«Oh, Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, Reina del Rosario, dulce Virgen de Fátima me consagro a tu Inmaculado Corazón para estar plenamente disponible y consagrado al Señor. Acepta por favor, tenerme bajo tu protección maternal, defenderme contra los peligros, ayudarme a vencer las tentaciones, a huir de los pecados, y te suplico que veles de la pureza de mi cuerpo y de mi alma. Que tu Inmaculado Corazón sea mi refugio y el camino que conduce a Dios. Dame la gracia de rezar y sacrificarme por el amor de Jesús, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos en contra de tu Inmaculado Corazón. Confiando en tí y en unión con el Corazón de tu Divino Hijo, quiero vivir para la Santísima Trinidad en quien creo, adoro, espero y amo. Que así sea».
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