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sábado, 13 de julio de 2019

''Con San Cristóbal al volante''. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

Hubo un tiempo en que todo el mundo bendecía su coche y tenía un llavero de San Cristóbal para las llaves del mismo. Y no era para menos, pues el tráfico se nos iba complicando cada vez más.

Hoy ya no son tantos los que bendicen su nuevo vehículo y muchos menos los que tienen un llavero del Santo, principalmente porque ni saben quién fue San Cristóbal ni que el mismo es el Patrón de los conductores. 

San Cristóbal fue un “tiarrón” alto y fuerte que accedió a cruzar un gran río con el Niño Jesús sobre sus hombros para trasladarle a la otra orilla.

Desde entonces se le tiene por patrono de transportistas, viajeros, motoristas, taxistas, peregrinos y conductores en general, a pesar de que muchos de estos no saben realmente por qué.

En nuestra avanzada y moderna sociedad todos usamos los medios de comunicación con normalidad, pero el vehículo particular sigue siendo el más usado. Las ventas de coches con sus competitivas prestaciones hacen presente una permanente “batalla” comercial entre las diversas marcas. 

Mientras, nuestras carreteras cada vez mejores y más modernas, están constantemente saturadas y van a remolque -valga la expresión- del número de vehículos y matriculaciones.

Al hilo, pocas veces reflexionamos sobre las estadísticas que nos muestran los medios informativos, los cuales de forma dramática e inapelable nos ponen sobre la mesa en verano, Navidad, Semana Santa o en los simples fines de semana, más muertos en carretera al final del año que de cáncer o Sida. Por no añadir a estos los lesionados graves y permanentes, o incluso leves y temporales, los cuales generan al Estado y aseguradoras -y por ende a toda la sociedad- unos gastos incalculables que muchas veces se diluyen en el tiempo prescindiendo de ese primer hecho “accidental” pasando a depender de una asistencia permanente de la Seguridad Social como un enfermo “crónico”.

Quienes hemos conocido y conocemos de cerca esta terrible realidad y también hemos comprobado el drama familiar que hay siempre detrás los accidentes de Tráfico, entendemos que la misma Conferencia Episcopal Española tenga una Campaña específica anualmente sobre “Seguridad Vial” pidiendo a los conductores Prudencia. Y, por supuesto, y por lo que pueda pasar -siendo más o menos creyentes- pedimos bendecir nuestros coches y al ponernos al volante nos encomendamos al San Cristóbal. 

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