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viernes, 29 de mayo de 2020

San Pablo VI, el Papa alentador de los cristianos en la vida pública

(COPE) Una de las cosas en las que más insiste San Pablo es en que Dios siempre le recuerda que, ante las dificultades, le basta su Gracia y así lo aprovecha el Apóstol de los Gentiles. Hoy recordamos a San Pablo VI que vivió la presencia del Señor con su Gracia. Nacido en Brescia el año 1897 su nombre originario es Juan Bautista Montini. Segundo hijo de una familia bastante comprometida en el ámbito de la política y el campo social. Su infancia la pasó estudiando primaria en los jesuitas y luego en un colegio estatal.

Pero un día siente la llamada al sacerdocio, ingresando en el Seminario de Brescia. Tras cursar los estudios eclesiásticos se ordenó presbítero y se especializó en Filosofía, por la Universidad Gregoriana, añadiendo a su currículum Derecho civil y canónico. Una baja casual en la Nunciatura de Varsovia le lleva a ser el sustituto eventual. Llega la II Guerra Mundial y, previamente, Pío XII emite el Mensaje “Nada se pierde con la paz”, intentando evitar la contienda.

Para realizar el contenido se asesora de un joven Montini que le da ideas al Pontífice para su discurso en esa hora tan crucial en la que, desgraciadamente, terminó con el estallido del conflicto y el genocido de los judíos. Nombrado inesperadamente Patriarca de Milán, ejerce su ministerio con una defensa de la Doctrina Social de la Iglesia. Al llegar Juan XXIII al Papado, es el primer cardenal que crea Roncalli. Cuando el “Papa Bueno” -como se le conoce a Juan XXIII- convoca el Concilio Vaticano II, Montini toma parte activa.

Por entonces Montini no se imaginaría que al morir el Pontífice sin terminar el Concilio, la Providencia se fijaría en él durante el Cónclave, subiendo a la Silla de Pedro con el nombre de Pablo VI. Seguidor de su antecesor retoma la tarea conciliar llevándola a buen término. En su periodo como Vicario de Cristo potenció la presencia de los cristianos en la vida pública y política, luchando para que los frutos del Vaticano II pusiesen a punto a la Iglesia para iluminar con el Evangelio los problemas del hombre moderno.

En esa iniciativa, es el primer Pontífice en viajar fuera de Italia. Tierra Santa, India o Nueva York, dan buen ejemplo de ello. En esta última da un impresionante discurso en la Sede de Naciones Unidas. Pero no faltó la Cruz porque, en este intento por revitalizar la Iglesia, sufrió muchas incomprensiones, incluso en el seno de la comunidad eclesial quedando patente su Santidad de vida. San Pablo VI muere en Castelgandolfo en 1978.

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