser felices plenamente”.

“Yo desde luego –añade la Delegada de Apostolado Seglar– sigo preguntándome, a mis años, qué quiere Dios de mí. Sé que Dios quiere que seamos felices, y Dios a mí me hace enormemente dichosa, por eso creo que estoy haciendo lo que Dios quiere que haga. Me gusta mucho esa frase que dice “Donde Dios te sembró, ahí es donde tienes que dar fruto. No tenemos que buscar cosas raras, sino vivir nuestra vida y nuestra vocación respondiendo a eso que el Señor nos pide en cada momento”.

La película del beato Acutis, camino del éxito: 10.000 personas la vieron en su primer fin de semana

(Rel.)  ''El cielo no puede esperar'', la nueva película de José María Zavala sobre el beato Carlo Acutis, va camino de convertirse en un éxito. Estrenada el pasado viernes 24, alcanza el top 15 con solo 63 copias y 10.000 espectadores en un solo fin de semana.

El día 24 se estrenó en España la primera película sobre el beato Carlo Acutis, el joven italiano fallecido el 12 de octubre de 2006 a la edad de 15 años, como consecuencia de una leucemia mieloide aguda. Fue beatificado el 12 de octubre de 2020.

El primer santo milenial

Su sugerente título, ''El cielo no puede esperar'', encaja acertadamente con la historia de Carlo y su prematuro fallecimiento, un chico siempre vitalista y dispuesto a hacer grandes cosas por los demás. Algunos le han llamado 'el influencer de Dios', otros 'el primer santo milenial' o incluso 'el santo de las zapatillas deportivas'.

El documental ofrece una decena de testimonios de enorme impacto de jóvenes, y no tan jóvenes, que han dado un vuelco a sus vidas por intercesión de Carlo Acutis; recorre también los hitos biográficos del joven beato, en parte recreados mediante escenas de ficción. La canción del filme lleva más de 670.000 visualizaciones en Internet.

Para apoyar el estreno se encuentra en España Antonia Salzano, la madre de Carlo Acutis, que el pasado 23 de febrero inició un periplo para presentar la película en 9 ciudades. Ha viajado ya a Barcelona, Zaragoza, Madrid y Toledo. Y seguirá ahora hacia Valencia, Murcia, Granada, Córdoba y Sevilla. Una veintena de cines acogerá en directo el testimonio de la madre del beato.

El joven ítalo-británico Carlo Acutis falleció en 2006 y desde entonces la vida ejemplarizante de este adolescente "de andar por casa", entusiasta del saxofón, los videojuegos y la informática, se ha difundido con una fuerza imparable entre los jóvenes, hasta el punto de que su nombre sigue siendo hoy trending topic en Google y en las redes sociales.

Sabiendo que iba a morir, Carlo Acutis ofreció todos sus sufrimientos por la salvación de muchos. Y no sólo su intercesión resultó decisiva para curar al niño brasileño Matheus de una mortal malformación congénita en el páncreas, cuyo milagro sirvió para que el Papa Francisco lo beatificase el 10 de octubre de 2020, sino que su poder intercesor sigue siendo hoy más activo que nunca.

Distribuida por European Dreams Factory, la película obtiene la cuarta mejor media por copia entre los estrenos del fin de semana. Se trata del quinto largometraje dirigido por José María Zavala, tras los dos primeros dedicados al Padre Pío (2018 y 2019), el tercero a San Juan Pablo II (2020) y el más reciente a la Madre Teresa de Calcuta (2021).

Aquí puedes ver el tráiler oficial de "El cielo no puede esperar".

Trolas post conciliares. Por Jorge González Guadalix

(De profesión cura) A lo tonto, a lo tonto… comenzamos unas sencillísimas clases de formación cuando nos encerraron los políticos en casa y muchos obispos clausuraron los templos.

Las clases de formación se iniciaron con el compendio del catecismo y después están transcurriendo con los documentos del Concilio Vaticano II. Comenzamos hincando el diente a la liturgia: Sacrosanctum concilium, Missale romanum y Redemptionis Sacramentum. Oigan, ojipláticos. Los pelos como escarpias. Un oh que no se les caía del asombro charla tras charla. El comentario más común: “nos estamos dando cuenta de que el Vaticano II es un concilio muy preconciliar". Claro. Porque llevamos años y años sin leer los documentos y sin escuchar más que esas bobadas del espíritu del concilio que nadie sabe de dónde han salido, pero que a ver quién se atreve a contradecir a los grandes gurús del pensamiento progresista, generalmente blindados, consentidos y mimados por sus obispos respectivos.

La semana pasada hemos terminado de comentar Lumen Gentium, sobre la Iglesia. Cuando constantemente se puede leer en esta constitución que la misión de la Iglesia es la santidad de los de dentro y la evangelización de los de fuera para que vengan a formar parte de la Iglesia, la gente es como si saliera de una nebulosa de años y, de repente, se disipara la niebla y todo fuera esa luz que llevaban tiempo buscando.

Estamos ahora comenzando Dei Verbum, sobre la divina revelación. Interesantísimo el asunto, porque en lo que Dios ha revelado y cómo se nos transmite, nos jugamos la verdad de nuestra fe.

Después de estas semanas lo que más me dicen los que van siguiendo mis comentarios es que una cosa es lo que dicen los documentos, y otra muy diferente las trolas que nos han ido colando con la disculpa del concilio y, sobre todo, a través de las locas elucubraciones de todos los que se han autoproclamado intérpretes autorizados de los textos y que, sin más autoridad que sus propios anhelos y frustraciones, han soltado a diestro y siniestro en reuniones, escritos, sermones y reflexiones varias sin más base que “el espíritu del Concilio".

Ahora te llega la gente y mira por donde les da por leer los documentos, los de verdad, los fetén, nada de exégesis manipuladas y no salen de su asombro:

¿Así que hay que conservar el latín? ¿Y que el gregoriano es la música propia del rito romano latino? ¿Y que nadie, aunque sea sacerdote, puede cambiar, añadir o suprimir cosa alguna en la liturgia? Efectivamente. ¿Y encima afirma que la misión de la Iglesia es que todos los hombres se bauticen y entren en la Iglesia católica? Sí. Es el concilio…

Pues llevan años engañándonos y lo siguen haciendo. Pues sí.

Es que el concilio es muy preconciliar. Claro.

Qué cosas…

domingo, 26 de febrero de 2023

''Cuarenta días con sus cuarenta noches''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Iniciado el Tiempo de Cuaresma el pasado miércoles, nos reunimos en este primer domingo cuaresmal para alimentarnos del pan de la palabra y de la eucaristía. Este tiempo es un momento de gracia para no quedarnos en lo superficial, sino para profundizar en la grandeza de vivir de cara a Dios y a los hermanos con el corazón ensanchado. Pero si algo debe ayudarnos en este recorrido es la revisión personal de nuestra vida, por eso imitamos al Señor entrando en nuestro propio desierto, al examen personal, y a ponernos a prueba entre tentaciones y fortalezas para ver qué bueno tenemos que mantener, qué hacemos regular y qué deberíamos que perfeccionar. Dejémonos sostener por la gracia de Dios en esta travesía y, ante las tentaciones, pidamos al Espíritu Santo el don de fortaleza para no caer en las mentiras del maligno.

I. Vivir en gracia o vivir en pecado

Ha comenzado el apóstol San Pablo en su carta a los cristianos de Roma con una frase profunda que nos llena de esperanza: ''por un hombre entró el pecado en el mundo''; pues bien, también por Uno nos viene la redención... Nos encontramos en un tiempo penitencial donde el color morado, la ausencia de flores o las imágenes que llamamos "de pasión", cobran un protagonismo especial. En más de una ocasión me habéis escuchado decir que los mayores triunfos del demonio no están sólo no creer en su existencia, sino también en vivir creyendo que eso del pecado es algo del pasado, y morir rechazando de facto los últimos sacramentos. Son tres éxitos de Satanás, por lo que hemos de tener muy presente que nuestro enemigo es real; que se frota las manos cuando no vamos a confesarnos o cuando tenemos a un familiar al término de su vida y el maligno nos susurra al oído para no llamar al cura; que eso está anticuado y que así no se "asusta" el enfermo, dejándolo muchas veces morir en pecado. Si hay algo que el demonio odia con todas sus fuerzas son los sacerdotes, pues cada vez que confesamos y administramos la unción a un moribundo le hemos ganado una batalla. En los dibujos animados se utiliza esa imagen fantasiosa del angelito que nos susurra en un oído y el un demonillo que nos susurra en la otra. A veces nos ocurre ésto: entramos en la iglesia, vemos al sacerdote, y una parte de nosotros nos dice: ''tienes mucho encima, vete a confesar y líbrate de ese lastre'', mientras que el malo nos insiste: ''qué tienes que contar tu vida a nadie; eso es de viejas; tú habla directamente a Dios que vale igual''... Pues dicho de una forma muy de andar por casa, esto es lo que el Apóstol quería explicar a la comunidad romana, por eso les insiste: ''no hay proporción entre el delito y el don: si por el delito de uno solo murieron todos, con mayor razón la gracia de Dios y el don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos''. Evidentemente no hay proporción entre nuestro pecado y la gracia que nos da el Señor; somos débiles y nos cuesta pedir ayuda, pero que la vergüenza noña no nos frene en buscar los cirineos que necesitemos para salir del charco del pecado. Y es que dejar la vida de pecado no es sólo acudir al confesionario, sino hacer un firme propósito de enmienda para vivir en la gracia de Dios.

II. Con Dios o siendo nuestros propios dioses

La primera lectura del libro del Génesis nos ha presentado esa primera tentación y el primer pecado, recordándonos antes de nada de dónde venimos: ''El Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo''. De ahí venimos y volveremos a ese punto de partida: a ser polvo. A veces tenemos una imagen de Dios Creador como cosa de magia y, sin embargo, la palabra de Dios nos lo presenta más bien como un artesano, como ese alfarero que con mimo cuida cada detalle de su pieza. Somos cacharros hechos a su imagen, Él nos pensó perfectos y, sin embargo, ¿Cómo es que estamos rotos, rayados, nos faltan trozos...? La respuesta es clara: el pecado nos hizo orgullosos, nos hizo pensar que seríamos no como Dios, sino nuestros propios dioses. Creímos -como seguimos creyendo tantas veces- la mentira de la serpiente: «No, no moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal». El relato nos lo conocemos bien; es cierto, pero ahora se trata de ponerlo en práctica en estos días en que somos llamados con más intensidad que el resto del año -aunque debiéramos hacerlo más veces que en la cuaresma- para hacernos un auto chequeo o control de cómo está nuestra vida creyente. Ese barro pobre que somos nosotros y que Dios tomó en sus manos para hacer algo tan hermoso como el ser humano: ¿de qué he llenado yo mi vasija? ¿Cómo le he dado provecho para los demás? ¿con qué se ha rayado? ¿Qué golpes o heridas tiene para reparar?... Evidentemente para Dios estamos todos vivos, incluso aunque pasemos años y años sin acordarnos de Él, jamás se olvida de nosotros. En estas semanas hemos de respondernos si le reconocemos como nuestro Dios, o nos hemos hecho dioses de nosotros mismos.

III. Caer en tentación o permanecer fieles

El evangelio de este primer domingo nos evoca la estancia de Jesús en el desierto, en el pasaje que llamamos de "las tentaciones". El primer detalle curioso a tener en cuenta es que el evangelista San Mateo nos dice: ''Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo''. ¿Suena un poco raro, verdad? Nuevamente el interrogante de ¿por qué Dios permite la existencia del mal y no la destruye? Evidentemente Dios no quería el mal y el pecado para nosotros, pero nos ha dejado ser libres. Ahora bien, Dios es capaz de sacar bien hasta del mismo mal; sin duda, el maligno quiere llevar a todos al mal, más el Señor es capaz de reorientar lo perdido por completo y encaminarlo de nuevo al bien. Ahí está la gracia; también en este 2023 hay conversiones, milagros y corazones endurecidos que se ablandan. De vivir sin Dios a no saber ya vivir sin Él. En esta cuaresma os sugiero que entre vuestras oraciones -entre las que estoy seguro que tenéis a Ucrania, a Siria y Turquía- pidáis también de forma especial por la vida, por esta campaña de "40 días por la vida"; hay muchas mujeres que a la misma puerta del abortorio caen en la cuenta de cuánto mal hay en ese acto, y cambian de idea. Pidamos esta cuaresma muy especialmente por ello... Y en nuestro particular desierto cuaresmal, también el demonio nos tentará con muchas cosas entre las que estarán esas tres con las que el diablo quiso engañar a Cristo. La primera se la hace en la llanura desértica, la segunda en el alero del templo, y la última en el monte; es decir, el demonio desde la debilidad sube  en intensidad, a la vez que aumenta también la gravedad de cada tentación. Por su astucia, no se acerca a tentar a Jesús el primer día de ayuno en el desierto, sino cuando llevaba ''cuarenta días con sus cuarenta noches''; es decir, cuando más débil podía estar... Y es que la dificultad mayor no es empezar y adherirnos al bien con firme propósito, sino cuando hemos hecho prácticamente todo y nos falta un poco para la meta. Ahí están las tentaciones: el materialismo, el poder y la idolatría; tentaciones que no faltan en nuestro día a día, como no le faltaron a Jesús ni a los que formamos la Iglesia hoy. Las principales tentaciones del hombre actual siguen siendo el tener, el poder y el placer... En este tiempo cuaresmal pidamos a María que nos enseñe a vivir desde el amor, con el amor y por el amor.  

Evangelio del Domingo I de Cuaresma

Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,1-11):

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes».
Pero él le contestó:
«Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”».
Jesús le dijo:
«También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los
reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
«Todo esto te daré, si te postras y me adoras».
Entonces le dijo Jesús:
«Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».
Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.

Palabra del Señor

sábado, 25 de febrero de 2023

Actuar en conciencia a la luz de su presencia. Por Monseñor José Ignacio Munilla

En la tradición cristiana hay una correlación muy estrecha entre la conciencia y la presencia de Dios. Así lo dice el salmo: «Tu luz nos hace ver la luz» (Sal 36,10). Pues bien, aunque en nuestro imaginario la Cuaresma es un tiempo en el que escuchamos de forma reiterada la llamada a la conversión, la clave no está tanto en el imperativo moral, sino en descubrir el «horizonte» desde el que se nos dirige esta llamada: «Oigo en mi corazón: Buscad mi rostro» (Sal 27,8). Es ahí, en nuestro corazón, donde Dios dialoga con nuestra conciencia y donde se nos muestra el verdadero horizonte. Este horizonte no es tanto un código de conducta, sino más bien un rostro: el de Cristo.

Para iluminar lo que quiero expresar, rescato unas palabras que pronuncié hace un año en la Catedral de Orihuela con motivo de mi llegada a la Diócesis: «¿Quién es nuestro público? ¿Ante quién nos levantamos por las mañanas y nos esforzamos en el día a día? ¿A quién esperamos agradar y de quién confiamos obtener la aprobación de cuanto hacemos? ¿Acaso no nos condiciona sobremanera que hablen bien o mal de nosotros? ¿Bailamos o dejamos de hacerlo, tal vez, dependiendo de quién nos mire o nos deje de mirar? Ojalá pudiéremos hacer nuestra la conocida expresión del poeta Juan Ramón Jiménez: «Ni el elogio me conmueve ni la censura me inquieta. Soy como soy. Nada me añade el aplauso y nada me quita el insulto». La experiencia nos demuestra que solo viviendo en presencia de Dios se puede actuar en conciencia. De lo contrario, la vanidad acaba siendo el motor de nuestra vida, o los miedos y temores al fracaso terminan por paralizarnos, o incluso nuestra propia autoestima se resiente gravemente, hasta el punto de hacernos entrar en profundas crisis de identidad.»

Pues bien, estamos en el momento álgido de una gravísima crisis cultural, iniciada hace décadas con el proceso de secularización, hasta derivar abiertamente en un eclipse de la razón y de la conciencia. El practicismo ha sustituido a la ética y las encuestas han pasado a ocupar el lugar de la conciencia; o, dicho de otro modo, «el «todo por la patria» ha sido sustituido por el «todo por los votos» (expresión, esta última, que escuché recientemente en un encuentro de empresarios).

Lo estamos viendo de forma patente en la vida política española: El Gobierno deroga o reforma los delitos del Código Penal para garantizarse el apoyo de quienes han delinquido. El Tribunal Constitucional, que había reconocido en 1985 el derecho a la vida del nasciturus, bendice ahora una ley que reconoce el derecho al aborto libre hasta la semana 14. El líder de la oposición se felicita finalmente de esta resolución del Constitucional que avala el derecho al aborto, cuando hace trece años su partido político no solo votó en contra, sino que interpuso el recurso de inconstitucionalidad… Desgraciadamente los ejemplos que podemos extraer de nuestra actualidad política son muy numerosos.

Es decir, no hay verdad o mentira, no hay bien o mal, sino que la política se convierte en el arte de suscitar las sinergias necesarias para generar la mayoría requerida para mantenerse en el ejercicio del poder o intentar alcanzarlo. Sin embargo, la primacía de la conciencia nos dice otra cosa: Las urnas no pueden cambiar la verdad, sino únicamente el poder… ¡Necesitamos liderazgos en la vida pública que escuchen a la conciencia antes de consultar las encuestas!

No creo que sea necesario subrayar que esta crisis que vemos en el escenario político no es sino un reflejo de la crisis social, familiar y personal… Os invito a leer el reciente documento publicado por la Conferencia Episcopal Española bajo el título: «El Dios fiel mantiene su alianza», con el subtítulo: «Instrumento de trabajo pastoral sobre persona, familia y sociedad ofrecido a la sociedad española desde la fe en Dios y la perspectiva del bien común.»

Decía al comienzo que la llamada a la conversión está supeditada a algo que es previo y determinante, y es definir cuál es el ‘horizonte’ de nuestra vida; cuál es el ‘espejo’ en el que nos miramos… Es conocida la expresión de Kant: «Hay dos cosas que me llenan de admiración y respeto: las estrellas que están sobre mí y la conciencia que está dentro de mí.» Los creyentes sabemos que esa conciencia es, en última instancia, la presencia oculta de Dios en nosotros. Cuando el Miércoles de Ceniza escuchamos las tradicionales invocaciones: «Convertíos y creed en el evangelio», «Recuerda que eres polvo y al polvo has de volver», en nuestro interior podemos traducirlas diciendo: «¡Caminemos en presencia de Dios a la luz de la vida!» (Sal 56,14). ¡Actuemos en conciencia a la luz de su presencia!

+ José Ignacio Munilla Aguirre
Obispo de Orihuela-Alicante

Felicidades floreras del Corpus de Lugones. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Este jueves pasado en el trasiego habitual de las tardes en la Parroquia, me adelantaron la gozosa noticia de que este año el premio "Pueblo de Lugones" recaía en nuestras insignes floreras que alfombran en "El Corpus": el equipo de mujeres de la Parroquia y la Cofradía que año tras año logran superarse en su minuciosa misión de engalanar el suelo por donde habrá de pasar el Santísimo Sacramento. Confieso que me ha dado muchísima alegría la decisión del jurado del galardón, pues sin ser una realidad con mucho tiempo entre nosotros es evidente que es un trabajo hecho con mimo y amor; trabajo por el que no cobran nada y en favor de todos, sí; pero especialmente es una obra por amor a Dios, por lo que tiene aún más relevancia que en estos tiempos se valore la sensibilidad de lo espiritual. Mi enhorabuena a ellas; se lo merecen, sin duda; y la Parroquia que se siente igualmente reconocida con tal distinción.

El Corpus en Lugones tuvo mucha importancia, algo que se evidencia en las exposiciones de fotos antiguas de "Ángel el gallegu", donde vemos las largas colas de niñas y niños, estandartes y arcos de flores, y familias enteras vestidas de domingo cerca de sus pequeños... Aún la gente mayor lo comenta en sus recuerdos: "yo era monaguillo y acaba reventado con el cirial de lo larga que era la procesión"; "cómo el Corpus era de jueves y no teníamos clase"; "yo hice la comunión el día de Corpus y el suelo estaba lleno de espadañas y cenoyu"... Son recuerdos de niñez, recuerdos de la infancia de los niños y mayores en el pueblo que era entonces Lugones.

En muchas parroquias de Asturias en los años setenta y ochenta decidieron poner fin a las procesiones, considerando que eso eran cosas del pasado. En Lugones también la procesión del Corpus se suprimió por aquel entonces en tiempos de D. Cecilio, aunque antes de llegar yo a la Parroquia la procesión ya había sido recuperada por mi antecesor, D. Fernando. En mi Parroquia natal de Candás, por ejemplo, gracias a los sacerdotes que tuvimos nunca se ha dejado de celebrar debido al empeño de Don Valeriano y después de Don José Manuel, el cual la potenció mucho esta con novedades que fue incluyendo y que fueron para mí un espejo pastoral para Lugones.

En estos años hemos estrenado un nuevo palio, acompañado por un baldaquino para portar al Santísimo para que sean los fieles quienes lo lleven, y no el sacerdote. Pero, evidentemente, lo que más ha llamado la atención de creyentes y no creyentes, de gente de Lugones y de fuera de aquí, son las primorosas alfombras florales que cada domingo de Corpus bien temprano nos dejan boquiabiertos. Son muchas horas de trabajo, de trocear el verde, pétalos y flores... Sólo Dios sabe el tiempo dedican sin dejar sus ocupaciones, empleando su propio tiempo libre.

La Solemnidad de Corpus es muy querida en España; muchos pueblos la quisieran celebrar y no pueden... Una abuela emocionada al terminar la procesión reclamaba una foto de familia con la alfombra floral para guardarla para la posteridad, pues la sabía mujer comentaba a su nieto: "cuando seas mayor, cariño, verás que fuiste un afortunado; que no todas las parroquias pueden presumir de esto"... Cada año los dibujos cambian; las floreras buscan detalles de algo vinculado con la celebración, con el lugar o con nuestra historia, pero su resultado nunca deja a nadie indiferente. Siempre me gusta decir que las cuestiones religiosas no quieren restar, sino sumar; hacer pueblo, y ahí están nuestras mujeres regalando su arte aunque a veces las critiquen, aunque ni siquiera conozcan a ninguno de los peques primocomulgantes. La alfombra no es sólo para disfrute de los pequeños, también de los mayores y, principalmente, es un acto de fe en que como católicos manifestamos nuestra fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

El año pasado hubo un pequeño disgusto los días previos, pues otras pobres mujeres que se ofrecieron a echar una mano buscando flores, sin ninguna mala fe cogieron algunas de un ajardinado público. No estuve muy al tanto de los pormenores, pero sí me enseñaron que una vecina les hizo una foto en el momento en que las estaban cogiendo y la subió a modo de denuncia en las redes sociales, cayéndoles la del pulpo. Estuvo mal tomar las flores de allí, ciertamente, pero es curioso que a los pocos meses de ocurrir dicho incidente no sólo quitaron las flores, sino hasta las plantas y la tierra en otros tantos jardines idénticos de Lugones -pues era necesario para la nueva urbanización  las calles- y nadie sacó la flema ecológica por el hecho... A veces buscamos polémicas donde no existen, y otras aparecen donde menos esperamos; una convivencia real y en pluralidad, donde se reconoce el trabajo bien hecho de todos sin juicios ni prejuicios, es exponente de una sociedad inteligente y avanzada. Nuevamente, muchas felicidades a las floreras.

viernes, 24 de febrero de 2023

Carta semanal del Sr. Arzobispo

Cuando el desierto florece y amanece la luz

Tiene color ceniciento este tiempo, con sus brumas mañaneras, con el frío propio de la época y la luz más acortada en los días. Así es el marco de cada cuaresma cuando los cristianos comenzamos nuevamente la andadura que nos conducirá a la pascua. Pero tal vez podamos pensar que se trata de un dejà vu, de algo demasiadas veces visto que hace tiempo que dejó de conmovernos. Los ritos se suceden como se sucedieron los navideños sin solución de continuidad. Ahora no tocan turrones y villancicos, sino cenizas y penitencias, las consabidas y propias del tiempo cuaresmal. 

Y, sin embargo, en esta cuaresma única e irrepetible, nos podemos adentrar en algo tan inédito que nunca antes había sucedido y nunca después se repetirá. Porque la vida nos depara siempre la fecha de un tiempo distinto y el domicilio de una circunstancia diversa. Hace un año, hace una cuaresma… era otro tiempo y había otras circunstancias. De hecho, de entonces para acá nos faltan gentes que hemos perdido, tenemos otras que nos han llegado. Se superaron sinsabores que amenazaban con acorralarnos y aparecieron otras pruebas que a fondo nos probaron en la paciencia y la esperanza. Caducaron algunas alegrías, mientras que han podido sorprendernos otras con las que no contábamos. 

Un tiempo y una circunstancia, como el trasiego de los años y el cambio de los contextos, que nos invitan a sacudirnos las inercias, a despertar nuestros letargos y admirarnos por lo que cabalmente viene a sorprendernos. De aquí que nos hagamos la pregunta: ¿qué nos van a traer estos cuarenta días cuaresmeros? ¿Qué se nos recordará de cuanto fácilmente hemos olvidado? ¿Qué se nos dará o se nos dirá con sabor a estreno? Todo un itinerario de verdadera atención, que es la que sustenta la conversión cristiana. 

Tenemos motivos como para abrirnos a esta novedad, precisamente cuando en el horizonte cotidiano nos sentimos cansados de tanta monserga politiquera que ya nos satura con sus desplantes en las exclusiones y descartes de los menos favorecidos, con sus mentiras cuyos engaños se empeñan en presentarse como herramienta cansina de la mala gobernanza, con la improcedencia esperpéntica de demasiadas leyes inútiles que sólo responden al diseño de una ruta ideológica que nos quieren imponer con premura porque a sus fautores se les acaba el alpiste de su jauja. Y frente a todo este mundo tan tóxico e irrespirable que va generando hartura y descrédito, los cristianos nos damos este tiempo que quiere ser de hondura inteligente, de realismo humilde, de apertura a la gracia divina que enciende su luz inapagable en medio de todas nuestras penumbras. 

Hay tres gestos típicamente cuaresmales, que quizás no siempre los sabemos poner de relieve por una traducción costumbrista y demasiado desgastada. Se nos invita en este tiempo a la limosna, a la oración y al ayuno. Pero nos encontramos con su explicación clásica de dar unas monedas, de recitar unas plegarias o de privarnos de algún alimento. No obstante, estos tres gestos cuaresmales significan mucho más. Porque la limosna más importante no está en entregar unas perrillas, sino en la entrega de nuestra propia persona con su tiempo, con sus talentos y cualidades. La oración no es mascullar plegarias sin más, sino tener la certeza de estar siempre esperados, siempre mirados y siempre acompañados por ese Dios que en todo momento está junto a todas mis veras. Y el ayuno, cuando es inteligente, consiste en privarse de aquello que nos hace daño, lo que nos enajena del Señor y nos enfrenta a los hermanos, todo aquello que termina destruyéndonos de tantos modos por dentro y por fuera. Es lo que la nueva cuaresma nos invita a acoger y expresar como camino por el desierto que podremos ver florecer en la pascua, como una luz amanecida tras tanta noche de pertinaz negrura. Hay esperanza como el vergel florece y la mañana se enciende. 

+ Jesús Sanz Montes, 
Arzobispo de Oviedo

Un sacerdote querido por todos. Por Agustín Hevia Ballina

Despedida a Don José Fernández Martínez, pixueto de mérito y servidor consumado de la Iglesia asturiana

Eran las ocho de la tarde del domingo 12 de febrero cuando el director de la Casa Sacerdotal, don José Antonio González Montoto, comunicaba el fallecimiento de don José Fernández Martínez: ''Hace unos momentos entregó su alma a Dios nuestro hermano Don José''. Con una breve plegaria recé en mi interior: ''Dios lo tenga en su gloria; requiescat in pace. Amén''.

El tañido de la Wamba, desde la torre catedralicia, resonaba ''a finado'', para acompañar el anuncio de la triste noticia. Las campanas de la Catedral transmitían con sus posas, lentas y tristes, la noticia de que un Capitular de la ''Sancta Ovetensis'' había entregado su alma al Creador de todo, después de culminar el tránsito de su vida temporal. El Señor lo acoja benévolo, en su bienaventuranza.

Llamado a compadecer ante el Señor, para Don José se cerraba el tiempo de merecer, dando comienzo a una etapa de vivir, que solamente podía equipararse con la eternidad en el disfrute de la Vida eterna. Don José ''el de Thais'' era para los ''pixuetos'' una persona muy querida, por lo que, en su tierra natal, la noticia de su fallecimiento era recibida con el mayor sentimiento. La época de los premios y de los homenajes, con que en variadas ocasiones, los amigos y personas afectas sabían corresponder al cariño de un hijo de este pueblo que se volcó siempre en su estima y amor hacia todos los suyos, había concluído en la existencia de esta presente vida.

Con palabras del apóstol Pablo, me es grato t.ra.er al recuerdo su pensamiento, aplicado a Don José. Él, en efecto podría y puede ya decir: ''he consumado la carrera de la fe. Para lo sucesivo me está reservada la corona de la gracia y de la gloria, que para mí espero y para todos los que aguardan su venida''. Evoco como lo hace el Apóstol a su discípulo Timoteo el recuerdo de esa fe, sincera que tengo, fe que arraigó primero en mi abuela y en mi madre, fe que también ha arraigado en mí.

De noventa y nueve años, casi cumplidos, dispuso Don José, para llevar a colmo la fe que, por su bautismo, fue iniciado. Setenta y cinco fueron los de su entrega al servicio de los demás, mediante su sacerdocio, que recibió en el año 1948.

Su trayectoria estuvo marcada siempre por la entrega al servicio de sus comunidades, que, a través de su obispo, tuvo confiadas comenzando con la de San Pedro de Villademor de la Vega, en tierras leonesas entonces pertenecientes a la Diócesis de Oviedo. Siguió después, ya en Asturias, en San Pedro de Bernueces en Gijón, para dedicarse en el resto de los días de su sacerdocio, a la capellanía de las Hermanas de los Ancianos Desamparados, entonces en la confluencia de la Plaza de San Miguel con Campomanes, dedicado a la pastoral de los pobres, indigentes y abandonados hasta el año 2006, sirviendo después su apostolado para los ancianos de la residencia del Monte Naranco. En el Asilo Ovetense trabó amistad con Don José Pérez Jiménez, pintor eximio pacense, que tenía su residencia en el vecino Prado Picón, donde con los modelos de la pobreza y de la suma indigencia pintó, la Exaltación a la gloria y el retrato de la Madre Teresa de Jesús Jornet e Ibars, que es dado conocer en el Museo de la Iglesia, en los claustros catedralicios.

Siguieron después su dedicaciones a la Liturgia y al culto, para lo que se había provisto con sus estudios en la Pontificia Salmantina. Ejerció, de este modo, en todas las tareas del culto catedralicio, con la Guía renovada por el Obispo Martínez Vigil en su libro ''Regla de altar y coro''. Fue Martínez un auténtico renovador del culto divino catedralicio y en el ejercicio de este ministerio sufrió el ataque cerebral que le hizo quedar disminuido para ulteriores dedicaciones en el servicio de la Catedral y el de los hermanos.

La Curia pastoral de la Diócesis quedó marcada por su carácter ordenado y metódico, imprimiendo su sello personal y distintivo en todas sus actuaciones. Con fecha 1 de marzo de 2020 ingresó en la Casa Sacerdotal Diocesana, donde, rodeado de atenciones de todos, esperó el momento de su tránsito a la Casa del Padre. Descanso en paz el muy querido Hermano Don José, después de una vida culminada en el servicio a Dios Padre y entregada al de los hermanos en esta parcela que es la de la Iglesia que peregrina en Asturias, para alcanzar la gloria y la salvación eternas. Que así sea, descansa en la paz del Señor, hermano Don José.

jueves, 23 de febrero de 2023

Pregunta Cuaresmal: En nuestra vida de creyente ¿somos Casio o Rolex?. Por Joaquín Manuel Serrano Vila


Nos encontramos a las puertas de una nueva Cuaresma; un tiempo único que no será ya la pasada, y que siempre puede ser la última. En este tiempo de gracia en que iniciamos la peregrinación penitente por el desierto hacia la Pascua, debemos hacernos esta pregunta utilizando la canción de moda de "Sahkira": ¿Qué nota tengo en mi relación con Dios y con los hermanos? ¿Soy un católico tirando a Casio o tirando a Rolex?.

Somos humanos y por tanto no somos perfectos, pero a veces se nos olvida, y la Cuaresma viene a recordarnos ésto, que somos polvo y al polvo hemos de volver; es decir, que somos finitos y que hemos de vivir la vida no sólo para sacarle provecho aquí, sino para que nuestros pasos por la tierra no se queden únicamente en los "GPS" al alcance de todos, sino que alcancemos la cima que no será para todos, sino solamente para algunos.

El Beato Carlo Acutis lo tuvo muy claro desde niño, por eso solía decir: "el cielo no puede esperar"; es decir, no podemos dejar la conversión para los últimos minutos de nuestra vida; no vale siempre decir "ya cambiaré mañana", o, "ya me confieso yo con Dios desde casa". Huyamos de esos susurros del demonio que nos tiende la trampa y nos tienta en nuestra debilidad como lo intentó con el mismo Cristo. 

La Cuaresma es un momento fuerte para volver a vibrar abrazados a la gracia, para hacer penitencia, para retomar la confesión individual frecuente y volver a tomar conciencia del regalo de la fe, pues la Semana Santa llegará a su núcleo principal la noche de la Pascua en que renovaremos solemnemente las promesas de nuestro bautismo. Son días éstos para intensificar nuestra condición de creyentes apoyados en el ayuno, la oración y la limosna.

Como suelo decir: ''cada cual sabe dónde le aprieta el zapato''; esto es, que no hacen falta demasiados guiones u orientaciones para nuestro examen de conciencia, dado que los que mejor nos conocemos somos nosotros mismos. En estas semanas cuaresmales cada uno sabe de qué debe abstenerse para crecer y predisponer el corazón para la inminente Pascua. No nos quedemos tan sólo en el ayuno y la abstinencia de los viernes, sino a lo largo de estos cuarenta días podemos hacer pequeños y grandes sacrificios: unos en beneficio propio como quitarnos algún capricho -el tabaco, el pastel de la merienda, el chupito después del postre,- y también sacrificios en bien de los demás destinando ese dinerillo que nos ahorremos estas semanas a una obra de caridad de las tantas que la Iglesia está haciendo en estos días en Ucrania, Turquía, Siria... Pero todo ha de ser apoyado y sostenido por la oración; en esa súplica callada y escondida donde nadie más que Él y nosotros sabemos qué momentos, tiempos y diálogo mantenemos frente a Jesús Sacramentado. 

En estas semanas fijaremos nuestros ojos en Jesús que carga con la cruz; en ese Jesús humillado y crucificado, buscando unirnos y configurarnos a su persona y padecimientos, conscientes de que si sufrimos con Él, también reinaremos con Él. Nos abrazamos a su cruz esperando ser iluminados por su luz, la luz del cirio pascual que disipa toda tiniebla.

Vuelve «40 días por la vida» esta Cuaresma

(Iglesia de Asturias) Por segundo año consecutivo, esta Cuaresma se pone en marcha en Oviedo «40 días por la vida», una campaña internacional de oración en defensa del no nacido, que se basa en tres pilares fundamentales: oración y ayuno, presencia pacífica y alcance comunitario. Actualmente se encuentra presente en 64 países de todo el mundo, y en España, se lleva a cabo en más de 20 ciudades. Comenzó este Miércoles de Ceniza (22 de febrero) y durará hasta el Domingo de Ramos (2 de abril). Este martes, 21 de febrero, tuvo la eucaristía de inicio de la Campaña en la iglesia de los Santos Apóstoles (Oviedo) a las 19,30 h. Además, este año «40 días por la vida» ha empezado su andadura en Gijón. El pasado miércoles de Ceniza se celebraba la eucaristía de inicio en el Convento de las Agustinas Recoletas de Somió.

En el año 2019 se estrenaba en todo el mundo la película Unplanned, que narraba la conversión de Abby Johnson, exdirectora de uno de los abortorios que la federación norteamericana Planned Parenthood tenía en la localidad de Brazos Valley (Texas). Esta joven empresaria –la directora más joven de un centro de este tipo, y el que mayor número de abortos llevaba a cabo, de hecho llegó a ser nombrada empleada del año en el 2008–dejó de realizar abortos al ser testigo, mediante la observación de una ecografía, de cómo un feto de trece semanas de gestación intentaba escapar del tubo de absorción que le succionaría y desmembraría para extraerlo del cuerpo de su madre.

Tras este suceso, Abby Johnson dejó su trabajo y se dedicó a la causa pro-vida. La clínica en la que trabajaba, de hecho, acabó cerrando y es actualmente la sede internacional de 40 días por la Vida.

Esta asociación, nacida precisamente en Estados Unidos, comenzó a formarse en el año 2004, cuando un grupo de personas decidieron unirse para orar ante el aumento constante del número de abortos en el país. De carácter ecuménico, católicos y otras confesiones cristianas se organizaban para rezar durante doce horas continuadas delante de las clínicas abortistas, y entre ellas, la de Abby Johnson, que cerró definitivamente sus puertas en el año 2013.

40 Días por la Vida es una campaña internacional de oración en defensa del no nacido, que se basa en tres pilares fundamentales: oración y ayuno, presencia pacífica y alcance comunitario. Actualmente se encuentra presente en 64 países de todo el mundo, y en España, se lleva a cabo en 19 ciudades. A partir de esta Cuaresma, además, llegará a Asturias, concretamente a Oviedo.

Juan Pablo Oro es su coordinador en la diócesis, y explica que “40 días por la Vida es una campaña de oración enfocada en la misión de acceder al poder de Dios mediante la oración con fe, el ayuno y la vigilia pacífica para acabar con el aborto”. Se desarrolla en Cuaresma, por lo que arrancará el próximo Miércoles de Ceniza, día 2 de marzo, hasta el Domingo de Ramos, 10 de abril, y consistirá en 12 horas de oración continuadas, desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la tarde, frente a las puertas del centro abortista que hay en Oviedo, en la calle Buenaventura, 6. “Hay un devocionario, con oraciones propuestas, pero en realidad uno puede rezar lo que le salga del corazón –explica Juan Pablo Oro–. Se puede rezar el Rosario, por ejemplo, pero al ser una iniciativa no exclusivamente católica, hay más opciones”.

Es importante recalcar en este sentido, que aquellos voluntarios que se sientan llamados a participar, deben previamente firmar un documento para poder formar parte, en el que se remarca que se ha de “orar en silencio, a ejemplo de Cristo; que no se responderá a acciones violentas, puesto que el que ora es un representante de la Iglesia y debe actuar como tal; y es fundamental actuar con discreción, ya que la presencia pública es fundamental como testimonio de fe que puede ayudar a las personas a la conversión, pero es necesario hacerlo de forma discreta, en silencio y sin molestar a nadie, sin llevar camisetas con publicidad provocativa, por ejemplo”, subraya el coordinador de esta iniciativa en Oviedo. “De la misma manera, tampoco debe responderse nunca a insultos de personas que nos increpen”.

Con todo ello, las personas que deseen participar en la Campaña 40 Días por la Vida en Oviedo, pueden inscribirse directamente en la página web de la organización www.40diasporlavida.online, donde encontrarán el enlace a la ciudad de Oviedo y tan sólo han de cubrir los datos solicitados.

Puede participar cualquier persona que lo desee, incluso menores de edad con autorización de sus padres, o acompañados por los mismos. “Está abierto a cualquier persona que tenga esta inquietud –señala Juan Pablo Oro–. Hay personas que dicen “yo rezo desde mi casa”, pero no es lo mismo. La oración es válida, por supuesto, pero lo que se pretende también es dar un testimonio público y a la vista de todos de que estamos rezando por el fin del aborto”.

A pesar de la ley aprobada en el Congreso de los Diputados, que prohíbe rezar públicamente por esta causa frente a una clínica abortista, queda todavía pendiente la aprobación en el Senado, algo que aún llevará un tiempo. “Estamos confiados en que durante esta campaña no va a haber ningún problema a este respecto –declara el coordinador en Oviedo de 40 Días por la Vida–. Tenemos además un grupo de abogados penalistas que nos asesoran en este tema, y ante cualquier novedad que se produzca, nos dirán cómo actuar y proceder. Confiamos –recalca–, en que esta ley no tenga mucho recorrido, porque vulnera muchos derechos reconocidos constitucionalmente, y va a ser difícil poder aplicarla. Por eso les decimos a los voluntarios y la gente que tenga la inquietud de adherirse a esta campaña, que actuemos con confianza y libertad”.

Más de 20.000 bebés salvados

La asociación 40 Días por la Vida ha cuantificado que, desde sus comienzos, más de 20.000 bebés se han salvado del aborto, y más de 200 trabajadores han dejado de realizar estas prácticas. Más de 100 abortorios también han cerrado en Estados Unidos, en un país en el que, a pesar de tener una administración abiertamente pro aborto, son varios los estados que han decretado leyes explícitamente pro vida. “En algunos Estados incluso es casi imposible abortar hoy día, de tal manera que las autoridades nacionales han llegado a declarar que se ven impotentes ante la marea pro vida y que “el aborto está en peligro en Estados Unidos” –destaca Juan Pablo Oro–, que es algo así como decir que “el derecho a matar está en peligro”.

Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2023

Ascesis cuaresmal, un camino sinodal

Queridos hermanos y hermanas:

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan al relatar el episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, rechazó su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo reprendió enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado» (Mt 17,1).

El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis.

La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal.

En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento único. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida, como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador.

Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio que Jesús «se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz» (Mt 17,2). Aquí está la “cumbre”, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. La belleza divina de esta visión fue incomparablemente mayor que cualquier esfuerzo que los discípulos hubieran podido hacer para subir al Tabor. Como en cualquier excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena. También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.

La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas (cf. Mt 17,3). La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo. De manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada.

El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a seguir para ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta.

El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo» (Mt 17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.

Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección. De igual modo, el camino sinodal no debe hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunas experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite: «Levántense, no tengan miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones.

Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023, Fiesta de la Conversión de san Pablo

Francisco

¿Qué es el Miércoles de Ceniza y cuando empieza la Cuaresma? Lo que debes saber

¿Qué es el Miércoles de Ceniza y por qué se celebra?

(Rel.) El Miércoles de Ceniza es el día que marca el inicio de la Cuaresma en el calendario católico, y también es un día significativo para muchas iglesias de tradición luterana y anglicana que recurren al gesto de las cenizas. Se celebra 40 días antes de Pascua, es decir, del primer domingo después de la primera luna de primavera.

El Miércoles de Ceniza requiere ayuno y abstinencia, algo que la Iglesia latina exige sólo otro día del año: el Viernes Santo (las iglesias católicas orientales tienen otras normas sobre ayunos y penitencias).

No es día de precepto (es decir, la Iglesia no exige ir a misa ese día), pero quien vaya ese día a misa verá el gesto de imponer ceniza en la frente de los fieles, como signo de penitencia, un signo que recoge el misal.

Cualquiera puede recibir la ceniza, incluso personas sin bautizar, y ese día hay mucha más gente en misa.

Con el Miércoles de Ceniza los fieles empiezan sus ejercicios de Cuaresma, que incluirán ayunos, limosna y oración durante 40 días, preparándose para la Semana Santa y Pascua.

¿De dónde salen esas cenizas?

Las cenizas se hacen a partir de las palmas secas que se han guardado del Domingo de Ramos del año anterior. También se hacen a partir de biblias, misales y otros textos sagrados estropeados que no deben tirarse a la basura, sino que se queman. Todos esos restos se queman, luego se rocían con agua bendita y se aromatizan con incienso.

Simbólicamente representa la realidad de la muerte que espera a todo hombre, la humildad de la condición humana y la penitencia. También recuerda la arena del desierto en el que Jesús pasó 40 días y 40 noches.

El libro de Génesis menciona la ceniza como signo de humildad y fragilidad material: "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gn 2,7); "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).

La Iglesia considera este gesto y la ceniza en sí un "sacramental", algo físico que vehicula la acción de Dios, como sucede con el agua bendita, la sal exorcizada o bendecida, los objetos bendecidos, etc...

¿Quién y cómo impone las cenizas?

Se puede imponer la ceniza en la misa del Miércoles de Ceniza o en un acto especial fuera de la misa (por ejemplo en colegios, conventos u hospitales). Las impone el sacerdote, diácono o cualquier laico.

Quien impone la ceniza repite las palabras rituales: "Polvo eres y en polvo te convertirás" (de Génesis 3,19), o bien "Conviértete y cree en el Evangelio" (de Marcos 1,15). Puede dejar caer un poco de polvo de ceniza sobre la cabeza cerca de la frente o tocar la frente con ceniza. En EEUU y otros países, se suele usar una ceniza humedecida y más negra, con la que se marca una cruz muy visible sobre la frente (pero en tiempos de coronavirus Doctrina de la Fe ha pedido evitar este contacto físico y pide dejar caer la ceniza sobre la cabeza).

¿Cuándo se celebra el Miércoles de Ceniza en 2022?

El Miércoles de Ceniza se celebra el 2 de marzo de 2022. Cada año se celebra en una fecha diferente, porque depende de la primera luna de primavera. Se localiza la primera luna llena de primavera: el siguiente domingo es el Domingo de Pascua, que celebra la Resurrección de Jesús. Contando 40 días hacia atrás (los 40 días de Jesús en el desierto) se marca el Miércoles de Ceniza y el inicio de Cuaresma.

¿Cómo surgió el gesto de la imposición de cenizas?

El Antiguo Testamento menciona las cenizas como signo de humildad y arrepentimiento en varias ocasiones, y los cristianos siempre usaron las cenizas para expresar penitencia y arrepentimiento, pero el ritual de imponer cenizas el miércoles de inicio de Cuaresma parece regularse lirúrgicamente en el siglo XI.

En el siglo IV ya se estableció que la Cuaresma duraría 40 días y empezaría seis semanas antes de Pascua. Hacia el año 400 d.C. estaba clara la significación de Cuaresma como temporada de penitencia.

En los siglos VI y VII se reglamentó con más detalle el ayuno como práctica cuaresmal. Ya entonces estaba claro que en domingo no se ayuna, por ser el día en que Cristo resucitó. La Cuaresma no podía empezar un domingo, así que se marcó el miércoles previo como inicio de Cuaresma.

¿Qué diferencia hay entre ayuno y abstinencia?

El ayuno consiste en hacer una sola comida fuerte al día (aunque se permite hacer, además, dos comidas muy ligeras). La abstinencia consiste en no comer carne.

La Iglesia latina actualmente sólo marca dos que sean a la vez de ayuno y abstinencia: el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo (las iglesias católicas orientales tienen más días de penitencias y ayunos).

La abstinencia (no comer carne) obliga a partir de los catorce años y el ayuno es obligatorio desde los dieciocho hasta los cincuenta y nueve años de edad.

Las embarazadas, madres lactantes, enfermos, personas con trabajos de gran esfuerzo físico, etc... no tienen obligación de cumplir estos ayunos y abstinencia, y pueden ofrecer otros sacrificios.

Aunque muchos católicos saben que los viernes de Cuaresma no se debe comer carne, ignoran que en realidad este mandato es para todos los viernes del año (excepto los que coincidan con una solemnidad). En España, sin embargo, la Conferencia Episcopal permite sustituir esta penitencia por otra a elección de cada fiel.

El concepto de "carne" puede ser distinto según los países y las decisiones de los obispos locales. La prohibición de comer carne en esos días casi siempre se refiere a carne bovina, ovina, aviar, caza, etc... Sin embargo, no se considera carne a estos efectos la de los peces ni otros animales acuáticos como mariscos y reptiles (caimanes, por ejemplo, y en ciertas épocas y países castores o focas).

¿Cómo afecta el coronavirus a la imposición de la ceniza?

La situación es distinta en cada país e incluso en cada diócesis. Al empezar la pandemia de coronavirus en 2020, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Ciudad del Vaticano dictaminó algunas modificaciones del rito de la ceniza.

Se estableció que el sacerdote pronunciará la oración de bendición de las cenizas e indicará a todos los presentes la fórmula del Misal Romano de manera general y no individual. Luego se pedía dejar caer la ceniza sobre la cabeza de cada fiel, evitando el contacto físico.

Pero este año de 2022 esta norma se ha relajado en muchas diócesis, en parte, también, porque el contacto físico no se considera tan contagioso como antes, especialmente con el uso frecuente de gel de manos.

El realismo de las causas. Por Rodrigo Menéndez Piñar

Chesterton, con su genio acostumbrado, escribió en su ensayo sobre santo Tomás de Aquino lo siguiente:

Santo Tomás hizo al cristianismo más cristiano haciéndolo más aristotélico. Esto no es una paradoja, sino una sencilla perogrullada, que sólo pueden pasar por alto los que entienden lo que significa aristotélico, pero que han olvidado sencillamente lo que quiere decir cristiano.

Me propongo hacer una breve reflexión metafísica sobre el modus operandi de los católicos en la situación crítica actual, sin cuidar la pluma literaria que en otros artículos procuro. La idea me la ha dado santo Tomás de Aquino, al estar estos días a caballo entre sus dos fiestas, según los dos calendarios. El 28 de enero (novus ordo) y el 7 de marzo (vetus ordo) se celebra al Ángel de las escuelas. El Aquinate nos legó tal tesoro de pensamiento que la Iglesia lo coloca como el teólogo por antonomasia y pide que sus hijos sean formados según los principios y el espíritu del Doctor Común. Son innumerables las enseñanzas del santo dominico. Sin embargo, si tuviéramos que hallar algo que hiciese de venero de toda su doctrina, sin duda acabaríamos atendiendo a su realismo respecto a las sustancias existentes (frente a las ideas de Platón) y al orden causal que en su concurso determina el modo de ser de los entes (las esencias), siendo la esencia lo que contrae y limita el acto de ser, acto de todos los actos, el cual es producido ex nihilo por el Ipsum Esse Subsistens ─entender bien esto es vital para comprender a santo Tomás, pero no es ahora momento de extenderse más─.

Esta concepción desarrolla la que es también la doctrina fuente de Aristóteles (el acto y la potencia) hasta explicar la composición más fundamental de los seres, dando razón coherente a uno de los problemas que ha jalonado la historia del pensamiento y que sigue muy vivo en los debates acerca de la evolución y desarrollo del cosmos y del hombre: que todas las cosas sean creadas por Dios ─Causa Primera─, pero que su modo específico de ser, su esencia, dependa de todo un cúmulo de entes, y sus acciones, que forman el conjunto del universo ─causas segundas─. Así, sería contrario a la realidad, tal y como la concibe el tomismo, imaginar unas esencias fijas (por ejemplo, unas especies concretas de animales y plantas) que estarían de alguna manera presentes en las ideas divinas a la hora de crear y que son plasmadas en la realidad por Dios de manera «directa», independientemente de todas las demás cosas existentes. Desde esa perspectiva sería falsa una afirmación de la evolución del cosmos y de la aparición de nuevas especies. Pero santo Tomás, incluso con las limitaciones de los conocimientos físicos y biológicos de su tiempo, llega a ser «más evolucionista» que nosotros ─si se puede decir así─ al asumir, por ejemplo, que gracias a la causalidad universal del sol de la carne en descomposición surgían las larvas que daban lugar a los insectos. Siglos después se demostraría que esto no es posible, pues esas larvas son producto de la deposición de los huevos de esos insectos. El «proceso» de surgimiento de especies es algo muchísimo más complejo.

Dejando a un lado las interesantísimas reflexiones que nos ofrece la ciencia contemporánea en relación el planteamiento filosófico del tomismo, lo que está claro es que «lo que son las cosas» ─la esencia─ depende, por supuesto, de Dios como Causa Primera de todo el ser; pero en su determinación concreta depende a su vez del concurso de causas segundas que influyen para la formación del modo específico de ser de las cosas. Es decir, que el realismo tomasiano nos enseña que lo que son las cosas depende de unas causas proporcionadas. Y esto es lo cristiano o lo más cristiano, según la afirmación chestertoniana de más arriba, siendo lo más aristotélico.

Esta consideración que pudiera parecer de perogrullo ─por seguir recordando a Chesterton─ está muy olvidada entre los católicos. Tomada análogamente, nos ayuda especialmente a buscar en el análisis de la situación crítica actual unas causas proporcionadas a la magnitud del desastre, sin caer en un «angelismo» que nos lleve a achacar al demonio la producción exclusiva de todos los males ─como si los hombres, los cristianos y, especialemnte, los eclesiásticos, no tuvieran mucho que ver─ y, sobre todo, a buscar soluciones reales, pretendiendo trocar esas causas segundas, sin caer en el «angelismo» que nos lleve a solo rezar para que Dios modifique las cosas. Hay que rezar, y mucho, pero hay que impulsar la formación de causas que determinen otras situaciones. Hay que rezar, y mucho, por la conversión de los gobernantes, pero hay que impulsar la formación de una sociedad sana con todos los medios que se tengan. Hay que rezar, y mucho, para que las autoridades cambien su promoción del progresismo y su persecución a la tradición, pero hay que impulsar la formación de los jóvenes en la riqueza secular de la Iglesia y actuar con valentía a pesar de las contrariedades de los altos eclesiásticos.

El realismo de las causas nos da la libertad interior de custodiar la esencia de la fe mediante un orden que podemos llamar «tradicional» ─dogmas de fe, enseñanza moral, liturgia fraguada por los siglos, usos y costumbres, concepción política, visión de la historia... todo un cuerpo de doctrina y vida que llamamos así: «tradicional»─ frente a todo un orden causal que propicia justo lo contrario. Y nos da esa libertad porque es la única manera de ser fiel a lo esencial ─obligación primera de todo cristiano─, puesto que esa esencia depende de ese orden causal, aunque el otro orden causal que deforma la esencia ─habría que decir «anti-orden»─ esté formado por no pocos sujetos de potestad eclesiástica y no pocas disposiciones oficiales ─contrarias a la tradición de la Iglesia y al sentido común─. Los santos actuaron con esta libertad interior cuando entendieron que eran custodios de la tradición, incluso con una vehemencia tal que hoy, por mor de nuestra sensibilidad moderna, nos escandalizaría.

No son pocas las plataformas eclesiásticas ─por no decir las más altas esferas─ que se apuntan a la promoción de los objetivos del desarrollo sostenible ─que fomenta el aborto o la ideología de género─, especie de nueva religión humanitaria que recuerda mucho a cómo será la futura y última manifestación de la iniquidad; ni pocas las actuaciones públicas que vulneran el más mínimo sentido de la conservación del depósito de la fe que nos pidió san Pablo ─véase la conmemoración del quingentésimo aniversario de la ruptura luterana o la postración pachamámica con ocasión de la reunión panamazónica, entre otros muchos ejemplos─; ni pocos los decretos, mandatos, nombramientos e imposiciones que tienen un común denominador, según aquello de lo que ya se lamentaba san Basilio el Grande, doctor de la Iglesia, durante la crisis arriana del siglo IV: que la promoción dentro de la Iglesia era para los propagadores de la herejía, mientras que la persecución se reservaba para los defensores de la ortodoxia.

Ante este panorama hay que esperar el milagro y para eso rezamos. Pero el milagro, según la doctrina de santo Tomás, no es una creación de Dios, no es un acto al margen de las causas segundas, no es «saltarse» el orden natural de los seres. El milagro es una mutación en el orden de las causas segundas, cuyo giro o nueva ordenación no puede proceder de las mismas causas segundas, sino de la Primera. Por eso dice santo Tomás que solo a Dios corresponde mutar el orden natural. Es una actuación informativa especial, que presupone la existencia y participación de los entes, y que, por lo tanto, en la medida en que todos y cada uno de nosotros formamos parte de esas causas segundas, así como el orden que podamos propugnar, somos parte material de ese milagro, cuya forma será dada por Dios. Dado que la materia ha de estar bien dispuesta a recibir la forma, la conclusión es clara: rezamos sí, pero es imprescindible que cambiemos las cosas. Que cambiemos las causas que han llevado a este desastre y cambiará el mismo desastre, sea sostenidos por la ayuda providencial ordinaria de Dios ─y esto será poco a poco, con paciencia y perseverancia─, sea por la reordenación milagrosa que produzca los frutos deseados antes de lo humanamente esperado. (Infocatólica)