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lunes, 4 de abril de 2022

Dona nobis pacem. Por Jorge Juan Fernández Sangrador

Treinta y seis coros de Asturias se reunieron en la plaza del Ayuntamiento de Oviedo para cantar el canon, atribuido, entre otros, a Mozart, “Dona nobis pacem”. Con este gesto pretendían mostrar su deseo de que la paz torne a Ucrania y cesen las guerras en todo el mundo.

No han sido los únicos, ya que, en días pasados, cientos de coros y miles de voces se dieron cita en sus respectivas localidades de residencia con el mismo propósito. En nuestro país, la asociación “Coros por la paz” ha sido la principal impulsora de esta iniciativa, que fue acogida con gran entusiasmo e implicación por parte de los integrantes de los, incuantificables en número, coros españoles.

“Dona nobis pacem” es la última petición del Agnus Dei que se canta o se recita en la Misa antes de la comunión, mientras el sacerdote “rompe” el Cuerpo sacramentado de Cristo y pone en el cáliz una partícula de éste. Es la “fractio panis”. «Agnus Dei, qui tollis peccata mundi: Dona nobis pacem», se dice en latín. Y “Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo: Danos la paz” es la traducción al español.

Fue Juan el Bautista el que señaló a Jesús designándolo con esa expresión: «Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo» (Juan 1,29). Las evocaciones veterotestamentarias son tantas y tan significativas que la Iglesia estimó que, en estas palabras del hijo de Zacarías e Isabel, se hallaba la más sustanciosa definición de la misión redentora de Jesucristo, quien cargó con los pecados de todos, para redimirlos con el derramamiento de su sangre inocente, cumpliendo así el plan salvífico de Dios, anunciado en las Escrituras del pueblo judío. Y de ahí el que la frase haya sido incorporada, como un elemento fijo, a la liturgia eucarística.

La verdad es que me ha sorprendido gratamente el hecho de ver que, en esta ocasión, en vez de los acostumbrados cantos para las concentraciones en las que se pide la paz para la humanidad, como eran hasta ahora, por poner dos ejemplos, la “Oda a la alegría” de Ludwig van Beethoven o “Imagine” de John Lennon, se haya hecho uso de dos canciones de inspiración religiosa: “Dona nobis pacem” y “Va, pensiero”.

“Va, pensiero” (Vuela, pensamiento) fue propuesta también por “Coros de la paz” para que se cantase, como muestra de solidaridad con el pueblo de Ucrania, en la calle. La entonan los exiliados judíos en la ópera “Nabucco”, de Giuseppe Verdi, y es una paráfrasis del salmo 136 (137) de la Biblia:

«Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sion; en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras. Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; nuestros opresores a divertirlos: “Cantadnos un cantar de Sion”. ¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha; que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cima de mis alegrías».

En fin, que Europa entera, unida en oración, se ha dirigido al cielo suplicando a Dios que conceda la paz a Ucrania y al mundo. Y es que no hay como dejar a la sociedad que discurra por el camino de la laicidad, cosa en la que se ha emperrado últimamente, para que retome ella sola, sin que haya ni siquiera que sugerírselo, por propio convencimiento, el de la religión.

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