Celebramos la festividad de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel. Es San Lucas el que nos narra en el Evangelio cómo Nuestra Señora se puso en camino y fue aprisa a la montaña, entrando en casa de Zacarías, donde saludó a su prima Isabel. En cuanto llegó salto la criatura de gozo en el seno de Isabel ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el Fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, saltó la criatura en mi vientre. María responde a esas alabanzas de Isabel con el Cántico del Magnificat. Mi alma engrandece al Señor. Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. Porque ha mirado mi humildad. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su Nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él dispersa a los soberbios de corazón y engrandece a los humildes.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de Abrahán y su descendencia para siempre. El Pasaje señala que María se quedó con su prima unos tres mes y luego se volvió a casa. El origen de dicha Fiesta se remonta a 1623 en que cuentan que los franciscanos ya la celebraban. Se vivía cada 2 de julio porque según el cómputo La Virgen permaneció hasta ocho días después de que Isabel dice a luz al Bautista. De esa forma, hubiese estado hasta que el niño es circuncidado.
Urbano VI la extendió a Occidente para pedir a la Reina del Cielo que cesasen las tristes consecuencias del Cisma entre Oriente y Occidente. La Festividad de la Visitación ha contado con dos momentos delimitados ya que antes de los años 80 se celebraba el último sábado de mayo trasladándose después de forma definitiva al día 31 de mayo, día en el que concluye este quinto mes del año. No se quiso poner en marzo para no celebrarse en Cuaresma. En nuestra Parroquia se celebra el último domingo de agosto.
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