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jueves, 7 de abril de 2022

De Ramos a Pascua. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Queridos feligreses y amigos:

Nos acercamos a las puertas de la Semana Santa, fecha clave de nuestra identidad de cristianos, de nuestra condición de creyentes y de nuestra forma de vida. Es en estos días donde actualizando las últimas horas del Señor volvemos a hacer nuestra la esencia de verdaderos seguidores del Nazareno. Tras sus pasos, y acompañándole en su pasión, muerte y resurrección, cobrarán sentido nuestras pasiones, cruces y dolores de cada día. Cada atardecer de nuestra existencia tiene un poco de morir, una pizca de Viernes Santo y otra de Domingo de Pascua en su amanecer; tiene la soledad del Sábado Santo o la fraternidad del Jueves Eucarístico. Pero no todos los días es Semana Santa por muchas que hayamos vivido ya, sino que ésta, la "última" que Dios nos permite compartir, hemos de tratar de hacerlo de verdad y con toda profundidad.

Este 2022 recuperamos de alguna forma -aunque no del todo- la normalidad de las manifestaciones de la religiosidad popular, tan importantes y necesarias para el cristiano por enraizadas en la cultura e historia de nuestra tierra. Vuelven las procesiones y los vía crucis; también a Lugones vuelve ese joven espíritu cofrade que nos ayuda a vivir con mayor solemnidad e intensidad los misterios que nos ocupan estos días centrales del año litúrgico. Vuelven estas procesiones, sí; que nadie diga que no las hubo el año pasado ni el anterior, cuando vaya que sí las ha habido, aunque ciertamente no las que hubiéramos querido y deseado.  

Procesiones de penitentes, nazarenos y flagelados; "soledades" y "dolorosas" esperando desenlaces, de crucificados en residencias y hospitales, de sanitarios jugándose la vida, o camioneros valientes resistiendo y transportando esperanza; de miembros de las fuerzas del orden velando por la seguridad, de valientes soldados de nuestro ejército desinfectando nuestras calles vacías, o  personal funerario poniendo con respeto y en silencio y soledad mortajas; de curas supliendo familias enteras en tanatorios y cementerios... En aquellos días de calles solitarias, había también otras procesiones -colas del hambre- de necesitados a las puertas de las Hijas de la Caridad de la Cocina Económica, de las Siervas de los Pobres en su comedores sociales o las puertas de Cáritas de nuestras parroquias... Doy fe de la valentía de nuestros sacerdotes en "edad de riesgo" enterrando desde el primer día a los difuntos del puñetero y desconocido "covid", sin pensar en su propia vida y seguridad ante la incertidumbre... Muchas veces fuimos sólo tres en la despedida: Funerario, enterrador y sacerdote... Ejemplar la respuesta de las religiosas de clausura haciendo mascarillas gratis (otros comisionaban y ganaban millones) desde el minuto cero, o las religiosas de vida activa ofreciendo todo lo que tenían a mano: ¡Vaya que si hubo procesiones!... 

Quiera Dios que este sea el comienzo de un pasar página, más hemos de mirar atrás conscientes de que salimos al paso de lo desconocido juntos y de la forma que mejor supimos o pudimos. Hubo que cerrar la Iglesia sí, pero siguió abierta y viva la Parroquia gracias a tantísimas personas que hicieron aquellos días de su casa Iglesia Doméstica en estado puro. Pero ahora toca vivir en presente ya, y felicitar a la Cofradía del Cristo de la Piedad y Nuestra Señora de la Soledad por no haber tirado la toalla, por haber seguido colaborando con los que más nos necesitaban en estos dos años. Esa es la espiritualidad del cofrade, de que sabe hacer suyo el mensaje de la Semana Santa, que no es otro que el del amor a Dios y al prójimo. 

En nuestro modo coloquial de hablar acostumbramos a decir: ''nos vemos de pascuas a ramos''; es decir, lo imprescindible y a lo que nadie faltaba antes, al Domingo de Ramos y a cumplir con la Pascua. Hoy, por desgracia, nos hemos quedado sólo con los ramos, quedándonos sin lo más importante que es el Domingo de Resurrección. Por eso desde la Parroquia de Lugones queremos fomentar una nueva iniciativa, una particular campaña: ''De Ramos a Pascua''. En Asturias tenemos una preciosa tradición que no se da en toda España; al contrario, son muy pocos los lugares donde se frecuenta ésto. Me refiero a ese trueque cariñoso de los ahijados que el domingo de ramos van a entregarle el ramo o palma a sus padrinos, y éstos les devuelven el gesto con "el bollo" el siguiente domingo que ya es Pascua. En cada zona de Asturias igual cambia el nombre; en la cuenca dicen "la Pegarata", en otros sitios "Bollinas", en el occidente "las Alfiladas''.Roscas, Mantecados...cada comarca es un mundo. En mi pueblo es típico hacer en casa "les marañueles" (grandes y pequeñes) para regalar como obsequio de Pascua a los ahijados, familiares sin más o amigos. Pero lo que más éxito sigue teniendo son los bollos infantiles de chocolate con las figuras de los superhéroes o dibujos preferidos de los más peques... Os invitamos, pues,  a traerlos para bendecirlos en las misa de once (la de niños). También sabemos que hay muchos mayores que aunque sus padrinos ya han fallecido hace tiempo que cada año les seguís llevando "el ramo" al cementerio y el día de pascua compráis el bollo para compartirlo en familia, también los podéis traer a bendecir sin ningún problema.

Son pequeños gestos que nos ayudan a acompasar nuestros pasos a los del Señor, haciendo de su gloria nuestra mayor fiesta. Ese Cristo que algunos rechazan con todas sus fuerzas, sigue respondiendo con su corazón en puro amor. Este es nuestro Nazareno; Jesús parte el pan, lava los pies y muere para dar vida. Os animo de todo corazón a que os adentréis en la riqueza espiritual de estos días. Por eso antes de empezar el Triduo Pascual no perdáis la oportunidad de confesar, donde sea posible, pero tratar hacerlo. Sólo con el alma en gracia, con Dios y con los demás, podremos vivir la Semana Santa con provecho verdadero para el alma que atardeciendo un día para este mundo amanecerá al tercero para Dios. Os invito a emocionaros con cada pequeño detalle de estos días: los textos, los cantos, los rezos... Que Santa María, Nuestra Señora de la Soledad, nos enseña a acoger entre nuestro brazos a su Hijo Yacente como Ella hizo, y saber esperar que se cumpliera su promesa de que al tercer día resucitaría.

Feliz y gozosa Semana Santa 

Joaquín, párroco

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