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lunes, 23 de septiembre de 2019

La romería del Cristo. Por Julián Herrojo Rodríguez

(www.cristodelascadenas.es) El imponente tejo de la Capilla de Sta. Ana de Mexide -uno de los veinte más grandes de Asturias- es testigo de varios siglos de piedad cristiana en esta colina de Oviedo, ahora plenamente urbanizada, donde se sitúa el Santuario del Cristo de las Cadenas perteneciente primeramente a la parroquia de S. Pedro de los Arcos, más tarde (desde 1958) a la de S. Francisco, hasta llegar finalmente a constituirse en Parroquia independiente en 1972. 

Desde el siglo XIX consta la popularísima romería que el último domingo de septiembre convocaba una multitud de fieles, que desde Oviedo y media Asturias, traían sus exvotos en acción de gracias. Una fotografía de 1890 muestra una imagen de Cristo con un faldón decimonónico, hasta que el reciente cambio de su estética lo ha dejado más acorde con los cánones clásicos. 

Como aquella romería atraía tal cantidad de gente, en los años 70 pasó a celebrarse el domingo siguiente a S. Mateo, para convertirse en el cierre de estas fiestas, tal y como éstas habían pasado a ser el cierre de las fiestas de la Sta. Cruz. 

Para explicar el origen de las cadenas circula desde antiguo una rimada historia romántica de un soldado que, encarcelado en un país lejano, hace llegar unas cadenas a su amada por medio de un fraile, y son ofrecidas al Cristo por su libertad. 

Toda esa leyenda deja entrever, y oculta al mismo tiempo, el probable origen de tales cadenas: la lejana guerra, la prolongada prisión y el fraile que las trae a Oviedo encajan perfectamente en la ofrenda, como exvoto, de un cristiano cautivo en el Norte de Africa, liberado finalmente. Hasta el fraile evoca a los mercedarios que tenían tal encomienda. 

Hay otros casos en España con este origen. De ahí, que con la nueva estética introducida en 2013, las cadenas aparezcan ahora visiblemente rotas, y no envolviendo el cuerpo o los brazos de Cristo, como antiguamente, sino colgando de sus manos en expresión visible de la Redención obrada en la Cruz, pues como cantan el Te Deum y el Pregón Pascual, “Cristo rompió las cadenas de la muerte”.

Este el sentido de la romería del Cristo de las Cadenas: una prolongación de la Pascua Redentora, de la Victoria de Cristo, una fiesta que anticipa, en este mundo, la fiesta sin fin en el reino de los cielos. Y es que nadie nos puede arrebatar la fiesta de nuestra libertad.

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