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miércoles, 11 de mayo de 2022

Sinodalidad sí, Conciliarismo no. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Como es sabido, el Santo Padre al convocar esta XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos ha querido hacer partícipe a toda la Iglesia Universal, dado que el tema que en este se aborda nos concierne a todos. 

Parece conveniente reflexionar un poco sobre este tema, que por desgracia no terminamos de comprender del todo. Recuerdo que hace un par de años mi párroco D. José Manuel García Rodríguez, desarrollaba en la presentación de la Semana Santa de la Unidad Pastoral en Perlora una brillante intervención en la que afirmaba que el futuro de las parroquias pasaba por dos perspectivas: la sinodalidad y la diocesaneidad. Ciertamente, mi cura siempre ha tenido mucha perspectiva de futuro, y es ahora que el Papa Francisco nos habla de ello.

Hay personas en Asturias muy entusiasmadas con esta convocatoria del Sínodo Universal, lo cual me alegra; lo que llama la atención es que algunos de éstos fueron los principales opositores del Sínodo Diocesano convocado por Monseñor Osoro, en el que no participaron y al pusieron todas las trabas posibles. Lo dicho: sinodalidad y diocesaneidad han de ir de la mano. 

Hubo épocas que en Oviedo se criticaba al Papa -ahora San Juan Pablo II- en contraposición a veces de obispos más cercanos como D. Gabino. También ahora algunos sacerdotes se identifican mucho con el Papa Francisco pero no citan en la plegaria eucarística a nuestro obispo Fray Jesús: ¿Cómo podemos decir que vivimos en comunión?. 

Siempre existen personas empeñadas en crear división cuando el camino sinodal supone precisamente recorrerlo juntos y unidos, sentirnos Iglesia viva donde pastores y fieles han de avanzar de la mano. Cuando un Obispo o un párroco hacen de su diócesis o parroquia un reino de taifas el demonio canta victoria y la decadencia no tarda. No hay nada peor que cristianos acéfalos y arrogantes que evidencian, además de su pecado de falta de caridad y comunión, su ignorancia y soberbia. Aplicable, igualmente, a los presbíteros que han roto la comunión con sus obispos. 

Es dramático a veces comprobar cómo la sinodalidad ha servido de  excusa o pretexto de algunos para menospreciar al Papa o al Arzobispo de turno, o culpar al párroco de todos los males de su parroquia: ''Es que con Don Fulano la iglesia estaba llena de jóvenes''... Sí, señora. Don Fulano fue párroco en los ochenta: ¿Conoce usted muchas iglesias hoy llenas de jóvenes?... ''Es que este cura es muy rancio; aleja a la gente; hay curas que quitan la fe''... ¡Poca fe tenía entonces!. ''Es que con D. Mengano... Una verdad a la española es el dicho popular: "Las mejores cosas de mi pueblo son tres: las campanas de la torre, el agua de su fuente y el cura que se fue"...

En la diócesis de Oviedo tenemos antecedentes que juegan en nuestra contra, pues bien sabemos que el último Sínodo Diocesano no tuvo mucho éxito, pienso que principalmente por los estragos que ocasionó en pontificados anteriores, en algunos casos, la ideologización de personas que inocularon en las instituciones diocesanas, adoptando un estilo asambleario, sindicalista y desnortado, con publicaciones que ponían en evidencia la falta de inteligencia y sectarismo de los promotores, y la insensatez de los -pocos, afortunadamente- que lo aplaudieron o sencillamente lo permitieron. De poco han servido esos años cuyos protagonistas trasnochados o ya rinden cuentas en seno de Abraham o están cerca de hacerlo. Al final para lo único que sirvió fue para la fama que acuñó nuestra Diócesis y que padeció directamente el entonces Arzobispo, el cual tiene que "agradecer" a éstos el olvido en que cayó tras sus múltiples servicios a la Iglesia particular y española tras ostentar la mismísima presidencia de la Conferencia episcopal. 

En pleno 2022 hay quienes piensan aún que el Papa Francisco al convocarnos a vivir "Por una Iglesia Sinodal: comunión, participación y misión", nos está reclamando ser asamblearios, cuando lo que nos está pidiendo es vivir partiendo de la asamblea eucarística -que algunos que mucho hablan practican poco- única fuente y culmen de la comunidad cristiana. Habrá nostálgicos ya aludidos que recuerden aún aquella fracasada Asamblea Sacerdotal de Langreo en 1979 pidiendo el "celibato opcional", o cuando el entonces Consejo Presbiteral pidió la amnistía para los presos de ETA; cuando un sector del clero asturiano firmó en contra de la confesión individual, o cuando "los curas del Bíbio" pidieron a Roma la paralización de las causas de los mártires españoles: ¿era eso extender el Reino de Dios o una lucha ideológica con barniz pseudo religioso?

Implicarse en la sinodalidad de la Iglesia no pasa por tratar de poner fin a la dimensión jerárquica de la Iglesia -Ésta es jerárquica desde Jesucristo, por si alguno lo ha olvidado; ni asamblearia ni "democrática", en comunión que ha de ser y en sí mismo es mucho más- ni vender cuentos de que en las parroquias todos somos iguales... San Pablo nos enseña: ''Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aun siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, tanto judíos como griegos, tanto siervos como libres, fuimos bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Pues tampoco el cuerpo es un solo miembro, sino muchos. Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser del cuerpo. Y si dijera el oído: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿Dónde estaría el oído? Si todo fuera oído, ¿Dónde estaría el olfato? Ahora bien, Dios dispuso cada uno de los miembros en el cuerpo como quiso. Si todos fueran un solo miembro, ¿Dónde estaría el cuerpo? Ciertamente muchos son los miembros, pero uno solo el cuerpo. No puede el ojo decir a la mano: «No te necesito»; ni tampoco la cabeza a los pies: «No os necesito». Más aún, los miembros del cuerpo que parecen más débiles son más necesarios'' (1 Cor 12,22)

En palabras del Papa Francisco: ''La palabra “sínodo” contiene todo lo que necesitamos entender: “caminar juntos” (…) Caminar juntos -laicos, pastores, obispo de Roma- es un concepto fácil de expresar con palabras, pero no es tan fácil ponerlo en práctica''...

A día de hoy en España, la persona que pienso más se ha movilizado y divulgado el tema del Sínodo ha sido un sencillo cura rural de tres pequeñísimas parroquias de la Sierra de Madrid y al que sigo en redes sociales: D. Jorge González Guadalix, el cual en un tiempo "record" logró que cientos de personas se implicaran en este proyecto con muchísimas propuestas interesantes, valiosas y con fundamento teológico y pastoral. Todas ellas fueron enviadas por D. Jorge a la Santa Sede, y ésta no se ha demorado no sólo en responder pronto, sino en felicitar y agradecer desde la Secretaría para el Sínodo de los Obispos, tales aportaciones. En el "blog" de este buen Párroco que lleva por título: ''de profesión cura'', entra muchísima gente -yo todos los días- de todo tipo, y lo leen desde muchas partes del planeta. Atento a los comentarios, propuestas y opiniones de los laicos que participan en su reto sinodal, uno se sorprende de cuánto nos enseñan los fieles que verdaderamente entienden y quieren a la Iglesia de nuestro tiempo. Ahí se ve a grandes rasgos lo que el pueblo fiel espera de la Iglesia de hoy: tener sacerdote cercano, fidelidad al magisterio y la doctrina, una liturgia más cuidada, homilías más centradas en la palabra de Dios... Es curioso, ninguno de esos fieles espera del Sínodo el fin del celibato, el sacerdocio femenino, el visto bueno para los anticonceptivos, las absoluciones generales o la aceptación de la aberración del aborto o la eutanasia... Seguirá algún progre-tiranosaurio-rex dando la murga con notas hipócritas en nombre de un grupo anónimo inexistente formado por sí mismo y su vecina María a la hora de merendar, a la que él mismo representa. Me recuerda un poco lo que nadie recuerda ya sobre un Forúnculo que extirpó la propia inanición... La Sinodalidad ha de partir de la verdadera comunión, y algunos se han olvidado hasta de su Primera.

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