En la tarde del
“Domingo Gaudete” (Domingo de alegría)
me pongo a teclear las letras para este artículo que quiere transmitir
sinceramente la alegría del encuentro que nos propone el III Domingo de
Adviento y, al tiempo y por ser el
último del año, felicitar de corazón esta Navidad (que siempre podría ser la última para cualquiera) a toda la
feligresía de esta Parroquia y muy particularmente los que la forman y trabajan
en ella de manera incombustible y entregada, haciéndola crecer como una
verdadera Comunidad y haciéndonos sentir a todos, niños y mayores, “en casa” y “en familia”.
Reconozco que
es difícil, casi irónico y sarcástico, hablar hoy en día de “alegrías” y
“Domingos Gaudete”, pues mirando objetivamente nuestro entorno no
encontraremos, humanamente, muchos motivos para ésta. Elevado a cotas cada vez
mayores, nosotros mismos y nuestro mundo vivimos tristes y apesadumbrados,
escudriñando una felicidad que nunca está donde la buscamos, y, como en un
espejismo que de pronto se desvanece, nos frustramos finalmente al poner el
horizonte en cuestiones puramente inmanentistas que casi siempre tienen sus
cimientos en vanidades y egoísmos humanos que nos van encerrando y
atrincherando en nuestro búnker de tristezas y miserias, iluminado únicamente por
unas luces de neón sin mensaje ni significado alguno que nos hacen confundir, poco
a poco, el regocijo de un encuentro con Dios hecho hombre con una "fiesta" a la
que algunos le han robado ya hasta el nombre.
Esa alegría que
tantas veces confundimos con “tambor y gaita”, está en el corazón del hombre y
en ese encuentro excepcional y único del hombre con Dios, pues negar a Dios en
el hombre es negar al hombre en sí mismo; y expulsar a Dios del corazón del
hombre por una feroz permuta del “tener”, “poder” y “placer”, es inventar a un
hombre indigno de este nombre, el cual llevará en penitencia por su pecado el seguir
vagando triste por este mundo en guerra, sin alma y “descorazonado”.
Sí; feliz
Navidad para todos, particularmente para aquellos que en esta era tecnológica, científica, moderna y “libre”,
siguen siendo -los de siempre- víctimas
de los horrores de las guerras. Feliz Navidad para los emigrantes y los “espaldas
mojadas”, para los ancianos solos y olvidados, para los enfermos y moribundos
en residencias y hospitales, para los presos y encarcelados, para los sin
techo, sin hogar, sin familia, sin presente ni futuro; para los navegantes, los
indigentes, los mal vistos y etiquetados; para las familias que están aún en duelo,
para los parados, los explotados, excluidos y esclavizados en un mundo que sigue
matando a Dios mientras se mata a sí mismo.
¡Estad alegres en el Señor; os lo repito, estad
alegres!, porque para todos, pero sobre todo para éstos; rechazado, pobre, excluido
y marginado nacerá el Señor en el silencio de la noche; en el corazón y en el
silencio ahogado de todas vuestras noches.
¡FELIZ NAVIDAD,
LUGONES; FELIZ NAVIDAD ALEPO!
Joaquín,
Párroco
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