Cuando oigo hablar de Lugones a los que lo conocen (para muchos sigue siendo la gran desconocida) me dicen que es una población entrañable y con “encanto”, donde todos los que la formamos tenemos parte en esa definición, pues somos los que hacemos el Lugones de cada día desde lo cotidiano y las cualidades de los lugoninos, y así, presumimos en su justa medida de cosas “con encanto” como los barriles del bar Sama, el jardín del Castru, las fincas inundadas de Los Peñones, el representativo Puente Vieyu, la pasarela del Carbayu, la Calle Peatonal y sus terrazas… Pero lo más importante son las personas y rostros que integran este “pueblón” en sus quehaceres diarios, pues en ellas se refleja el pulso de esta pequeña ciudad. Desde la sonrisa de la cuponera que cada navidad nos ofrece el gordo del “cuponazo” en el cruce nuevu, el alegre quiosquero Juan Ramón con su saludo solemne, los muchos recuerdos gráficos y retrospectivas lugoninas de Ángel “el gallegu”, la conversación y promoción escrita llena de historia de nuestro sabio cronista, la edad bien llevada de Jesús Villa, las prisas y carreras de Sor Bibiana camino de la panadería, el desparpajo de “Miau” la de los chinos, o el bendito Juanín el de “Rosi” surcando la Avenida de Viella en madreñes y mandil, son tan sólo una pincelada al vuelo de algunas caras y anécdotas conocidas que en este refrito humano y entrañable le dan a Lugones su encanto.
La Parroquia también aporta su grano de arena en el día a día de Lugones, y hace ya tres años que hemos recuperado la vieja tradición de dar las gracias encomendando a Dios a aquellos que han sido arte y parte de este Lugones actual, oficiando por estas fechas una Misa-Funeral por los difuntos de la Sociedad de Festejos de Santa Isabel, que se hace extensiva a todos los que han trabajado en, por y para Lugones. Y aunque “Santa Isabel” es una fiesta alegre y singular para nosotros, nunca la felicidad es completa en acontecimientos especiales, pues en momentos como estos también echamos en falta a muchas personas queridas que la celebraron con nosotros en años pasados, y es en estos momentos cuando su recuerdo se hace más presente. Traigámosles pues a la fiesta desde la memoria y la oración. Son nombres, rostros y situaciones concretas que van escribiendo y un sinfín de recuerdos que se agolpan en nuestras retinas y en nuestro corazón. En cuántas carteras de Lugones se esconden esas pequeñas fotos de carnet de aquellos que uno quiere tener siempre cerca y siempre a la vista. Es curioso cómo en nuestra era digital, dónde el carrete y la cámara han sido sustituidas por el móvil o “la tablet” se sigue manteniendo este gesto. Aún se puede ver el mismo en nuestros jóvenes y adolescentes cuando “fardan” con la foto de de la novia, y cómo los más mayores perfeccionan ese recuerdo entrañable con la medalla portaretrato que a modo de colgante llevan muy cerca del corazón…
Todos estos rostros, identificados y anónimos, son rostros de misericordia que le han dado a Lugones a lo largo de los años su encanto, pues en esa convocatoria lo que pedimos para ellos es que el Padre misericordioso salga a su encuentro como en la parábola del Hijo Pródigo. Nosotros también podemos ejercer esa misericordia en nuestra vida y vivir amparados por ella desde la perdonanza que Dios nunca se cansa de regalarnos y que nos borra tantas manchas que oscurecen nuestro interior. "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"(Mt 5,7). El Papa Francisco no ha dejado de insistir en ello al decirnos que ``el perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar al futuro con esperanza´´.
Ni qué decir tiene que “Santa Isabel” es una fiesta que aúna el encanto, la alegría, el trabajo y la memoria de las gentes de Lugones. Que María, en su Visitación a su prima Santa Isabel, siga cuidando de Lugones e intercediendo por todos sus hijos ante el Suyo. ¡Felices Fiestas!
Joaquín, Párroco
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