Los cambios nunca son fáciles; cuestan, tienen su parte de desgarro, pero vividos en clave de Dios dan también fruto abundante. Religiosas y sacerdotes experimentamos al ser trasladados lo mismo que las plantas al ser cambiadas de macetas, hay raíces que se revelan, otras que hay que cortar, algunas que se secan y muchas otras germinan de nuevo. Querida Bibiana, te deseamos que vayas en paz consciente de que llevas las manos llenas, de que has cumplido con creces tu misión ahora el Señor te invita a cambiar de casa, de ritmo descansar merecidamente siguiendo con Él. Te vas junto a tu hermana de sangre y Congregación que ilusionada espera tu incorporación a esa Comunidad, un lugar que no te es desconocido por tus mucho años de docencia en el barrio en una familia mucho más numerosa.
Cómo Párroco y en nombre de toda la Parroquia
te doy las gracias por estos veintinueve años de servicio constante, de los cuales
has trabajado cuatro con D. Cecilio (q.e.p.d), doce con D. Fernando, y trece
conmigo. Aquí has hecho de todo, desde clases particulares a las catequesis, apoyo en la liturgia y el apostolado de vida ascendente, Cáritas o la Pastoral de la Salud, has sido miembro del Consejo Pastoral y Económico, y tantísimas otras realidades de la Parroquia
que nunca te han sido ajenas. En estas más de tres décadas, has visto cómo se ha
transformado nuestro pueblo, cómo los pisos ganaban a las pequeñas casas unifamiliares, cómo el
cemento ganaba a los prados y cómo las costumbres y formas se iban por otros derroteros.
Sólo Dios sabe cuántas viviendas, residencias de ancianos y velatorios y kilómetros has visitado y gastado en nuestro suelo llevando esperanza, consuelo y, lo más importante, "al Señor’’, al que no se le escapan las cuentas...
Joaquín, párroco
No hay comentarios:
Publicar un comentario