Dentro de todo lo que supone el esperpento catalán, el último capítulo ha consistido en enterarnos de que en las listas de esa cosa o candidatura que encabeza el huido Puigdemont, aparecen dos personalidades del mundo eclesial catalán como son el padre Manel Pousa, aquel del que se dijo que pagó algún aborto y que después se desdijo de lo dicho que no sé si de lo hecho, y la teresiana sor Vicky Molins.
Estamos acostumbrados a que en la Iglesia nunca pase nada. Hemos visto sacerdotes firmando a favor del referéndum, papeletas que se cuentan mientras el sacerdote oficia o simula que oficia, revestido y todo, urnas y papeletas guardadas en parroquias y conventos, abadesas por el “pruses”. No pasa nada. Nunca pasa nada.Por eso ni siquiera me voy a preguntar si en esta ocasión habrá novedades. Ya sé que no. El padre Manel y sor Vicky Molins están con los pobres, son promotores de la apertura de la Iglesia de Santa Anna y se llevan chupilerendi con el P. Ángel. Con ese pedigree pueden ir en listas electorales, cargarse el dogma, cachondearse de la moral y celebrar liturgia alternativa. Otra cosa diferente que el P. Custodio se hubiera presentado por VOX o por Alternativa, pero, naturalmente, no vamos a comparar.
En esta ocasión lo que quiero es, precisamente yo, para que vean las sorpresas que da la vida, romper una lanza en favor de la inclusión en esas listas de sor Teresa Forcades y sor Lucía Caram, que tienen muchos más méritos.
Empecemos por la Forcades. Progre, independentista, feminista, visitadora de Venezuela. Monja la hemos visto con toca y pantalón, es decir, monja moderna y guay del Paraguay. Ya intentó una cosa con Arcadi Oliveres y sigue zascandileando en pro de lo que sea con no demasiado éxito.
El fallo de la aún sor Teresa Forcades fue dejar el convento, aunque fuera temporalmente. No se da cuenta de que sin toca no es nada, y que justo era su toca lo que le abría cualquier puerta hacia la disidencia o el efímero famoseo. Fue dejar el convento y la nada.
Otra cosa es la Caram.
Tengo el barrunto, contrastado, pero dejemos en barrunto, que sor Lucía Caram anda últimamente con el freno de mano puesto. Pero tendrán que reconocerme, en cualquier caso, los méritos de esa mujer para que hubiera ido y en puesto de relevancia en esas listas.
Contemplativa, pero más bien poco. Está con los pobres en una fundación muy bien relacionada con todas las progresías. Además, del Barça y enamorada de Artur Mas.Para que vean. Ha dado pregones, tiene horas de experiencia televisiva y SIEMPRE CON HÁBITO. Ahí está la clave. Pues nada, fuera de las listas.
La cosa del freno, supongo. Pero no me negarán que sor Lucía Caram debería ocupar un puesto de relevancia en el “pruses”. Y encima argentina, como el papa Francisco y el Echenique. Si es que lo tenía todo. Nada y más nada.
No sé qué ha podido pasar. Quién sabe si los celos de Puigdemont hacia Mas, el amor de su vida de sor Lucía, le han llevado al deprecio de esta mujer hasta el punto de no quererla en su lista. Quién sabe si alguna instancia eclesiástica superior haya tirado del freno, pero en ese caso supongo que sor Lucía hubiera sacrificado hasta la toca por fidelidad al pueblo, aunque, claro, ¿y si deja la toca, y luego no sale en las listas? Menudo problemón. O simplemente que pasan de ella y prefieren a la Vicky y al Pousa.
En ascuas estoy.
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