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jueves, 18 de febrero de 2021

Cuarentena cuaresmal. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Queridos fieles, con el Miércoles de Ceniza que hemos celebrado en dos eucaristías para facilitar el aforo con seguridad, iniciamos esta Cuaresma donde el Señor nos llama al desierto. 

Y qué bien nos hace este camino que nos conducirá hasta la Pascua. Vivamos esta nueva oportunidad  no como la rutina que nos viene dada, sino como una nueva oportunidad que Dios nos regala para vivir radicalmente el espíritu de este tiempo santo que no busca otra cosa que nuestra purificación, acercarnos más a Él y a los hermanos y dejar atrás tantos lastres que nos alejan de nuestro bien y felicidad. 

A punto de cumplirse un año de nuestra convivencia con la Pandemia, habría que añadir: ¡otro año gracias a Dios! Pues son muchísimos ya los que no han llegado a este día, por eso el lenguaje y los mensajes que el Señor nos manda en este tiempo y acontecimientos nos invitan a vivir la Cuaresma de este año con mucha más intensidad. El Covid nos "ayudará" a ello, pues si la Cuaresma nos prepara para la Pascua, convivir con la enfermedad y la muerte lleva nuestra mente y corazón a vislumbrar también más de cerca el destino soñado: la vida eterna.

Igual que el pueblo peregrinó por el desierto cuarenta largos años en busca de la tierra prometida, nosotros lo hacemos ahora sabiendo que esa tierra no es un lugar físico, sino que sencillamente es estar y descansar con el Señor. Aquí en la tierra nos cuesta mucho saborear la presencia de Dios, y es que el demonio siembra nuestro camino de trampas en las que reiteradamente caemos y que nos alejan del Señor. No olvidemos que "el mundo, el demonio y la carne" (poder, tener y placer) son enemigos de la virtud por definición: ''Si fuerais del mundo, el mundo os amaría; pero como no sois del mundo, sino que yo os escogí de entre el mundo, por eso el mundo os odia'' (Jn 15,19). 

Esta Cuadragésima decimos que es un tiempo fuerte, un momento de gracia, un período penitencial. En definitiva, son cuarenta días para mirar hacia nuestro interior y analizar qué nos hace falta por dentro y por fuera, y qué nos sobra para poder amar más y mejor a Dios y a nuestros semejantes. Debemos prepararnos espiritualmente para la fiesta de todas las fiestas, esforzamos en purificarnos y crecer en la fe... Si algo caracteriza la Cuaresma es su sobriedad, la sencillez y el silencio. Es un momento de adentrarnos en el desierto, de hacer retiro individual y propósito de enmienda, de poner en práctica las pautas de este Tiempo: ayuno, oración y limosna. No se piden grandes sacrificios, que por otra parte no suelen alcanzar más allá de la primera semana, sino que es mejor empezar con ritmo pausado pero constante, de un esfuerzo personal. Hay personas que intentan no fumar en toda la Cuaresma, cuando ha de ser preferible mejorar las cosas día a día: mañana voy a fumar la mitad, voy a guardar lo que ahorré en tabaco para una limosna, voy a contener mi mal humor, o voy a esforzarme en saludar al vecino que sé que me critica...

El Papa Francisco nos ha regalado muchas y originales ideas para este tiempo: apagar el televisor y abrir la Bíblia, desconectar el móvil y conectarnos al Evangelio, o renunciar a palabras y críticas e inútiles para dedicar más tiempo al Señor rezando para que transforme nuestro corazón. Cada cual sabe lo que más necesita y lo que más le hace falta. En este tiempo en que miraremos a la Cruz, al "Vía Crucis", a la Pasión, tengamos muy presentes a los que han muerto, a los que van quedando atrás y a todos los que sufren: los enfermos del covid-19, médicos y sanitarios, Fuerzas de Seguridad y de Servicios; a los que se han quedado sin trabajo o a los que están siendo golpeados de cualquier forma por la crisis económica derivada de la Pandemia, y a tantos que hemos de tener  presentes en la oración hoy más que nunca.

Tenemos también ahora en "tiempos revueltos" que construir puentes en nuestro entorno y regalar sonrisas aunque estén tapadas por mascarillas; que con nuestro trato seamos para todos ese abrazo que no podemos dar no sólo para los amigos, sino que todos vean que los seguidores del Nazareno queremos ser testimonio y abrir caminos y llevar luz donde no la hay. La luz de la Pascua Resucitada a la que nos encaminamos es la misma que nos recuerda que Cristo con su muerte venció la nuestra. 

Que se haga verdad en esta nuestra Cuaresma lo que canta la liturgia de estos días, que sea un tiempo de gracia especial para purificar el corazón de todos los hijos de Dios, "de modo qué, libres de todo afecto desordenado, vivamos las realidades temporales adhiriéndonos a las eternas”.

Buena, provechosa y Santa Cuaresma

Joaquín, párroco

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