(De profesión cura) En las clases de liturgia que he estado impartiendo este pasado curso a través de mi página de Facebook, y en las que fui explicando “Sacrosanctum concilium", “Instrucción general del misal romano” y “Redemptionis sacramentum” quise dejar algunas cosas machacadas y repetidas, por ejemplo que ya es hora de quitar verborrea y destacar los signos, y que guerra a muerte a las originalidades, siguiendo la siempre precisa palabra de Benedicto XV: “La Liturgia no vive de sorpresas simpáticas, sino de repeticiones solemnes”.
Nos mata ser originales. Sin motivo, sin necesidad, sin nada que lo justifique más que la imperiosa necesidad de hacer cosas nuevas porque sí. El disparate de que todo lo nuevo, por el hecho de serlo, siempre es superior.
Hoy se me ha ocurrido pensar en los ornamentos inventados, que los hay y en abundancia, y que se siguen vendiendo sin problemas en muchas tiendas especializadas, según esa norma no escrita de que el que compra tiene razón aunque compre disparates. La pela es la pela. Voy a hablar de dos:
- La llamada alba - casulla, que es un si no es y consiste en una cosa blanca que llega hasta los pies, como un alba, pero que al abrir los brazos cubre hasta las manos como una casulla. Se puso muy de moda en los años setenta y ochenta y se utilizaba con un estolón encima. Esta prenda como prenda litúrgica simplemente no existe. La Instrucción general del misal romano, números 336 - 337 deja claro que las vestiduras propias para la celebración litúrgica son alba, cíngulo (a no ser que por la forma del alba no sea necesario, estola y casulla. Punto. El o la alba casulla simplemente no existe.
- La estola multicolor. Tampoco está prevista en documento alguno. Puede consultarse de nuevo la Instrucción general del misal romano en su número 346. Las estolas originales que se ven algunas veces no son propiamente estolas litúrgicas. Son otra ocurrencia. Es verdad que los obispos pueden autorizar diseños y materiales acordes con la cultura, pero siempre que el color litúrgico sea inconfundible.
Hay otras originalidades que podríamos señalar: ausencia de la casulla, ausencia del alba y llevar la estola simplemente sobre la sotana o el hábito o la ropa seglar.
Seguro que mis lectores habrán podido observar otras cosas aún más chocantes. Destaco estas dos porque creo que es necesario estar al tanto de algunas cosas, ya que a fuerza de ver estas supuestas vestiduras litúrgicas podríamos llegar a aceptarlas como válidas, y no es así.
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