Teníamos ya cierta impaciencia por escuchar esta gozosa noticia largamente esperada, y ya barruntaba yo que sería pronto cuando hace dos días se daba a conocer la audiencia del Sr. Obispo de Córdoba con el Secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, para abordar el delicado asunto de la titularidad de la Mezquita-Catedral. Los medios de comunicación también informaban que se aprovechaba esta visita para que el recién nombrado prelado de Guadix-Baza (hasta el momento Vicario General de Córdoba) pudiera saludar al Santo Padre en la audiencia, así como la asistencia del obispo cordobense a la Sesión Ordinaria de la Congregación para las Causas de los Santos de la que es miembro. Esto me hizo pensar que quizá en esa reunión también se concretase definitivamente la esperada Causa de nuestros Seminaristas Mártires de Oviedo.
La cuarta firma del Papa Francisco fue la que muchos anhelábamos, con la cual se reconoce solemnemente el martirio de los nueve Siervos de Dios, seminaristas mártires asturianos, cuya Causa es conocida como la de ''Ángel Cuartas Cristóbal y compañeros'', asesinados por odio a la fe.
Justamente al día siguiente de la fiesta litúrgica de los Santos y Beatos Mártires del Siglo XX en España, llegaba esta aprobación del Papa Francisco autorizando la publicación del decreto que reconoce el martirio de estos nueve chicos asturianos. Una vez ya hecho público el ''Decretvm'', únicamente falta que la diócesis de Oviedo, de acuerdo con la Santa Sede, pongan fecha a la Beatificación de estos Seminaristas bienaventurados y dichosos a los que por perseguidos pertenece, si duda, el reino de los cielos.
La Iglesia reconoce así que pasan a ser un ejemplo para los cristianos y para la vida cristiana, pues no son beatificados ni por revanchas, ideologías ni cuento alguno que nos quieran vender en este tiempo de memorias y desmemorias, también "históricas". Fueron asesinados por su fe; murieron amando y perdonando a sus mismísimos asesinos, y por eso son los más fieles seguidores del Maestro cuyas huellas han sabido fundir con Él, que, el primero, aceptó y asumió su Cruz.
Estos humildes jóvenes supieron desprenderse de lo mundano para abrazar lo divino en unos momentos nada fáciles y con tan pocos años que sus historias asombran por la madurez humana y la hondura espiritual con que afrontaron su persecución y muerte. En ellos vemos claramente reflejadas las palabras de San Pablo: ''Por eso me regocijo en mis debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte''
(2 Cor 12,10).
Qué largo ha sido el camino para poder reconocer el sacrificio de estos hijos predilectos de la Iglesia; cuántas zancadillas, contratiempos y esperas ha experimentado esta causa y, sin embargo, hoy la mayoría de católicos de Asturias recibimos con inmensa felicidad esta gratísima noticia donde los que nosotros llamábamos "mártires" en voz baja, la Iglesia Universal los llama ya a viva voz ''MÁRTIRES''. No son muertos de guerra ni combatientes de ningún bando, son testigos del Señor, amigos suyos y nuestros, asesinados únicamente por su fe.
Hubo unos años en esta diócesis en que los mártires fueron tratados casi como apestados, y en especial nuestros nueve protagonistas. Algunos recordarán todavía (responsables propios de la infamia y testigos oculares) cómo en el Seminario de Oviedo hubo un día en que sus retratos fueron retirados y bajados a los sótanos prohibiéndose volver a cantar su himno y logrando así que el tiempo borrara la estela gloriosa de los mejores alumnos y más aventajados hijos hacia el Cielo; aquellos a los que generaciones de seminaristas de toda España se encomendaron durante décadas y les profesaron una devoción privada. Ahora, por fin, ya están en el lugar que les corresponde y del que nadie los podrá ya descolgar ni volver a esconder jamás.
Tomando las palabras del Martirologio Romano podemos asentir a estas horas en nuestra Tierrina:
Tomando las palabras del Martirologio Romano podemos asentir a estas horas en nuestra Tierrina:
¡Preciosa es a los ojos del Señor la muerte de sus Santos!.
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