(De profesión cura) A lo tonto, a lo tonto… comenzamos unas sencillísimas clases de formación cuando nos encerraron los políticos en casa y muchos obispos clausuraron los templos.
Las clases de formación se iniciaron con el compendio del catecismo y después están transcurriendo con los documentos del Concilio Vaticano II. Comenzamos hincando el diente a la liturgia: Sacrosanctum concilium, Missale romanum y Redemptionis Sacramentum. Oigan, ojipláticos. Los pelos como escarpias. Un oh que no se les caía del asombro charla tras charla. El comentario más común: “nos estamos dando cuenta de que el Vaticano II es un concilio muy preconciliar". Claro. Porque llevamos años y años sin leer los documentos y sin escuchar más que esas bobadas del espíritu del concilio que nadie sabe de dónde han salido, pero que a ver quién se atreve a contradecir a los grandes gurús del pensamiento progresista, generalmente blindados, consentidos y mimados por sus obispos respectivos.
La semana pasada hemos terminado de comentar Lumen Gentium, sobre la Iglesia. Cuando constantemente se puede leer en esta constitución que la misión de la Iglesia es la santidad de los de dentro y la evangelización de los de fuera para que vengan a formar parte de la Iglesia, la gente es como si saliera de una nebulosa de años y, de repente, se disipara la niebla y todo fuera esa luz que llevaban tiempo buscando.
Estamos ahora comenzando Dei Verbum, sobre la divina revelación. Interesantísimo el asunto, porque en lo que Dios ha revelado y cómo se nos transmite, nos jugamos la verdad de nuestra fe.
Después de estas semanas lo que más me dicen los que van siguiendo mis comentarios es que una cosa es lo que dicen los documentos, y otra muy diferente las trolas que nos han ido colando con la disculpa del concilio y, sobre todo, a través de las locas elucubraciones de todos los que se han autoproclamado intérpretes autorizados de los textos y que, sin más autoridad que sus propios anhelos y frustraciones, han soltado a diestro y siniestro en reuniones, escritos, sermones y reflexiones varias sin más base que “el espíritu del Concilio".
Ahora te llega la gente y mira por donde les da por leer los documentos, los de verdad, los fetén, nada de exégesis manipuladas y no salen de su asombro:
¿Así que hay que conservar el latín? ¿Y que el gregoriano es la música propia del rito romano latino? ¿Y que nadie, aunque sea sacerdote, puede cambiar, añadir o suprimir cosa alguna en la liturgia? Efectivamente. ¿Y encima afirma que la misión de la Iglesia es que todos los hombres se bauticen y entren en la Iglesia católica? Sí. Es el concilio…
Pues llevan años engañándonos y lo siguen haciendo. Pues sí.
Es que el concilio es muy preconciliar. Claro.
Qué cosas…
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