El nuevo plan de visitas arrancará el 1 de agosto, serán para un máximo de veinte personas y tendrán un precio de 8 euros. La restauración de la torre gótica de la Catedral de Oviedo desvela un segundo campanario destruido en la Guerra Civil
(El Comercio/ Alberto Arce) El nuevo plan de visitas a la torre gótica de la Catedral de San Salvador, en Oviedo, comenzará el próximo día 1 de agosto después de que, durante los últimos meses, los profesionales de la empresa ArtecDos hayan permanecido ejecutando la reforma integral de los accesos a ese «índice de piedra que apunta al cielo» que describe Clarín en ' La Regenta'. Una obra, financiada con 100.000 euros del capítulo estratégico de subvenciones de la Concejalía de Turismo del Ayuntamiento (a los que se han sumado otros 30.000 del Cabildo por la escalada de precios) que permitirá abrir al público general los secretos mejor guardados de la «Sancta Ovetensis», a los que solo se puede acceder mediante una empinada y angosta escalera de caracol que elevará a los turistas a la sala de contrapesas, el campanario del templo y, finalmente, al cuerpo renacentista, y que se encargó de inaugurar durante el mediodía de este jueves el deán, Benito Gallego.
Lo hizo, durante una visita con el personal de la Gran Basílica Metropolitana, colaboradores y los técnicos que han estado al frente de los trabajos. Allí, explicó que la obra ha conseguido finalizar en el tiempo previsto para así dar inicio al nuevo programa de visitas. Estas, no serán guiadas, sino acompañadas por un miembro del personal de Actividad Cultural de la Catedral, para un máximo de veinte personas y previa inscripción. Tendrán un coste de ocho euros y no incluirá el acceso al resto del conjunto catedralicio. Saldrán a la venta próximamente en la página web del Cabildo. Emocionado y satisfecho por el resultado de las obras, Gallego manifestó que «la Catedral es el edificio singular de esta ciudad» y que, en gran medida, «se identifica a Oviedo por la torre».
Los profesionales de la adjudicataria han restaurado, los peldaños más desgastados de la escalera, recuperado el pasamanos –que en la mayoría del tramo había desaparecido por el paso de los siglos– e instalado uno nuevo, metálico, de corte vertical y treinta metros de altura para asegurar aún más los ascensos y descensos, mejorado el entablillado del campanario y tratado las campanas, entre las que se encuentra la «Wamba», la más vetusta del mundo en funcionamiento. Pero no solo, también han devuelto el lustre perdido al reloj de Durán, cuyo impresionante mecanismo han dejado a la vista con una placa de un material transparente; mejorado los paramentos interiores, deteriorados con el paso del tiempo; rehabilitado las piezas de madera; y, entre otras cosas, instalado tres nuevos paneles explicativos en la sala de contrapesas, el campanario y el cuerpo renacentista. En todo el proceso, que se ha alargado durante los últimos tres meses, el lateral de la torre ha estado parcialmente cubierto por un alto andamio y montacargas por donde los profesionales han ido elevando todos los materiales necesarios para la ejecución de las obras.
Segundo campanario
Pero no solo. Durante la ejecución de los trabajos de adecuación de los accesos, el equipo de arquitectos localizó unas fotografías antiguas en las que se apreciaba la existencia de un segundo campanario en el cuerpo renacentista con tres campanas vinculadas al reloj de Durán y del que no se tenía constancia, al desaparecer tras los daños ocasionados al edificio durante la Guerra Civil. De este campanario perdido quedan pocos vestigios. El más evidente, un pequeño agujero en la base del cuerpo por cuyo hueco estuvo localizada en su día que conectaba las campanas con el reloj. Con esta, se ha culminado la intervención número veinticinco del plan director del templo, al que solo le quedaría ya la restauración de las vidrieras de la nave sur y del crucero para rematar un cuarto de siglo de rehabilitaciones constantes en el principal emblema cultural de la capital asturiana y del Principado.
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