(Blog Sólo Dios basta) Dios sorprende siempre. Y si vivimos unidos a los santos mucho más aún. Estamos a finales de julio, recordamos a tantos mártires que en España derraman su sangre nada más iniciada la guerra civil en julio de 1936. Son momentos amargos, duros, trágicos. Pocos testigos directos quedan de aquella contienda entre hermanos, pero la memoria sigue viva. Hay que tener en cuenta que más importante que la memoria de estos hechos, es la poderosa intercesión de aquellos que sin miedo a nada entregan su vida y riegan con su sangre gran parte del suelo de España.
Uno de ellos es San Pedro Poveda, gran hombre en todas sus facetas y mártir en Madrid la mañana del 28 de julio de 1936. Lo recuerdo con afecto y devoción por su gran amor a Santa Teresa de Jesús al celebrar por la mañana la misa propia de este pastor, maestro y fundador. Por la tarde disfruto a fondo con un libro que me llega esa misma mañana: Inspirados por Satanás. El martirio de las cosas, el martirio de los santos y profanaciones eucarísticas en los días de la persecución religiosa en España (1930-1939). El autor es Jorge López Teulón, sacerdote de la diócesis de Toledo. Amplia y variada es su obra en torno al tema de la persecución religiosa en España en esos años. Pero este libro va más allá. Nos presenta un campo que pocas veces se ha trabajado. Siempre nos centramos en los mártires, pero ahora lo que nos presenta es el martirio de las cosas. No sólo mueren miles de inocentes por el mero hecho de ser católicos, sino que cientos y cientos de iglesias, conventos, imágenes de gran veneración, ornamentos y utensilios litúrgicos, y lo que es más, los mismos cuerpos de los santos o de muchas religiosas, son profanados. Los que buscan acabar con la fe católica en España no se conforman con eliminar a cuantos pueden, sino que atacan de modo directo todo aquello que tiene que ver con la religión católica.
Todo esto es lo que recopila Jorge López Teulón en su último libro. Y lo que presenta es sólo una muestra. Harían falta varios tomos para recoger uno a uno todos los destrozos, profanaciones y saqueos que se comenten contra el patrimonio religioso, los difuntos y los sepulcros de algunos santos a lo largo de los años 30 del siglo XX en España. Lo mejor de todo es que cada capítulo va acompañado de fotografías que hacen ver cómo queda todo. Incluso las profanaciones de cadáveres, imágenes y vestiduras sagradas también quedan inmortalizadas por parte de aquellos que las cometen al hacerse fotografiar con ellas como si fuesen piezas de una batida de caza. Basta un repaso del índice para entrar en materia.
Los dos primeros capítulos son testimonios directos de algunos que viven estos momentos. Sigue una selección de fotos del Mundo Gráfico sobre la quema de conventos. Viene luego una larga lista de imágenes y lugares de culto de gran veneración que son profanados. De los 26 que se recogen podemos destacar el Cristo de Mena de Málaga, el Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles, el Cristo de Medinaceli, el Pilar de Zaragoza, la Virgen de los Desamparados de Valencia, la Basílica del Pino de Barcelona y la Catedral de Toledo entre otros. A ello hay que sumar una muestra amplia de fotografías tomadas de La Hormiga de Oro y un resumen de la Revolución de 1934. Después se presenta un elenco de tumbas profanadas y a continuación el martirio del cuerpo de 20 santos que son también profanados de un modo u otro. Por ejemplo San Narciso de Gerona, San Isidro Labrador, Santa Beatriz de Silva, San Pascual Bailón o San Antonio María Claret. Y el punto final lo brinda una serie de fotografías del archivo de Pelayo Más y otras que aquellos que cometen todas estas burlas contra la iglesia católica en España nos dejan para el recuerdo. Ahí quedan retratados para siempre como autores de hechos de lo que hoy algunos afirman que no fueron así o que no llegaron a cometerse…
De todos los capítulos me quedo con el 22: “La Santina vuelve del destierro”. Y esto por tres hechos que marcan mi vida estos días: desconocía este hecho dentro de la historia de España; justo lo leo cuando recuerdo los años de San Pedro Poveda en Covadonga donde la Santina le inspira la fundación de la Institución Teresiana; y doy gracias a Dios por todo lo vivido estos días en Asturias, donde cerca de 1000 jóvenes han peregrinado desde Oviedo hasta Covadonga, manifestando a su paso que la fe católica en España sigue viva, y está unida a la celebración y la adoración de la eucaristía, el apostolado y testimonio vivo y el amor a la Virgen María.
Es bueno recordar a todos que mucho patrimonio desaparece de España y se pierde más allá de los Pirineos. Algunas obras consiguen volver a su lugar de origen. Es el caso de la Santina. Y lo más grande, sorprendente y ejemplar es que si hoy podemos venerar la imagen de la Virgen de Covadonga es gracias a un joven ateo que no soporta que se pierda para siempre esta imagen tan querida: “Yo soy un comunista asturiano… Es el caso que la Santina asturiana, patrona de mi tierra, está entre otros tesoros artísticos, almacenados en la embajada. Esta va a ser evacuada, y yo no quiero que esta imagen tan querida sufra más ultrajes… Está guardada dentro de una caja, cuyo lugar conozco, y no me sería difícil dar con ella sin que lo advirtiesen” (Inspirados por Satanás, pág. 276).
Una vez recogido este heroico testimonio la Santina es descubierta en la embajada de España en París. La gran noticia da paso al retorno de la imagen a su casa en las montañas de Asturias. Sale de París el 10 de junio de 1939, pasa por Loyola, Vitoria, Burgos, Valladolid y León. Entra en Asturias a hombros por el puerto de Pajares y llega a Oviedo, se traslada a Gijón, y de allí peregrina hasta Covadonga donde llega el 6 de julio.
Este hecho queda en medio de otros dos grandes acontecimientos: la mirada orante de San Pedro Poveda ante esta imagen durante su estancia como canónigo de Covadonga desde 1906 hasta 1913, cuando todo es paz en esta tierra de ensueño; y la mirada penetrante que cerca de un millar de jóvenes de toda España y algunos otros países ponen en la misma imagen la tarde del 25 de julio de 2022 cuando llega a Covadonga la II Peregrinación de Nuestra Señora de la Cristiandad.
De la mirada a la Santina de un canónigo a inicios del siglo XX, Don Pedro Poveda, nace la Institución Teresiana, dedicada a la formación integral de la mujer en aquellos años donde las mujeres apenas tenían oportunidades para poder estudiar. Y de la mirada de tantos jóvenes a la misma imagen, todos llenos de amor de Dios y consagrados a la Virgen, va a nacer una nueva obra. ¿Cuál? La restauración espiritual de una España que siente apagar su fe. La Santina, desde ese escondido rincón donde empieza la reconquista de la fe en España ante la invasión musulmana, llama de nuevo a sus hijos a renovar su fe y llevarla allí donde se encuentren. Todo nace de la fuerza que mana de la Eucaristía y de la fe de jóvenes con las ideas muy claras. Tienen el corazón encendido en amor. Vuelven a casa transformados después de peregrinar más de 90 km en tres días. Viven con intensidad el misterio de la Eucaristía en su celebración y también en adoración. Están abiertos a lo que Dios quiera.
Lo que no saben es que esta peregrinación es posible gracias a que un joven que sin asumir estos mismos ideales, allá por los años 30 del siglo XX, tiene la valentía de salvar esta imagen. La quiere aunque viva alejado de la fe. Dios se sirve de todo para dar vida a su Iglesia. En este caso de un joven atrevido, dispuesto y convencido de que no se podía perder para siempre la efigie de su querida patrona; y 80 años después, de un millar de jóvenes que acude a venerar esa imagen y emprender la gran obra de dar vida, fe y esperanza a España al terminar una peregrinación a los pies de la Santina.
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