Un cuadro del holandés Piet Mondrian (1872-1944) lleva más de setenta años colgado al revés. Primero, en el MoMa de Nueva York; después, en el Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf, que es en donde se halla actualmente.
Y me pregunto: ¿habrá habido alguna vez, en él, un arriba y un abajo? ¿qué era lo que realmente anidaba en la mente del autor?
Por lo visto, un haz de rayas o cintas representan el cielo oscuro de Nueva York. De ahí es de donde dedujeron que estaba mal colocado. Y de una foto de un caballete con el cuadro en vida del artista.
Van a dejarlo, sin embargo, en la misma posición. Dan dos razones. Una: Siempre fue visto así. Dos: Se podría estropear con el giro.
Lo que en verdad produce perplejidad es que los entendidos digan ahora, después de siete décadas, que es “evidente” que está al revés. Hay que ser… Si no llega a advertirlo Susanne Meyer-Büsser, ellos no se habrían percatado jamás de nada.
Es lo que tienen las “evidencias”. Por lo general, no suelen estar nada claras.
Echan la culpa a los transportistas. Imagino que ya habrán muerto y no podrán referir lo que en verdad sucedió ni defenderse.
Por si el lector no lo sabe, en el préstamo de obras de arte, para exposiciones, las personas que han de estar más acreditadas para realizar la operación de traslado son los transportistas. Como no sea un personal de máxima confianza, que sepa muy bien qué es lo que carga en su vehículo, no hay convenio de cesión que valga.
¡Ay, si los transportistas hablasen! ¡Y las limpiadoras! ¡Y los vigilantes de seguridad! A ver si un día me animo y escribo unos diálogos entre ellos, en los que revelen su punto de vista acerca de las cosas que acontecen en un museo, y compongo una obra de teatro.
Le echan la culpa también al administrador de los bienes de Mondrian. Como el cuadro no llevaba firma, fue él quien puso el nombre del artista por la parte de atrás, estando para abajo lo que se estima que debía estar para arriba. Se guiaron, pues, por la escritura del reverso, no por lo que la obra emanaba de sí.
En fin, que los que adquirieron el Mondrian y sus asesores no lo habían visto nunca antes de que se constituyeran los lotes del legado del pintor.
Susanne Meyer-Büser, la descubridora, ha comentado que el cuadro «funciona increíblemente bien cuando le das la vuelta. De repente, tiene más plasticidad, más profundidad».
Y sigo preguntándome: los críticos de arte y los guías del museo, ¿qué explicación darían del cuadro a los visitantes? ¿qué dirían de lo que, debiendo estar arriba, está, por error, abajo? ¿qué razones se inventarían?
El caso es como para que se incorpore a las comicidades de una película del actor inglés Rowan Atkinson, o sea, “Míster Bean”.
El cuadro de Mondrian se titula “New York City 1” (1941) y será uno de los que cuelguen en la exposición “Mondrian. Evolution”, que podrá verse en el Kunstsammlung Nordrhein-Westfalen de Düsseldorf desde el 29 de octubre de este año hasta el 12 de febrero de 2023.
Con la publicidad que se le ha dado es de esperar que acudan muchos visitantes. Confiemos en que no aparezcan por allí esos que van últimamente por los museos montando un número con sus reclamaciones, estropeándolo todo, y le echen al “New York City 1” un chorro de kétchup por encima. Era ya lo que faltaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario